martes, julio 28, 2009

Medallones



Zofia Nalkowska fue una importante escritora polaca que formó parte de la Comisión de Investigación de los crímenes nazis en Polonia, y fue esa experiencia la que inspiró este libro titulado “Medallones” (editorial Minúscula). Es un libro que nos golpea sin piedad, un libro que uno lee mientras se muerde los nudillos y parpadea con rapidez. Un libro pequeño, breve, pero de una contundencia aniquiladora, no apto para todos los estómagos.
En “Medallones” se reúnen ocho relatos que son testimonios directos de dramáticos acontecimientos sucedidos en torno al exterminio de los judíos. Gente que relata una vivencia atroz, con un tono desapasionado. Un hombre narra su trabajo como ayudante de un médico que hace jabón con cuerpos humanos; en el relato “En el fondo” una mujer describe las torturas sufridas; en “La mujer del cementerio”, se cuenta lo que una mujer oye al otro lado del muro que la separa del guetto (Aunque no lo veamos, lo oímos. Se oye como si algo blando diera contra el suelo. Plaf, plaf… No paran de saltar, prefieren saltar que quemarse vivos…); “Junto a la vía del tren” habla de los cadáveres de quienes intentan huir de los vagones que los llevan como ganado a los campos de concentración; “El hombre es fuerte” cuenta la experiencia de un hombre que trabaja enterrando los cadáveres de los judíos que son gaseados en el interior de los camiones que los transportan… Historias espeluznantes que nos recuerdan que ha habido una época en que la crueldad y el sadismo han llegado a muy altas cotas.
El horror desnudo, despojado de sentimentalismo, presentado en pequeñas y crueles dosis, se convierte en una bola difícil de digerir que nos hiere por donde pasa.

La realidad es soportable porque no la experimentamos en su totalidad. O no la experimentamos toda a la vez. Nos llega en fracciones de acontecimientos, en briznas de relatos, en ecos de disparos, en lejanas humaredas que se desvanecen en el cielo, en incendios de los que dice la historia que «reducen a cenizas», aunque nadie se imagina el alcance de estas palabras. Esa realidad que es lejana y al mismo tiempo se desarrolla al otro lado del muro no parece verdadera. Solo el pensamiento puede intentar recomponerla, fijarla y comprenderla.

Y en otro momento nos dice algo no por obvio menos terrible:

Esta empresa, pensada y realizada con tanto rigor, fue obra de hombres. Fueron hombres quienes la ejecutaron y hombres quienes la padecieron. Fueron hombres quienes a otros hombres depararon semejante destino.

5 comentarios:

conde-duque dijo...

Tiene buena pinta, no había oído hablar de este libro ni de la autora. Estaré atento.
Un abrazo.

Anabel Rodríguez dijo...

Gracias por la recomendación, me lo apunto en mi lista de la compra (de libros por supuesto).
Un saludo

Elena dijo...

La verdad es que me atrae muchísimo este tema. De hecho acabo de terminar Suite Francesa, de Irene Némirovsky, y tengo en la recámara los Diarios de Hélène Berr. Sin embargo, creo que este libro que recomiendas no es lectura para mí en estos momentos (me encuentro especialmente sensible), aunque tomo nota para más adelante. Gracias por esta estupenda recomendación.

Un saludo

Raúl dijo...

Esos extractos en cursiva que transcribes, son interesantisimos.

JOSÉ ROMERO dijo...

La sola descripción de los relatos te pone los pelos de punta y llega al estómago. Pensar que hoy en día hay masacres todavía por el mundo. Y son hombres quienes las ejecutan, son hombres quienes las padecen y son hombres quienes las permiten.