1.- ¿Por qué escribes?
Escribo por pasión hacia la palabra
escrita, por la fascinación de nombrar las cosas y los hechos, por el puro
placer de contar historias, pero además escribo para dar a mi literatura la
misma carga ética con que me enfrento a la vida diaria, a la sociedad, al
mundo.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Soy un escritor madrugador, me
gusta trabajar con las primeras luces de la mañana, suelo empezar mi jornada a
las 8 o 9, y trabajo hasta las 14 o 15 horas. Eso cuando estoy convirtiendo en
literatura lo que nació como texto, idea, palabras escritas sin un orden fijo.
También me agrada sentarme en la cocina de mi casa cuando todos ya descansan, y
ahí en mi libreta, la moleskin que recibe las ideas y un grueso bolígrafo de
tinta negra, un Mont Blanc que me acompaña de hace treinta años, vuelco lo que
más tarde será un relato o el capítulo de una novela. Y me gusta trabajar con
la radio encendida a muy poco volumen, necesito esas voces humanas que me
conectan con el mundo, con la vida.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Son muy amplias. Como combino la
escritura periodística con la literaria ( siempre he sostenido que un artículo
bien escrito también es literatura), pero con una separación rigurosa de lo que
es verdad y lo que es ficción, el abanico de temas es amplio e infinito.
Me siento cómodo en la novela, aunque me gusta
enfrentarme al desafío del relato corto, del cuento, el más difícil de los
géneros. También escribo fábulas para todo lector con comprensión de la
lectura.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Sigo algunos consejos de
Hemingway: no pares nunca de trabajar si no sabes como sigue la historia;
recuerda que se pueden escribir estupendas novelas con palabras de cien
dólares, peo lo meritorio es hacerlo con palabras de veinte centavos; nunca
hagas que tus personajes hagan lo que tu no serías capaz de hacer y no les
hagas lo que a ti no te gustaría que te hicieran; nunca dejes un personaje en
el limbo, un personaje, por muy insignificante que sea, entra y sale
nítidamente de la historia; nunca olvides que estás escribiendo una historia
cuya lectura debe gustarte y sorprenderte.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Sostengo que el escritor aprende
durante el proceso de escritura. Suelo hacer planes que luego los personajes me
desbaratan. Empiezo a escribir y espero el momento imprescindible en que los
personajes cobran vida propia, se adueñan de la historia, y me convierto en el
cronista que va junto a ellos o detrás, jamás por delante. Me dejo llevar por
la historia que escribo, ella decide cómo quiere ser contada, ella me permite
asomarme con satisfacción a mi propia bondad,
y con miedo a mi propia capacidad de hacer el mal.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
La lista es muy larga, pero puedo
citar a Joseph Conrad, Ernest Hemingway, Italo Calvino, Álvaro Mutis, Christa
Wolf, Henning Mankel, Julio Cortázar, Juan Gelman, Clarice Lispector.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Luego de la estupenda acogida que
tuvieron Historia de una gaviota y el
gato que le enseñó a volar e Historia
de Max, Mix y Mex le tomé cariño a la fábula para todo lector y escribí Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud,
que por razones extra literarias todavía no aparece en español pero que en
Portugal, Italia y Francia se convirtió en el éxito editorial del año pasado,
me metí de lleno en una cuarta fábula que se titula Historia de un perro que descubrió el aroma de la lealtad. Además
trabajo desde hace tres años en una novela, Kosak,
cuya trama empieza en Rusia en 1919 y termina en Chile en 2005. Acabo de
entregar un volumen de relatos titulado El
Uzbeko mudo.
Luis Sepúlveda nació en Ovalle, Chile, en 1949. Era muy joven
cuando decidió ser viajero. De Punta Arenas a Oslo, de Barcelona a Quito, de la
selva amazónica al desierto del sahara, de las celdas de Pinochet al barco de
Greenpeace, recorrió casi todos los territorios posibles de la geografía y las
utopías. Y mientras viajaba, escribía. Es licenciado en Ciencias de la
Comunicación por la Universidad de Heidelberg, Alemania.
Desde 1997 vive en Gijón, España.
El italiano Enzo D'Alò
filmó Historia de una gaviota y del
gato que le enseñó a volar, película de animación basada en la
obra homónima y estrenada en 1998. En 2001 el director australiano Rolf de Herr
dirigió la adaptación cinematográfica de su novela Un viejo que leía novelas de amor.
Ha publicado, entre otros, los
libros de relatos Desencuentros (Tusquets,
1997), Historias marginales, (Seix Barral,
2000) e Historias de aquí y de allá, (Belacqva,
2010), las novelas Un viejo que leía
novelas de amor, (Júcar, 1989, y numerosas ediciones posteriores en
Tusquets), Mundo del fin del mundo, (Tusquets,
1996), Diario de un killer
sentimental & Yacaré, (Tusquets, 1998), Hot Line, (Ediciones B, 2002), y La sombra de lo que fuimos, (Espasa, 2009), así como libros infantiles,
de artículos y de viajes. Además, ha obtenido numerosos premios, como el Tigre
Juan en 1988, el Premio de la Crítica de Chile en 2001, el Premio Primavera de
Novela en 2009, Caballero de las Artes y las Letras en Francia, etc.
La relación completa de sus obras
y reconocimientos puede consultarse en su página de wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Sepúlveda
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