sábado, julio 01, 2006

El escritor y su familia

En el libro "Relatos reales", de Javier Cercas, en el texto titulado "Kafka en Barcelona", leo el siguiente párrafo: "Decidido a pasar el mes de agosto en Barcelona, trabajando en mi novela y disfrutando de esa ciudad feliz y deshabitada que pregona el Ayuntamiento, empaqueto a mi mujer y a mi hijo y los mando en tren a la playa, a bregar con las incomodidades del sol y el mar y los turistas".
Una páginas más adelantes, en "Homeless" leo: "Con la excusa de que estoy un poco resfriado, el domingo por la mañana me quedo en casa y mando a mi mujer y a mi hijo a pasar un día de campo. Apenas salen, me enfundo mi uniforme de trabajo —zapatillas de andar por casa, pantalón de pijama, camiseta de los Teletubbies— y me pongo a trabajar".
Aunque lo cuenta de un modo algo jocoso, lo cierto es que un escritor tiene que robarle el tiempo a su familia para poder dedicarse a la literatura, ése extraño entretenimiento que consiste en estar a solas con la propia mente, encerrado en una habitación.
Este fin de semana me siento como Cercas, porque mi mujer se ha ido a la playa con los niños y yo me he puesto el pantalón del pijama, la camiseta, las zapatillas y me he encerrado frente al ordenador. Sólo saldré a comer y a dormir. El resto del tiempo estaré encadenado a la pantalla. Una novela a medias, dos relatos empezados, y este blog...

Publicaré uno de mis relatos en el próximo post.

15 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

Como las palabras son mis ojos y estos necesitan gotas de lluvia de letras, entonces esperaré.

Un beso

Alexandrós dijo...

Por causa de mi vida todo en mi ha de ser portátil. El cuaderno, el ordenador, los lápices y pinturas. Me acostumbré a escribir donde puedo y mi familia me estorba poco...
No tardes

Alicia Liddell dijo...

¿Cómo ha de ser la familia del artista? Invisible.
Que moleste poco; sea silenciosa para no perturbar la sagrada concentración; no incomode con peticiones extemporáneas (dinero, las llaves del coche, arreglar el fusible de ese enchufe que chisporrotea); tener a punto el refrigerio reparador ... y al mismo tiempo, que sea capaz de despertar emociones, incite a la reflexión, inspire momentos creativos y sea capaz de sacrificarse soportando la arena de la playa, los guiris colorados como gambas, la cerveza caliente, mientras el artista disfruta de la soledad y el aire acondicionado.

Portarosa dijo...

Espero, espero.

Un saludo.

malambruno dijo...

Yo también espero.

Miguel Sanfeliu dijo...

Alicia, muy divertido tu comentario.

Gracias a todos por la paciencia.

OjO x OjO dijo...

Ogilvy, el famoso publicista, dijo alguna vez que lo que más le costaba en su trabajo era convencer a su esposa que cuando estaba pensando, estaba también trabajando.

Detrás de todo genio, es indispensable que quienes te rodean sean complices para darte ese "tempo creatore" y en tu caso tras leer el relato veo que ha valido la pena "esperare".

Laura Diaz dijo...

Te juro que cuando esta mañana escribí "El implacable" aún no me había metido en tu blog. Y más vale que me creas! Porque debo confesarte que mi aterrizaje me tuvo alejada, no solo de mi blog, sino que también de mis blogs favoritos.

Lo cierto es que "El implacable" iba a llamarse "Ese solitario oficio de escribir"(marca registrada, Kafkapro!), pero al final, el relato fue por otros caminos (tú ya sabes, esos cretinos tienen vida propia) y le cambié el nombre. Pero queda claro en "El implacable" (tu ya lo has leído) que el tiempo no me alcanza, entre otras cosas, porque no puedo escribir lo que quisiera, aunque sean los relatos insignificantes con los que me entretengo.

Mira, a esta altura de mi vida, no tengo claro cómo debe ser la familia del artista (tú lo serás, porque lo que a mí respecta, me parezco más a una mujer orquesta que a cualquier otra cosa!). Si uno no tiene familia, carecerá de vivencias que enriquecen al individuo, y por lo tanto, a su obra. Ahora bien, todos sabemos que los artistas, o tienen familias "especiales" o no las tienen. O tienen parejas excepcionales, o no las tienen. No hay quién (o solamente seres increíblemente generosos) aguante a un/una demente ensimismado/a en sus cuadernos o su computadora, acostándose a las mil y quinientas, levantándose para ir derechito a escribir una idea o una ocurrencia, o buscar desesperado/a una frase subrayada en un libro que vaya uno a saber dónde diablos está (no quiero imaginar lo que debío ser en otras épocas, cuando se agregaba el andar buscando gansos para desplumarlos, y dejando manchas de tinta por doquier!)

Todos sabemos que los "grandes" no han tenido "familias normales" (o vidas familiares "normales"). Todos han sacrificado algo, o sus familias han sacrificado la vida que hubiesen deseado. Y no vale argumentar que estaban casados/as y contribuyeron al crecimiento demográfico trayendo niñitos al planeta Tierra. El artista hace una opción, y su pareja también. Los hijos, mi estimado Kafkapro, se la llevan de arriba, heredan no solo los genes sino también otros asuntos ("Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir"...como canta el catalán)

Pero bueno, tampoco tiene que ser demasiado grave. Los médicos,los enfermeros, los políticos, los marinos,llevan vidas diferentes a las estándares, y sin embargo siguen graduándose médicos y enfermeros, nuevos políticos salen al ruedo, y siempre hay marineros haciéndose a la mar. Y aunque no lo creamos, tienen familias e hijos.

Volvamos a los artistas. Pensemos en Virginia Woolf,en nuestro amigo Kafka, en Onetti, en Faulkner...Ninguno tuvo una familia, digamos, "común". Ni parejas comunes. Ni hijos (los que los tuvieron)comunes.

Sin ir más lejos. Mi padre es crítico literario. Un crítico literario que debió trabajar en otros asuntos pues lo que le gustaba no daba suficiente dinero para mantener la familia. Mi recuerdo de mi padre en la casa es siempre el mismo: encerrado en su estudio, recibiéndonos previa "cita", hablándonos desde su mesa de trabajo, "bajando" de la segunda planta de la casa únicamente para comer. Yo le decía que vivía en la "torre de marfil" y él se reía. Los domingos salíamos a caminar y de noche, cuando éramos pequeños, nos leía cuentos (después los leíamos solos). A pesar de vivir encerrado, lo que en lo personal me caía mal de mi padre, no era eso, sino que tenía poco contacto físico con nosotros, como si siempre estuviese pensando en otra cosa, conectado a otra galaxia, volando por otros cielos. Y eso no era por vivir en su planeta, sino por su forma de ser.

Cuando mis hijos eran pequeños (y menos aún viviendo con el padre de mis hijos) me hubiera sido imposible escribir. Pero hice otras cosas, y seguro que mis hijos deben maldecirme mas de una vez en sus charlas con amigos; así que no dramaticemos!

Fue recién mi segundo marido quién apareció en mi vida con un cuaderno y varias lapiceras de regalo, quién me alentó en esta forma de expresión.

He conocido artistas que cocinan, cambian pañales, tejen ropa para sus hijos, y hacen las compras como si fueran comunes mortales...
Sin embargo, tienen siempre ese "no sé qué" que los diferencia del resto. Y creo que es ese mundo interior que está siempre trabajando, luchando para salir y volcarse en un papel, en una tela, en una melodía.

Ya dije que no soy artista (qué palabra más grande,por favor!, pero me siento muy bien leyendo y escribiendo, oficios solitarios, si es que los hay. Y sé que a los demás suele incomodarles un poco (y me lo hacen saber) que vierta mis pensamientos y sentimientos en un papel o en la pantalla de la compuadora, en lugar de sentarme a tomar un café con ellos y conversar. No soy buena expresando mis sentires y pensares con la palabra hablada, y los entiendo. Pero cada uno es como es ¿no? Lo cierto es que paso la mayor parte del tiempo en soledad, y que eso me trae problemas. Pero hay otros solitarios por ahí que se dedican a otras tareas...

Creo que si uno quiere dedicarse a las artes, o comparte su vida con seres muy generosos, o no tendrá pareja, o no convivirá con su pareja.

Mario Delagado Aparaín, escritor uruguayo, es mi vecino. Muchas madrugadas que amanezco leyendo, lo veo por mi ventana, escribiendo en su mesa de trabajo. Y por las mañanas anda sonámbulo, al punto que temo que un día de estos sufra un accidente de tránsito. Tiene hijos, un perro, va a la feria todos los domingos, pero sobre todo una esposa fuera de serie, que le aguanta todas las manías...

Bueno, se me fue la mano con mi comentario, así que concluyo.

Cualquiera sea la profesión, oficio o hobby de un ser humano, si es que quiere desarrollarlos con pasión y entrega, necesitará de seres generosos y amorosos a su lado. Como madre de hijos grandes, mi único consejo es que no se pierdan el crecimiento de sus niños, recordando que el mayor error que con ellos podemos cometer es no acompañarlos.

Miguel Sanfeliu dijo...

ojo-ojo, gracias.

Laura, tu comentario me ha parecido excelente. No se puede añadir nada más. Me publicaron no hace mucho un artículo donde hablaba sobre ese mundo interior del escritor. Es verdad que pasará con otras profesiones, el problema es cuando pasa con algo que los demás consideran un "hobby".

Un abrazo.

Laura Diaz dijo...

Lo que consideran los demás, en esto como en tantas otras cosas, poco debería importarnos.

La mayoría, efectivamente, piensan (tal como lo dice el RAE) que una ocupación es profesión u oficio solamente si "nos da de comer". Personalmente, discrepo totalmente. Lo único importante del hecho que escribir no te de de comer, es que tendrás que dedicar muchas horas a ganarte el pan, y por ende, es tiempo precioso perdido en no escribir.

Vayamos a la RAE:

Profesión:
3. f. Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.

Oficio:
1. m. Ocupación habitual

Arte:
1. amb. Virtud, disposición y habilidad para hacer algo.
2. amb. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Hobby o pasatiempo:
1. m. Diversión y entretenimiento en que se pasa el rato

En suma: escribir es oficio y arte, y como dijo el "Negro Sosa" (uruguayo, campeón del 50) en la final del campeonato de football del 50 al salir al campo en un estadio Maracaná repletito de brasileros, "Los de afuera son de palo"

Laura Diaz dijo...

Kafkapro:

Podrías eliminar las dos repeticiones de mi último comentario? Me temo que la máquina se taró al seleccionar "enter"

Ah! me sentiría muy honrada si pudiese leer tu artículo en que escribiste sobre el mundo interior del escritor

Miguel Sanfeliu dijo...

Laura, muy de acuerdo con tu comentario. Opinamos lo mismo.

Ya eliminé las repeticiones y no dejé ni rastro...

El artículo es excesivamente largo para este blog. Ya pensaré algo, pero aún no me he decidido...

Un saludo y gracias.

sfer dijo...

No pasemos tan alto por Virginia Woolf... Al menos recordemos que ella, hace un siglo, sino más, ya dijo que el escritor necesita una habitación propia... y ante la ausencia de la misma, una playa cercana a la que mandar a la familia para aproparse del apartamento de 30m2 ;)

Sir Alsen Bert dijo...

Umm, umm, qué pinta tienen esas letras de Cercas. Tomo nota de la referencia.
Merci, nene.

Orlando Muñoz dijo...

La Familia, la Propiedad Privada y el Estado... Con que no nos jodan es suficiente! Salvo mi hermano mayor, antes cerca y hoy distante, mi familia ni se entera... Es mejor, me evito así sufrir conflictos edípicos y tener que matar a mi padre, pobrecito...