Lo primero que llama la atención de Ian Rankin es su gran estatura. Lo segundo, su sencillez. La charla fue amena, cargada de impresiones personales. Rankin es un autor de novelas policíacas que ha ido madurando a la vez que su personaje, así que la primera pregunta que le formula Peter Florence es precisamente ésa, cómo ve él ahora al inspector John Rebus.
Rankin explica que los cambios de su personaje son orgánicos. En el primer libro, Rankin era estudiante de literatura, así que el personaje era demasiado literario. Con el tiempo han ido cambiando las cosas, incluso los gustos musicales, ya que en un principio Rebus escuchaba jazz y luego se decantó por el rock, que es la música que escucha Rankin.
El inspector Rebus va envejeciendo en tiempo real. En el primer libro de la serie tenía cuarenta años, ahora tiene sesenta y está cerca de la jubilación. También la ciudad de Edimburgo ha cambiado en este tiempo y, por tanto, también la naturaleza del crimen. Han aparecido nuevas tecnologías, se ha generalizado el uso del móvil, Rebus ya no puede fumar en un bar porque ahora está prohibido… Pero sin llegar a tratar temas como el cambio climático o el terrorismo internacional, que sobrepasan el ámbito de una novela policíaca normal, son temas que hay que tratar de otra forma.
Rankin explica que los cambios de su personaje son orgánicos. En el primer libro, Rankin era estudiante de literatura, así que el personaje era demasiado literario. Con el tiempo han ido cambiando las cosas, incluso los gustos musicales, ya que en un principio Rebus escuchaba jazz y luego se decantó por el rock, que es la música que escucha Rankin.
El inspector Rebus va envejeciendo en tiempo real. En el primer libro de la serie tenía cuarenta años, ahora tiene sesenta y está cerca de la jubilación. También la ciudad de Edimburgo ha cambiado en este tiempo y, por tanto, también la naturaleza del crimen. Han aparecido nuevas tecnologías, se ha generalizado el uso del móvil, Rebus ya no puede fumar en un bar porque ahora está prohibido… Pero sin llegar a tratar temas como el cambio climático o el terrorismo internacional, que sobrepasan el ámbito de una novela policíaca normal, son temas que hay que tratar de otra forma.
Rankin asegura que Rebus y él son diferentes, pese a que vienen de entornos parecidos. “Es como el hermano que nunca tuve”, dice. O como Jeckyll y Hyde. Mientras Rankin se considera liberal, Rebus es una persona para quien todo es blanco o negro, no hay sitio para el color gris, lo cual, muchas veces, lleva a Rankin a mantener una lucha consigo mismo. En muchos temas está en desacuerdo con él. Rebus es el último policía de su estirpe en Edimburgo.
Ian Rankin era un joven listo, sacaba buenas notas y sus padres esperaban que fuera a la Universidad y se convirtiera en contable. Leía de todo. No podía ver películas para mayores de dieciocho años, pero sí podía leer las novelas en las que se basaban, como “El padrino” o “Alguien voló sobre el nido del cuco”.
Escribía en secreto. Poesía, letras para canciones, incluso un libreto para ópera. Nadie sabía que escribía hasta que ganó un concurso y apareció un texto suyo en un periódico.
Sintió deseos de escribir una novela sobre alguien que vivía con fantasmas de su pasado. Pensando en el personaje se le ocurrió que podía ser policía, lo cual le permitiría también descubrir la cara de la ciudad que se esconde bajo la superficie. Lo que menos le interesa en sus novelas es quién es el asesino. De hecho, en alguna de ellas lo ha desvelado en las primeras páginas, para poder hablar libremente de lo que le interesa. Ya no se aceptan las respuestas cerradas. Hay que tener en cuenta que la gente se comporta de forma legítima la mayor parte del tiempo. Incluso un psicópata se comporta bien la mayoría del tiempo, excepto en el momento en que comete el delito. Todo el mundo es capaz de cometer un acto malvado, lo que ocurre es que muchas veces no se produce la motivación necesaria.
En la guerra, por ejemplo, está todo permitido. A los cinco años, su padre le contaba historias sobre la guerra. Se las contaba a la hora de dormir. Le contaba que los japoneses arrancaban las uñas a los prisioneros y cosas así. Se ríe y admite que quizá de ahí le viene su interés por la naturaleza del mal.
Ian Rankin era un joven listo, sacaba buenas notas y sus padres esperaban que fuera a la Universidad y se convirtiera en contable. Leía de todo. No podía ver películas para mayores de dieciocho años, pero sí podía leer las novelas en las que se basaban, como “El padrino” o “Alguien voló sobre el nido del cuco”.
Escribía en secreto. Poesía, letras para canciones, incluso un libreto para ópera. Nadie sabía que escribía hasta que ganó un concurso y apareció un texto suyo en un periódico.
Sintió deseos de escribir una novela sobre alguien que vivía con fantasmas de su pasado. Pensando en el personaje se le ocurrió que podía ser policía, lo cual le permitiría también descubrir la cara de la ciudad que se esconde bajo la superficie. Lo que menos le interesa en sus novelas es quién es el asesino. De hecho, en alguna de ellas lo ha desvelado en las primeras páginas, para poder hablar libremente de lo que le interesa. Ya no se aceptan las respuestas cerradas. Hay que tener en cuenta que la gente se comporta de forma legítima la mayor parte del tiempo. Incluso un psicópata se comporta bien la mayoría del tiempo, excepto en el momento en que comete el delito. Todo el mundo es capaz de cometer un acto malvado, lo que ocurre es que muchas veces no se produce la motivación necesaria.
En la guerra, por ejemplo, está todo permitido. A los cinco años, su padre le contaba historias sobre la guerra. Se las contaba a la hora de dormir. Le contaba que los japoneses arrancaban las uñas a los prisioneros y cosas así. Se ríe y admite que quizá de ahí le viene su interés por la naturaleza del mal.
No hay una estructura fija en las novelas policíacas. De hecho, él se inventa sus libros sobre la marcha. Ni siquiera sabe, al empezar, quién va a ser el asesino. A veces no lo descubre hasta que no elabora el segundo borrador. Cuenta que se le ocurrió incluir un personaje que fuese portavoz parlamentario y que tenía la idea de hacerlo aparecer al menos en tres novelas. Sin embargo, sin saber por qué, en la página cincuenta de la primera lo mató. Y luego, para complicar las cosas, expulsan al policía, y pienso ¡mierda! ¿Cómo va ahora a resolver el crimen? Es muy divertido. Me gusta escribir novelas policíacas. Además, son fáciles, porque hay una serie de hechos que debes incluir para iniciar la investigación del crimen, como la entrevista con testigos y cosas así, de modo que, una vez tienes la idea, te plantas fácilmente en la página treinta.
También habló de la compañera de Rebus, que se convirtió rápidamente en un personaje protagonista, muy útil para hablar de ciertos aspectos del policía. Ella es universitaria y él piensa que ser policía es una profesión de hombres. Mantienen una relación muy intensa, nunca romántica. Ella le ayuda a cambiar su visión del mundo. Admite Rankin que podría escribir novelas en las que ella fuera la protagonista y Rebus el secundario. Uno descubre las posibilidades de un personaje y éste va creciendo.
Confiesa Rankin que es una persona de trato difícil cuando está escribiendo y que, de hecho, a veces le resulta difícil salir de la cabeza de Rebus. Pero no ve las cosas como el policía. No está todo el día preguntándose qué opinaría Rebus de esto o de aquello. Sin embargo, en lo que sí se fija es en los escenarios. Por ejemplo, aquí, en Segovia, alguien podría caerse del Acueducto. Y empiezas a preguntarte cómo subió allí, si saltó solo o alguien lo empujó… ese tipo de cosas.
La gente lee novelas policíacas porque el asesinato habla de la sociedad. El mal forma parte de la naturaleza humana, es una cuestión moral. Al final, nos preguntamos si podríamos nosotros llegar a hacer algo así si estuviéramos en una situación similar.
También habló de la compañera de Rebus, que se convirtió rápidamente en un personaje protagonista, muy útil para hablar de ciertos aspectos del policía. Ella es universitaria y él piensa que ser policía es una profesión de hombres. Mantienen una relación muy intensa, nunca romántica. Ella le ayuda a cambiar su visión del mundo. Admite Rankin que podría escribir novelas en las que ella fuera la protagonista y Rebus el secundario. Uno descubre las posibilidades de un personaje y éste va creciendo.
Confiesa Rankin que es una persona de trato difícil cuando está escribiendo y que, de hecho, a veces le resulta difícil salir de la cabeza de Rebus. Pero no ve las cosas como el policía. No está todo el día preguntándose qué opinaría Rebus de esto o de aquello. Sin embargo, en lo que sí se fija es en los escenarios. Por ejemplo, aquí, en Segovia, alguien podría caerse del Acueducto. Y empiezas a preguntarte cómo subió allí, si saltó solo o alguien lo empujó… ese tipo de cosas.
La gente lee novelas policíacas porque el asesinato habla de la sociedad. El mal forma parte de la naturaleza humana, es una cuestión moral. Al final, nos preguntamos si podríamos nosotros llegar a hacer algo así si estuviéramos en una situación similar.
3 comentarios:
Me emocioné mucho con tu crónica. Me has vendido al autor.
Apuntado para adquirir sus libros y leerlo.
Me quedó la duda de la estatura, es alto o chaparrito? aunque por la foto y sus manos parece alto.
Abrazos.
Sigo con atención tus notas sobre Hay Festival en Segovia (me ha hecho gracia que lo abrevies HFS), pero recién en este post te escribo un comentario. También me has vendido al autor, a pesar de conocerlo previamente. Leo pocas novelas policiales, sólo si me atrapan en la primera página,como en el caso del escritor que aquí cuentas.
Un abrazo
PD. Sin duda has disfrutado HPS 2007
Clarice, el mérito de que resulte atractivo el autor no es mío, por supuesto, sino suyo. La charla fue muy amena. Me pareció fascinante eso de vivir con un mismo personaje en la cabeza.
Con lo de la estatura me refería a que es alto. Lo he corregido para aclararlo.
Laura, pues me alegra que te interesen estas crónicas. Desde luego que he disfrutado el festival. Yo también leo pocas novelas policiales y creo que debería leer más.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
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