Nuestros padres se habían perdido y no me separaba del lado de mi hermano, que era dos años mayor que yo. Me sujetaba la mano con fuerza, y eso me hacía sentir bien. Me pegaba a su brazo y, de vez en cuando, miraba su cara. Él tenía la cabeza muy recta y miraba hacia delante. Había mucha gente y nos empujábamos unos a otros. Los gritos me daban miedo. Avanzábamos en fila, arrastrando los pies, todos muy juntos. Llegamos hasta un hombre que nos miró y le dijo a mi hermano que me soltara y que se fuera por otro lado. Yo sujeté su brazo con fuerza, pero él apartó mi mano y obedeció al hombre. Grité y lloré. Me agarraron de la chaqueta y tiraron de mí mientras mi hermano me decía adiós con la mano. Escuché a alguien decir que iban a darnos una ducha.
Nota (por si a alguien le interesa): En el número 83 de la revista "Clarín" aparece un artículo mío sobre "Libros póstumos".
Nota (por si a alguien le interesa): En el número 83 de la revista "Clarín" aparece un artículo mío sobre "Libros póstumos".
8 comentarios:
La verdad es que me ha parecido previsible desde el principio, he visto unos cuantos films de ese episodio negro de la historia, lo cual no quita, para insertarlo en esta parte de la historia más reciente.Bueno en sí mismo.
Me ha gustado mucho,Miguel. Aunque contrariamente a Amaia, yo no me lo esperaba.
Es muy bueno. Voy a la revista.
Ayyy duele, duele.
Felicidades por tu publicación en la revista.
Abrazos.
No, no es previsible.
Me gusta el ritmo, entre trepidante y angustioso. Quizá, para mi gusto, el relato queda un poco dependiente de la frase final, pero aún así, me parece muy bueno.
Saludos.
Dicen que no hay nada nuevo bajo el sol, lo nuevo es la forma en que se narra y aquí hay un lenguaje conceptual infantil tan auténtico que atrapa desde el principio: "Nuestros padres se habían perdido" ya implica una visión "desde más abajo de los hombros". Tremendo, pero bien escrito.
Saludos
Doña Amaia o el Oráculo pudo haber advertido el final, pero eso no le quita el valor y contenido literarios.
El relato tiene dos lecturas: la estrictamente literaria y la extraliteraria, que acaso forman un conjunto y dan como resultado una sola cosa, en cualquier caso potente, exacta, destilada con categoría y que lleva a apretar los dientes ante lo imaginado por lo extraliterario pero también por lo estrictamente literario. Es un magnífico relato, por otro lado, también, de terror.
Me gusta el lenguaje sencillo. Y la brevedad. Con qué pocas palabras se cuenta tanto. Un saludo.
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