martes, diciembre 01, 2020

Bárbara Blasco - Dicen los síntomas


 

Bárbara Blasco, al margen del curioso currículum que se ha publicitado y que nada tiene que envidiar a algunos escritores norteamericanos que no dudan en informar de los múltiples trabajos que han desempeñado, es una escritora valenciana que va recorriendo su camino de forma seria y profesional, sin hacer mucho ruido hasta ahora. Recomiendo también la lectura de sus anteriores libros, Suerte y La memoria del alambre, ambos en la valenciana editorial Contrabando. Su tercera obra ha ganado el Premio Tusquets de Novela y esto da la oportunidad a muchos lectores de conocer a una autora muy interesante.

                        Dicen los síntomas nos sumerge en un microcosmos familiar, con todas las complejidades que eso conlleva. Virginia, una mujer en plena crisis existencial acude al hospital a cuidar de su padre moribundo. Allí se cruza con su madre y con su hermana, y con los pequeños secretos y rencores que se esconden en los silencios, en las ausencias, en los mensajes que nunca se intercambiaron. La voz narrativa es la de la propia Virginia, con su visión amarga, un tanto cínica e impregnada de un cáustico sentido del humor, no sólo de su familia, sino de la vida en general y de las relaciones con los demás en particular. Es una mujer a la que le interesan las enfermedades hasta el punto de afirmar que "si tuviera que escoger un único aspecto para estudiar la historia de la humanidad, sólo uno, elegiría sin duda la historia de las enfermedades". Tiene treinta y nueve años y no tiene hijos, pero aún es fértil, aún puede tenerlos, y por eso se acuesta con desconocidos sin tomar precauciones, como si se dejase llevar por un impulso que, sin ser autodestructivo, sí podría acabar con su vida tal como es.

                        La enfermedad como aglutinante de la propia existencia, la soledad aséptica de un hospital como lugar de encuentro y de balance, ese entorno neutro en el que nos enfrentamos directamente con nuestra fragilidad. Es al estar cara a cara frente a la enfermedad cuando nos cuestionamos nuestra existencia, cuando nos permitimos pensar que no somos eternos. Nuestra sociedad, en general, vive de espaldas a la muerte. Hemos decidido olvidar ese detalle y hacer como si nuestros días no estuvieran contados. El escenario de esta novela, esa habitación de hospital, simboliza el desamparo ante algo que nos supera. La protagonista se enfrenta a la muerte del padre y, a la vez, se plantea engendrar una nueva vida. Su visión ácida, descreída y desafiante, contrasta con el hecho de ser la única que siempre parece estar al pie del cañón. Los problemas con su padre no son motivo suficiente para alejarla de su lado.

                        Un libro escrito con un estilo ágil, con un sentido del humor que actúa como elemento que nos ayuda a mantener la distancia adecuada ante un tema que, por definición, resulta asfixiante. Una voz narrativa que se defiende con sarcasmo de todo aquello que le da miedo. Dicen los síntomas es un libro interesante y ameno.

(Sólo una advertencia: si tiene intención de ver la película Langosta, véala antes de leer este libro, háganme caso).


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