Miguel Delibes ha publicado toda su obra con la editorial Destino. Desde que ganara el premio Nadal en 1947 con “La sombra del ciprés es alargada”, ésa ha sido su editorial, así que cuando la colección “Áncora y Delfín” planeaba su número 1000, le propusieron que dicho número llevara su firma. Dado que Delibes ha manifestado en reiteradas ocasiones que no iba a escribir más narrativa, le propusieron que recopilara “aquellas reflexiones y notas que ha ido desgranando a lo largo de su vida, en cursos, seminarios y viajes por todo el mundo”. El resultado es el libro que lleva como titulo “España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela”.
Se trata de un libro atípico en la obra de Delibes, pero de gran interés. En primer lugar nos explica que ganar el premio Nadal le situó de golpe en el mundo literario español, un mundo al que ni siquiera se había propuesto pertenecer, pues no tenía lo que se dice una obra literaria elaborada. No obstante, esto no fue óbice para que se le catalogara como miembro de la “Generación de la inmediata posguerra”, compuesta por un pequeño grupo (Camilo José Cela, Carmen Laforet, Ana María Matute, Rosa Cajal, Manuel Pombo…) que bien figuraba como independiente o bien era unido a los llamados “Niños de la guerra”, donde figuraban nombres como Sánchez Ferlosio, Fernández Santos, Mercedes Salisachs, Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Medardo Fraile... entre otros. Nombres de gran importancia en la historia literaria española que, por el lugar que les tocó ocupar, han sido en muchos aspectos ninguneados, o al menos minusvalorados.
Realiza Delibes retratos, pequeños apuntes, sobre algunos de estos autores coetáneos suyos. Y nos cuenta anécdotas. Camilo José Cela, de quien dice que estaba siempre preocupado por aparecer en los periódicos. José María Gironella, autor de la novela “Los cipreses creen en Dios”, auténtico best-seller de la época. Carmen Laforet, que tras su sonado debut con la novela “Nada”, ganadora del premio Nadal, se sumió en el silencio, incapaz de asimilar el revuelo que su obra había causado. Rafael Sánchez Ferlosio, de quien cuenta que era incapaz de sujetarse a una rutina y, a veces, desaparecía durante semanas para volver demacrado, sin que nadie supiera lo que había hecho en ese tiempo. Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Tomás Salvador, Ana María Matute, de quien prefiere sus novelas cortas, Juan y Luís Goytosolo, entre otros. Apuntes rápidos, certeros, que nos aproximan a nombres en muchos casos relegados a un injusto segundo plano. Y, mientras nos habla de ellos, vamos aproximándonos también a él, a Delibes, un hombre sereno, que no se deja impresionar por las salidas de tono y que analiza a sus colegas con inteligencia y un cierto sentimiento de camaradería.
La segunda parte está formada por “Cuatro conferencias en torno al fenómeno narrativo”, lo cual no deja de ser un acontecimiento, pues Delibes no es persona que se prodigue en artículos teóricos.
Los cuatro textos son muy interesantes y nos desvelan la opinión de Delibes respecto a la literatura, su concepción estética, sus ideas sobre el arte: “al verdadero artista siempre le será posible derivar, poner en juego otros recursos expresivos. Lo único imposible será reducirle al silencio cuando verdaderamente tiene algo que decir”. Nos habla de la importancia que tiene para él el personaje como eje central de la obra, y afirma que todo debe girar en torno a él, incluso la estructura y el estilo. Clasifica en cinco grupos las preocupaciones estéticas de los escritores de la posguerra y, en la última conferencia, una de las más interesantes, titulada “Confidencia”, no duda en decir que podrían incluirse libros suyos en todas esas corrientes. Curiosamente, este es el único texto en que habla de sus obras directamente, aunque no con exhaustividad. Nos cuenta que el personaje central de Cinco horas con Mario estaba, en un principio, vivo. Y nos desvela su particular teoría sobre la novela: “Para mí, una novela requiere un hombre (un protagonista), un paisaje (un ambiente) y una pasión (un móvil)”. Delibes habla con una sinceridad que nos llega hondo, da la impresión de que realmente se desnuda en cada una de sus letras, para terminar admitiendo que, como novelista, ha adoptado siempre una actitud moral, pese a que es consciente de que “la moral nada tiene que ver con el arte, antes bien, es un lastre para ella”.
La guerra parecía haberlo devastado todo, pero de entre las cenizas y el horror, un grupo de jóvenes se empeñaron en resucitar la novela, en circunstancias muy difíciles y con una inquebrantable determinación. Era inevitable que predominara una corriente realista, pues después de una guerra no parece haber lugar para la lírica. Uno de esos hombres, silencioso, decidido, de honda sensibilidad y un estilo limpio y cuidado, es Miguel Delibes.
Se puede leer el principio del libro aquí.
8 comentarios:
Siempre me ha fascinado Delibes, como autor y como persona. "El hereje" me parece uno de los mejores libros que he leído nunca.
Un saludo
Toma nota de tus recomendaciones. Otro pendiente necesario.
Abrazo
Valiosa aportación este post, amigo. Cuántos no saben aún de la grandeza de Delibes, de Matute, de Aldecoa, de Fernández -Santos...Esto de los blogs es a veces una memoria utilísima, un contrapeso a tanto papel mojado, a tanta letra muerta que circula por ahí encuadernada y a veinte euros marcada en su espalda. Un abrazo.
Como siempre, una magnífica incitación a la lectura.
Un abrazo
Muy bueno tu comentario, como bien dices a muchos nos has refrescado la memoria sobre algunos autores de ese segundo plano, muy interesante tus tres blogs, los he visto los tres y tienes un sentido literario estupendo Y POR FAVOR piensate lo de dejar de publicar las citas, yo siempre he creido que a veces son muy necesarias, como si fuese un soplo de aire fresco..
Muchos saludos y sigue así, me gustaría que visitases mi blog y me dises tu opinión y también quería proponerte la idea de intercambiar nuestros enlaces.
Atentamente Luis
http://literaturaycomentarios.blogspot.com/
Aputando queda.
Delibes siempre ha sido un ejemplo literario y ético.
Aún recuerdo con emoción la lectura de El hereje.
Buen comienzo, Miguel, para tu segundo año de bitácora.
Un abrazo.
Miguel, tomaré nota. Te confieso que no he leído nada de Delibes, pese a que me lo han recomendado en varias ocasiones. Es uno de los tantos autores que tengo pendiente.
Un abrazo.
de acuerdo, con lo que dices de Delibes, en esa última frase.
Pero, de entre todos esos nombres que hay en el post y de los que habla, por lo visto, Delibes, hay uno, que para mi, sobresale por encima de todos ellos; Jose maría Gironella, creo que es el más grande escritor olvidado que tiene España de esa época y puede que de otras muchas. Su locura fue el paradigma de su escritura, parece mentira, pero así fue.
Saludos
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