1.- ¿Por qué escribes?
Porque cuando leo lo que me salió
es como si me dijera cosas que no sabía. Como si la parte más sabia de mí
hubiera visto algo y se lo contara a la parte más tonta de mí. Y porque después
hay otros que leen, y les pasan otras cosas, y me suelen escribir para
contármelas. Es un círculo alucinante.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
En un momento no podía escribir
sola. Tenía que irme a la casa de una amiga y quedarme a dormir ahí. Ahora
escribo los martes a la noche porque el resto de la semana traduzco. Vivo de la
traducción, que implica muchas horas diarias de trabajo. Entonces los martes son
sólo para escribir. Empiezo de noche y me quedo hasta las 7 u 8 de la mañana. Antes
siempre me hago reiki. Es una técnica japonesa para canalizar energía y se
puede poner una intención o pedido. Yo pido escribir por los motivos correctos,
ni por ambición ni por vanidad ni por ego, sino para sanar mis cuestiones y que
los que leen puedan sanar las suyas también.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
En los cuentos más largos, con
estructura dramática completa, suelo escribir sobre la dictadura militar
argentina y sobre el abuso sexual infantil. Son dos temas de mi biografía
personal que sigo rondando desde distintos ángulos, desde los sobrevivientes,
desde la escuela, desde una voz aniñada que me sale de algún lado en muchos
cuentos.
En los microrrelatos voy más al detalle.
En un momento estaba obsesionada con la rotura de los caños y los plomeros, en
otro con los cortes de gas, con un vecino que tosía, con la sala de terapia
intensiva donde estaba internado mi papá. Ahora estoy pensando en los teléfonos
celulares, el mundo virtual y cómo se van relacionando las personas en ese
espacio.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Apartar todas y cada una de las
voces que vienen a mi cabeza a comentar algo sobre lo que estoy escribiendo o
lo que podría pasar o no con lo que escribo. No escuchar lo que nadie espera de
mí, ni esperar yo, nunca, nada.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Todo planificado. Y en general lo
primero que se me ocurre es la oración final del cuento.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Van cambiando, pero siempre
vuelvo a Carver, Askildsen y Keegan. A Dorothy Parker cuando estoy deprimida.
Lo último que leí y que me encantó fue Claus
y Lucas de Agota Kristof, una primera persona del plural potente, un
personaje cuasi fantástico de dos nenes mellizos que funcionan como si fueran
uno.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Este año sale la segunda parte de
mi libro Toda clase de cosas posibles.
Se llama Personas que quizás conozcas
y vuelve a compilar microrrelatos que circularon en mi muro de facebook, en una
suerte de novela de doble entrada. Se leen como piezas en sí mismas, pero van
contando una historia más general.
A la par escribo cuentos largos
que publico en revistas o suplementos literarios.
El próximo proyecto no lo tengo claro pero creo que quizás tenga que ver
con este libro, Claus y Lucas. Me
gustaría probar un personaje de dos hermanas chiquitas en el contexto de la
dictadura argentina y unos padres muy ausentes. No sé, es una idea porque justo
leí este libro y me aportó un formato posible para un tema que quería trabajar,
pero quizás después no lo haga. Lo único seguro es que escribiré los martes.
Virginia Feinmann (Buenos Aires, Argentina, 1971) Ha publicado relatos en
el suplemento literario de Página/12 y en las revistas Letras
Libres, La Granada, La Gaceta y El Coloquio de los
Perros, la novela Toda clase de cosas posibles (Mulita,
2016) y está por salir en Emecé su siguiente libro. Varios de sus microrrelatos
han sido adaptados para radio, teatro o espectáculos de narración oral.
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