Un sicario llamado Raven. Un solitario. Un asesino a sueldo. Un profesional. Se enfrenta a un trabajo aparentemente sencillo: localizar a Virginia, hija del capo Matteo Santoro, que al parecer se ha escapado y se encuentra en Palermo, donde Santoro tiene muchos enemigos. Un trabajo que supondrá para Raven tener que enfrentarse a sus demonios, a su pasado.
"Salamandra", de José Abad (Almuzara, 2021), es una novela negra en estado puro. Ambientes sórdidos, existencias donde la vida y la muerte conviven con naturalidad, donde un hombre sólo se tiene a sí mismo y ha de cuidarse mucho de en quién confía. No hay lugar para el sentimentalismo y, mucho menos, para los remordimientos. Raven no se cuestiona su trabajo, lo acepta, sin más. Las cosas ocurren porque así tiene que ser, no hay más vuelta de hoja.
Raven es un héroe que parece estar de vuelta de todo, un profesional a su pesar, porque la vida no se lo ha puesto fácil y tuvo que crecer antes de tiempo. Está acostumbrado a mantener la sangre fría, a estudiar todas las posibilidades, a evaluar los peligros. En este sentido, es un héroe clásico.
En estas páginas el ambiente es asfixiante. Los personajes sudan mucho, las camisas se pegan a las espaldas, el aire es caliente y casi los sentimos mientras leemos. Podría ser una novela costumbrista, con muy buena caracterización y descripción de los barrios por los que se mueven los personajes, si no fuera por la tensión dramática que transmite. La tensión de la huida, el riesgo de ser acechados por peligrosos desconocidos, la soledad y la responsabilidad del héroe, hacen de ésta una clásica historia del género.
El estilo de Abad es directo y eficaz, y la lectura resulta muy adictiva. El autor es muy aficionado al cine, de hecho este libro casi ha coincidido en el tiempo con la publicación de su ensayo sobre el director George Lucas. Y esta afición se respira en las páginas, en el planteamiento de la narración, en los títulos de algunos capítulos o en determinadas frases ("las aves se entregaron a un frenesí ensordecedor que hizo aún más intolerable la escena"). También encontramos diseminadas reflexiones sobre ciertas reglas a la hora de contar una historia ("¿Nos quedan aún un par de capítulos para concluir esta novela?") Pequeños guiños desenfadados que crean expectativas en el lector.
Cabe destacar la caracterización de los personajes secundarios, especialmente Gaspare Bonavolontá, que se convierte en el entrañable compañero que ayuda sin preguntar. Las pinceladas de humor en una historia tan dura como la que aquí se cuenta, también se agradecen, así como la agilidad de los diálogos.
Las salamandras son "capaces de atravesar el fuego sin sucumbir a las llamas", se dice en un momento dado, dándonos así la clave del título. La historia de un hombre que, de alguna forma, se ve arrastrado a moverse entre las llamas sin permitir que éstas le toquen. Un antihéroe que aprende a reconciliarse consigo mismo. Un libro de impecable factura y de recomendable lectura.
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