lunes, noviembre 21, 2016

Rubén Martín Giráldez - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Por un exceso de vanidad mal entendida y medio bien llevada, varias imperfecciones de carácter y un par de fines pueriles impronunciables, por el síndrome del mensajero, del profeta, de Casandra caricata, por un Juegos Reunidos del ser ahí y la palabrilla revelada.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo preferencias ritualísticas ni supersticiones posturales. Soy el Ser Humano Corriente ocupado en una particularidad como cualquier otra.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Identificar de dónde viene la voz que transcribo y averiguar por qué me usa así, como a un simple perro parlante.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

«Cualquier principio embutido en un decálogo literario puede desviarte para siempre de la genialidad». Es que cualquier consejo ha de terminar necesariamente en una fanfarria de contradicciones, así que, por divertirme, me doy las mías propias:
* Evita las moleskine y el pavoneo, que tienes el tiempo justo para escribir «uy» y decirlo.
* Que la inspiración no te pille trabajando.
* No llames «trabajo» al oficio.
* Utiliza el término «oficio» en un sentido más ufano que mundano.
* Recuerda que nadie te ha invitado a la vocación y que cuando irrumpes allí todos te están mirando raro y ni dios sabe quién eres ni por dónde te has colado. Llénales la copa o te la llenarán a ti a saber de qué.
* Que beban ellos primero, luego ya tal.
* Si es bueno, no es tuyo. A lo mejor no estás bebiendo de tu copa. Traga, que de todo se aprende.
* Que te confundan con el chambelán, que ya les enseñarás tú que eres el bufón.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Muchas veces en la Historia de la Banalidad —pero antes también en obras tremendas, claro— la palabra «cristalinas» ha seguido a la palabra «aguas» como un apellido a su nombre, por poner un ejemplo. Cuando eso sucede hoy, ya no hay excusa. No sé muy bien qué palabra vendrá a continuación, sólo tengo claro el tono y la mayor o menor facundia de la voz a la que estoy dando tinta; y en cuanto a la estructura, la peripecia como tal no es mi objetivo. Creo que el placer mental que sentimos al darnos cuenta de que podemos completar sin ayuda la otra mitad de un dibujo simétrico es de una calidad discutible.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Tengo detrás de mí la estantería de libros de cabecera. Apunto algunos: Les nourritures terrestres, de Gide; Monsieur Teste, de Valéry; Les Nègres, de Genet; Le Bavard, de Louis-René des Forêts; The Infernal Desire Machines of Doctor Hoffman, de Angela Carter; Larva, de Julián Ríos; Éden, Éden, Éden, de Guyotat… son unos cuantos, en la be tenemos a Bufalino, Blanchot, Bernhard, Djuna Barnes, B. S. Johnson, Ben Jonson, Barthes, Ra Belais, Beckett… soy todo cabecera.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Algo a medio camino entre la traducción, la edición y la deyección: un libro necesario en el que sudo sangre para construir la necesariedad de mi cuestionable participación. Hago de MS-DOS de un sistema operativo muy superior a mí para ver cómo de mal parado salgo, pero sobre todo, para que se vuelva a leer a ese otro autor.


Rubén Martín Giráldez (Cerdanyola del Vallès, 1979) autor de las novelas Magistral y Menos joven (Jekyll & Jill Editores). Traductor de autores como Tom Robbins, Jack Green, Bruce Bégout, Blake Butler, Laird Barron, Leonard Gardner, Rudolph Wurlitzer, Jonathan Shaw o Morrissey.

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