El
Premio Biblioteca Breve, convocado por la editorial Seix Barral, es una
referencia en el mundo literario. En su primera etapa lo ganaron nombres como
Luis Goytisolo, García Hortelano, Juan Marsé, Vargas Llosa, Juan Benet… En su
segunda etapa, encontramos nombres como Juan Bonilla, Clara Usón, Elena
Poniatowska, Fernando Aramburu, Menéndez Salmón o Fernández Mallo.
La
ganadora de este año ha sido la escritora Elvira Sastre por su novela Días sin ti.
Elvira
Sastre es una joven poeta, que utiliza las nuevas tecnologías, es youtuber, y
es instagramer, pero además, también es filóloga y traductora. Tiene muchos
miles de seguidores, más de un millón al parecer. Perfecto.
Resulta
evidente que la joven autora es un buen fichaje para cualquier editorial. De momento
parece que se garantiza una importante venta de libros.
Pero
al parecer no era suficiente, había que asegurar bien la jugada.
Al
hacer esto, intentan vendernos a una autora joven, con su primera novela, como
una autora de primera fila.
Y
claro, estalla la polémica. La prosa simple y tópica que parece imperar en el
libro es rápidamente criticada. Unos hablan del desprestigio de la literatura,
del fango comercial que embarra las sacrosantas letras. Y otros nos dicen que
tampoco es para tanto, que no seamos ingenuos, que ya sabíamos que los premios
están dados y se planifican bajo una óptica estrictamente comercial. (Aunque, al
menos, deberíamos poder pedir que se disimule un poco).
Los
que se quejan son esas élites puristas que ya criticaron el Nobel a Bob Dylan,
esos, entre los que parece que me encuentro yo, aunque nunca me consideré élite
de nada y mucho menos un purista.
Sí,
es cierto. Ya lo sabemos. No se debe confiar en los premios. Es una cosa que es
bien conocida, hombre, ¿qué pensabas? El mundo funciona así, despierta que
parece que estás en Babia.
La
gente sigue participando en el juego, quizá soñando que tal vez algún entendido
lea su libro y, aunque no gane el premio, porque ya sabemos que blablablá, a lo
mejor le dé por recomendarlo, por hacer algo a favor de la buena literatura.
Una quimera. Un sueño ingenuo. Olvídate y espabila.
Pero
digo yo, si es algo que todo el mundo sabe, ¿no debería hacerse algo? ¿Hay que
aceptar que las cosas sean sucias porque sí? Los premios están dados y los
políticos son corruptos y si a alguien le das monedas de cambio de más se las
va a quedar, ya se sabe todo esto, no hay que ser pardillos. ¿Tampoco hay que
denunciarlo? ¿No tenemos derecho a pedir que no se juegue con las ilusiones de
nadie y que no nos vendan una cosa por otra?
Qué
pena ¿no?
A
mí me parece muy triste resignarse a esto. Pero más triste aún es que si
muestras tu discrepancia, te llamen purista o, directamente,
tonto.
Miren, a mí me parece que lo mejor es que los premios no se convoquen: que se den directamente y ahorren a los cientos de tontos que se suelen presentar (unos 742 en la convocatoria que nos ocupa) el dinero de las fotocopias y del envío y, por supuesto, la consiguiente desilusión.
Crítica en El Cultural.
Primeras páginas del libro.
Bases del Premio.
Entrevista a Elvira Sastre. (Lean la sexta pregunta, y respuesta, contando desde el final)
Miren, a mí me parece que lo mejor es que los premios no se convoquen: que se den directamente y ahorren a los cientos de tontos que se suelen presentar (unos 742 en la convocatoria que nos ocupa) el dinero de las fotocopias y del envío y, por supuesto, la consiguiente desilusión.
Crítica en El Cultural.
Primeras páginas del libro.
Bases del Premio.
Entrevista a Elvira Sastre. (Lean la sexta pregunta, y respuesta, contando desde el final)
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