jueves, enero 22, 2015

Giovanna Rivero - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Escribo porque la realidad o el mundo, así como es, está plegado. Lo que creemos ver o saber es tan epidérmico que me parece mezquino de ambas partes –desde la percepción y desde el mundo mismo- aceptar ese ofrecimiento limitado. Escribo para rasgar esos pliegues y ver qué hay ahí, miserable o glorioso.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me gusta escribir con una taza de café cerca y rodeada de libros que amo. Si por un momento me pierdo o me entra un cierto miedo a no poder continuar, abro cualquier página y sé que allí encontraré fuerza o aliento. No les temo a las primeras líneas de la página. Siempre es posible cambiar eso. Le temo a la mitad de una escritura, cuando hay que saber tomar decisiones. Cuando estoy en la mitad de ese universo, breve o extenso, me pongo insufrible. Las relaciones humanas me cuestan, siento que me chupan energía. No son exactamente supersticiones o hábitos, sino estados de ánimo.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

El límite de la razón, creo. Hasta qué punto lo que sabemos del modo en que lo sabemos es suficiente para seguir descifrando el mundo. Creo que mi escritura se tensa en ese intento de descascarar lo que parece razonable, normal y lógico. En este sentido, cualquier “conflicto”, para decirlo narratológicamente, se presta a ese desvelamiento, pero últimamente estoy más interesada en las enfermedades mentales como temática específica.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Me gusta lo que dice Roland Barthes sobre el “grado cero de la escritura”, al afirmar que cada escritor se coloca en un lugar primigenio y primordial cada vez que mira de frente su momento histórico, y entonces tiene que encontrar un lenguaje, un código y una forma de narrar único, como si acabara de nacer. Más allá de que eso sea posible o de que uno fracase en ese intento, creo que cada vez que abro la computadora en “actitud de escritura” trato de hacerlo con esa suerte de honestidad y de monstruo nuevo. Otra cosa a la que intento no ceder es a la expectativa personal o ajena que activa una cierta ansiedad. Prefiero equivocarme y fracasar muchas veces, a “acertar” medianamente moviéndome en fórmulas o zonas de confort que ya conozco.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Depende. A veces tengo muy claro, en el caso de un cuento, qué quiero contar como hecho general, y luego durante la escritura esa primera idea puede ir transformándose. Con la novela, si bien, sé el tipo de mundo que quiero construir, los personajes, en su desarrollo, también ofrecen mutaciones que salen de esa necesaria zona de intuición y desconocimiento que uno debe mantener mientras escribe. La escritura es como la respiración durante una actividad física, podés controlarla según un plan previo hasta cierto punto, luego adquiere su propio ritmo.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Yo no soy mucho de fanatizarme por nombres; me conecto mejor con determinados libros que me han dado cobijo. Por ejemplo, los cuentos de Flannery O’Connor o Claire Keegan siempre me enseñan una forma de solucionar narrativamente un devenir cuya cotidianidad puede ser aplastante. Simona Vinci en “De Los niños nada se sabe”, Fleur Jaeggy en “Los hermosos años del castigo”, los cuentos de Larry Brown, en “Amor malo y feroz”; Claude Louis Combet en  “Hiere, zarza negra” o los cuentos de Mariana Enriquez, la prosa frenética Ariana Harwicz o los cuentos de Oscar Cerruto. Son muchos los libros que generosamente han velado mi sueño en distintas ocasiones.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Este año salió mi novela 98 segundos sin sombra (Caballo de Troya), en ella quise contar el crecimiento accidentado de una adolescente de provincia, Genoveva, en la década del ochenta, cuando el narcotráfico comenzó a trastornar lo que se esperaba de la modernidad. La voz de Genoveva es salvaje, pues lo que me interesaba era mostrar ese impacto sensible y no un juicio valórico del mundo con la experiencia de los testimonios que revisan el pasado. Quise recuperar un presente ochentero contradictorio, pues creo que en esa década ocurrió una interesante intersección entre dos sensibilidades: el pop y el apocalipsis, y Genoveva es hija de ese adulterio entre posmodernidad y milenarismo.

Por ahora, después de haber defendido la tesis del doctorado, tengo muchísimas ganas de retomar mi ritmo de escritura. Comenzaré revisando un volumen inédito de cuentos que tengo en la gaveta de pendientes.


Giovanna Rivero (Montero, Santa Cruz, Bolivia, 1972) Ha publicado los libros de cuentos: Contraluna (2005),  Sangre Dulce/ Sweet Blood (Edición bilingüe inglés-español, La Hoguera 2006), el libro de cuentos para niños  La dueña de nuestros sueños (2002), y Niñas y detectives (España, Bartleby 2009), y las novelas Las camaleonas (2001), Tukzon, historias colaterales (2008), Helena 2022: La vera crónica de un naufragio en el tiempo (Puraletra 2012) y 98 segundos sin sombra (España, Caballo de Troya 2014).
Obtuvo el Premio Nacional de Cuento otorgado por Presencia Literaria en 1993, el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz por su colección de cuentos Las bestias (1996), y el Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo el año 2006.
Participó del International Writing Program ofrecido por Iowa University en el semestre del otoño del 2004, y de Escritores en Residencia, como parte del programa oficial del Premio Cervantes 2009, en Alcalá de Henares. Participó en el Fét a América 2010, organizado por el Colectivo Fú en Barcelona. Se doctoró en literatura hispanoamericana en University of Florida, USA, en 2014.
Su obra ha sido incluida en numerosas antologías, entre las que figuran El futuro no es nuestro (2009), Conductas erráticas (2009), Schiffe aus feue, compilada por Michi Strausfeld (Alemania, 2010), el volumen Crónicas de oreja de vaca (España, Bartleby 2011),  Bolivia a toda costa (El Cuervo 2011) y Región, antología del cuento político latinoamericano (Interzona, 2011). El año 2011 fue seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de “Los 25 Secretos Mejor Guardados de América Latina”.

*La foto es de Ignacio Leonardi

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