El autor no debe nunca explicar cómo se sienten sus personajes. Este me parece un principio fundamental. Y una lucha constante. A veces uno se inclina a explicar las cosas demasiado. Y esto puede hacer zozobrar un texto.
Dice Medardo Fraile: “Ni una sola concesión al estilo para exhibir, fuera del tema, ingenio, humor o cualquier otro hallazgo inoportuno, poniéndose el autor en primer plano y asomando la oreja vanidosamente”.
El autor no debe inmiscuirse en la acción, hay que intentar que sean los personajes los que, a través de su comportamiento, indiquen lo que sienten o piensan.
No es suficiente con decir que Fulano estaba aterrado. El lector tiene que verlo correr, gritar, cómo le cae algo de las manos, como intenta colocarse cerca del cuchillo de la cocina, cómo sube los cristales del coche y baja los seguros…
No basta con decir que Mengano estaba triste. Hay que verlo hundido en su sillón, pasando los canales de la televisión sin ver ninguno, o asomado a una ventana, o parado dentro de su coche, o dando vueltas por el barrio hasta que se da cuenta de que se ha perdido.
Y algunas cosas sólo deben intuirse, como el dolor de una despedida:
Edna me rodeó con sus brazos y acercó sus labios a los míos. Percibí el perfume de su pelo, la suavidad de su piel. La abracé con fuerza. Luego ella se soltó, me miró a los ojos y dio media vuelta. Sabía que no nos volveríamos a ver. La vi alejarse calle abajo. Estuve allí parado, en medio de la acera, hasta que desapareció de mi vista.
En este párrafo, creo que aún se dan demasiadas explicaciones. Para que funcione, debería eliminarse también la frase “Sabía que no nos volveríamos a ver”. ¿O tal vez no?
Dice Medardo Fraile: “Ni una sola concesión al estilo para exhibir, fuera del tema, ingenio, humor o cualquier otro hallazgo inoportuno, poniéndose el autor en primer plano y asomando la oreja vanidosamente”.
El autor no debe inmiscuirse en la acción, hay que intentar que sean los personajes los que, a través de su comportamiento, indiquen lo que sienten o piensan.
No es suficiente con decir que Fulano estaba aterrado. El lector tiene que verlo correr, gritar, cómo le cae algo de las manos, como intenta colocarse cerca del cuchillo de la cocina, cómo sube los cristales del coche y baja los seguros…
No basta con decir que Mengano estaba triste. Hay que verlo hundido en su sillón, pasando los canales de la televisión sin ver ninguno, o asomado a una ventana, o parado dentro de su coche, o dando vueltas por el barrio hasta que se da cuenta de que se ha perdido.
Y algunas cosas sólo deben intuirse, como el dolor de una despedida:
Edna me rodeó con sus brazos y acercó sus labios a los míos. Percibí el perfume de su pelo, la suavidad de su piel. La abracé con fuerza. Luego ella se soltó, me miró a los ojos y dio media vuelta. Sabía que no nos volveríamos a ver. La vi alejarse calle abajo. Estuve allí parado, en medio de la acera, hasta que desapareció de mi vista.
En este párrafo, creo que aún se dan demasiadas explicaciones. Para que funcione, debería eliminarse también la frase “Sabía que no nos volveríamos a ver”. ¿O tal vez no?
9 comentarios:
El fragmento entero es tópico. A mi modo de entender, claro. Y creo que sin él también, sin mi modo de entender.
Estoy de acuerdo en que no hay que decir, sino mostrar cómo se sienten los personajes, pero dependiendo del cuento y de la pericia autor, una frase puede estropear una historia o todo lo contrario.
En el caso que propones, creo que no sobra esa indicación de que no se volverían a ver. Uno siempre corre el riesgo de no volver a ver a alguien cuando se despide, eso es cierto. Ahora bien, cuando ya es tan seguro que no van a volver a verse, el narrador debe decirlo y el lector debe saberlo, porque eso hace que cobre otra dimensión ese abrazo y el olor de ella, lo que se dice en esos últimos momentos o no se dirá ya nunca. Es una opinión, claro.
Un saludo, Miguel.
En ocasiones con los personajes me siento como si estuviera rodeada de hijos adolescentes a los que les hubiera salido el primer trabajo, la posibilidad de independizarse. Qué dificil es dejarlos marchar. Pero qué peligro es mantenerlos tuyos, a tu lado. Es cierto, de esa manera no llegan a trasmitir nada.
Ya estoy de vuelta. O eso creo. He decidido tomar la novela con más calma. La calma estaba desapareciendo por completo de mi día a día y de las letras.
Un abrazo
Que difícil opinar sin saber el antes y el después del párrafo. Hay varias opciones a considerar:
a) quitarlo
b) quitarlo y ponerlo al final de la frase
c) o quitarlo y añadir una frase nueva que remate.
d) o dejarlo como está
e) o...
Si, me doy cuenta del embrollo, pero quise opinar Miguel.
Saludos.
en mi opinion eso que dice uste solo vale apra determinado tipo de novelas, naturalistas, realistas, o como se quieran etiquetar...no vale para textos imposibles como el quijote o el tristram sahndy, ni para toda esta horda de autoficcionandos que nos acribilla en estas epocas, para los que el autor, ellos mismos, resulta una presencia insustituible y/u homnipresente
Es muy dificil escribir un relato sin que se asome a sus páginas el aliento, el encanto del autor, muy difícil si no quieres ser un sencillo relator.
Saludos cordiales
Hola, Miguel.
Se me hace difícil darte una opinión sobre el párrafo que pones ya que tendría que leer el texto completo.
Interesante esta entrada sobre un asunto del que he escuchado mucho hablar. Creo que también depende un poco del género. Es más común en el cuento lo de que el escritor no se inmiscuya en la acción y no explique cómo se sienten los personajes, sino que sean ellos mismos que se muestren.
En la novela los autores tienden a explorar mucho los personajes.
En el relato, este es uno de mis defectos. Yo soy como un torrente y comienzo a escribir, explicar y a veces hasta adjetivar de más, pongo tres cuando con uno basta. Así que esto es algo con lo que debo luchar, y lo estoy haciendo, ya que esa economía lingüística y la eliminación de una explicación innecesaria, le dará mayor tensión y fuerza a mis textos.
Abrazos.
Completamente de acuerdo con todo, Miguel. Frases del autor, no del texto.
Para mí sí sobre esa frase, también.
Un abrazo.
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