1.- ¿Por qué escribes?
Es un gran misterio el por qué
escribimos, seguramente sin esta actividad no sabría vivir, es una de mis
formas de expresión, pero además creo en su esencia, que es la de comunicar
aquello que me resulta imprescindible plasmar, de otro modo no lo haría, y
mucho menos con la intención de publicar. Hay mil formas de tener la urgencia
de escribir, pero la pública, la que ofreces a la imprenta nace de ofrecer lo
indispensable porque luego está la privada que, a mi parecer, actúa más en plan
terapia, un diario, por ejemplo.
2.- ¿Cuáles son tus
costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Pienso que puedo adaptarme a
cualquier circunstancia para escribir y al depender de otras facetas para ganarme
el pan no puedo tener horarios fijos, por lo que durante el año aprovecho
cualquier ocasión y en verano, momento en que dispongo de tres largos meses
para dedicarme a la tarea, sí establezco unas rutinas. Por la mañana leo el
periódico, luego me dedico a algún libro, salgo a la piscina a pasear, como y
por la tarde, durante cinco o seis horas, escribo hasta la hora de la cena. En
caso de sentir que algo ha quedado incompleto prefiero corregirlo antes de ir a
dormir y en caso de no poder siempre hago una corrección antes de retomar la
escritura porque tener los textos pulidísimos es algo que me obsesiona, así
como la pureza léxica, es extraño encontrar un texto mío donde redunde en los
mismos vocablos.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus
preocupaciones temáticas?
Son muchas y variadas, pero todas
ellas pretenden desde la escritura poder hablar en el presente y que el texto
cuaje y tenga valor de permanencia. La prosa efímera es para las
hamburgueserías. Por lo demás me preocupa mucho el espacio, tanto en ensayo
como en novela, al ser lo que más nos determina y condiciona en la existencia,
no es lo mismo vivir en Barcelona que en Madrid, por poner un ejemplo fácil.
A partir del espacio surgen otras
preocupaciones como Europa, la Historia y todo ello conduce al paso del tiempo,
si bien en poesía tengo más libertad para expresarlo, floto en un campo aéreo y
abstracto, mientras en novelística siempre escribí textos donde casi toda la
trama ocurre en un día. En este sentido creo que mi ensayo y mi poesía tienen
similitudes que marcan diferencias con mi ficción, surcada, eso sí, por
temáticas parecidas.
Por otra parte el espacio de mis
obras, salvo una excepción en catalán de hace años, suele ser urbano porque la
ciudad es una extraordinaria metáfora de mundo, un laberinto en el que me gusta
perderme para conocerme.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a
la hora de escribir?
No sé si tengo algún principio a
la hora de escribir, como mencioné antes doy mucho valor a la corrección, todo
lo demás está en la cabeza, eso sí, la autoexigencia que me impongo es la misma
que doy al lector porque lo respeto casi religiosamente.
5.- ¿Eres de los que se deja
llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el
principio?
En eso creo que profeso la
mezcla, pero sí que planifico y pienso mucho la estructura textual, algo que
viene de mis poemas, que siempre medito meses antes de escribir. Al ponerme con
la redacción la termino en muy poco tiempo porque antes he pensado muchísimo.
Con la prosa depende, es decir, sí que marco cómo será el texto antes de
empezar, pero eso es una premisa para después dejarse llevar mientras lo
plasmas.
6.- ¿Cuáles son tus autores o
libros de cabecera?
Lo de los autores de cabecera es
algo que se interioriza con la edad. Hace diez años te hubiera dicho Cesare
Pavese, Elio Vittorini y Enrique Vila-Matas, en cambio ahora llevo años de
devoción absoluta por André Gide, Josep Pla y Patrick Modiano, pero como son
inimitables creo que no me parezco a ninguno de ellos. Soy muy de leer obras
completas, por ejemplo este verano lo he dedicado de manera casi completa a Guy
de Maupassant y Manolo Vázquez Montalbán, pero eso no significa que sean
autores de cabecera, más bien alimento para el cerebro, porque ya puestos con el
tema James Joyce me resulta imprescindible. Sin embargo soy muy europeo en mis
gustos, leo poco a los estadounidenses a diferencia de muchos compañeros
generacionales. En poesía tengo en un altar a T.S Eliot y al catalán Joan
Salvat-Papasseït, este desde la adolescencia, como una droga que nunca puedes
abandonar.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu
último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas
escrito o estés escribiendo.
Mi último libro es, valga la
redundancia, El último libro de la Vieja
Europa, publicado por Sílex, experimento al que podemos denominar ensayo
para facilitar las cosas, pero en realidad es un híbrido entre literatura de
viajes, con la búsqueda personal que conlleva, no ficción, partes medio
ficcionadas por eso de que el narrador siempre es un impostor y libertad
completa en su concepción, sin amarras de ningún tipo. Cuenta una pequeña
odisea personal de nueve días entre París y Florencia a finales de 2014.
Conozco muy bien ambas ciudades y hacía mucho que no volvía a las mismas, por
lo que compré los billetes para revisitarlas con la intención de ver cómo
habían cambiado y cómo había cambiado yo mismo. Es el último libro de la Vieja
Europa porque el momento histórico en que realicé el itinerario fue una especie
de pausa antes de la marea terrorista, el estallido de los nacionalismos y
todas las sacudidas de la crisis que irán instalándose en nuestra forma de vida
a lo largo de los últimos años, pero también es el último libro porque su clave
es el paseo, el tiempo lento para contemplar, observar y apreciar los
accidentes del camino. En realidad creo que el paseo es otra clave temática y
vital decisiva en mi escritura.
Jordi Corominas (Barcelona, 1979), licenciado en Humanidades y
Master de Historia por la Universidad Pompeu Fabra, es escritor. Ha publicado
tres novelas: Una dona que sap jugar amb
els peus (Abadia Editors, 2004), Colors
(Abadia Editors, 2008) y José García
(Barataria, 2012), y varios libros de ensayo, entre los que destacan la biografía
histórica en italiano Macrina la Madre
(Jaca Book, 2005) y Barcelona 1912: el
caso Enriqueta Martí (Sílex, 2014). Corominas es el creador del proyecto
Loopoesía, que, desde 2009, quiere acercar el verso a la gente a través de
recitales poéticos con proyecciones y una cuidada puesta en escena. Ha
traducido al castellano las poesías de Jean Cocteau en la antología La mentira que siempre dice la verdad
(Salto de Página, 2015) y colabora habitualmente en El Diario, El Confidencial,
Ràdio 4 y Radio 3. Acaba de publicar El
último libro de la Vieja Europa en Sílex.
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