martes, octubre 23, 2012

La cinta blanca




Michel Haneke es un director fascinado por el retrato de la perversión, de la maldad. Es el director que habla sobre el sentimiento de culpa, sobre los secretos, sobre lo que intentamos ocultar a los demás. La crueldad desprovista de justificación que aparece en Funny Games, la sordidez rutinaria de La pianista, la amenaza invisible de Caché o la rigidez moral y claustrofóbica de La cinta blanca.
La cinta blanca está rodada en blanco y negro, sin malabarismos de cámara, con sobriedad y distanciamiento. Nos narra los extraños acontecimientos que suceden en un pequeño pueblo alemán a principios del siglo XX. Una serie de sucesos crueles sacuden a sus habitantes, sucesos que no se resuelven, que quedan ahí, como advertencia, pero pese a los cuales la comunidad continúa su día a día, cordial de cara al exterior pero férreo e implacable muros adentro. Duros castigos, una disciplina incontestable y cruel que genera un clima de terror y silencio, e incluso vergonzosas depravaciones, son el caldo de cultivo de una generación de jóvenes que resultan inquietantes desde el primer momento.
Poco a poco vamos entrando en las familias que componen esa comunidad de campesinos al servicio de un rico noble, dueño de la mayor parte del pueblo. Los diálogos funcionan como cargas de profundidad que nos van minando por dentro. Impresionante la dureza de la conversación entre el médico y su amante.
En esta ocasión, no necesita Haneke mostrarnos la violencia de forma explícita, como sí ocurría en Funny games, por ejemplo, sino que se limita a mostrarnos sus consecuencias, bien los cuerpos apaleados de las víctimas, o bien nos deja al otro lado de la puerta después de que la cierre un niño que lleva una fusta con la que sabemos que va a ser azotado junto a sus hermanos.
Un film hipnótico, duro, que nos va provocando una tensión creciente y asfixiante que culmina en ese plano final que nos muestra a los habitantes del pueblo, en la iglesia, todos ellos culpables de unos actos que no han sido resueltos explícitamente, pese a que el narrador, el maestro, verbaliza las sospechas que seguro comparten los espectadores, aunque choquen contra el muro tras el que se oculta lo que no se quiere ver.
No sé si es suficiente como para afirmar que Haneke habla en esta película del germen del nazismo, pero sí nos habla del germen de la crueldad, en su sentido más amplio.  

4 comentarios:

Raúl dijo...

El cine de Haneke me fascina, por lo general.
Esta película en cuestión destila una sordidez y un desencanto, increíbles.

Elena Casero dijo...

¡qué perdida estoy en este tema¡
Es cierto que cada uno se decanta por un arte y éste no es el mío. Sois unos maestros, tanto tú, como Raúl o Paco. Me gusta leeros por cómo describis, con cuánta intensidad, las imágenes.
Muchos besos

dsdmona dijo...

A mi me encantó cuando la vi, hace ya algún tiempo. Pasó bastante desapercibida en la cartelera y es una muy buena película

D.

Clarice Baricco dijo...

Es una película que me gustó mucho.
Bien por tu reseña.
Abrazos.