jueves, diciembre 13, 2007

Nocilla Dream


Un libro que ha causado un tremendo revuelo, que se ha abierto camino por sí solo, misteriosa e inevitablemente, que recibió el espaldarazo definitivo al ser elegido por la revista Quimera como el mejor libro de 2006 y que ha servido para bautizar a la nueva generación de escritores, la Generación Nocilla, formada por gente que narra de un modo fragmentario, con influencia no sólo literarias sino también audiovisuales, es más, el libro podría decirse que se parece en cierto modo a un blog.
Retazos de historias, episodios aparentemente inconexos, curiosidades, hacen discurrir el texto a distintos niveles, como en zigzag, llegando por momentos a dar la impresión de que se pierde la coherencia, la unidad. Sin embargo, la repetición de ciertos motivos y de algunos personajes nos recuerdan que nos encontramos ante un proyecto bien estructurado, que resuena como una melodía que combina ciertos acordes con una cadencia muy precisa.

Múltiples personajes se cruzan, textos de diferentes procedencias, sobre variadas temáticas, en un caos vertiginoso unido por motivos comunes, como la carretera interestatal US50 y el exboxeador Falconetti, dispuesto a recorrerla a pie, que actúan de hilo conductor, de punto de referencia en un caos tan vertiginoso como las llamadas autopistas de la información, que nos martillean con tantos datos que al final ya no somos capaces de oír nada, ni de diferenciar unas cosas de otras, todo se une en un incongruente y amorfo amasijo de conocimientos mutilados. Varios personajes y diferentes escenarios, repartidos por los más dispares lugares del mundo: una gasolinera en el desierto de Albacete, cuyo encargado lanza bolas de papel para que el viento las haga rodar; un aparta-hotel a las afueras de Las Vegas, en cuyo patio el argentino Jorge Rodolfo Fernández instala un espectacular y curioso monumento dedicado a Borges; la selva de Mozambique, donde se encuentras Niels y Frank y su proyecto de ratas entrenadas para detectar minas antipersonas; Pekín, donde reside el periodista austriaco Heine con su mujer Lee-Kung; el mexicano Humberto, en Salt Lake City o Isotope Micronation, donde viven Ted y Hanna, son algunos de los encargados de ensamblar este particular universo que transcurre por las páginas de Nocilla Dream, lleno de historias individuales, de episodios aparentemente independientes que, sin embargo, se encuentran unidos por una fina línea de causalidades. Historias reales que parecen ficticias e historias ficticias con referentes reales, cruzándose en ese terreno mítico que se nos describe a ritmo de zapping y atmósfera de sueño. Por el camino, se insertan breves textos de distinta procedencia, casi todos de carácter científico, que aportan claves sobre el libro, quizá sobre su composición, sobre sus leyes internas.

En un momento dado, describe el trabajo de la pintora Margaret Marley Modlin con las siguientes palabras: “Sus cuadros tienen una clara tendencia al surrealismo de Chirico, espacios amplios que no juegan con la escala sino con los puntos de fuga de lo inanimado, y ahí ella inserta, no a personas, sino arquetipos de personas, y eso, más que surreal, es pura mística: el ser humano y el punto en que desaparece. Como ella, que murió sin dejar rastro. Sólo en uno de sus cuadros hay un árbol”. Y yo tuve la impresión de que hablaba del planteamiento estético del libro que tenía entre las manos.

González Mallo es un escritor eficaz, capaz de transmitir historias, de comunicar curiosidades, de acumular datos, de un modo ameno, ágil, con una de esas armaduras que resultan invisibles para el lector, que se limita a dejarse llevar.
En definitiva, se trata de un libro interesante en muchos sentidos, por la cantidad de riesgos que afronta y de posibilidades que ofrece, pero también como proyecto globalizador, como lugar de encuentro de asuntos dispares, y esto sin dejar de ser en todo momento una lectura amena. Sin embargo, la visión dispersa de sus escenarios, la brevedad de los episodios, completa la visión global, como un puzzle, pero sacrifica la delimitación de los personajes, que se mueven en el límite del arquetipo, del apunte periodístico.

Autor: Agustín Fernández Mallo - Editorial Candaya

5 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

De la trilogía no he leido Nocilla experience ni Nocilla Lab, sólo he leido ésta, y comparto tu opinión, me parece muy buena. ¿Sabes? la imagen narrativa del árbol adonde cuelgan zapatos, la llevo fija, es genial.

Tu reseña es excelente, Miguel.

Francisco Ortiz dijo...

Es curioso cómo haces que les dé una segunda oportunidad a libros que desdeñé. El tono de tus escritos, sosegado y convincente, invita a ello.

JOSÉ ROMERO dijo...

Suena interesante la novela, la buscaré por estos rumbos. No del todo convencido, pero al tenerla en las manos decidiremos. Pero has despertado el interés.

Clarice Baricco dijo...

Un libro más que me regalas. Lo apunto en la lista y a buscarlo. Creo que con lo que cuentas, leeré un rompecabezas de esos que me gustan.

Abrazos.

Miguel Sanfeliu dijo...

Magda, los otros dos titulos de la trilogia todavía no han sido editados. Es cierto que la imagen del árbol del que cuelgan zapatos es muy original y también sirve de hilo conductor. Gracias.

Francisco, pues creo que este libro merece esa segunda oportunidad. Creo que es un trabajo importante.

José Romero, pues espero tu veredicto. Y espero que coincidamos.

Clarice, fíjate, pues en tu caso yo me atrevería a decirte que creo que te va a encantar.

Un abrazo y gracias por los comentarios