domingo, enero 17, 2010

Los que rugen


“Los que rugen”, un titulo, de entrada, intrigante, está dividido en dos secciones: “Ellos” y “Nosotros”. Contiene relatos como “Por las noches aullamos”, “Amanecer con monstruos marinos”, “Más allá de esta oscuridad y este silencio”, etc. Resulta que si te pones a leer el principio de alguna de estas historias te quedas pegado en el suelo, pasando páginas. Y se trata de un libro poblado de fantasmas.
“Los que rugen” contiene historias que componen un original catálogo de variaciones sobre el tema del fantasma, un tema que no está agotado, ni mucho menos, como demuestra la autora, sino que en cualquier momento saltará por encima de rivales vampíricos o magos y demostrará que posee una riqueza de matices difícilmente igualable. De hecho, podemos encontrar en estas páginas fantasmas que no son conscientes de su estado, fantasmas de escritores, de periodistas, de momentos felices, o no tanto, fantasmas muertos y fantasmas no nacidos, todos ellos intentando comunicarse, bien con nosotros o bien entre ellos, al igual que les pasa a los vivos que protagonizan la segunda parte, que también tienen problemas de comunicación, problemas para identificar el camino correcto. A veces los vivos también nos comportamos como fantasmas desorientados. Y nos enfrentamos a otros fantasmas, los del pasado o las oportunidades perdidas.

Conviene tener en cuenta las citas con las que se inicia el libro. La de James Joyce: “¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable. Por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres”; y la de Pilar Pedraza: “En el interior de las personas rugen los fantasmas”. Dos citas oportunas y bien escogidas. Lo cierto es que siento cierta debilidad por las citas que un autor escoge para sus libros.
Me ha llamado la atención en estas páginas el tono un tanto socarrón de algunos pasajes, tamizados por una mirada irónica, que contrasta con la nostalgia que se respira en otras. Por otra parte, la presencia de la autora en algunos relatos, bien con su propio nombre, bien con un guiño cómplice, les dota de una credibilidad y cercanía muy interesantes. De hecho, “Defensa y ataque” y “Marcar un gol” están entre mis favoritos. Care Santos posee un estilo que llega al lector con la calidez de quien se sienta a nuestro lado y nos confiesa un secreto.

Un libro muy recomendable. Un viaje por diversos terrores, remordimientos y lamentaciones, que se inicia en un escenario post-apocalíptico, que recuerda al de la historia de “Soy leyenda”, y finaliza en una serie de estampas que confirman que tal vez el auténtico horror se encuentra en nuestro interior.


LOS QUE RUGEN
Care Santos
Editorial Páginas de Espuma

9 comentarios:

Editorial Páginas de Espuma dijo...

Estimado Miguel.

muchas gracias por tu reseña.

Abrazos

Juan Casamayor

Angeles Prieto Barba dijo...

Me he vuelto a encontrar en estos relatos con la escritora ingeniosa y sobre todo cálida de las novelas. Así que me lo volví a comprar, esta vez para regalar.

JOSÉ ROMERO dijo...

Tu reseña deja ver un libro de cuentos muy interesante sobre el tema de los fantasmas. La frase final de tu texto es todo un acierto. Lo único que lamento es que el libro será fantasma en nuestras librerías seguramente.

Raúl dijo...

El título, sin duda, es de lo más seductor.

dsdmona dijo...

Me lo apunto para posteriores lecturas.

D.

El Doctor dijo...

Interesate,sin ninguna duda.Confieso ser un fan desde hace muchos años de Richard Matheson,ya que mencionas su magnífica Soy leyenda,como todos sus relatos publicados en la ya desaparecida editorial Nebulae.Hace poco que Valdemar (gótica)publicó otro libro recopilatorio.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Habrá que leerlo, si me lo traen hasta donde estoy...
Saludos

Clarice Baricco dijo...

Ojalá que ese rugido llegue a tierra mexicana. Interesante tema.

Abrazos.

Francisco Ortiz dijo...

Una autora versátil, apreciada y con libros destacados y estudios sobre ellos muy interesantes, como en "Novela y sociedad en la España contemporánea", de Carmen de Urioste Azcorra.