viernes, enero 05, 2007

Noche de Reyes

Roberto estaba sentado en el sofá del salón, delante del televisor. A su lado tenía un vaso de whisky. Estaban emitiendo en directo la cabalgata de los Reyes Magos. A través de la ventana se veía el cielo negro. Susana entró en la estancia y se dejó caer en el otro extremo del sofá.
-¿Qué estás viendo? -le preguntó.
-Nada -respondió él.
Ella estuvo un rato mirando la pantalla. Luego le miró a él.
-¿Crees que los Reyes me van a traer algún regalo?
-Tal vez.
El rostro de la chica se puso serio.
-¿Te ocurre algo?
-No.
La muchacha apoyó la planta de los pies en el tapizado, doblando las piernas y rodeándolas con sus brazos.
-Les echas de menos, ¿verdad? -afirmó.
Roberto no contestó. Cogió el vaso y pegó un trago.
-¿Por qué no les llamas? -insistió ella.
-Creo que voy a salir a que me dé un poco el aire -dijo él.
-A ella no creo que le parezca mal...
Roberto se puso de pie.
-No tardaré. Fumaré un cigarrillo y subiré enseguida.
Susana también se levantó.
-Creo que deberías hablar con ellos. Te sentaría bien escuchar su voz. Ella lo entenderá.
-No sería una buena idea.
Roberto cogió su abrigo y volvió a decirle a ella que regresaría enseguida. Luego salió al rellano.
Decidió bajar por las escaleras. Cuando salió a la calle notó que el frío de la noche se le clavaba en la carne. Sintió que se le helaba la nariz. Se subió el cuello del abrigo y se frotó las manos. Su aliento era visible. Sacó el paquete de tabaco y encendió un cigarrillo. La luz del portal del edificio de enfrente se encendió y, al cabo de un momento, vio salir a un hombre con cierto apresuramiento. Lo siguió con la mirada y lo vio acercarse a un coche y abrir el maletero y extraer varias bolsas de juguetes. El hombre regresó al portal con las bolsas. Roberto empezó a andar, despacio. Notaba que el cigarrillo le temblaba en la mano. Aspiró con fuerza el humo. Al girar la esquina, divisó el pequeño parque de la urbanización y se dirigió hacia él. Avanzó por la gravilla y se sentó en un banco de madera, frente a unos columpios metálicos que se balanceaban levemente, mecidos por el viento. Arrojó la colilla al suelo y la pisó con el pie. Miró los edificios que rodeaban el parque y se quedó ensimismado observando las ventanas iluminadas.
Sacó otro cigarrillo y lo encendió.

18 comentarios:

Rosa Ribas dijo...

!Qué triste!
Puede resultar contagiosa la melancolía de esta narración.

Verónica Tapia dijo...

Si..puede resultar así de verdad...

Saludos

genial blog

te recomendaré

feliz año..!

Clarice Baricco dijo...

Me atoré.
Otra vez llegador.

Saludos con rosca.

Ruth dijo...

Pobre hombre. Y es que las navidades a veces tienen este efecto...

Rosa Silverio dijo...

¡Me encantó, Miguel!

Sobre todo ese final. Siempre disfruto mucho tus relatos y este en especial me ha hecho sentir mucho frío, cierta angustia y soledad en el pecho...

Anónimo dijo...

Estas fechas son un contraste, para unos alegría y compañía, para otros tristeza y soledad.

OjO x OjO dijo...

Que arte gestionando silencios, o en este caso lo que silencias no escribiendo.

Portarosa dijo...

Al margen de por alguna que otra inevitable discrepancia estilística menor, que por supuesto carece de importancia por completo, me ha encantado, Miguel. Me ha gustado mucho. Es triste.

Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Rosa Ribas, sí, reconozco que en un poco triste. Espero que no se contagie demasiado.

Nykkä, bienvenida. Me alegra que te haya gustado el blog. Feliz año también para ti.

Clarice, gracias.

Ruth, sí que es verdad. Las navidades me parecen cada vez más nostálgicas.

Rosa, gracias por tu amabilidad. Me alegra que te gusten mis relatos.

José Romero, son fechas extrañas en cualquier caso. La aparente alegría desbordante siempre parece ocultar algo debajo...

OjoxOjo, me alegra que digas eso porque desde hace algún tiempo persigo el objetivo de ocultar lo fundamental, pero de modo que se intuya en el relato.
Estoy lejos de conseguirlo, pero lo intento.

Portorosa, gracias por tu opinión. He vuelto a releer el texto, en busca de la discrepancia. Si sigue ahí lo que te llamó la atención te agradecería me dijera qué es.

Un saludo a todos y gracias por los comentarios.

conde-duque dijo...

Como han dicho los demás, triste pero muy hermoso...

Francisco Ortiz dijo...

Misterioso, una vuelta de tuerca tuya, muy interesante.

Miguel Sanfeliu dijo...

Conde-Duque, gracias por tus palabras.

Francisco, te agradezco que consigas siempre encontrar un momento para pasarte por aquí.

Un saludo a ambos.

Elena dijo...

Una historia triste como lo es la vida misma en muchas ocasiones. Siempre he pensado que la Navidad debe ser terrible para aquellos que echan de menos, o para los que se sienten solos a pesar de estar rodeados de gente, porque quienes ellos necesitan no están a su lado.
Genial relato, Miguel, como siempre.
Un saludo

Miguel Sanfeliu dijo...

Gracias, Per, quiero aprovechar para decirte que me pareció muy interesante el comentario sobre el libro de Martín Garzo, pero me fue imposible poner el comentario. Lo intenté varias veces sin éxito.
Un saludo.

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Esa imagen final del parque de juegos infantiles se queda grabada perfectamente en la memoria al acabar el relato.
Muy sugerente.
Un abrazo, Miguel.

Miguel Sanfeliu dijo...

Miguel Ángel, gracias. Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.

Portarosa dijo...

Perdón, perdón, Miguel... Te quise contestar el mismo día, tuve problemas con Blogger y después se me olvidó.

Releyendo tu texto, creo que quizá lo leí mal la primera vez. Cuando te dije lo que te dije fue porque había habido algún detalle que en mi opinión resultaba algo forzado (me refiero a una cuestión formal, no de contenido). Verás, cada vez más me repele que se use un lenguaje artificial en los relatos, en la literatura (dejemos aparte a Valle, Carpentier, etc., claro; en fin, yo me entiendo), y me fijo obsesivamente en si alguien escribe "divisó" en lugar de "vio", o "rememorar" en lugar de "recordar", ¿entiendes? Y, por otro lado, me llaman la atención las frases de relleno, que no aportan nada (esto, en los relatos, por una cuestión de economía). En tu texto hay un par de frases que en la primera lectura me dieron la impresión de sobrar ("Decidió bajar por las escaleras") o de ser un poco líricas de más ("que se balanceaban levemente, mecidos por el viento", ¡y has dicho "divisó"! :-D ); pero la verdad es que ahora creo que me la cogí (con perdón) con papel de fumar, y que seguramente son objeciones un poco tontas.

En cualquier caso (y te aseguro que soy completamente sincero), me gusta mucho.
Y gracias por tu interés en saber qué opinaba.
Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Muchas gracias por tu opinión, Portorosa, y por la aclaración. A mí tampoco me gusta el lenguaje excesivamente literario y procuro evitarlo. Busco la sencillez, aunque no siempre lo consigo.

Un abrazo.