1.- ¿Por qué escribes?
Una no escribe de repente, o eso
creo yo. En mi caso la escritura me acompaña desde niña, desde aquellos
primeros tebeos, historietas y poemas con los que creaba un mundo propio. En mi
colegio, el Liceo Francés, se fomentaba la escritura, y lo que más me gustaba
era redactar aquellas sesudas (lo eran para mí) “disertaciones”, y por
supuesto, que otros las leyeran. Creo que ahí está el germen de mi faceta de escritora:
querer que otros me lean.
Escribo para poner palabras a lo
que siento, a lo que veo. Para ordenar mi cabeza. Para inventar situaciones que
nunca serán o para dar salida a mis sueños, a mis frustraciones y a mis
ideales. Y para que otros me lean.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
No soy supersticiosa y soy poco
maniática en general. Tengo pocas costumbres fijas, quizás porque soy madre de
cuatro hijos… Escribo más bien cuando encuentro el tiempo. Durante dos años me
entregué por completo a la escritura y acabé dos novelas. Fue estupendo. Pero ahora
soy editora y librera y tengo que hacer encaje de bolillos para encontrar
tiempo para mí, aunque nunca lo dejo, esto no se deja…
Prefiero escribir por las mañanas
porque soy ordenada, pero se me ocurren las mejores ideas y frases por las
tardes/noches.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Las personas, las relaciones que
se dan entre ellas. Busco siempre el encuentro con el otro, pero detesto las
simplificaciones a las que esto puede conducirnos; es la complejidad de ese
encuentro con el otro lo que me fascina: quiero comprender mejor las
diferencias que nos enriquecen o que nos vuelven miserables; quiero saber qué
nos lleva a actuar de maneras tan distintas, incluso cuando estamos cocidos en
el mismo caldo cultural, temporal, social o económico.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Los tres primeros consejos que
daría son muy simples pero nos hemos empeñado en volverlos complicados: 1)
leer, 2) leer, 3) leer. No soporto esa coletilla tan al uso: «no tengo tiempo
para leer». El tiempo es el mismos para todos y solo nosotros (salvo en algunos
casos) decidimos en qué lo empleamos. Quien tiene tiempo para ver 3 horas la
televisión que tenga la honestidad de decir: «no leo porque no me interesa leer».
Yo solo les contestaría: «tú te lo pierdes…». Aunque también intentaría
convencerlos de que leyeran… puedo ser muy insistente…
El principio que he aprendido a
aplicarme (y en el que aún trabajo) es simple y a la vez difícil: aislarme del
qué dirán o qué pensarán sobre lo que escribo aquellos que me conocen. No se
puede escribir con honestidad pensando en otras opiniones, con otros ojos
mirando al folio o la pantalla. Mi única excepción es: no dañar a mis seres
queridos.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Siempre sé sobre qué quiero
escribir. El tema, o al menos el tema central, no surge de repente en el
proceso de la escritura. Me va ocupando, preocupando, y un día siento que es
“eso” sobre lo que quiero escribir. No podría escribir sin tener claro sobre
qué voy a hacerlo. Preparo una estructura y eso lleva un tiempo, pero luego la
propia narración me sorprende y me hace cambiar ciertas ideas iniciales. Los
personajes también van exigiendo. Y me gusta que sea así. Me divierte.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Soy una flaubertiana declarada.
El siglo XIX francés y ruso es un enorme referente para mí. Aunque algunos me
consideren una loca por decir esto, creo que se puede seguir contando y
escribiendo con las “herramientas y la técnica” que nos trajeron esos
monstruos. Vargas Llosa es un ejemplo de esto que digo. Por lo demás, soy
errática en las lecturas, salto de Góngora a Jamie O´Neill intercalando al
último autor “de moda” sin complejos. Leo a autores noveles porque es una parte
crucial de mi trabajo editorial y también mucho ensayo para la Colección de
Ensayo que publicamos en La Huerta Grande.
Libros de cabecera son los que
por alguna mágica razón se quedan más tiempo de lo normal en mi mesilla, ahora
están: Los Relatos de Rudyard
Kipling, Pájaros en los bolsillos de
Javier Expósito Lorenzo, Verde agua
de Marisa Madieri, Por las fronteras de
Europa de Mercedes Monmany y La
politique a-t-elle encore un sens aujourd´hui? de Hannah Arendt; llevan ahí
muchos meses pero siempre listos para dejar paso a otros. Los buenos libros son
poco envidiosos.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Publiqué mi última novela hace
ahora dos años. Su título es Rehenes.
Son cuatro historias entrelazadas en torno a un secuestro de ETA. No fue fácil
escribir este libro que indaga en el miedo, la compasión o el amor por medio de
un tema peliagudo en este país como es el del terrorismo. Apenas tuvo
repercusión: o porque no gustó o porque es un tema difícil, pero yo escribo
sobre lo que es urgente para mí en cada momento. Y eso lo era.
Recientemente he terminado de
escribir un librito muy especial sobre la maternidad, ha sido una experiencia
muy interesante y enriquecedora, he tratado de bucear a pleno pulmón en mis
entrañas para extraer cualquier atisbo de cliché sobre la maternidad que
hubiera enraizado en mí. No ha sido fácil porque me ha obligado a escribir y
reescribir siempre con un mayor nivel de exigencia emocional; y curiosamente
resultó que lo más fácil fue hablar de la muerte de una hija, aquello que en un
principio pensé que más costaría. Con este libro he aprendido que una nunca se
salva de los clichés, que a veces estos resultan muy útiles para vivir, pero
eso sí, siempre que hayan sido pasados por la estricta lupa del análisis
personal. El libro está terminado y ahora editora busca editor, me encantan las
ironías…
Preparo además una novela que me tomará
aún un tiempo largo. Un tío mío muy querido me está ayudando con la parte
documental; será una larga narración, la del periplo de un hombre sorprendente a
finales del siglo XIX, sucede entre Irlanda, México, Londres y España. Pero aún
estoy metida en la fase de investigación y esperando lo más importante: que una
voz se me revele, la del narrador.
Phil Camino (Madrid, 1972).
Ha publicado dos novelas: Belmanso (Plataforma, 2012) y Rehenes (Bubok Editorial, 2013. Ganadora
del VI Premio Bubok de Creación Literaria).
Colabora en El Mundo de
Cantabria.
Es editora de la Editorial La
Huerta Grande y dueña de la librería madrileña “Los editores”.
De padre español y madre
francesa, reside entre Madrid, Nueva York y Cantabria junto a su marido y sus
cuatro hijos.
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