Dice Javier Marías en una entrevista (EPS 23-09-2007):
No acepto eso de que los libros le vayan conduciendo a uno o que los personajes se rebelen frente a la voluntad del escritor. Uno conduce el libro, faltaría más. Uno improvisa, uno decide. Tú decides siempre. A mí lo que más me gusta del acto de escribir es el proceso de averiguación. Yo averiguo la novela que estoy escribiendo y sólo la entiendo cuando la he terminado.
En esta respuesta ¿No hace Marías un enunciado para negarlo a continuación? Yo creo que cuando un escritor dice eso de que los personajes se le rebelan y empiezan a tomar decisiones, se refiere precisamente a eso que Marías llama “proceso de averiguación”. El personaje evoluciona y, de pronto, el escritor (por supuesto), se da cuenta de que la historia ganaría si en lugar de emprender el camino A, emprendiese el B, porque además podría unirse luego en el D, y etc. Desde luego, es el escritor quien decide, un personaje no tiene vida propia por muy buena caracterización que llegue a adquirir sobre el papel. Por eso yo entiendo la respuesta de Marías como una ironía.
El caso contrario es el del escritor que tiene absolutamente planificado el libro, sin cabos sueltos, y se dedica a escribir la historia, sin más, sin sorpresas, algo que a mí, particularmente, siempre me ha parecido más aburrido. Me gusta que la historia vaya adquiriendo su propio sentido, su lógica, que vaya creciendo y cogiendo fuerza, siempre como si se fuera a desbocar.
No acepto eso de que los libros le vayan conduciendo a uno o que los personajes se rebelen frente a la voluntad del escritor. Uno conduce el libro, faltaría más. Uno improvisa, uno decide. Tú decides siempre. A mí lo que más me gusta del acto de escribir es el proceso de averiguación. Yo averiguo la novela que estoy escribiendo y sólo la entiendo cuando la he terminado.
En esta respuesta ¿No hace Marías un enunciado para negarlo a continuación? Yo creo que cuando un escritor dice eso de que los personajes se le rebelan y empiezan a tomar decisiones, se refiere precisamente a eso que Marías llama “proceso de averiguación”. El personaje evoluciona y, de pronto, el escritor (por supuesto), se da cuenta de que la historia ganaría si en lugar de emprender el camino A, emprendiese el B, porque además podría unirse luego en el D, y etc. Desde luego, es el escritor quien decide, un personaje no tiene vida propia por muy buena caracterización que llegue a adquirir sobre el papel. Por eso yo entiendo la respuesta de Marías como una ironía.
El caso contrario es el del escritor que tiene absolutamente planificado el libro, sin cabos sueltos, y se dedica a escribir la historia, sin más, sin sorpresas, algo que a mí, particularmente, siempre me ha parecido más aburrido. Me gusta que la historia vaya adquiriendo su propio sentido, su lógica, que vaya creciendo y cogiendo fuerza, siempre como si se fuera a desbocar.
12 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo.Si me permites un comentario literario:Lo que nos fascina,por ejemplo,de Cervantes,es que el autor está siempre junto al lector,no lo abandona nunca y se vá disculpando por sus errores y digresiones que no puede controlar.Con Quevedo,el autor se distancia ya del lector para siempre.¿Por qué seguimos fascinandonos con Diderot y Sterne? Los dos escritores que más experimentaron en todo el siglo XVIII.Jacques el fatalista y Tristram Shandy.
Marías es un gran escritor y gran conocedor de la literatura,y,como bien dices,quizá fué pura ironía.
Un abrazo.
A veces, en la lectura de un libro, me ha parecido encontrar esa rebelión del personaje en la que Marías dice no creer.
Me parece adivinar los planes imiciales del escritor y veo cómo a su pesar el personaje se los cambia y le obliga a tomar otros derroteros; en la novela se produce un cataclismo que echa abajo la ideología, los prejuicios y las buenas intenciones del autor, el cual tiene que aguzar su ingenio y dar lo mejor de sí para reconducir la situación.
En esos momentos la lectura se vuelve verdaderamente interesante y el placer que nos proporciona se eleva varios enteros.
Un abrazo
Los personajes muy vivos, dicen, luchan con el autor, tratan de dominarlo, de llevarlo a su territorio, y el escritor lucha y les corta las alas y les cierra caminos a veces, otras se deja llevar y es un espectador/creador hasta que al final sabe por qué sí era ese el camino y por qué tenía razón el personaje. Cosas de la ficción.
El mismo Marías reconoce más tarde en la entrevista que cuando escribió el primer tomo de su trilogía nunca imaginó que habría dos libros más. Las historias nacen de una determinada manera, pero evolucionan hasta llegar a ser algo muy distinto. Creo que eso se nota al leer un libro. Las novelas planificadas desde el principio están encorsetadas y no pueden crecer. Por supuesto que debe existir una planificación previa, pero un buen escritor debe estar abierto a que su historia dé un giro inesperado y haya que repensar muchos aspectos de la misma. Esa es la magia de la literatura, ¿no?
Para mí un escritor no puede nunca dejar de ser lector y por ello la historia que creas como narrador nunca puede dejar de estimularte como lector. Yo siempre sé lo que quiero contar pero mis personajes tienen un carácter muy irreverente. Me encanta.
Que Javier Marías es irónico no es ningún secreto ¿verdad?
Abrazos
Estaba el domingo leyendo la entrevista y al pasar por esa respuesta tuve que leerla dos veces porque a mí también me parecía un poco contradictorio... Qué gracia encontrar la misma reflexión acá :-)
También yo pensé algo parecido al leer ayer la entrevista en internet, que se contradecía un poco, porque evidentemente los personajes no salen del libro y te agarran por las solapas para que no se te ocurra hacer tal o cual cosa con ellos.
Parece que el único personaje que se reveló de verdad fue Sherlock Holmes, que obligó a Conan Doyle a resucitarlo, en contra de la voluntad de éste. Pero fue porque puso al público de su parte...
Un abrazo.
Francisco M, creo que los títulos que mencionas mantienen su vigencia precisamente por ese carácter experimental que mencionas.
Malambruno, es cierto que el atractivo de una novela aumenta si se vuelve imprevisible.
Francisco, creo que lo que ocurre es que conforme se avanza en la redacción, el personaje va ganando entidad y los detalles van adquiriendo relevancia, y por eso no es extraño que de pronto veas que tu personaje debería, dadas las circunstancias, tomar otro camino diferente del que en un principio habías pensado. Y cuando esto ocurre, ya todo es posible.
Elena, sí, completamente de acuerdo. Recuerdo una cita que decía algo así como "si conozco cómo va a acabar la historia, ya no siento la necesidad de escribirla", algo así, y no recuerdo ahora el autor, pero estoy de acuerdo con él.
Antonia, muy cierto, si no mantienes una cierta curiosidad por lo que va a ocurrir, el acto de escribir se convierte en algo desapasionado.
Sfer, pues ya ves, coincidencias de la vida, tuvimos la misma reflexión.
Portorosa, me alegra haber coincidido tanto contigo como con Sfer al leer esta respuesta de Marías. Y muy buena la idea de recordar el caso de Sherlock Holmes, un personaje que se impuso a la voluntad de su autor, desde luego.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
Coincido contigo totalmente, Miguel.
Creo que es interesante que la historia vaya tomando cuerpo, vida propia, sin que ello signifique que se le está yendo de las manos al escritor, todo lo contrario, como dices, eso puede ser que el escritor ha descubierto otras posibilidades más ricas e interesantes en el camino y porqué no explorarlas.
Un gran saludo.
PD Perdona el borrón, Miguel, pero nuestra mutua amiga Laura tenía un problema con su blog, yo le estaba ayudando a solucionarlo y se me olvidó cambiar de usuario antes de dejarte el comentario. Pero bueno, estamos en familia.
Rosa, estamos de acuerdo. Y no te preocupes, como dices, estamos en familia.
Un abrazo.
Me resulta imposible escribir sin improvisar. Es más, menos algún dato concreto no anoto nunca nada. Y mi experiencia es que los personajes, al menos en mí casi, sí se rebelan y me superan, a veces cuando termino dudo quién ha escrito realmente el libro, ellos o yo.
Un abrazo
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