Habían pasado cuatro años desde el último trabajo de Julio Médem, el documental “La pelota vasca”, que tanta cola trajo. Y hubo gran expectación cuando Medem presentó este film dedicado a su hermana, trágicamente fallecida en un accidente de tráfico, pintora de la que aparecen algunos cuadros en la cinta, de colores muy vivos, muy expresivos.
“Caótica Ana”, como ejercicio de estilo, es interesante: los encuadres, la luz, los colores, las escenas oníricas, que destilan sensibilidad, resultan casi hipnóticas en algunos momentos, ayudadas por una banda sonora impecable y eficaz. Sin embargo, la trama termina por desinflarse y malogra una película que podía haberse convertido en un símbolo de una forma de sentir que nos conecta con nuestra esencia y con nuestro pasado. Pues de eso trata la historia.
“Caótica Ana”, como ejercicio de estilo, es interesante: los encuadres, la luz, los colores, las escenas oníricas, que destilan sensibilidad, resultan casi hipnóticas en algunos momentos, ayudadas por una banda sonora impecable y eficaz. Sin embargo, la trama termina por desinflarse y malogra una película que podía haberse convertido en un símbolo de una forma de sentir que nos conecta con nuestra esencia y con nuestro pasado. Pues de eso trata la historia.
Ana (Manuela Vellés) es una joven que vive con su padre en una cueva de Ibiza y que tiene un talento innato para la pintura. Vende sus cuadros en un mercadillo hippy, donde la encuentra una mecenas (Charlotte Ramplig) que la convence para trasladarse a Madrid, a una especie de escuela donde podrá desarrollar su talento. Allí conoce a otro artista, Said (Nocilás Cazalé), de quien se enamora; y traba amistad con Lidia (Bebe). Pero algo le ocurre a Ana, pues sufre una serie de episodios en los que pierde la noción de la realidad para sumergirse en visiones que pertenecen a otras vidas, a otras épocas. Un hipnotizador, Anglo (Asier Newman), la ayudará a explorar esas visiones. Ana comprenderá que es importante buscar el inicio de esas alucinaciones, cuyo nexo común consiste en que todas pertenecen a mujeres jóvenes que han tenido una muerte violenta.
Parece obvio que sólo desde la alegoría y la ilusión se puede sostener una trama como ésta. Uno debe aceptar semejantes planteamientos, y resistirse a la crítica fácil de muchos de los estereotipos que Medem dibuja en esta película, para entrar en ese mundo ficticio y mágico. Y tanto la música como la composición de las imágenes ayudan a ello.
Manuela Vellés está bien en su papel y consigue sacar adelante un personaje complejo cuyos trazos lo mantienen cerca del ridículo. Hubiera sido deseable que una historia mágica contara con un final acorde con las situaciones que nos propone. En lugar de eso, el director prefiere incrustar un final escatológico que rompe, a mi parecer, ese frágil universo. Una decepción. Yo había pasado por alto el absurdo de algunas situaciones para llegar a la esencia de una historia que intuía interesante, de haber seguido la senda de la fantasía y haber mantenido el tono de cuento impregnado de magia, pero no fue así.
4 comentarios:
diría que todo el cine de medem a partir de "vacas" es absolutamente superfluo: mierda poética
De plano es caótica?
Aún no la he visto por acá.
Tomo nota de tus observaciones.
Abrazos.
Creo que tu reseña se parece bastante a la que hice en mi blog cuando vi la película. Me gustaron mucho algunos aspectos: las imágenes, la música, el simbolismo que envuelve a Ana, pero el final me desilusionó y arruinó una película que llevaba un ritmo más o menos agradable hasta entonces. No obstante, creo que, quitando ese momento escatológico y algunos pasajes más, la película tiene cosas que merecen la pena. Te hace soñar durante un rato.
A mí me gustó más Bebe que Manuela Vellés. Me ha sorprendido mucho esta chica como actriz, aunque ya la había descubierto en la maravillosa "La educación de las hadas".
Un saludo
Qué difícil es contar una historia como ésta, qué difícil no caer en el ridículo, qué difícil distanciarse cuando se trata de seres queridos. Qué pena fallar, después.
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