Ahora que está a punto de estrenarse la película protagonizada por Kate Winslet, cada vez más espléndida, y Leonardo DiCaprio, a quien no acabo de imaginar en este papel, dirigidos por Sam Mendes, tal vez sea un buen momento para acercarse al magnífico libro en que se basa: un indiscutible clásico de las letras norteamericanas.
Recuerdo que una de las cosas que pensaba conforme iba leyendo “Vía revolucionaria”, de Richard Yates, era que así es como me gustaría escribir a mí. Primera sensación, por tanto: una envidia sana que me mantenía alerta ante los recursos que el autor iba desplegando página tras página. Su manejo del tiempo, la agilidad con que nos desplazamos a un recuerdo concreto del pasado y volvemos a la acción, y unos capítulos más adelante ese recuerdo se nos vuelve a hacer palpable por el simple hecho de intercalar un trozo de diálogo, entre paréntesis, fuera de lugar, tan sólo para hacernos recordar algún detalle. Magistral. Y el modo en que la voz del personaje se inmiscuye en la descripción, haciéndose más palpable, como en el siguiente ejemplo: «Sí, por supuesto, la gente cambia, se decía a veces; imagino que lo que pasa es que me vuelvo vieja».
Todo esto hace que la acción fluya con una naturalidad excepcional. Yates conduce la historia con mano firme, señalando aquellos detalles que son relevantes, dirigiendo con precisión nuestra mirada y presentando los hechos detallada e inexorablemente. Asistimos impotentes al deambular de los personajes, a su desorientación, a su desesperación en suma.
El libro nos cuenta la historia del matrimonio formado por Frank y April Wheeler, que se encuentran en ese momento de la vida en que uno empieza a asumir sus propios fracasos, y se esfuerza por aceptar el lugar que le ha tocado ocupar en la sociedad. Una sociedad en la que la búsqueda de seguridad y bienestar conlleva cierta alienación y conformismo, lo cual queda subrayado por el hecho de que Frank trabaje en el mismo lugar en que lo hizo su padre, por una ironía del destino, ya que no era eso lo que él deseaba. Sin embargo, parece aceptar las cosas con resignación y su rebeldía le empuja a buscar consuelo en brazos de una joven secretaria. April, por su parte, se opone frontalmente a aceptar que los sueños han terminado, que se han convertido en una familia de clase media dispuesta a aceptar la mediocridad con tal de mantener una casa con jardín, se revuelve y se le ocurre una solución: se trasladarán, con sus dos hijos pequeños, a París. Allí, ella trabajará mientras Frank intentará encontrar su verdadero destino. Tanto April como Frank tienen un concepto de sí mismos que les sitúa por encima de sus amigos y vecinos. Desde este planteamiento, Yates nos recordará que no siempre es posible escapar, que perseguir un sueño puede terminar convirtiéndose en pesadilla, que no hay lugar para las grandes gestas en ese mundo manufacturado y edulcorado que envuelve la muerte de las ilusiones. Nos introduce en el hogar de los Wheeler y luego revisa los rincones, levanta los muebles y nos muestra la mugre, con una actitud de pesadumbre, de tristeza.
Yates adopta una actitud como escritor que le emparenta con gente como John Cheever, Tobías Wolff, Lorrie Moore o John Updike, todos ellos capaces de encontrar sus grandes temas en la aparente banalidad de las vidas corrientes.
“Vía revolucionaria” acaba de ser editada por Alfaguara, que también tiene prevista la edición de otra novela de Yates titulada “Las hermanas Grimes”. Espero que no se detengan ahí y podamos disponer también de los relatos de este autor, de los que existe una edición inencontrable en Emecé-Argentina con el título “Once tipos de soledad”.
7 comentarios:
el padre literario de cheever, si senyor; gran apunte sobre la maestria de su estilo... en mi opinion, alguien que tambien bebe mucho de el es richard ford
(disculpa la falta de acentos; es culpa del teclado; te comento desde un portatil muy poco espanyol)...
Yo también espero que Alfaguara vaya publicando la obra de este maestro de la narrativa que es Yates. Por cierto, "Las hermanas Grimes" se titula en el original "The Easter Parade" y con este mismo título ("Desfile de Pascua") Ultramar Editores la publicó en España en 1977, siguiendo la edición de la argentina Emecé. Sería interesante cotejar la acogida que tuvo esta novela entonces, pero me temo que pasó con más pena que gloria; lamentablemente, pues se trata de otra magnífica novela.
No conocía al escritor y me gustaría leer el libro antes de ver la película.
Uno más que me presentas.
Abrazos.
Ay, y que me pilla a contracorriente, en un momento en que pienso que habría que apostar por el cambio, por la posibilidad del cambio, por la utopía del cambio y de la dignidad de ser feliz y hacer felices a los demás. Y qué bonito sería verlo en libro, pues lo más difícil no es levantar cortinas sino narrar hacia adelante, abiendo caminos, sugiriendo vías, revolucionando de verdad vidas que sí cambian y mejoran y pueden servir de trampolín, de faro. Tendré que volver a leer ciencia ficción utópica.
Un abrazo.
Miguel,
No he visto la película ni leído el libro, pero me gustaría hacer ambas cosas. Aunque prefiero comenzar con el libro. :)
Al parecer la actuación de Kate en esa película la encamina al Oscar (por lo menos en los Golden Globe le fue bien). Me parece una actriz convincente, capaz de dar buenos registros dramáticos. A mí ella me gusta pero nunca me ha convencido esa pareja Kate-Leonardo. Pero bueno...
Abrazos.
Posdata: El otro día vi Apocalypto y estoy totalmente de acuerdo con la reseña que escribiste hace un tiempo. ¿Ves que tengo buena memoria?
Admito que he descubierto a Yates gracias a Sam Mendes. La película me ha parecido excelente, y una película excelente no se puede hacer a partir de un mal texto, así que seré de los que dé más negocio a Alfaguara, seguro.
Gracias por la recomendación.
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