1.- ¿Por qué escribes?
Escribo porque la realidad o el mundo,
así como es, está plegado. Lo que creemos ver o saber es tan epidérmico que me
parece mezquino de ambas partes –desde la percepción y desde el mundo mismo-
aceptar ese ofrecimiento limitado. Escribo para rasgar esos pliegues y ver qué
hay ahí, miserable o glorioso.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Me gusta escribir con una taza de
café cerca y rodeada de libros que amo. Si por un momento me pierdo o me entra un
cierto miedo a no poder continuar, abro cualquier página y sé que allí
encontraré fuerza o aliento. No les temo a las primeras líneas de la página.
Siempre es posible cambiar eso. Le temo a la mitad de una escritura, cuando hay
que saber tomar decisiones. Cuando estoy en la mitad de ese universo, breve o
extenso, me pongo insufrible. Las relaciones humanas me cuestan, siento que me
chupan energía. No son exactamente supersticiones o hábitos, sino estados de
ánimo.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
El límite de la razón, creo.
Hasta qué punto lo que sabemos del modo en que lo sabemos es suficiente para
seguir descifrando el mundo. Creo que mi escritura se tensa en ese intento de
descascarar lo que parece razonable, normal y lógico. En este sentido,
cualquier “conflicto”, para decirlo narratológicamente, se presta a ese
desvelamiento, pero últimamente estoy más interesada en las enfermedades
mentales como temática específica.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Me gusta lo que dice Roland
Barthes sobre el “grado cero de la escritura”, al afirmar que cada escritor se
coloca en un lugar primigenio y primordial cada vez que mira de frente su
momento histórico, y entonces tiene que encontrar un lenguaje, un código y una
forma de narrar único, como si acabara de nacer. Más allá de que eso sea
posible o de que uno fracase en ese intento, creo que cada vez que abro la
computadora en “actitud de escritura” trato de hacerlo con esa suerte de
honestidad y de monstruo nuevo. Otra cosa a la que intento no ceder es a la expectativa
personal o ajena que activa una cierta ansiedad. Prefiero equivocarme y
fracasar muchas veces, a “acertar” medianamente moviéndome en fórmulas o zonas
de confort que ya conozco.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Depende. A veces tengo muy claro,
en el caso de un cuento, qué quiero contar como hecho general, y luego durante
la escritura esa primera idea puede ir transformándose. Con la novela, si bien,
sé el tipo de mundo que quiero construir, los personajes, en su desarrollo,
también ofrecen mutaciones que salen de esa necesaria zona de intuición y
desconocimiento que uno debe mantener mientras escribe. La escritura es como la
respiración durante una actividad física, podés controlarla según un plan
previo hasta cierto punto, luego adquiere su propio ritmo.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Yo no soy mucho de fanatizarme
por nombres; me conecto mejor con determinados libros que me han dado cobijo.
Por ejemplo, los cuentos de Flannery O’Connor o Claire Keegan siempre me
enseñan una forma de solucionar narrativamente un devenir cuya cotidianidad
puede ser aplastante. Simona Vinci en “De Los niños nada se sabe”, Fleur Jaeggy
en “Los hermosos años del castigo”, los cuentos de Larry Brown, en “Amor malo y
feroz”; Claude Louis Combet en “Hiere,
zarza negra” o los cuentos de Mariana Enriquez, la prosa frenética Ariana
Harwicz o los cuentos de Oscar Cerruto. Son muchos los libros que generosamente
han velado mi sueño en distintas ocasiones.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Este año salió mi novela 98 segundos sin sombra (Caballo de
Troya), en ella quise contar el crecimiento accidentado de una adolescente de
provincia, Genoveva, en la década del ochenta, cuando el narcotráfico comenzó a
trastornar lo que se esperaba de la modernidad. La voz de Genoveva es salvaje,
pues lo que me interesaba era mostrar ese impacto sensible y no un juicio
valórico del mundo con la experiencia de los testimonios que revisan el pasado.
Quise recuperar un presente ochentero contradictorio, pues creo que en esa
década ocurrió una interesante intersección entre dos sensibilidades: el pop y
el apocalipsis, y Genoveva es hija de ese adulterio entre posmodernidad y
milenarismo.
Por ahora, después de haber
defendido la tesis del doctorado, tengo muchísimas ganas de retomar mi ritmo de
escritura. Comenzaré revisando un volumen inédito de cuentos que tengo en la
gaveta de pendientes.
Giovanna Rivero (Montero, Santa Cruz, Bolivia, 1972) Ha
publicado los libros de cuentos: Contraluna
(2005), Sangre Dulce/ Sweet Blood (Edición bilingüe inglés-español, La
Hoguera 2006), el libro de cuentos para niños La dueña
de nuestros sueños (2002), y Niñas y
detectives (España, Bartleby 2009), y las novelas Las camaleonas (2001), Tukzon,
historias colaterales (2008), Helena
2022: La vera crónica de un naufragio en el tiempo (Puraletra 2012) y 98 segundos sin sombra (España, Caballo
de Troya 2014).
Obtuvo el
Premio Nacional de Cuento otorgado por Presencia Literaria en 1993, el Premio
Nacional de Literatura de Santa Cruz por su colección de cuentos Las bestias (1996), y el Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo el año 2006.
Participó
del International Writing Program ofrecido por Iowa University en el semestre
del otoño del 2004, y de Escritores en Residencia, como parte del programa
oficial del Premio Cervantes 2009, en Alcalá de Henares. Participó en el Fét a
América 2010, organizado por el Colectivo Fú en Barcelona. Se doctoró en
literatura hispanoamericana en University of Florida, USA, en 2014.
Su obra ha
sido incluida en numerosas antologías, entre las que figuran El futuro no es nuestro (2009), Conductas erráticas (2009), Schiffe aus feue, compilada por Michi
Strausfeld (Alemania, 2010), el volumen Crónicas
de oreja de vaca (España, Bartleby 2011),
Bolivia a toda costa (El
Cuervo 2011) y Región, antología del
cuento político latinoamericano (Interzona, 2011). El año 2011 fue
seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de
“Los 25 Secretos Mejor Guardados de América Latina”.
*La foto es de Ignacio Leonardi
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