1.- ¿Por qué escribes?
Porque quiero que me quieran. Porque
tengo cosas para decir y soy malo hablando. Porque no sé tocar la guitarra y
canto horrible. Porque quiero que mi esposa sepa que no soy tan inútil como
parezco. Porque necesito recordar. Porque intento entender. Porque me gusta
estar solo. Porque me siento solo. Porque si voy a ser pobre prefiero serlo
haciendo algo que me guste.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Ya no puedo darme ese lujo. Años
atrás (cuando tenía mucho pelo y vivía solo en un departamentito de veinte
metros junto a un cementerio) escribía desde la medianoche hasta el amanecer
entre infinidad de rituales y manías. Ahora (que tengo poco pelo, un
departamento algo más grande, una familia y un par de responsabilidades extras)
me despierto a la hora en la que en aquel tiempo me acostaba. Así que no doy
muchas vueltas y tan solo me lanzo a escribir apenas tengo un rato libre, casi
siempre en bares, entre gente que habla y televisores.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Una sola: El terror que podemos
llegar a sentir cuando suena el despertador por la mañana.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
No pensar en edificios sino en
ladrillos. O sea, no pensar en libros u obras sino en palabras. Escribo una
palabra, dos, tres, diez; armo con ella una oración, y a esa oración la pico,
la limo, la pulo y la lustro hasta el hartazgo. Y así hasta llegar hasta lo que
intuyo pueda ser una historia.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Si es cierto aquello que se dice
que hay tres tipos de escritores —los que escriben a ciegas, los que escriben
con brújula, y los que escriben con mapa—, yo pertenezco al segundo grupo. Sé
de dónde parto y tengo una idea de hacia dónde voy. Pero dejo espacios huecos
en el medio para que los personajes tomen vuelo y me sorprendan. Una vez le
escuché decir a un escritor que a él los personajes jamás se le iban de las
manos. Yo soy la antítesis, a mis personajes les doy pataditas en el culo para
que se alejen de mí.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Por supuesto que hay excepciones,
pero la literatura contemporánea suele sepultarme en el último sótano del
aburrimiento. Desde hace mucho que me digo que a partir de los sesenta años me
dedicaré a releer los viejos libros que me enamoraron. Este año decidí
adelantar ese plan para mis cincuenta años. Y así como vengo me parece que en
cualquier momento adelanto ese plan para la semana que viene. Son demasiadas
las veces que me pregunto: ¿Y por qué estoy leyendo este sinsentido en vez de
releer a los rusos, a Hugo, a Bassani y a todos esos adorables desgraciados que
hicieron que me enamore de la lectura?
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
A fines de 2016 editorial
Trifaldi publicó en España mi novela Las
horas derramadas. Y también estoy escribiendo una nueva novela que tengo
terminada en un 95%. El problema es que ya hace seis meses que la tengo
terminada en un 95% y no me decido a ponerle el moño. Tal vez deba pedirle al
mozo de este bar que apague la tele. O tal vez deba recuperar algunos de mis
viejos rituales y volver por un par de meses a mi departamentito de veinte
metros pegado al cementerio.
Pablo Hernán Di Marco. Autor de las novelas Las horas derramadas (ganadora España del XXI Certamen Literario
Ategua), Tríptico del desamparo
(ganadora en Colombia de la XIII Bienal Internacional de Novela “José Eustasio
Rivera”) y Espiral (finalista en
España del XIX Premio de Novela “Ciudad de Badajoz”).
Corresponsal en Buenos Aires de
la Revista Libros&Letras de Bogotá, en donde lleva adelante el ciclo “Un
café en Buenos Aires” en el que entrevista a escritores, editores y libreros de
Hispanoamérica.
Jurado de la XIV Bienal
Internacional de Novela “José Eustasio Rivera”.
Colaborador de la editorial Ojo
de poeta.
Corrector de estilo de cuentos y
novelas.
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