martes, septiembre 24, 2019

Hay Festival Segovia 2019

Tampoco este año falté a la cita con el Hay Festival de Segovia, pese a que el desgaste que llevo tiempo observando va haciendo mella. Sólo acudí a cuatro eventos. Las entradas se mantienen al precio del año pasado, 7 euros. La nómina de escritores no me pareció demasiado extensa para un evento de este tipo: María Dueñas, Elisabet Benavent, Muñoz Molina, Elvira Lindo, Soledad Puértolas, Vicente Molina Foix… Resulta muy diferente a aquella primera edición de 2006.

Llegué el viernes, con amenaza de lluvia que finalmente no se cumplió. Fui directamente al Teatro Juan Bravo para asistir a la charla de la escritora mexicana Valeria Luiselli y Javier del Pino, moderados por Aurelio Martín. El teatro estaba lleno. La charla, que giró en torno al último libro de Luiselli, "Desierto sonoro", del que leyó un impactante pasaje, se centró en el ambiente de xenofobia que se respira actualmente en EE.UU. Valeria Luiselli contó que este verano su hija tuvo una enfermedad y la llevó al médico. Le dijeron que tenía que contestar primero una pequeña encuesta que se centraba casi exclusivamente en sus orígenes: ¿qué lengua hablan en casa?, ¿se identifica como hispana?, etc. Existe un temor a que los hispanoamericanos amenacen lo que consideran la esencia norteamericana.



El siguiente acto al que pensaba acudir era la charla de Vicente Molina Foix con Renato Cisneros. Acudí a la biblioteca municipal, donde estaba ubicada la sede del festival, y allí me aclararon que el acto tenía lugar en la biblioteca pública, que se encontraba a dos kilómetros de distancia, por lo que me aconsejaron pedir un taxi. Me quedé helado. Siempre había resultado posible desplazarse andando de un acto a otro. Conseguí que me cambiaran la entrada para otro evento del día siguiente y me marché.

El sábado fui por la tarde, con tiempo porque la primera charla contaba con la presencia de Charlotte Casiraghi, que firmaba junto a Robert Maggiori un libro titulado "Archipiélago de pasiones", y suponía que habría mucha gente. Yo quería colocarme en un buen sitio para poder hacer fotos del evento. Conseguí mi objetivo, aunque al parecer no querían que se hicieran fotos. No obstante, la gente  usaba sus móviles para inmortalizar el momento. Si a partir de este momento se va a prohibir hacer fotos, creo que es algo que deberían advertir en la página web del Festival.
La charla la dirigió principalmente Robert Maggiori. Charlotte Casiraghi, aunque contestó a un par de cuestiones, se mantuvo en general bastante distante, mirando al suelo con el rostro muy serio. "La filosofía es un ejercicio de paciencia, ante todo plantea la cuestión de la muerte y por tanto la relación con el tiempo no es la relación de lo inmediato", dijo ella. Maggiori criticó la actitud de Salvini respecto a la inmigración y provocó aplausos.




El tercer acto fue una charla entre Fernando Savater y Maite Pagazaurtundúa. No recuerdo ahora el nombre del moderador, pero el caso es que las preguntas se planteaban en inglés y la charla en español, por extraño que parezca. El asunto giró en torno a la comunidad europea y el problema del brexit. Fue muy interesante. Savater dijo que las comunidades son siempre egoístas, sólo los individuos pueden ser altruistas. Respecto al populismo y el nacionalismo recordó una frase de un humorista americano que afirmaba que para cada problema siempre hay una solución simple, sencilla y equivocada. Decía Umberto Eco que no hay más imbéciles que antes, pero ahora se les escucha más. Las redes sociales permiten que cualquiera pueda decir cualquier cosa y se difunda en igualdad de condiciones con pensamientos fundados y meditados. Se habló de la aparición de un libro escrito por David Cameron en el que afirma que no se arrepiente de haber convocado el referéndum sobre la Unión Europea, al parecer sufrió tantas presiones que está convencido de que si no lo hubiera hecho él, lo habría hecho otro. 




Por último, llegó el que para mí era el plato fuerte de esta edición, la causa real de que no me hubiera quedado definitivamente en casa: James Ellroy. Conversó con Guillermo Altares sobre su trayectoria literaria en general y su último libro en particular, "Esta tormenta". Habló de su fascinación por el Los Ángeles de los años 40, de su afición por el cine negro, de la grandeza de Hammet, criticó a Chandler y a Orson Wells, alabó la última película de Tarantino, dijo que su padre, cuando él tenía once años, le contó que se había follado a Rita Hayworth y que él no lo creyó, aunque con el tiempo ha llegado a la conclusión de que pudo ser cierto, dijo que escribía a mano y luego una secretaria pasaba el texto a máquina y él lo volvía a revisar, que cuida mucho el estilo, que si quieren que no escriba más que le obliguen a leer el realismo mágico y García Márquez, que odia las adaptaciones al cine de sus novelas de las que sólo le gusta el dinero que le pagaron por ello, que no se adaptarán más libros suyos al cine… Y todo lo dijo con histrionismo, levantando la voz, lanzando algún que otro grito. En el turno de preguntas pidió que nadie le preguntara sobre la realidad de EE.UU. en la actualidad, dijo que no entendía nada de política y que no tenía ninguna opinión al respecto.
Debo lamentar en este caso la poca calidad de la traducción simultánea, una lástima, ya que siempre suele ser muy acertada. 






Y ya veremos qué pasa el años que viene.

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