martes, marzo 10, 2009

El luchador


La historia de un antihéroe. Un hombre con cierto éxito y reconocimiento en el mundo de la lucha libre, un mundo en el que uno puede sobrevivir si es fuerte, incluso disfrutarlo, pero del que será excluido sin piedad en cuanto empiecen a fallarle las fuerzas. En ese momento se encuentra el personaje interpretado por Mickey Rourke, un momento de aceptación, de soledad, de pérdida, en el que se da cuenta de que no tiene nada, su falsa gloria ha terminado y ahora debe enfrentarse a la cruda realidad, debe aceptar su propia derrota y sobrevivir con ello.

Randy “El carnero” Robinson (Mickey Rourke) es una vieja gloria de la lucha libre, goza de cariño y reconocimiento en ese circulo, entre amigos y algunos seguidores, pero sabe que está en sus últimos momentos, que su cuerpo ya no aguanta como antes, que debe buscar otros asideros a los que aferrarse. Y lo intentará. Tratará de entablar una relación con Cassidy (Marisa Tomei), una bailarina de streap-tease por la que se siente atraído; también de retomar la relación con su hija Stephani (Evan Rachel Wood), reconstruir los puentes que puedan llevarle hasta ella, incluso buscar otro trabajo, como el de dependiente en la sección de carnicería de un supermercado. Algunas de las escenas en las que se esfuerza por atender a los clientes de dicho supermercado son de mis favoritas. Sin embargo, la naturaleza de Randy Robinson, su espíritu, es el de un luchador, y sólo así tiene sentido su vida, en la lucha.

Una película excelente. Sobre el momento en que uno comprende que debe abandonar ciertas cosas, incluso cosas que le apasionan, las que han dado sentido a su vida. Momento de renuncia, de declive, una película que nos dibuja unos personajes con sus claros y oscuros, de carne y hueso. Darren Aronofsky, director de “Pi”, “Réquiem por un sueño” y “La fuente de la vida”, consigue con “El luchador” (“The wrestler”) un retrato humanista y profundo que no puede sino conmover al espectador. La utilización de la cámara al hombro le da un aire documental y cercano a la vez.

La elección de Mickey Rourke se ha utilizado para establecer ciertos paralelismos entre el actor y el personaje que interpreta. También Rourke sabe lo que es caer, se vio obligado a interpretar patéticos papeles en películas de serie B, víctima de su carácter y de sus adicciones. Recuerdo cuando pasó por España, en una gira en la que boxeaba con un pobre hombre que se veía acabado. Rourke alardeaba de su afición por el boxeo y no parecía darse cuenta de lo ridículo y terrible que a la vez resultaba el espectáculo que ofrecía. Desde luego, éste papel le ha venido como anillo al dedo. Él mismo ha reconocido que le ha costado mucho tiempo entender por qué se empeñó en autodestruirse durante los primeros quince años de su carrera.

2 comentarios:

Hernán dijo...

Muy buena película, coherente de principio a fin. Como dije en mi blog, me parece la película de un cuerpo, dividido entre lo que debe hacer (según las exigencias de la sociedad) y lo que desea con el alma.

Saludos.

Clarice Baricco dijo...

Apenas esta tarde la vi y me gustó.

Exacto, coincido con las escenas de la carnicería. la gran paciencia que le tuvo a la anciana a la hora de servirle la ensalada, pensé de momento que se iba a desesperar y sacar un puñetazo.

Es un personaje que uno sufre con èl. Y uno lo comprende. Lo comprende mucho.

Me gustó tu reseña. Con más sabor la leí.

A mi me gustó Rourke cuando lo vi en "Nueve semanas y media", jiji, y también en "Corazón de ángel", entre otras.

Abrazos.