miércoles, noviembre 21, 2012

Festival Eñe 2012

El Festival Eñe 2012 se celebró los días 16 y 17 de Noviembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Yo estuve por allí el sábado y acudí a varios actos.




El escritor mexicano Alberto Chimal habló de una generación de escritores a la que llamó Generación Z, Generación Zombie, a la que se acusó de no tener nada en común entre sus miembros, ni propuesta ni poética, una generación dispersa en definitiva. Pero sí tenían algo en común: su desencanto, su angustia ante un futuro imposible que les llevó a hablar, sobre todo, del tiempo y de la memoria. Era una generación que miraba hacia atrás porque no había nada hacia delante. Los escritores que la integraban se dividieron en tres grupos: los que murieron o abandonaron, los que siguieron en la misma línea y los que renacieron, éstos últimos son los auténticos escritores zombies, pues supieron reinventarse y utilizar nuevas formas y explorar nuevos temas. En su charla fue mencionando a diversos escritores que yo desconocía y cuyos nombres fui apuntando, como Edgardo Bermejo, Andrés Acosta, Alejandra Bernal, Bernardo Fernández o, la única que conocía, Guadalupe Nettel, entre otros. 




El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince habló de nuevas tecnologías. Afirmó estar escribiendo en Twitter una novela corta y, a partir de aquí, se lanzó a un recorrido por los soportes en los que almacenamos la información y por el ejercicio de la lectura y cómo está cambiando con las nuevas tecnologías. Lo escrito permanece, como demuestra de un modo contundente la famosa piedra de Rosetta que permitió a Champollion descifrar los jeroglíficos egipcios. Luego vino el papel, los libros copiados a mano... Y la imprenta, que fue una de las más importantes revoluciones que ha sufrido la humanidad. Gutenberg popularizó la cultura. Recientemente, se sabe que se ha llevado a cabo un experimento que ha consistido en escribir un libro en código genético, utilizando la molécula biológica como base de almacenamiento de datos.
Internet ha sido la última gran revolución hasta el momento. Internet es un mundo cuya comprensión se nos escapa, es un entorno que nos espía y en el que todo se difunde, donde se mezclan los contenidos y al que todo el mundo tiene acceso.
Entre anécdotas y pensamientos, el escritor se pregunta qué nos deparará el futuro. No cree que el futuro del libro sea el libro electrónico, piensa que será algo más interactivo, más similar a las tablets, en cualquier caso algo que aspirará a contenerlo todo.




Una charla sobre el futuro de la edición fue uno de los platos fuertes del festival. La escritora Cristina Fallarás, como editora de Sigueleyendo, Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, Constantino Bértolo, editor de Caballo de Troya y Pepo Paz, editor de Bartleby, se juntaron en la sala de columnas para debatir este interesante tema, invitando al público a que interviniera en cualquier momento. Se abrieron muchos frentes de debate, la discusión está abierta y el tema no puede abarcarse en una hora de charla. Se habló, claro, de las redes sociales, que ofrecen una importante oportunidad de comunicación si se gestionan bien. Otra cosa es qué significa gestionar bien una red social, o más bien, cómo pretende uno utilizar una red social para promocionarse... Pero no me quiero ir por las ramas. Se habló de cuánto debería costar un e-book, y en esto sí que parece que se llegó a una conclusión que suena razonable: un e-book nunca debería costar más que un libro de bolsillo. Otra cuestión que se planteó fue la de quién creará la necesidad de leer tal o cual libro, quién jerarquizará. Y en este punto la sospecha de que seguirán siendo los grandes grupos los que controlarán el asunto resulta inquietante. Las plataformas más importantes, como Google o Amazon, se están haciendo con el control. En este panorama que se está dibujando, los intermediarios son los que llevan la peor parte, pero estaban de acuerdo en que era el librero el primero que sufriría las consecuencias. Entonces, algunas intervenciones del público plantearon el tema de la autoedición en Amazon, algo que está revolucionando el panorama editorial. Una chica del público dijo que ella había vendido más de dos mil ejemplares de su libro en Amazon en un mes, y preguntó si este dato era una buena carta de presentación a la hora de dirigirse a una editorial convencional. Dijeron que si había vendido ese número de ejemplares para qué quería publicar en papel, y que no se preocupara que si vendía eso seguro que alguien terminaba contactando con ella e, incluso, que no, que ese dato no les parecía relevante, que lo único que importaba era la calidad del libro. 




El 16 de Noviembre, José Saramago habría cumplido 90 años, por lo que el acto de homenaje que se celebró en su memoria resultó muy emotivo. El lleno fue absoluto. Sobre el escenario estuvieron su viuda, Pilar del Río, el jurista José Antonio Martín y el escritor Fernando Berlín. Recordaron la figura de Saramago, su talante, su pensamiento crítico. Y compartieron anécdotas y recuerdos. Pilar de Río fue muy elocuente al recordar episodios vividos con el escritor, como el momento en que el gobierno portugués prohibió su obra El evangelio según Jesucristo. Se habló de su compromiso político y de que se definía a sí mismo como indignado. El acto consiguió evocar la figura de Saramago, acercarlo y, casi, hacerlo presente. 




Elvira Lindo charló con Toni Garrido y el resultado fue una conversación amena y llena de humor, no en vano el humor era uno de los temas principales. Elvira Lindo habló de su último libro, en el que recupera a su personaje emblemático, Manolito. Mucha gente le había recriminado haberlo abandonado, hasta el punto de tener ella que recordar que se trataba de un personaje de ficción. Habló sobre la madurez recordando una anécdota del recientemente fallecido actor Paco Valladares que, cuando le preguntaban por sus hermanos decía que tenía dos hermanos que eran más pequeños que él pero que, poco a poco, se iban haciendo más mayores. 




Por último, intenté llegar a escuchar al escritor Juan Francisco Ferre, reciente premio Herralde, pero llegué con el acto empezado y me costó situarme en la lectura que realizó sobre un personaje que parecía encontrarse en plena crisis. 




La jornada terminó con la entrega de los premios Cosecha Eñe. Entre el público estaban Manuel Vilas y Cristina Rosenvinge. El relato ganador fue Herodes Fungairiño de Silva, de Mario Marín González que, por cierto, no se encontraba presente para recoger el premio. El resto de finalistas fueron los siguientes:
Salmón versus naranja, de Mercedes Cebrián (Madrid, 1971);
Hombres por Correo Lohman, de Laura Fernández (Barcelona, 1981); 
Meta, de Gustavo F. Gros (Buenos Aires, 1981);
soledad.piedra, de Edson Lechuga (Puebla, México, 1970); 
Quinto piso, de Javier Moreno (Murcia, 1972);
Hipermercado, de Santiago Pajares (Madrid, 1979); 
Luk, de Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, Bolivia, 1967);
The top of the world, de Patricia Suárez (Rosario, Argentina, 1969); y,
Tentativas para eliminar al Osito, de Norberto Zuretti.


1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Por lo que te leo, ¿el evento es parecido al Hay Festival?
Me gustaría mucho conocer a Abad Faciolince ya que me gusta su escritura.
En la última foto, el de la izquierda, estuvo en el Hay Festival y me quedé con las ganas de comprar sus libros.
Enhorabuena por haber disfrutado de este festival.
Un placer leer tus reseñas.
Abrazos.