Antonio Orejudo, en su columna del diario Público, llamada “¿Soy yo o es la gente?”, escribe el miércoles 11 de Junio de 2008 un artículo titulado “Que les den morcilla”. Habla esencialmente de los grandes cocineros, y concluye diciendo que “se parecen cada vez más al gremio nada respetable de los escritores”. Afirma que a los escritores les cuesta hablar de los colegas con admiración: “No me imagino a un cineasta escribiendo el artículo de Muñoz Molina el sábado pasado en Babelia. Y mira que era elegante. O el de Javier Marías en el dominical de El País, regañón como siempre…”
Javier Marías, en “La Zona Fantasma”, publica su artículo titulado “Las facturas de la admiración”, en el que viene a decir que cuando un escritor expresa su admiración hacia otro es siempre porque espera algo a cambio y, si no lo recibe, muestra inmediatamente su desprecio. Dice que, de joven, le dieron el siguiente consejo: “Si le dedicas un ejemplar a otro escritor, no dejes de ponerle «con admiración», se la tengas o no; porque si no se lo pones te harás un enemigo sin querer”. Pero claro, el joven Marías sólo siguió ese consejo en los casos en que sentía admiración de verdad, motivo por el cual “durante muchos años no existí para gran parte de mis mayores, españoles e hispanoamericanos”.
Prosigue explicando que, ahora que ya es un escritor maduro, los jóvenes le envían sus libros dedicados “con admiración” y, si no los lee o no le gustan, dejan de tenerle admiración. “El bloguero R me mandó un libro suyo humorístico en cuya dedicatoria me aseguraba que el humor era una forma de admiración; lo hojeé, y al ver que, en contra de lo que él creía, Dios no lo había llamado por esa senda (no tenía ni puta gracia, ni la tiene jamás), me abstuve de contestarle; desde entonces sólo me llegan ecos de sus diatribas contra mí, y me pregunto qué se hizo de la humorística admiración”. Añade que por suerte hay excepciones, pero son las menos.
Me hace gracia esa anécdota del bloguero, sobre todo porque recuerdo que Javier Marías siempre se jacta de no utilizar internet. Así son las cosas.
Prosigue explicando que, ahora que ya es un escritor maduro, los jóvenes le envían sus libros dedicados “con admiración” y, si no los lee o no le gustan, dejan de tenerle admiración. “El bloguero R me mandó un libro suyo humorístico en cuya dedicatoria me aseguraba que el humor era una forma de admiración; lo hojeé, y al ver que, en contra de lo que él creía, Dios no lo había llamado por esa senda (no tenía ni puta gracia, ni la tiene jamás), me abstuve de contestarle; desde entonces sólo me llegan ecos de sus diatribas contra mí, y me pregunto qué se hizo de la humorística admiración”. Añade que por suerte hay excepciones, pero son las menos.
Me hace gracia esa anécdota del bloguero, sobre todo porque recuerdo que Javier Marías siempre se jacta de no utilizar internet. Así son las cosas.
Por su parte, el artículo de Muñoz Molina, titulado “El integrado, el apocalíptico”, me ha parecido excepcional, debo admitirlo. En él plantea cómo, a fin de cuentas, cada uno cuenta la historia según le va. Utiliza a dos escritores muy contrapuestos: Ruiz Zafón y Juan Goytisolo. Uno, autor de bestseller, protagonista de la mayor tirada editorial de nuestro país; el otro, un autor de culto, de minorías, cuya calidad literaria ha motivado numerosos estudios. El primero afirma en una entrevista que los personajes “deben definirse a través de sus acciones y de sus palabras, no echando un rollo patatero en un párrafo inmenso”. El segundo afirma en otra entrevista que los bestsellers son “productos editoriales que siempre han existido y gracias a los cuales las casas editoriales pueden permitirse el lujo de publicar textos literarios”.
Los dos coinciden en sentirse fuera del mundillo literario, pero por razones radicalmente opuestas. Muñoz Molina, con mucho acierto, recuerda que una obra de calidad puede ser un bestseller (Lolita, Vida y destino, Bella del Señor…), y también que una historia transparente no tiene por qué estar exenta de matices que no se agoten en ninguna lectura. Y concluye que “más allá de la página y del gusto o el desaliento de escribir no hay nada seguro, ni la calidad de lo que hacemos, ni la resonancia que tendrá”.
Son textos muy interesante que reflejan el mal rollo que parece existir dentro del gremio de los escritores, donde cada uno pontifica según su propia experiencia y no duda en despreciar al de enfrente. Mal nos lo pintan. Yo espero que la cosa no sea así o, al menos, que no sea así siempre. Tiendo a pensar que en las entrevistas, a veces, uno debe improvisar y soltar cosas que, tal vez, no había meditado suficientemente. Por otra parte, parece que cuando uno habla de otros autores, lo hace pensando que, en cierto modo, está dando una información sobre su forma de escribir. Si digo que admiro a Dostoyevski, verán que soy un genio, y si hablo de Carver, dejaré claro que me gusta el realismo y el estilo despojado, mientras que otros autores nunca deben ser mencionados si no quieres que alguien te dé un tomatazo.
Quiero, para terminar, dedicar este texto a Antonio Orejudo, a Javier Marías y a Antonio Muñoz Molina, con admiración (por si acaso).
Quiero, para terminar, dedicar este texto a Antonio Orejudo, a Javier Marías y a Antonio Muñoz Molina, con admiración (por si acaso).
17 comentarios:
El gremio de los chefs está sobrevalorado hoy en día y habría que regresarlos a donde pertenecen... a la cocina!!!!
Ruiz Zafón está sobrevalorado al parejo de sus ventas, a Goytisolo a ver quien lo valora,y solo admiro a aquellos escritores sin publicar o apenas publicados, que se empeñan a toda costa en seguir escribiendo en busca de un lector.
Cuando has vendido mas de 10000 libros, por decir pocos, es dificil pensar en hambre; de cualquier forma, Todos somos producto de nuestro entorno.
Un saludo, buen espacio.
En el gremio de los escritores hay mucho ego suelto... es muy difícil que las relaciones sean normales. Yo admiro a muchos escritores, pero tengo la suerte de ser sólo lector, así no hay suspicacias.
Terminas tu texto de manera simpàtica.
Es increible que ni del bello mundo de la literatura, se salva de tanto conflicto, de dimes y diretes, envidias y etc.
Se dice por ahì, que no nos enteremos de nada de ellos, de sus declaraciones, que sòlo nos dediquemos a leer sus libros. Y bueno, es cuestiòn de equilibrar las dos àreas.
Lo que no comprendo a veces, es como ciertos escritores quieren que los lean, pero ellos no leen a nadie. En fin.
Tù siempre dejàndonos reflexiòn y ganas de seguir hablando.
Mientras, sigo con el gusto de leer.
Abrazos.
G
No creo que haya que darles demasiada importancia a estos dimes y diretes del mundillo literario. Para mí el verdadero Javier Marías es el de sus novelas y relatos, del que, por no decir que le admiró, diré que le agradezco la felicidad que me ha proporcionado con ellas. Otro tanto podría decir de Muñoz Molina. De Goytisolo y Ruíz Zafón, no; pero porque mi anarquismo lector no me ha llevado a sus libros todavía.
Me divirtió tu post, Miguel.
Lo que empieza a suceder entre los cocineros es indicio de que su status entra ya de lleno en lo artístico. La vanidad se lleva mal con la generosidad. El artista es inevitablemente vanidoso. Y los escritores son especialmente sensibles a esa patología. Debe uno de tenerse en mucha estima como para atreverse a contarle a los demás lo que se le ocurre, pretendiendo, además, vivir de hacerlo. Nos gusta tanto que nos adulen que nos volvemos un poco putas y vendemos hasta afecto fingido a cambio. Porque somos gente con una especial necesidad de cariño. En las bitácoras hay también mucho de esto. Les afecta a nuestras páginas una especie de hipertrofia de la cortesía social. Se vuelven ascensores para tipos que desean hablar de algo más que del tiempo. Que se intercambian en el breve transcurso de esos viajes, tanto en el propio edificio como en el del vecino, opiniones y comentarios. Supongo que sólo desde dos situaciones se puede permitir uno la crítica despreocupada hacia otros practicantes de la misma disciplina: cuando se hace despiadadamente y generalmente a través de de boutades por procurarse un nombre que aún no se tiene; o cuando se ocupa ya un escalafón suficientemente alto como para, con desprecio, por ajustar cuentas o por convencimiento y con argumentación precisa —caso este último que creo es del Muñoz Molina—, se dice lo que se piensa y sin tapujo alguno de otros compañeros de dedicación.
Un abrazo admirado –pero sincero-, Miguel.
Hola he llegado a tu blog a través de El Hueco de los Viernes y he leído con interés este post. Me ha venido a la memoria un cuento fantástico incluído en el último libro de Quim Monzó, Mil Cretinos. El relato se titula La Alabanza y trata de los halagos entre escritores. Un saludo.
Yo voy a admirarte por el comentario sobre los escritores, sus egos y sus fogones donde cuecen sus recelos y envidias. Por si acaso también.
Conocía el artículo de Muñoz Molina, y coincido con la reflexión que subyace.
Últimamente, y no sé yo si felicitarnos o no por ello, parece salir a la palestra la tensa relación existente en el mundo de las letras españolas; reminiscencia, la más peregrina ciertamente, del sagrado Siglo de Oro.
Recuerdo haber oído a una escritora comentar que los escritores eran, precisamente, los que más decepcionaban, ya que se les identificaba con su literatura y a menudo la mezquindad sorprendía mucho más que no en otras profesiones.
Pues resulta que también son humanos, claro.
Creo que cosas así suceden en muchas profesiones, en casi todas, aunque las hay más mediáticas, como es el caso de los cocineros de élite actuales o de ciertos arquitectos. Una cosa es la 'marca' y la otra la realidad.
Las peleas entre escritores pueden ser graciosas durante un rato (nos demuestran lo infantiles y rencorosos que son), pero enseguida cansan y aburren. Todo es culpa de la vanidad, como dice Diarios. (También es cieerto lo del peloteo...)
Leyendo hace un rato el blog de Rafael Reig he visto que Marías se refería a él con eso del "bloguero R". En fin, creo yo que ahí se delata más el acusador, porque se ve lo mucho que le molestan las críticas (para mi gusto, agudas, ciertas y con mucha gracia) que le ha dedicado alguna vez Reig.
En fin, cuando hay sentido del humor y aguda ironía por enmedio la cosa tiene interés, pero las pataletas rabiosas dan un poco de lástima.
Un saludo.
oye!
¿tú eres escritor, no?
Miguel me ha gustado mucho este post, es muy fino, al igual que lo era el de Muñoz Molina. El de Orejudo no lo había leído y de Marías para qué hablar, ya le conocemos todos, lo que hay que hacer es leer sus libros y dejarnos de monstruos sagrados que claro, luego decepcionan. Una cosa es el escritor y otra el hombre.
Un saludo
José R., seguir escribiendo con lector o sin lector, con publicaciones o sin ellas, con desesperación, con ansiedad y sin banalidades ni rencillas estúpidas.
Producciones, un saludo.
Palimp, es verdad que hay mucho ego suelto, mucha mirada por encima del hombro, mucho orgullo y menosprecio hacia el que está tanto por debajo como por encima. Pero quiero pensar que también hay generosidad, comprensión, humildad y camaradería. Habrá de todo, supongo, aunque en el caso que expongo el cruce de acusaciones creo que no tiene desperdicio.
Graciela, me quedo con esa reflexión tuya sobre que ciertos escritores quieren que los lean pero ellos no leen a nadie. Muy cierto. Me lo apunto.
Malambruno, es cierto. Yo tengo buena opinión de Javier Marías, y algunos de sus libros tienen un lugar especial en mi biblioteca, como "Negra espalda del tiempo", por ejemplo. Y lo mismo de los demás, aunque tampoco he leído a Goytisolo y "La sombra del tiempo" no lo terminé, pero no por el libro sino por mí. No pretendía darle importancia al asunto sino, tal vez, lo contrario, señalar lo que tiene de divertido.
DR, la vanidad es la culpable. El caso de la crítica despiadada mediante boutades que pretenden, a fuerza de insultar al grande, hacerse con un nombre, es algo que me desagrada mucho más que este intercambio de indirectas directas.
José Noguera, gracias por tu aportación. Tendré que leer el relato que mencionas.
Elena casero, muy amable. Un comentario muy divertido.
Raúl, pues yo creo que estas discusiones, siempre que se mantengan dentro de los límites de la cortesía, sin excederse, son más positivos que negativos.
Júlia, yo pienso que en todas partes hay de todo. También hay escritores que elogian a otros sin que busquen ningún beneplácito por ello, también hay amabilidad y generosidad. Y entre los cocineros, ya vemos que también empiezan a aflorar los malos rollos.
Conde-Duque, totalmente de acuerdo. Las pataletas rencorosas dan lástima. Gracias por el dato del blog de Rafael Reig. No lo sabía. Lo acabo de leer y completa perfectamente el cruce de acusaciones. Y también es muy divertido.
Jodydito, ¿y tú?
Olvido, es verdad que una cosa es el escritor y otra el hombre, pero hay veces que, aunque uno no quiera, uno influye sobre el otro.
Al final, no obstante, creo que siempre es la obra la que sobrevive por encima del autor.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
Pues yo admiro sinceramente al escritor que tú eres, y algo amigos somos; al escritor Miguel Ángel Muñoz, menos amigo ahora; a Muñoz Molina, poco amigo ahora, aunque lo fue antes. No mezclo unas cosas con otras y de lo que jamás podrá acusarme nadie es de retirar mi defensa o alabanza del escritor porque ya no sea amigo. Pero sí es cierto que este mundo literario está hinchado de egos vanos y dolidos. Y que se hacen favores buscando favores -en certámenes y premios literarios son incontables - y que hay mucho compadreo. Pero la literatura es una necesidad para el que la tiene y es lo único que cuenta. El resto, como me dijo una vez mi muy admirado, aunque poco amigo ahora, Muñoz Molina, "son disonancias". Qué gran verdad.
Yo soy de las que creen que hay que mantenerse a "cierta distancia" del mundo de los escritores porque hay mucho ego, juegos raros y asuntos incomprensibles.
Por eso siempre busco estar rodeada de mi familia y amigos más íntimos y cercanos. Así mantengo los pies en la tierra, así permanezco en contacto con las cosas que realmente importan.
Los chismes entre los escritores son solamente eso: chismes.
La literatura es otra cosa.
Excelente entrada.
Ah, te dejo también mi admiración, por si las moscas. :)
Yaaa, ahora en serio, un abrazo, amigo.
Francisco, siempre tan generoso y amable conmigo. No sabía que habías sido amigo de Muñoz Molina.
Estoy de acuerdo en que una cosa es la obra, la necesidad de escribir, y otra las "disonancias".
Rosa, los chismes ayudan a animar el mundillo literario. Me gustan estas polémicas, he de reconocerlo, aunque no hay que darles demasiada importancia, claro. Lo importante, lo que ha de quedar, es la obra.
Un abrazo muy fuerte.
Publicar un comentario