sábado, noviembre 18, 2006

El lector


Bernhard Schlink es un juez que escribía novelas policíacas hasta que se lanzó al mercado con esta historia sobre el amor y la culpabilidad.
El libro está narrado en primera persona por el protagonista, Michael Berg, y se estructura en dos partes. En la primera se nos narra la historia de una seducción. Michael Berg tiene quince años y vive un apasionado idilio con una mujer de treinta y seis: Hanna. Juntos establecen un ritual de lectura, ducha, amor, y reposo. Ella es a veces imprevisible y temperamental, pero otras es dulce e inocente. ¿Por qué me pongo tan triste cuando pienso en aquellos días?, se pregunta Michael; y más adelante: Esa tristeza, ¿no será la tristeza pura? ¿Es eso lo que nos sobreviene cuando, al mirar atrás, los recuerdos hermosos se nos vuelven quebradizos, al ver que aquella felicidad no se alimentaba sólo de la situación del momento, sino de una promesa que no se cumplió?. En la segunda parte, han transcurrido siete años y ahora Michael es estudiante de Derecho. Como tema de un seminario, tiene que acudir al Palacio de Justicia, a presenciar un juicio contra criminales de guerra. En principio no es un juicio importante, las acusadas son cinco guardianas de un pequeño campo de concentración situado cerca de Cracovia. Una de las acusadas es Hanna. A partir de este momento Michael se debate entre sentimientos contradictorios: por un lado los estudiantes del seminario queríamos abrir las ventanas, que entrase el aire, que el viento levantara por fin el polvo que la sociedad había dejado acumularse sobre los horrores del pasado; pero por otra parte no puede olvidar que ha amado a Hanna, así que nos dice: me esforzaba por imaginarme a Hanna con toda claridad haciendo las cosas de las que la acusaban, o evocaba los momentos que el pelo de su nuca y el lunar de su hombro me traían a la memoria.

"El lector" trata un tema complicado, especialmente para un alemán, pues nos habla de la revisión histórica del holocausto, de cómo las nuevas generaciones se enfrentan a una etapa de su pasado difícil de comprender. Se trata de una novela que en ningún momento cae en sentimentalismos zafios. Está narrada de forma sobria, con el lenguaje justo y aséptico que el tema requiere. Sus dos partes se complementan y se cierran, perfectamente encajadas, en un final evocador que recoge la esencia de la historia y en la que el protagonista se pregunta si al amar a Hanna, se hizo culpable. Se nota y se agradece la experiencia de Schlink en tramas policíacas, pues en un momento determinado, Michael descubre una clave que ha estado presente en la primera parte de la historia sin que nos hubíesemos percatado de ella, una clave que, en cierto modo, explica muchos de los comportamientos de Hanna.

No estamos ante un documental de los horrores nazis, sino ante una historia de amor que participa de un momento histórico trágico, pese a lo cual tampoco podemos decir que nos encontremos ante una novela de grandes personajes, sino más bien ante un análisis de los sentimientos contradictorios que posiblemente envuelven a las dos últimas generaciones de alemanes. Schlink, en un momento dado, en palabras del narrador, formula la siguiente reflexión: sólo me pregunto si las cosas debían ser así: unos pocos condenados y castigados, y nosotros, la generación siguiente, enmudecida por el espanto, la vergüenza y la culpabilidad. Un tema duro y difícil pues, para una novela que se lee en un suspiro y se agarra a la memoria del lector.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí este libro hace algún tiempo en su versión en inglés. Me gustó, aunque sentí que el mediano inglés que practico, me hizo perder algunas cosas. Tu reseña me anima a leerlo en español. Saludos

Diego Zúñiga dijo...

Me sumo al comentario de arriba. Aún no leo la nove,a le tengo ganas, pero me hacía falta una crítica como ésta. Aunque no sé si te entusiasmó tanto, sin embargo dejas bien en claro la historia.
Saludos.
Posdata: te dejé un comentt en el post anterior.

Olvido dijo...

Me gustó mucho la voz de su protagonista Michael Berg y como cambia de la primera parte de libro a la segunda. El amor, el puro sexo mezclado con la literatura. Juzgar a Hanna como si lo hicieran con el pasado nazi. Buen libro,me gustó más la primera parte.
Un saludo

anilibis dijo...

Voy a empezar a utilizar tu blog como una guía de recomendaciones para leer. Me parece tremendamente útil (no he leído este tampoco)

Un saludo

Laura Diaz dijo...

Estimado Kafkapro,

Este libro lo leí por primera vez en el 2000, y de un tirón!

Lo releí en junio de este año, en otro contexto, ya que estaba estudiando el holocausto (Primo Levi, Los interrogatorios, Eichmann en Jerusalem, y otros).

Hay una historia de amor dentro de la historia de la humanidad, vaya asunto.

Se lo puede leer como una historia de amor, del primer amor de Michar, y hasta sentir pena por Hanna.

Pero también se lo puede leer como, a mi entender, se debe, esto es, analizando el contexto histórico en que se desarrolla la historia: después de la caída del nazismo, y durante los juicios menos "publicitados" contra los crímenes del nazismo (todos recuerdan Nuremberg, pero suelen olvidar los que se desarrollaron en cada pueblo y ciudad de toda la Europa ocupada por Hitler).

El lector, plantea la contradicción, la dualidad de los sentimientos, de una generación de alemanes (los que eran pequeños durante el nazismo).

Es importante este hecho, ya que aún hoy se discute en Alemania el nazismo en las escuelas y liceos, ya que los alemanes, NO HAY QUE OLVIDARSE, son ALEMANES.

Me parece excelente que hayas comentado este libro, que, a mi entender, ES DE OBLIGATORIA LECTURA pues muestra la dualidad que existe en cada alemán.

Saludos!

El Miope Muñoz dijo...

Bien por este libro, a mi el tema del holocausto me interesa mucho y el hecho de que este tratamiento tan humanitario me llama la atención.

Ahora, amigo Miguel, (te hago caso) quizá lea La decisión de Sophie de Styron para recuperar a uno de los grandes pendientes mios o Reencuentro de Fred Uhlmann.

Del holoausto Todd Solondz dijo que era un tema que le parecía muy propicio a la sátira dado que habíamos convertido el holocausto en los mártires oficiales del siglo XX.

Clarice Baricco dijo...

Me has hecho sacar el libro de mis libreros.
Otro libro pendiente.
Luis lo leyó y le gustó.
Siempre agradecida por tus recomendaciones.
Saludos de casa.

Anónimo dijo...

Este es un libro excelente. En mi opinión, no solo muestra la dualidad o contradicciones en particular, sino la dualidad y contradicciones en general, de todo ser humano. La pareja de Michael y Hanna muestra muchas cosas interesantes en una época en que lo sucedido a los dos (entre ellos y de ellos hacia fuera) era digamos que "lógico".

Muy buena tu reseña.
Magda

Isabel Barceló Chico dijo...

Ciertamente, dan ganas de leer ese libro. El tema y el conflicto son interesantes. Saludos cordiales.

Miguel Sanfeliu dijo...

José Romero, adelante, es un libro magnífico.

Diego, sí que me entusiasmó.

Olvido, la primera parte es más sosegada, más sensual, pero la segunda parte es la que da significado a la historia.

Anilibis, éste libro te gustará sin duda.

Laura, totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Tu comentario resulta muy acertado y complementa mi entrada.

Alvy, también a mí me interesa el tema del Holocausto. Su atrocidad es posible por la propia naturaleza del ser humano. Que tantas personas pudieran comportarse así sólo demuestra hasta qué punto somos capaces de los actos más viles, dependiendo únicamente de estar en el lugar y momento adecuados.
Sobre Todd Solonz te diré que me entusiasmó en un principio, pero mi opinión sobre él se ha debilitado.

Clarice, si lo empiezas no creo que lo puedas soltar.

Apostillas, en efecto. La historia de estos personajes representa muchos aspectos de la historia reciente de Alemania.

Isabel Romana, es un libro cuya lectura causa un gran impacto, como habrás podido observar.

Saludos y gracias por los comentarios.

K dijo...

El pueblo alemán debería hacer una gran autocrítica. Y la mejor es aquella que surge desde el arte... pero ha de ser comprendida y tiene que volver en ellos mismos.
No me gusta generalizar, pero quería compartir algo que me pasó hace 2 años. Me encontraba haciendo un tour por Jerusalén, y en la última visita fuimos al museo del holocausto. Este museo tiene como finalidad mantener vivo el recuerdo de lo que fueron aquellos años, exponen en forma ordena el origen de ese odio y los sufrimientos por parte del pueblo judío. Una de las salas tiene forma circular y está desprovista de luz. No obstante, hay unas diminutas lucecitas, las cuales por medio de espejos, crean la sensación de estar en medio de una constelación de estrellas. Cada estrella representa a uno de esos niños que murieron en aquella masacre. No se ve nada más, pero en cambio se oye una lista infinita de nombres y edades en tres idiomas (inglés, hebreo e idish).
Al salir vi a mucha gente del grupo con lágrimas en los ojos. Otros repetían "5años" o "3años" con horror.
Una chica alemana que venía con nosotros le preguntó al guía cuál era la cantidad de niños muertos. La respuesta fue un número enorme.
La chica le replicó diciendo que no habían sido tantos.
Por detrás se seguía oyendo el eco de aquellos nombres.

Gracias, intentaré conseguir el libro.

Francisco Ortiz dijo...

"Bernhard Schlink es un juez que escribía novelas policíacas hasta que se lanzó al mercado con esta historia sobre el amor y la culpabilidad": he de reprenderte por una vez, amigo. Las novelas policíacas de este juez son de una categoría literaria muy alta( e incluyen una visión crítica de la sociedad alemana impresicindible), como prueba que las publicara Herralde en Anagrama -como ésta que comentas-, donde apenas hay novelas policíacas. No te olvides de que en ese cada vez más respetado género hay dos autores considerados de los esenciales del pasado siglo: Hammett y Chandler.

pies diminutos dijo...

Hola Miguel!
Yo leí esta novela este verano por recomendación de mi profe de Literatura Alemana, y tengo que confesar que me gustó más la primera parte que la segunda, con todo el lío de los juicios y la indeterminación del chico ya adulto (ayudar a su antigua amante, callar y olvidar, repudiarla... etc.) La verdad es que no me quedó clara la posición ideológica del protagonista, pero quizá precisamente esa era la gracia, que viéramos lo difícil que es mantener una postura rígida ante una circunstancia así, la cantidad de dudas que a uno le abruman...

Miguel Sanfeliu dijo...

K, gracias por compartir esta anécdota. No creo que esa chica alemana represente a todos los alemanes. Idiotas hay en todas partes.
Debió ser una experiencia impactante visitar ese museo.

Francisco Ortiz, tocado. Es cierto, de esa frase se puede deducir que menosprecio el género policíaco y no es así en absoluto. Siempre he pensado que deberían desaparecer los géneros y distinguir únicamente entre buenos libros y malos libros. En este caso, el tono se debe a que aquí no se le tradujo hasta que escribió esta novela. No he leído ninguna de sus novelas policíacas y por tanto no puedo juzgarlas. Esta información estaba en mi cabeza cuando escribí ese párrafo. Y me doy por amonestado y con propósito de enmienda.
(Estás a la que salta)

Hola, Pies Diminutos, creo que esa es la gracia precisamente. Lo difícil que resulta juzgar cuando conoces a las personas, las dudas, los remordimientos... A mí me gustó mucho la segunda parte por su complejidad moral.

Saludos y gracias por los comentarios.

Antonia Romero dijo...

Me lo apunto a mis próximas adquisiciones. En cuanto al holocauso judio he de decir que también ha sido siempre un tema extemadamente atrayente para mí, quizá porque no alcanzo a comprender ni a los alemanes que lo ejecutaron, ni a los judios que se dejaron hacer, ni a los que miraban para otro lado. Cuando digo que los judios se dejaban hacer no quiero decir que pudiesen impedirlo, no. Me refiero a por qué un ser humano al que van a pegar un tiro en la cabeza se tumba en el suelo cuando le dicen que lo haga. Es una pregunta que siempre me persigue ¿por qué esa resignación ante lo inevitable? ¿por qué no correr, golpear, arañar y morir? No sé, creo que es la rabia hacia mi propia manera de ser. Al mismo tiempo quiero dejar constancia del hecho evidente de que el ser humano no aprende de los errores, se inmuniza. Vi hace poco la película sobre el hotel de Ruanda y lloré de rabia.

Miguel Sanfeliu dijo...

Antonia, me atrevo a asegurar que te gustará este libro. Lo que dices es cierto, sorprende la pasividad del que va a ser ejecutado, imagino que tendrá alguna explicación y debe andar cerca, me temo, de la resignación ante lo inevitable.
"Hotel Rwuanda" me pareció un película impactante y necesaria.
Saludos.

Francisco Ortiz dijo...

Como siempre, humilde y bueno, Miguel. Y sabes que si te regaño es sólo porque te aprecio, amigo. Un abrazo.