Un psicólogo en un campo de concentración, tratando de dotar de sentido a una experiencia extrema, a una aniquilación cruel y disparatada, tan disparatada que, de no haber sucedido realmente, parecería inventada. De modo que el autor analiza la vida en los campos de exterminio y su influencia en el ser humano, cómo puede un hombre adaptarse a la situación más dramática que se pueda imaginar. Para esta empresa, lo primero que le preocupa al autor es mostrar el distanciamiento necesario y no caer en la parcialidad personal, no pecar de desproporcionado o tendencioso. Intenta una empresa casi imposible, dotar de sentido a una experiencia que no lo tiene; y, sin embargo, resulta necesario ese sentido para poder seguir adelante, para no pensar que uno ha sido maldecido, aplastado, y no caer por tanto en la desesperación o hasta en el suicidio. De aquí extraerá como conclusión que todo el mundo necesita algo a lo que aferrarse para superar todo lo que la vida le depara. Pero antes que nada quiere dejar algo claro, lo dice al final de su prólogo: "Por lo general, sólo se mantenían vivos aquellos prisioneros que tras varios años de dar tumbos de campo en campo, habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuesto a recurrir a cualquier medio, fuera honrado o de otro tipo, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. Los que hemos vuelto de allí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros –como cada cual prefiera llamarlos- lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron".
Las reflexiones autobiográficas de Viktor E. Frankl están ordenadas en tres fases: "Internamiento en el campo", "La vida en el campo" y "Después de la liberación". La primera etapa está marcada por la esperanza de que no todo puede ser tan malo. Creer que las cosas no pueden empeorar les mantiene en estado de permanente asombro y, el ser testigos del proceso de degradación, les va hundiendo de forma paulatina en un peligroso letargo, fruto del más duro horror. Adaptarse a la vida en el campo conlleva renunciar a parte de la humanidad, perder los escrúpulos, abandonarte por completo a la situación, observando desde fuera cómo tu cuerpo se va desgastando. Para mantenerse vivos es necesario creer que aquello está sirviendo para algo. "Los que conocen la estrecha relación que existe entre el estado de ánimo de una persona –su valor y sus esperanzas, o la falta de ambos- y la capacidad de su cuerpo para conservarse inmune, saben también que si repentinamente pierde la esperanza y el valor, ello puede ocasionarle la muerte". Y la vida en el campo es tan horrible, el sufrimiento es tan atroz, la muerte se convierte en algo cotidiano, la sumisión es total y la desesperación sólo puede contrarrestarse con creencias que trascienden al ser humano, como manifiesta cuando habla "de un camarada que al llegar al campo había querido hacer un pacto con el cielo para que su sacrificio y su muerte liberaran de un doloroso final al ser que amaba". Y llegados a tan crítico punto, el hecho de que todo finalice bruscamente, plantea nuevos peligros: "Lo mismo que la salud física de los que trabajan en cámaras de inmersión correría peligro si, de repente, abandonaran la cámara (donde se encuentran bajo una tremenda presión atmosférica), así también el hombre que ha sido liberado repentinamente de la presión espiritual puede sufrir daño en su salud psíquica".
Todos estos recuerdos atroces están contado de forma aséptica, fragmentaria, procurando evitar no caer en el victimismo; intenta hablar de los que le rodean, narrar anécdotas que le permitan no recrearse en sus recuerdos. Así, va elaborando su teoría sobre el hombre, sobre su capacidad para dotar de sentido a su existencia. Y este tono a veces le pone en la situación de parecer querer demostrar que él estuvo por encima de todo aquello. Se convierte en algunos momentos en el "pedante" de tan tétrico entorno. Creo que no debe interpretarse así la intención de Frankl. Simplemente se trata de un hombre más, que procura vivir aquella experiencia hasta el final, es decir, que quiere sobrevivir, seguir adelante, y para ello necesita entender lo que está ocurriendo, por su naturaleza, por su condición de psicólogo, quiere extraer algo positivo de todo aquello, dotar de sentido a lo que no lo tiene. El autor estudia su entorno y, de este modo, consigue distanciarse, que es un método de huir tan válido como cualquier otro.
Luego, su vida se reconstruye y sale adelante y elabora la teoría de la "logoterapia", que es explicada brevemente en la segunda parte del libro. "Uno de los postulados de la logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrar un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido". Esta es la conclusión del autor: "Al aceptar el reto de sufrir valientemente, la vida tiene hasta el último momento un sentido y lo conserva hasta el fin, literalmente hablando". Y por eso, cuando alguien acude a la consulta del doctor Frankl en busca de ayuda, éste lo primero que le pregunta es: ¿Por qué no se suicida usted? Y de la respuesta a esta pregunta depende en muchos casos la terapia a aplicar, pues es importante saber lo que realmente nos ata a la vida, ya que eso es lo que dota a nuestra vida de sentido y nos impulsa a seguir adelante.
13 comentarios:
A mi me gustó el libro, me pudo.
Es un libro recomendable.
Un abrazo...
PD. Te escribí un correo pero parece que no te llegó. Me avisas para volver a mandarlo.
Ha entendido usted a la perfección de una forma maravillosa lo que es Revenant. Y lo digo en serio: un despropósito. No se oculta de serlo, ni siquiera es brilante. Es pura trash pero inteligente. Es aureas mediocritas.
Y la dimensión desconocida que yo sepa no está en versión doblada solo está en original, zona 1. Yo la veo cada sábado y domingo a las 2.11 (también las dan a las 21.30) vía TDT en el 300 un canal autonomico extra de tv3.
A mi me gustó el libro. En general todos los que tocan el tema de los campos de concentración me llaman la atención. Qué triste ser protagonista de algo tan terrible.
Clarice, ya mandé respuesta, pero al parecer no te ha llegado. Acabo de reenviarla desde distintas cuentas(igual ahora lo recibes tres veces, ¿sabes?)
Confirmame por favor su recepción.
Gracias por todo.
Alvy, gracias por la información. Yo aún no recibo esos canales que mencionas.
Magda, me pasa igual con los libros que tocan el tema de los campos de concentración.
Saludos.
PD. Es la hora de la cenicienta mexicana y no llegó tu correo.
Estoy a la mitad de la película recomendada.
Buenas noches
Clarice:
Seguiré intentándolo. Avísame en cuanto lo recibas. No sé qué ocurre.
(Lo mando también desde otra dirección de correo)
Saludos.
Muy buen comentario, Miguel, no sé porque, pero me fío mucho de todo lo que dices... ¡tienes credibilidad!
Yo me he leído este verano "LTI. La lengua del Tercer Reich", de Victor Klemperer. Te lo recomiendo muchísimo, está genial. Aquí tienes la contraportada:
"Este libro excepcional sobre los años más escalofriantes de la historia europea, que se traduce ahora por primera vez al castellano, es una brillante crítica de la lengua del Tercer Reich y constituye la principal referencia de toda reflexión acerca del lenguaje totalitario. En este impresionante ensayo, para el que Klemperer comenzó a recopilar información desde el año 1933, en el que los nazis se hicieron con el poder, y cuya redacción llevó a cabo clandestinamente mientras debía trabajar en una fábrica y residir en una «casa de judíos», se pone de manifiesto el don de este filólogo alemán para plantear cuestiones complejas de forma apasionante y amena. Más de cincuenta años después de su publicación, LTI se revela tan actual y provocador como entonces en la medida en que muestra cómo ninguna sociedad permanece ajena a los peligros de la manipulación de la lengua."
Piesdiminutos, gracias por la credibilidad que me otorgas, intentaré no desmerecerla.
Respecto al libro que comentas lo tuve en las manos a raíz de un artículo de Rosa Montero en el que lo elogiaba, pero supongo que la acumulación de libros pendientes de leer me hicieron dejarlo donde estaba. Ahora, por tu culpa, tendré que volver a buscarlo. :)
Un saludo.
Muy buen texto, entremezclando citas y ofreciendo un todo con conclusiones al final. También yo pienso que los mejores se quedan por el camino y que a veces uno no sabe si merece la pena vivir siendo conscientes de que ocupamos su sitio, su lugar, que lo harían mejor que nosotros. Y es una especie de culpa que también puede volverse creadora.
Lo cierto es que es una culpa que no nos lleva a ningún sitio. Es inevitable la reflexión, y dice mucho de quien la hace, pero creo que es una tortura innecesaria, excepto como homenaje a los que murieron. Un saludo.
Hola Miguel.Revelador post.
Buscar un sentido a tu existencia,es en algunas situaciones,especialmente si son extremas,como las que narra Viktor E. Frankl
el único pretexto que nos queda para mantener firme el deseo de vivir, cuando todos los demás pretestos,se han agotado.Ufff,¿quién no se ha preguntado alguna vez cual es verdadéramente el sentido de nuestra vida? yo nunca he encontrado una respuesta que me satisfaga plenamente.
Tal vez el error no resida en las respuestas,quizás el error sea formular esa pregunta.A lo mejor, por vaguedad intelectual,el sentido de mi existencia se reduce a lo que me ocurrirá en las próximas veinticuatro horas...mañana será otro dia, algunos dirán que esto es simplemente un mecanismo de defensa ante la incertidumbre de un futuro incierto,puede ser cierto o puede que no,en cualquier caso,y dadas mis circustancias,encuentro coherencia en mi forma de proceder...y además el futuro solo es...una idea,una idea que tengo ahora,aquí en el presente.
No lo he leído, Miguel. Pero me encantó tu comentario.
Buen post.
Ya lo leeré.
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