miércoles, julio 09, 2014

¿El elogio?

Existe una costumbre que consiste en elogiar denigrando. Esto es, una crítica que para decir que una cosa es buena necesita, a la vez, decir que otra es mala, como para compensar. Es algo que me molesta profundamente. Y, o yo me fijo cada vez más, que podría ser, o es algo cada vez más extendido.

Por ejemplo, uno quiere elogiar un libro y dice: Pero no se trata de una de esas obras que pretenden reflejar la realidad, como si la realidad fuera susceptible de ser reflejada, sino que va más allá, intenta indagar en la realidad colándose a través de sus rendijas...

O un libro de relatos y lo primero que dice es: No estamos ante un libro de microrrelatos, el género elogiado por los escritores vagos, sino ante un libro de relatos con mayúsculas, de esos que se toman su tiempo para desarrollar todos los matices de la historia...

O si quiere elogiar una novela realista dice: Aquí no encontraremos cabinas telefónicas que hablan, ni buzones que se van de paseo, aquí nos daremos de bruces con la cotidianidad más terrible, la que nos hiere cada día...

Si queremos elogiar a un escritor de cierta edad, pues empezamos diciendo: La carrera de X, lejos de la de esos jóvenes que se creen poetas y que se pasan el día en las redes sociales, es la de un narrador de raza, de trabajo y de esfuerzo, y eso se nota en su literatura...

O al revés, queremos elogiar a un escritor joven: Una nueva generación de narradores desplaza a los nombres anquilosados y tradicionales de nuestras letras, irrumpen con aire fresco y nuevas estrategias narrativas en un mundo que parecía dominado por dinosaurios empeñados en no extinguirse jamás...

O el motivo de elogio es un libro de microrrelatos: El nuevo género del microrrelato posee el acierto de la concisión por encima de las páginas de relleno que malogran tantas historias...

En fin, ¿saben a qué me refiero?

En las redes sociales hay mucho de esto, mucha gente que pretende darse importancia criticando lo que hacen los demás. Lo hacen como quien no quiere la cosa, así, al aire, como por casualidad. Empiezan diciendo “Qué pesada se pone la gente cuando...” lo que sea. Esto se aprecia especialmente cuando muere un escritor famoso. Es un momento en que muchos aprovechan para dedicarle un recuerdo, un pequeño homenaje. Pero hay gente a quienes les molesta. Sin embargo,  si una muerte les afecta especialmente y quieren también hacer su particular homenaje, pues harán lo que expuse al principio: No me gusta la gente que empieza a compartir tonterías cada vez que se muere alguien, me parece de mal gusto y bastante aburrido, pero tengo que decir que hoy, cuando escuché la noticia de la muerte de X, sentí un pinchazo en el corazón.

Y me pregunto por qué ocurre esto, por qué tiene uno que reafirmar su opinión a costa de criticar a otros, por qué perdemos tan rápidamente el respeto hacia el trabajo o hacia el punto de vista de los demás.

5 comentarios:

elf dijo...

En este blog no encontraremos bromas pesadas ni ninguna de esas cosas que presentan otros blogs de pacotilla. Aquí, la mayorái delas veces encontramos entrevistas interesantes a escritores...Perdona, pero no pude resistir la tentación...

Miguel Sanfeliu dijo...

Muchas gracias, elf.

Carlos Manzano dijo...

Yo creo que es sobre todo lo cómodo que resulta la descalificacion general y lo poco que esta compromete. La brocha gorda está al alcance de cualquiera, no exige precisión ni agudeza. Pero yo tampoco le daría más importancia, la pereza mental es algo consustancial al ser humano. Incluso puede que yo mismo esté cayendo en ella en estos momentos. Un abrazo, Miguel.

Clarice Baricco dijo...

Muy buena reflexión. Mucha gente necesita pensar cómo tú.

Martín Zeke Ochoa dijo...

Traes un buen punto. Se me ocurre que resulta más fácil parecer inteligente al señalar los errores de los que corren riesgos que al asumirlos en carne propia. Por otro lado, hay una tendencia bastante marcada entre algunos supuestos intelectuales a relacionar el sentido crítico con el inconformismo. Como si el premio final para quien dedica su vida al conocimiento fuera transformarse en un maníaco depresivo, cuando debería ser justo lo opuesto. Cosas del tipo : "Si, pero", "de no ser por", A uno le dan ganas de gritar: “Si no te gusta ese libro (o esa chica) está bien que nos lo hagas saber, pero si de verdad te gusta ¡dilo!!