A los escritores
se les suele preguntar cuál es su libro favorito. Una pregunta que no deja de
ser un mero divertimento, pues como todo el mundo sabe, o al menos supone, es
imposible elegir un solo libro para contestar esta cuestión. Por lo general,
los escritores hacen trampa y citan varios títulos con trucos más o menos
evidentes. Dicen algo así como: “Venía dispuesto a hablar de un libro muy
importante para mí, pero al final me decanté por este otro. Y eso que hubo un
tercero con el que dudé bastante”. Tres, cuatro libros pueden citarse con un
procedimiento de este tipo, pero aún así resulta insuficiente. Y es
insuficiente porque en realidad es imposible encontrar una respuesta definitiva
a esta pregunta. Es evidente, y una vez admitido esto, se puede optar por
varias posibilidades. La primera puede ser nombrar un clásico. Cuánto más
antiguo, mejor. Preferiblemente Ovidio o Sófocles, pero también está muy bien
recurrir a Cervantes, Quevedo o al Arcipreste de Hita. También se puede nombrar
el libro de algún amigo, un libro editado en una editorial minoritaria y con
dificultades para hacerse visible, aunque esto resulta peligroso y, casi con
toda seguridad, nos enemistará con alguien. Una tercera posibilidad de
respuesta reside en recurrir a libros leídos en la infancia o la adolescencia. Esta
es una opción segura que despertará nostalgia y empatía. En este caso, Mark
Twain, las aventuras de los Cinco o incluso las de los tres investigadores.
Claro que resulta también pertinente contestar a la pregunta sobre el dichoso
libro favorito teniendo en cuenta a autores de prestigio incuestionable,
aceptados por el canon oficial, como Kafka, Camus, Flaubert o Pérez Galdós. O más
actuales, como Sebald, Carver o Camilo José Cela. Y aún se me ocurre otra interesante
posibilidad. Citar algún libro editado tiempo atrás y que haya pasado más o
menos desapercibido. Libros raros, poco conocidos. Autores minoritarios. Hace
poco, por ejemplo, encontré un libro de José Félix Fuenmayor titulado La muerte en la calle, un conjunto de
relatos bastante interesante que creo que encajaría en este apartado. Y bien,
llegados a este punto, intento contestar cuál sería mi libro favorito.
¿Cuál sería?
¿Quién sabe? Supongo que cada momento tiene un libro favorito, cada etapa de la
vida, y esa suma va configurando un plano literario de nuestras preferencias e
intereses.
Ya he hablado es
este blog de esos intereses: el libro Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo, Pregúntale
al polvo, de John Fante, Mi oído en su corazón, de Hanif Kureishi, o los cuentos de Kjell Askildsen, o los de Medardo Fraile , o los del
escritor de ciencia ficción John Varley... aunque, en este momento, creo que si
tuviera que contestar a la pregunta sobre cuál es mi libro favorito, ahora,
nombraría Alguien voló sobre el nido del
cuco, de Ken Kesey, quizá por el momento en que lo leí, por lo mucho que me
impresionó su historia.
1 comentario:
Es la hora que no podría decir cuál es mi libro favorito. Se me hace difícil nombrarlo. Siento que fue por etapas los que me dejaron huella.
Lo que si puede decir que Lispector es la autora a la que acudo cada noche como si fuera la primera vez.
Me gustó mucho este texto que escribiste.
Abrazos.
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