domingo, octubre 01, 2006

HFS - El filandón


Esta charla reivindicaba el placer de contar historias. Reuniones en torno a un fuego en las que se transmitían todo tipo de narraciones. Esta práctica era muy común en el Noroeste de España, de donde provienen los cuatro escritores encargados de conversar sobre este tema y, sobre todo, de leer algunos de sus relatos: Luis Mateo Díez, Antonio Pereira, José María Merino y Juan Pedro Aparicio. Cuatro narradores de primera magnitud, un ambiente amigable entre ellos, mucho sentido del humor y buenas historias llenaron el salón de San Juan de los Caballeros.

Luis Mateo Díez fue el encargado de romper el hielo, y lo hizo hablando sobre la tradición oral, de gran riqueza y, desgraciadamente, casi perdida. Habló de la importancia que había tenido en el pasado y de lo sugestivas que resultan esas reuniones en las que se narran cuentos y anécdotas.

Le tocó el turno a Antonio Pereira, quien comenzó esbozando toda una teoría del relato. Dijo que el microcuento está sobrevalorado, y mucho de lo que se conoce como microcuento termina derivando en mero chascarrillo. Para que algo sea cuento o microcuento necesita disponer de tejido narrativo. Aunque admite que existen algunos chascarrillos ingeniosos, como aquel que dice: "Entró en el pajar y se clavó la aguja". Es divertido. También el del pesimista: "¡Mira que si nos quitan lo «bailao»!". Pero no los considera relatos, ni microrrelatos. Además, está en contra de diferenciar el nombre de los textos basándose en su extensión. "Todo debería llamarse novela", dijo, "del mismo modo que todo se llama poesía". Sacó algunos papeles del bolsillo y leyó unos cortos microrrelatos. Tardó en escogerlos, pasando los papeles en un sentido y en otro. La lectura era interrumpida constantemente con aclaraciones y comentarios del autor.

Juan Pedro Aparicio dijo que, en su opinión, la clave del microrrelato se encuentra en la elipsis. Mejor es cuanto mayor es la elipsis que contiene. Y como ejemplo de su teoría leyó el primero y el último de uno de sus libros, argumentando que se trataba de una colección de textos que, en cierto modo, evidenciaban lo que opinaba él del microcuento. El último, la síntesis absoluta, se titulaba "Luis XIV", y el texto era: "Yo".

Por último, José María Marino quiso resaltar las diferencias que existen entre el relato escrito y el oral. El escrito contiene, en su redacción, las pausas y entonaciones que hay que interpretar en el oral. Contó que había podido comprobar lo difícil que resultaba adaptar un relato escrito a uno oral, cuando los habitantes de una aldea en la que se encontraba con un equipo de cine que andaba rodando una película basada en unos relatos, les pidieron que les contaran alguno de dichos cuentos. "Nos pusieron en una posición muy difícil", afirmó. Luego leyó alguno de sus textos e, incluso, una de las historias nos la contó sin leerla. Se trataba de la historia de un hombre, (no recuerdo ahora cómo se llamaba, así que lo llamaré Ramón), que se dispone a realizar la ruta del tapeo antes de comer y, cuando entra en uno y otro bar, siempre le pasa que la gente lo recibe con efusividad. Le gritan: "Ramón, cuánto me alegro de verte, qué bien que hayas regresado a la ciudad después de tanto tiempo". Así una y otra vez. Finalmente regresa a su casa: "Cuando volví a casa andaba ya un poco «achispado» por el vino, pero no lo suficiente como para no saber que yo nunca había salido de aquella ciudad y que no me llamaba Ramón".

Se fueron turnando los cuatro para contar sus historias, que resultaron siempre divertidas, y el público se sintió partícipe de un auténtico y ya perdido filandón.
Más tarde, se abrió el turno de preguntas y nadie se animó a decir nada. Juan Pedro Aparicio comentó que había estado en el auténtico Hay on Wye y que allí, cuando se abría el turno de preguntas, todo el público se lanzaba a intervenir. "Sólo quiero decir –concluyó-, que ni ellos tanto ni nosotros tan poco".
Aún así, nadie preguntó nada, por lo que siguieron leyendo relatos y, estoy seguro, nosotros salimos ganando.


El Cuento de Antonio Pereira.

Antonio Pereira contó un relato que está publicado en el libro "Me gusta contar". Se titula "Una novela brasileña". Dijo que lo había copiado de un periódico, era una noticia en la que había un auténtico relato, lleno de drama y tragedia. Como sonaba bien era en su lengua original, pero él lo fue traduciendo. De vez en cuando, se detenía y hacía alguna aclaración, que voy a intentar reproducir, entre paréntesis, en el modo en que me lo permita la memoria.

El capitán del ejército Agenor Araújo de Medeiros (Agenor es un nombre corriente en Brasil, un nombre de cierto empaque), 39 años (es ésta una edad crítica en la que a uno le puede dar por hacer balance y en la que se suelen hacer muchas tonterías), fue asesinado por la noche al intentar reprimir un asalto en la Rua Bertolini, próxima a Praia Branca, en Guanabara. (Atentos ahora) El militar estaba en su coche en compañía de Palmira Fernandes Oliveira (este detalle es importante) cuando dos criminales surgieron con arma en puño. Agenor murió antes de ser socorrido en el Hospital Bom Jesús de Estrela. Estaba casado con Fernanda Veléria Martins Costa (no con Palmira Fernandes Oliveira) con quien tenía una hija de siete años. Se levantó acta del suceso. (Aquí está contenido un verdadero drama lleno de incógnitas, ¿qué le contaron a esa hija? ¿Qué pensó esa esposa cuando se enteró de lo ocurrido? ¿Cómo se llegó a esa situación? Me ha hecho pensar más esta pequeña crónica que muchos novelones).

20 comentarios:

mart dijo...

Como bien señala Juan Pedro Aparicio en un microrelato,por la poca extensión del mismo,la elípsis es casi un recurso obligado,por evitar la repetición de vocablos.
Totalmente de acuerdo con Luis Mateo Díez,la tradición oral ha sido el embrión que ha posibilitado todo lo demás.
De Jose Maria Marino,resalto su impresión acerca de lo difícil que resulta adaptar un texto escrito a uno oral,tuvimos una vez un debate sobre esto en una clase de lengua,en la universidad,y como bien afirmaba la catedrática de lengua,Ana,prácticamente nadie habla como escribe.
Tendría que conocer mejor la realidad del microcuento, para ver si estaría de acuerdo con la sentencia de Antonio Pereira cuando dice, que el microcuento está sobrevalorado.
Miguel,me he permitido la pequeña licencia de añadir una notas complementarias sin más ánimo que, para que aquellos,entre los que me incluyo,no tenían muy claro que era exáctamente un microcuento,tengan ahora una idea clara sobre este género.Solo me resta darte de nuevo las gracias por ilustrar un poco más mis conocimientos.Un saludo.

-Teniendo en cuenta las diversas posiciones críticas, considero que las características más singulares del género son: su brevedad, el carácter incompleto de su secuencia narrativa, su naturaleza fragmentaria, un lenguaje preciso, muchas veces poético, su carácter transtextual, genéricamente híbrido o de naturaleza proteica ­que le permite dialogar con los grandes hitos de la literatura o de la cultura popular­, su final abrupto e impredecible, pero abierto a muchas interpretaciones.
Fuente: María Isabel Larrea O. Estudios Filológicos
Universidad Austral de Chile, Instituto de Lingüística y Literatura, Casilla 567, Valdivia, Chile
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0071-17132004003900011&script=sci_arttext

-Al microcuento o minicuento podríamos llamarlo también cuento ultracorto. Sus dos condiciones indispensables son que sea muy breve -quinientas palabras ya son demasiadas- y que turbe al lector.
Escribirlo constituye un reto y es un modo de ponernos a prueba. Por lo que supone de condensación de las ideas, así como porque nos obliga a elegir muy bien los términos que vamos a emplear, es conveniente su práctica para el que se inicia en la técnica literaria. Por otra parte, el minicuento constituye un verdadero tratado sobre el valor de lo implícito. Y ya se sabe que el lector aprecia al escritor que dice mucho con poco. A veces hay semejanzas entre la narración ultracorta y la poesía, pero son más las diferencias entre ambas. Es importante no confundir el minicuento con otros géneros breves, como la anécdota, la parábola, la prosa poética o el aforismo.
Fuente: El microcuento por Carmen Roig. http://webs.ono.com/usr047/libroteca/microcuento.htm

El Miope Muñoz dijo...

El microrrelato es como todo: necesario y lleno de posibilidades. Pero depende de quien y como.

Rosa Ribas dijo...

Quizás un problema del micro-relato es que se suele poner el énfasis en "micro" y se olvida que se trata de un relato. De ahí la confusión frecuente con otros géneros breves; breves como este breve comentario.

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Sólo puedo felicitarte y seguir felicitándote por estar acercándonos lo que pasó por Segovia, fuera esto mucho o poco, que ya se sabe que a veces los escritores decepcionan en los aforos cortos.
De acuerdo con Pereira, asistimos a una exagerada alabanza hacia el microrrelato. Es, por otro lado, un género muy difícil, y casi siempre decepcionante, para mí, claro, que sobre esto del gusto...
Un abrazo.

Clarice Baricco dijo...

algún día estaremos con los cuates, juntos, contándonos relatos.

tomaré nota de las características que ellos mencionan.

y gracias por presentarmelos porque a ninguno de los cuatro conocía.

ufff cuánto se aprende en esta casa y cuánto me hace falta por leer.

abrazos

Anónimo dijo...

"Nunca hay que perder de vista al que caza a trampantojo..."

¿Se puede considerar un microcuento?

anilibis dijo...

Sin duda intentaré ir el año que viene.

K dijo...

No creo en los microcuentos. Algunos son relatos breves, con alguna chispa, pero nada más que eso. Un escritor escribe porque tiene algo que decir. Si lo que dice es poco, está bien que sea breve en ello. Peor sería hacer una novela con una trama poco profunda.
Estoy de acuerdo que no hay que sobrevalorarlos.

Portarosa dijo...

Estas crónicas están resultando un placer, Miguel.

Max Estrella dijo...

De ese tipo de experiencias y charlas es de donde verdaderamente podemos aprender los aspirantes a escritores que pululamos por estos lares...
me gustó el blog.intentaré ponerme al día...llegué vía Tana.
un saludo

Portobello dijo...

Hemos heredado esa tradicción oral de la que la sociedad del siglo XXI parece desentenderse. Es una pena. Deberiamos volver a esas reuniones donde se cuentan relatos. Recuerdo que me gustaban mucho los que sacó en un programa de radio Juanjo Millás, y todos lo que le enviavan los oyendes. Había cosas realmente originales. Y verdaderos mundos contenidos en cuatro líneas. Vaya comentario de prensa que ha hecho mart, se merece un premio.

Shangri-la dijo...

Hoy, 2 de octubre de 2006, zarpó de puerto desconocido una embarcación sin bandera que la identifique: SHANGRI-LA. DERIVAS Y FICCIONES APARTE.

Francisco Ortiz dijo...

Aún se ha practicado poco, así que creo que al microrrelato le queda mucha vida. De esos escritores prefiero a Merino, uno de los que quedarán para la historia con letras muy, muy grandes.

pies diminutos dijo...

Miguel, me encanta esta serie de posts, estoy aprendiendo un montón... en el ABCD de esta semana una de sus firmas habituales (Manuel Rodríguez Rivero) hacía una crónica de los días en Segovia y, yo mientras la leía, pensaba: "Anda que no las hace más chulas mi amigo Miguel!" jajaja!

José Antonio Galloso dijo...

El microrelato es un territorio difícil, en lo personla me resulta prácticamente imposible. Gracias por presentarme a esto señores.
Saludos

la flaca dijo...

Miguel, un placer leer tus fantásticas crónicas.

Un saludo,

La flaca

Miguel Sanfeliu dijo...

Mart, gracias por tu aportación. Has enriquecido enormemente esta entrada.

Alvy, buena sentencia.

Rosa, bienvenida y gracias por tu intervención. Tienes un blog muy interesante.

Miguel Ángel, gracias por tus palabras. Sólo puedo decirte que cada vez que hablaba Antonio Pereira el auditorio se animaba. Fue toda una experiencia.

Clarice, son cuatro escritores de primera magnitud que vale la pena leer.

Sky4you, pues yo creo que Antonio Pereira diría que es una frase ingeniosa. Pero todo es cuestión de opiniones. Pereira opina lo mismo del cuento del dinosaurio de Monterroso. Bienvenido/a.

Anilibis, adelante, hazte el ánimo. Me alegro de haberte contagiado las ganas de ir.

K, "si lo que dice es poco está bien que sea breve", estoy de acuerdo.

Portorosa, gracias por seguirlas.

Max, bienvenido. Es cierto que se aprenden muchas cosas en estas charlas. Y sobre todo, para mí, resultan divertidas.

Zuriñe, tienes razón. En ese programa de Millás se escuchaban muy buenos microcuentos.

Shangri-la, te deseo feliz travesía.

Francisco, ojalá no te equivoques en lo de Merino. Yo tengo la impresión de que no está justamente valorado. Muchos de sus libros parecen pasar sin pena ni gloria, excepto para unos pocos admiradores entre los cuales me encuentro.

Pies Diminutos, yo también leí el texto al que te refieres. Te agradezco el piropo y me alegro de que sigas mis crónicas con interés.

José Antonio, estoy de acuerdo, es muy difícil. En mi caso, no soy capaz de sentarme y decir "voy a escribir unos cuantos microrrelatos", en absoluto, tienen que surgir solos, reclamar mi atención. Así es como me ha ocurrido a mí. Hablé de ello en una de mis entradas y publiqué en ella un microrrelato: "La foto".

La flaca, un placer tenerte por aquí.

Gracias por vuestros comentarios y un saludo a todos.

Miguel Sanfeliu dijo...

India Ning, muchas gracias. Es interesante lo que dices.
Un saludo.

sfer dijo...

Intento asistir a varias sesiones de narración de cuentos para adultos durante el año, aunque no siempre puedo ir a las que me interesan. La biblioteca pública de mi barrio organiza una vez al año una maratón de cuentos que dura toda una noche, y para las fiestas de la Mercè de Barcelona siempre hacen una noche de cuentos en el Pati Llimona. Hay verdaderos maestros de este arte...

Miguel Sanfeliu dijo...

Sfer, deben ser una gozada esas sesiones. La verdad es que una buena sesión de cuentos es una experiencia muy enriquecedora.
Un saludo.