Hay actores que sabemos que no nos van a decepcionar nunca. Es el caso de Philip Seymour Hoffman y Meryl Streep, por ejemplo, protagonistas de la excelente película “La duda”, que nos plantea dilemas morales y nos habla del bien y del mal, de la convicción y de la justicia.
El asunto va desplegándose ante el espectador con minuciosidad, marcando indicios en un sentido y en otro, detalles que nos perturban, actitudes que nos parecen despóticas si son injustas pero que no dudaríamos en reclamar si tuvieran razones fundadas. No debemos olvidar que, en muchas ocasiones, son las convicciones las que mueven el mundo, la fe ciega en algo, la confianza en uno mismo y la entrega intensa por lo que uno cree, posturas todas estas potenciadas y alabadas por la sociedad. Sin embargo, esta película nos hace ver que la verdad no siempre resulta evidente; es la duda la que se manifiesta con fuerza y ante la que nos rebelamos. La sensación que nos deja, el objetivo de John Patrick Shanley, autor y director de la cinta, es precisamente hacer ver que no se puede ignorar que una convicción no es, o no debe ser, motivo suficiente para justificar un veredicto, pese a que eso ocurre con más frecuencia de lo que nos gustaría admitir.
El asunto va desplegándose ante el espectador con minuciosidad, marcando indicios en un sentido y en otro, detalles que nos perturban, actitudes que nos parecen despóticas si son injustas pero que no dudaríamos en reclamar si tuvieran razones fundadas. No debemos olvidar que, en muchas ocasiones, son las convicciones las que mueven el mundo, la fe ciega en algo, la confianza en uno mismo y la entrega intensa por lo que uno cree, posturas todas estas potenciadas y alabadas por la sociedad. Sin embargo, esta película nos hace ver que la verdad no siempre resulta evidente; es la duda la que se manifiesta con fuerza y ante la que nos rebelamos. La sensación que nos deja, el objetivo de John Patrick Shanley, autor y director de la cinta, es precisamente hacer ver que no se puede ignorar que una convicción no es, o no debe ser, motivo suficiente para justificar un veredicto, pese a que eso ocurre con más frecuencia de lo que nos gustaría admitir.
No he podido evitar recordar una película titulada “Indictment”, protagonizada por James Woods (otro actor infalible), que se basaba en el caso real de la familia McMartin que regentaba una escuela infantil y que fue falsamente acusada de llevar a cabo verdaderas orgías con los niños. Nadie puede superar una humillación de este calibre, ni siquiera la demostración de su inocencia ante un jurado podrá ya lavar su imagen.
En el caso de “La duda”, la acción transcurre en un colegio religioso en el Bronx, adscrito a la iglesia de San Nicolás, en el año 1964, una época de turbulentos cambios políticos y sociales en EE.UU. La hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep) dirige el colegio con férrea disciplina, fiel a códigos de conducta inamovibles e incuestionables. El padre Flynn (Philip Seymour Hoffman), por su parte, es un hombre carismático y sociable, abierto a los cambios, cuya flexibilidad chocará con la rigidez de la directora. El colegio acaba de admitir a su primer estudiante negro, Donald Miller, cuya integración no está resultando fácil, y para quien el padre Flynn es un apoyo fundamental. Será esta relación, vista por la hermana James (Amy Adams), que cree detectar en ella detalles que pueden llevar a conclusiones preocupantes, el detonante de una lucha, no por contenida menos encarnizada. Cuando la joven le confía a la hermana Aloysius Beauvier sus inquietudes respecto a la relación entre el padre Flynn y el alumno, las sospechas se convierten en certezas incuestionables.
Se suceden varios momentos de gran intensidad y emotividad, como la conversación entre la hermana Aloysius y la madre de Donald, la señora Miller (Viola Davis), o el magnífico sermón del padre Flynn sobre el poder de los rumores.
Basada en la obra de teatro del mismo título, ganadora del premio Pulitzer, “La duda” es una película milimétrica, en la que cada detalle tiene su razón de ser y cuyos diálogos son soberbios. Nos enfrenta a nuestros propios miedos y prejuicios, al modo en que pueden fundarse creencias por las que podemos llegar a luchar con convicción pese a que no se sustenten en nada tangible, tan solo en una sospecha o una duda.
3 comentarios:
La vi este finde y aunque las interpretaciones me parecieron soberbias, el hilo argumental no acabó de convencerme. Se me hizo algo pesada y reiterativa. No obstante, los protagonistas están espléndidos, y desde luego, es una gran película. Por si no la has visto aún, te recomiendo que veas la gran ganadora, Slumdog millionaire. Al margen de las polémicas que ha suscitado, la película es preciosa. Este fin de semana quiero ver The Reader, que es otra de las que me ha atraído mucho desde que la vi anunciar. Creo que este año la calidad de las películas nominadas a las Oscar era muy notoria.
Un saludo
Me ha interesado mucho esta reseña, gracias. Hace poco me hablaron muy bien de esta película. Saludos
No la he visto y no puedo opinar, pero los actores me encantan, creo que son soberbios.
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