domingo, abril 29, 2007

Listas

Recientemente he podido ver interesantes iniciativas para resaltar buenos libros.

Miguel Ángel Muñoz, en su blog, “El síndrome Chéjov”, proponía una votación para elegir los mejores libros de relatos de los últimos veinticinco años (1982-2007).

Los ganadores fueron:

Catedral, de Raymond Carver
Llamadas telefónicas, de Roberto Bolaño
La velocidad de los jardines, de Eloy Tizón

Francisco Ortiz, por su parte, en su blog “Novela Negra y Cine Negro”, propuso buscar la mejor novela negra publicada. Los títulos más votados fueron los siguientes:

El sueño eterno, de Raymond Chandler
Los mares del sur, de Manuel Vázquez Montalbán

El blog de crítica literaria “La tormenta en un vaso”, coordinado por Care Santos, también ha elegido, en este caso, los mejores libros de 2006:

Premio Tormenta al mejor libro publicado en castellano en 2006









Parpadeos, Eloy Tizón.
Anagrama, Barcelona, 2006.

Premio Tormenta al mejor libro traducido al castellano en 2006








Me acuerdo, Georges Perec.
Traducción y prólogo de Yolanda Morató.
Berenice, Córdoba, 2006.


Bueno, llegado aquí, lo primero que uno debe hacer es felicitar a Eloy Tizón, ganador de dos de las tres votaciones. Supongo que la de Francisco Ortiz no la ha ganado porque Eloy no escribe novela negra, que si no también.

Y dicho todo esto, uno se pregunta qué sentido tienen las listas, qué finalidad. Creo que resulta imposible establecer un ranking entre libros, porque muchas cosas no son comparables y mucho menos medibles. Cuando uno hace una votación de este tipo, la hace en un momento concreto, consciente de que cinco minutos más tarde su votación sería otra. Nuestras preferencias cambian constantemente. Uno puede establecer una lista de libros importantes para él, e incluso esta lista va cambiando con el tiempo.

¿Se puede elegir el mejor libro de una forma objetiva e incuestionable? Yo creo que no. Todos hemos leído críticas desfavorables, emitidas por gente de respetable criterio, que luego han sido obras maestras.
Ahora bien, el hecho de que muchas personas coincidan en señalar la calidad de un determinado libro o autor es algo muy importante: se trata de la mejor publicidad a la que se puede aspirar.
Pero, por encima del resultado, el valor de estas votaciones que he comentado estuvo en el desfile de libros. Títulos que uno ya no recordaba y que son de nuevo aireados, despertando el interés. Este me parece el mayor aliciente del juego de las listas: la recuperación de títulos que corren el riesgo de ser olvidados.

viernes, abril 27, 2007

Más extraño que la ficción


Harold Crick (Will Ferrell) es un hombre meticuloso, fiel a sus rituales, una de esas personas cuya existencia está cuadriculada, incapaz de romper su rutina. Una voz en off nos presenta al personaje. Es inspector de sanidad y sus compañeros admiran sus rápidas dotes para el cálculo matemático. Esa voz en off nos dice que Harold se cepilla los dientes un determinado número de veces de arriba abajo y de izquierda a derecha y, de pronto, Harold se detiene y mira a su alrededor. La voz se calla. Harold vuelve a cepillarse y la voz retoma su discurso. Entonces Harold empieza a gritar y a registrar la casa. Harold es un personaje que escucha lo que dice la voz que nos narra su historia, y esto es algo que puede volver loco a cualquiera. Por eso visita a varios psiquiatras que se obstinan en decirle que padece esquizofrenia. Pero él sabe, por extraño que resulte, que esa voz es real, porque dice cosas en las que él no había reparado. Y un día, cuando la voz anuncia que Harold morirá en poco tiempo, encontrar a su dueña se convierte en un objetivo vital. La única persona que puede ayudarle es un profesor de literatura (Dustin Hoffman) que, tras un primer momento de rechazo, parece aceptar con cierta naturalidad el hecho de que Harold sea en realidad un personaje de ficción. Lo primero que deben averiguar es si la historia en la que está inmerso Harold pertenece al drama o a la comedia.

Este es el planteamiento de esta película, narrada con brío, que mantiene el interés del espectador, desconcertándolo, y que cuenta con un excelente elenco de actores. La película está llena de escenas memorables, como la que nos muestra a la escritora Karen Eiffel (Emma Thompson) en la sala de urgencias de un hospital, buscando la inspiración para narrar la muerte de su personaje. Y es que nos enfrentamos, ante todo, a una reflexión sobre los elementos narrativos, lo cual establece una distancia que impide que el espectador se relaje, pues cuando cree que está viendo una comedia se encuentra con que está ante un drama. Marc Foster, director de la excelente “Descubriendo Nunca Jamás”, nos ofrece una propuesta atractiva y de hondo contenido, cuya puesta en escena presenta efectivas ideas visuales.

Supongo que es inevitable acordarse de “Niebla”, de Unamuno. El momento en que Augusto acude a ver a su autor para decirle que está pensando en suicidarse y el autor exclama que eso es imposible: “Pues opino que como tú no existes más que en mi fantasía, te lo repito, y como no debes ni puedes hacer sino lo que a mí me dé la gana, y como no me da la real gana de que te suicides, no te suicidarás. ¡Lo dicho!” Claro que en la película de la que estamos hablando, las intenciones del personaje son justo las contrarias: seguir viviendo.

martes, abril 24, 2007

Esperando al enemigo


Gonzalo Calcedo nació en 1961, en Palencia, y reside en Santander. Ha publicado varios libros de relatos y ha obtenido importantes premios. "Esperando al enemigo" fue su primer libro. Reúne relatos en los que aparentemente no pasa nada, retazos de vidas anodinas, historias de motel, conversaciones en la oscuridad, carreteras que no llegan a ninguna parte; relatos que transmiten el mismo sentimiento que cuando observamos las ventanas iluminadas de los edificios en mitad de la noche. Y, sin embargo, transmiten soledad y vacío. Así, en "Hombres con armas", nos encontramos con Mel y Emma, una pareja que ha tenido que pasar la noche en un hotel de carretera porque se les ha estropeado el coche. Viajaban a visitar a la hermana de Emma, que se encuentra agonizando. Desde la habitación llega el sonido de unos disparos que aterrorizan a Emma. Mel sale de la habitación en busca del mecánico y encuentra al autor de los disparos: el encargado de recepción, está practicando puntería contra una puerta. Le ofrece a Mel la oportunidad de disparar y éste la acepta. Luego se ponen a charlar y a tomar café. Cuando por fin regresa a la habitación, ella le reprocha que haya tardado tanto y le dice que "ése loco ha estado disparando todo el rato". Pero él no le dice nada. Su conversación es vacía. Comprendemos de pronto que Mel querría quedarse en aquel lugar, quizá porque es un sitio que a ella le horroriza. En el mejor estilo carveriano, el relato se centra en unas horas de la vida de una pareja, en un acontecimiento nimio que, sin embargo, encierra todas las claves para comprender que el matrimonio de Mel y Emma está acabado. Podría hablar de cualquier otro relato, todos magníficos, como “La temporada próxima” o “La nieve tiene la culpa” o el propio “Esperando al enemigo”, pero resistiré la tentación para no desvelar demasiado. Sólo diré que todos ellos son extractos de situaciones, cortadas con un fino bisturí para abrirlas y dejarnos vislumbrar lo que se esconde en su interior.

Gonzalo Calcedo no puede negar la influencia americana, así que la pone de manifiesto en la cita que abre el libro. Una cita de John Cheever:
…y Bascomb depositó la medalla de Lérmontov a los pies del ángel. A continuación se arrodillo y dijo en voz alta:
—Dios bendiga a Walt Whitman. Dios bendiga a Hart Crane. Dios bendiga a William Faulkner, a Scott Fitzgerald y especialmente a Ernest Hemingway.

Calcedo adopta la tradición americana, el realismo sucio, y lo reproduce a la perfección. Sus paisajes son americanos y sus protagonistas también. Los temas de las historias, los asuntos solapados bajo la excusa de los viajes: las familias rotas, la soledad, la vacuidad de la existencia, son asuntos universales, que nos conciernen a todos.
Sus historias han recibido los más importantes premios literarios. Sus últimos libros han sido: “El peso en gramos de los colibríes” (Castalia), “La carga de la brigada ligera” (Menoscuarto) y “Saqueos del corazón” (Algaida).

viernes, abril 20, 2007

Una manía

Tengo una manía. Cuento los pasos. Cada vez que me desplazo andando a algún sitio cuento los pasos, una manía, no lo puedo evitar. Desde el portal de mi casa hasta el de la oficina hay, exactamente, trescientos veintisiete pasos, ni uno más ni uno menos; siete desde mi cama al cuarto de baño, doce desde mi dormitorio hasta la cocina, seis desde la cocina hasta el comedor, ciento quince desde mi casa hasta el quiosco de prensa de la esquina... Sin embargo, hoy ha ocurrido algo extraño, algo que me ha impulsado a dejar constancia por escrito de tan inusual suceso: hoy he contado, desde el portal de mi casa hasta el de la oficina, trescientos veintinueve pasos, no trescientos veintisiete como siempre, sino trescientos veintinueve, dos pasos más surgidos nadie sabe de dónde. He pensado en ello todo el día. La oficina no pueden haberla llevado más lejos, así que mis pasos se han acortado. Por eso dejo constancia por escrito de este hecho: porque tengo la impresión de que, a partir de hoy, la oficina va a estar cada vez más lejos.

martes, abril 17, 2007

Andy Kaufman




Todo aquel que haya visto la excelente película "The man on the moon" recordará estos números. Ayudan a apreciar la excelente interpretación que realizó Jim Carrey.

domingo, abril 15, 2007

Nadie está a salvo


Superman acaba de salvar el mundo. Su combate con un poderoso mutante alienígena ha sido retransmitido en directo a todos los rincones del planeta. El despliegue informativo no tiene precedentes. Ahora, cuando el Capitolio acaba de derrumbarse con el superhéroe en su interior, todo el mundo aguanta la respiración, temiéndose lo peor. Los segundos parecen horas. Desde Singapur a Costa de Marfil, de Sydney a Ciudad del Cabo, de Brasil a Katmandú, la gente espera con el corazón en un puño.
De pronto, las piedras comienzan a moverse. Y aparece un brazo, y luego otro, y por fin la figura de Superman se alza victoriosa sobre el polvo y las ruinas. Despacio, comienza a caminar, visiblemente agotado.
Una joven reportera, seguida por un agitado cámara, se acerca a él corriendo.
—Superman, ¿cómo te encuentras? ¿Crees que ahora que el mundo por fin está a salvo te casarás con La Chica Maravillosa?
—No quiero hablar de eso.
—Pero todo el mundo sabe que estáis enamorados. ¿Qué opinas de las fotos que han salido donde se os ve juntos en Malibú?
—Dejadme en paz.
—La Antorcha Humana ha estado diciendo en varios programas que lo vuestro es un montaje, ¿qué opinas de eso?
—Deberíais preguntarme por lo que acaba de pasar. He salvado al mundo.
—Y ahora que el mundo está a salvo ¿crees que La Chica Maravillosa se casará contigo o es un montaje como dice Antorcha Humana?
Superman no contesta. Sabe que el Presidente le está esperando para dar una rueda de prensa sobre lo que acaba de ocurrir, pero no aguanta más la situación y, haciendo acopio de las fuerzas que le quedan, emprende el vuelo y desaparece en la lejanía.

jueves, abril 12, 2007

Capote


En Noviembre de 1959, se produjo el brutal asesinato de toda una familia en Holcomb, una localidad de Kansas. Una familia de clase media, un matrimonio y sus dos hijos, todos con un tiro en la cabeza. Un suceso que conmocionó a la opinión pública y que despertó la curiosidad del escritor Truman Capote, quien solicitó en la publicación para la que trabaja, “The New Yorker”, encargarse del caso. A primera vista, Capote no era el escritor ideal para escribir sobre semejante suceso, ya que se trataba de un hombre frívolo, amigo de las fiestas y presencia obligada en los acontecimientos de sociedad por su mordaz sentido del humor.

Acompañado por su amiga Nelle Harper Lee, la autora de “Matar a un ruiseñor”, se traslada a Holcomb e inicia una investigación con la intención inicial de escribir un artículo sobre cómo ha afectado al pueblo tan salvaje suceso.
La presencia de este hombre histriónico no pasa desapercibida. Debe señalarse la excelente actuación que realiza Philip Seymour Hoffman, sin duda uno de los mejores actores de la actualidad. Su composición de este personaje complejo, lleno de contradicciones, tenaz y manipulador, frívolo y responsable, mentiroso y atormentado, es de una contención y una hondura impactante. Poco a poco, la historia se va imponiendo a las intenciones iniciales y se da cuenta que no será un artículo lo que saldrá de allí, sino un libro. Un libro que no va a parecerse a nada de lo que se ha escrito hasta el momento, un libro que cambiará la concepción de la escritura, que inaugurará un género: la novela de no-ficción. De hecho, Capote, en su libro de conversaciones con Lawrence Grobel, dice al respecto: “No escogí ese tema porque me interesara mucho. Fue porque quería escribir lo que yo denominaba una novela real, un libro que se leyera exactamente igual que una novela, sólo que cada palabra de él fuese rigurosamente cierta”.

Así, la película nos introduce en un viaje a la obsesión. Capote se nos muestra como un personaje tenaz, pero también manipulador y dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo. Consigue que los asesinos lo incluyan en su lista de visitas, prometiendo que va a ayudarles. Sin embargo, lo que pretende es escuchar su historia, conocerles e indagar en sus motivaciones. Y la relación que llega a mantener, sobre todo con uno de ellos, Perry Smith, le sume en dolorosos remordimientos, pues es consciente de que le ha mentido en más de una ocasión para poder conseguir sus fines. Cuando por fin escucha de sus labios el relato de los crímenes, dejará de ayudarles en las apelaciones. Parece caer sumido en una especie de enfermedad, como si se escondiera en un agujero, consciente de que si no se cumple la sentencia de muerte no podrá acabar el libro.
La película mantiene el interés en todo momento y está narrada con un ritmo sosegado. Su fotografía es sobria. El conjunto, en general, es de una elegancia y factura impecable.

sábado, abril 07, 2007

Parábola de los talentos


Una antología de relatos de escritores jóvenes e inéditos. Uno de los autores es Matías Candeira, amigo de este espacio. A través de su blog y del correo electrónico, anunció a bombo y platillo la presentación del libro en “La casa encendida” de Madrid. Por fortuna, las circunstancias me permitieron asistir a dicho acto.
Me senté en la última fila. El salón estaba abarrotado de gente, lo cual demuestra la eficacia de internet como medio de comunicación. Recuerdo que asistí a la presentación de un libro de Lorenzo Silva en la Fnac de Valencia y entre todos sumaríamos, poco más o menos, unas diez personas. En el salón de “La casa encendida” calculo que rondaríamos la centena, y no creo que exagere demasiado, por muy malo que sea calculando, que lo soy.
El acto estuvo lleno de frescura y de ilusión. Los autores subieron por turno al escenario y dijeron una palabras, casi unánimemente de agradecimiento, como si fuera una entrega de premios, y no era para menos, pues que te publiquen, en contra de lo que mucha gente piensa, no es algo fácil, por eso cuando ocurre el autor se siente emocionado y agradecido. Tímidos, ilusionados y simpáticos, amenizaron el acto. Cuando acabó saludé a Matías, pese a que tuve la tentación de permanecer en el anonimato. También salude a Ángel Zapata, lo cual me hizo mucha ilusión. Y también estaba Fernando Jáuregui, atento a la intervención de Ignacio Jáuregui, quien, por cierto, fue el que pronunció uno de los discursos más divertidos, pese a su brevedad.
Un acto de altura, como se puede comprobar.

“Parábola de los talentos” es un libro desigual, como no podía ser de otra manera, ya que incluye autores con muy diferentes inquietudes, y no digo esto como algo negativo, pues su lectura resulta interesante, sino como un elemento característico del libro, donde encontramos fantasía y realidad, humor y drama, ejercicios de estilo, anécdotas que encierran un secreto y otras que se quedan vacías. Un conjunto heterogéneo también en los resultados. Añadiré que no es suficiente para saber cuántos de estos autores se harán con un mundo propio y tendrán algo que decir en el futuro. Como aspectos a corregir, bajo mi punto de vista, ciertos elementos que aparecen en algunas narraciones para luego quedarse perdidos, sin significado, o cierta información prescindible y que resta sorpresa a lo que se cuenta. Por otra parte, me ha llamado la atención que los modelos tienden más a Cortázar, a Calvino, a Borges… que a autores como Carver o Tobías Wolff. Yo diría que he encontrado más “realismo mágico” que “realismo sucio”.

Los autores aparecen ordenados por orden alfabético. El primero es Matías Candeira, de quien se publican tres relatos, imaginativos, muy bien escritos, con cierto toque fantástico en dos de ellos: el desamparo de esa familia que afronta el final de su nevera como si se tratara del fallecimiento de uno de sus miembros, o el hombre que vive sumergido en un barreño. Yo prefiero el tercero, “Teatro”, por su simplicidad. Maria José Codes narra un reencuentro con el pasado. Un relato de recuerdos y de aire nostálgico. Los dos relatos de José Delclaux son exagerados, en ellos juega con los contrastes. La terrible conversación en un contexto de inexplicable normalidad, o el dolor del honor herido ante la inminencia del Apocalispsis. Un autor con un ácido humor negro y un trasfondo moral. Aldara Fernández de Córdova presenta dos relatos en los que la tragedia irrumpe en una felicidad edulcorada, de forma inesperada, con un árbol de Navidad que aparece en el jardín en pleno mes de julio o con la desaparición de una mascota. Elena González, por su parte, nos habla en sus trabajos del contraste entre el mundo rural y el urbano. La reivindicación de lo natural frente a lo artificial. Los dos relatos de Elena del Hoyo hablan de secretos, de deseos que parecen esconder algo más debajo de su ambigüedad. Ignacio Jáuregui, nos ofrece una aventura en el desierto, de corte clásico, y un ejercicio de estilo; eso sí, ambos caracterizados por el sentido del humor y un ritmo sostenido. Julio Jurado, presenta unos relatos de género fantástico, aunque el primero estaría más cercano al terror. Juan Carlos Márquez propone otro juego literario, quizá el más original y arriesgado, de estilo pulcro y temática cercana a los sueños y a la locura. Inés Mendoza juega en sus relatos con la perplejidad. El primero es una historia sobre una obsesión y el segundo una fantasía simpática. José Luís Pereira presenta dos relatos que consiguieron conmoverme. Historias llenas de aciertos, impecables, con cuidado de los detalles, y en las que los elementos perturbadores no son gratuitos, sino que otorgan densidad al conjunto. Enrique Triana, por último, ofrece dos historias muy dispares: una bastante gore y otra más clásica y, para mi gusto, mejor elaborada, aunque ambas igualmente opresivas, asfixiantes.

Les deseo la mejor de las suertes a todos ellos.

sábado, marzo 31, 2007

Esperando a Beckett


ESPERANDO A BECKETT, por Jordi Bonells
Editorial Funambulista - Madrid


Vaya por delante que he disfrutado este libro enormemente. Jordi Bonells, un autor que nació en 1951, vive en Francia desde 1970, es profesor de literatura hispánica y fue finalista del premio Herralde en 1987, finalista del Nadal en 1991 y segundo finalista del premio Planeta del año 2000, comenzó a escribir en francés en 2004 y llegó hace unos meses a las librerías, de la mano de la editorial Funambulista, como un soplo de aire fresco. Es un escritor que sabe impregnar de fina ironía cada una de sus páginas y que tiene un agudo sentido del humor.
“Esperando a Beckett” es un breve ensayo que mezcla opiniones, recuerdos y supuestas explicaciones teóricas que argumenta con la contundencia de todo delirio nacido de una fascinación que, por su propia naturaleza, resulta inexplicable. Sin embargo, Bonells nos expone las supuestas causas de esa fascinación como si en ellas se encerrara la clave de un destino, o de un encuentro en este caso, que nadie hubiese podido evitar. Nada más comenzar ya nos dice: “A algunos aguafiestas les parecerán puras casualidades, meras coincidencias sacadas de madre. Aisladas lo son. Juntas no. Juntas son como una revelación. O un anuncio. En cualquier caso un destino”.
Varios son los motivos por los que se considera un alma gemela de Beckett: Primero: Que el apellido de ambos empieza por “B”, (y aquí añade una divertida clasificación de los grandes autores en dos grupos: el de los que tienen un nombre que empieza por “B”, como Beckett, Bernhard, Baudelaire, Broch, Borges o Bellow, y el de los escritores cuyo nombre empieza por “K”, como Kafka, Keats, Kundera, Kerouak o Kipling). Segundo: En la página 104 de la edición francesa de “Esperando a Godot”, aparece un personaje llamado Bonnelly. Y tercero: ambos escriben en francés pese a no ser ésta su lengua materna. A estas razones, ya de por sí definitivas, añade ciertas coincidencias igual de insustanciales, pero todo ello con la pasión de quien cree estar viendo un fantasma y trata de convencer a quienes tiene alrededor de que se trata de algo real.
Con todo esto, diciéndonos que su pasión por Beckett se basa en razones que le sobrepasan, en juegos del destino, lo que nos dice en realidad es que los motivos por los que uno se deja llevar por un autor son irracionales y subjetivos.
En algunos aspectos, Bonells me ha recordado a Vila-Matas. En ese aire socarrón, ese ir y venir de un sitio a otro, perdiéndose por el camino, alejándose de la historia para contarnos otras historias, algunas rozando los límites de la lógica.
Momentos de su vida. La llegada de la televisión, en la que vio la representación de “Esperando a Godot”. Su trabajo en una encuadernadora. Sus visitas a la librería Leteradura y la excitación ante los libros de Beckett que, a falta de traducciones, compraba en francés aunque no entendía nada de lo que leía. Su fobia a las tiendas. Su interés por la pintura. Su deseo de marchar… Una vida a grandes rasgos, regida por su pasión por la literatura, y contada como un relato maravilloso en el que las cosas más insignificantes son la causa de acontecimientos decisivos. Por ejemplo, el amor. Conoció a una muchacha llamada Agrimira, y claro, ese nombre era una barrera infranqueable: “Uno no puede ponerse de novio —la primera vez en todo caso— con alguien que se llama Agrimira Pérez (lo siento por las Agrimiras). Un nombrecito así es para los expertos, para los que ya han probado los frutos prohibidos del amor. A los principiantes, mejor que les dé por una María o una Nuria. Me imaginé que todas las chicas que se iban a fijar en mí se iban a llamar de algún modo raro. Lo dejé. De momento”.

jueves, marzo 29, 2007

Vídeo de Vila-Matas

Esto es un intento por colgar un video en el blog.
Se trata de una intervención de Vila-Matas en la que intenta dar respuesta a la cuestión, que tiene más de juego literario que de realidad, de por qué escribe un escritor.


sábado, marzo 24, 2007

Rutina

La escritora Antonia Romero, en su blog “Firmas Invitadas”, ha tenido la amabilidad de incluir mi relato “Rutina”.

Le doy las gracias y os invito a leerlo.

miércoles, marzo 21, 2007

Desde mi cielo


Hay libros que sobreviven al vertiginoso mercado editorial, libros que vuelven una y otra vez a las mesas de novedades, de los más vendidos, porque la gente los busca, habla de ellos y los mantiene vivos de una forma milagrosa. Este es el caso de “Desde mi cielo”, de Alice Sebold. Yo mismo lo compré porque un amigo me lo recomendó vehementemente. La sinopsis de su trama no me había impulsado a comprarlo, ni siquiera las críticas positivas, sencillamente porque no me gustan las historias narradas por un personaje muerto, es una manía personal. No, creo que no es grave, pero nunca se sabe, podía haberme perdido la lectura de este libro.

La historia está narrada por una niña, Susie Salmon, que ha sido violada y asesinada y se encuentra en un cielo muy particular desde el que es testigo de todo lo que acontece tras su muerte, del impacto que este crimen tiene en la comunidad en la que reside su familia. La niña nos cuenta su muerte en un capítulo terrible y magistral que nos llena de desasosiego y, a partir de ahí, nos habla de su familia, del policía encargado del caso, del anodino asesino que vive en la misma comunidad sin que nadie sospeche de él, de la terrible pérdida que toda muerte conlleva. Y el punto de vista de esta historia, esa niña en el cielo lamentando todas las experiencias que ya no podrá vivir, resulta inmejorable por su eficacia. El relato está impregnado de nostalgia, de tristeza y resulta demoledor. A medida que uno avanza en su lectura siente cómo el corazón se le va encogiendo, un peso se sitúa en la boca del estómago y, gradualmente, uno va tomando conciencia de lo terrible que esa pérdida resulta. La voz de la niña narradora se va haciendo familiar y el drama se interioriza. Pero que nadie crea que se trata de un libro sensiblero o ñoño o melodramático, nada de eso, es precisamente la naturalidad de la voz de la niña muerta, su falta de dramatismo, lo que hace que el texto sea mucho más doloroso.

A estas alturas, todo el mundo sabe ya que la autora, Alice Sebold, sufrió una violación en su juventud. Y siempre se cita este acontecimiento al hablar de este libro. Alice Sebold exorcizó los fantasmas de aquel lamentable episodio en la dura “Afortunada”. “Desde mi cielo” va más allá y denuncia las terribles consecuencias que un acto violento acarrea, poniendo de manifiesto que la principal víctima de una sociedad violenta es la infancia.

sábado, marzo 17, 2007

Fallas


En Valencia estamos de fiesta. Nuestra fiesta son Las Fallas. Durante cuatro días (en teoría, porque en la práctica son más) la ciudad se sumerge en el caos. Calles cortadas, monumentos invadiendo el espacio, carpas desmontables, adornos de luces, escenarios o auténticas ferias en miniatura. Y puestos de venta de chocolate con churros por todas partes. Apenas se puede transitar por las calles. Todo el mundo quiere ver las principales fallas. Y la pólvora protagonizándolo todo. Los petardos suenan por todos los rincones, sin parar. No existiría esta fiesta sin la pólvora. El evento pirotécnico por excelencia es la “mascletá”, que consiste en la explosión de gran cantidad de petardos, manteniendo una cadencia creciente que se convierte en atronadora. También los castillos nocturnos son muy espectaculares y llenan el cielo de luces de colores.

Se dice que el origen de las Fallas se encuentra en el hecho de que en los barrios, en la festividad de San José, y como iniciativa de los carpinteros, se quemaban muebles y trastos viejos. Estas hogueras fueron transformándose y empezaron a adquirir la forma de escenas con algún significado para el barrio. De este modo, poco a poco, han llegado a un nivel de complejidad como el actual: auténticas obras de arte que utilizan la ironía para criticar acontecimientos de actualidad. El humor es, pues, el elemento esencial.


El día oficial de la colocación de Las Fallas, la Plantá, es el quince de Marzo por la noche. El día 19 por la noche todas arderán en la conocida Noche de la Cremá. El trabajo de todo un año se reduce a cenizas en cuestión de minutos. Gigantescas hogueras casi en todas las esquinas y al día siguiente todo vuelve a la normalidad milagrosamente, como si nada hubiera ocurrido. Es el momento en que comienzan los trabajos para las Fallas del año siguiente.


Para saber más, pueden visitar:
http://es.wikipedia.org/wiki/Fallas
http://www.fallas.com/contenido.asp?seccion=museo&tema=historia
http://www.fallas.es/2007/
http://fallas.comunitatvalenciana.com/fallas.htm

miércoles, marzo 14, 2007

Evolución

Una cita de Vila-Matas sobre la novela:

«Mi teoría es que, más que muerta, la novela evoluciona. Vamos a una novela que se aproxima al ensayo. Pienso en esos cuentos de Pitol que acaban como ensayos o en esos ensayos suyos que terminan como cuentos. Es probable que el lector vaya buscando, con el tiempo, menos ficción y más ensayo. El propio Coetzee, en su último libro, admite que camina en esa dirección. Creo que existe una saturación de la ficción que se sabe ficción y también una saturación del ensayo que se sabe plomizo. Sebald, Magris, Piglia, son otros casos claros de introducción del ensayo dentro de la ficción, o viceversa. Mezclar a Montaigne con Kafka, por ejemplo, me parece en este preciso instante una idea muy interesante.»

Y lo cierto es que los resultados suelen ser muy interesantes. Es cada vez más frecuente que el autor aparezca deambulando por su obra, aprovechando alguno de sus recuerdos o ideas para enriquecer una trama. Es como si se diluyera la línea que separa los géneros. Un artículo no resulta tan frío y técnico si el autor nos cuenta alguna experiencia personal o algún recuerdo relacionado con el tema que está tratando.

jueves, marzo 08, 2007

La Muerta

Los golpes retumbaban en la puerta, eran golpes de una violencia enajenada, puñetazos y patadas que hacían temblar las paredes del recibidor y cuyo sonido recorría el pasillo en penumbra, como una bala en el cañón de un rifle. Sentados en la mesa de la cocina, frente a frente, un matrimonio contemplaba una serie de objetos que habían depositado entre ellos. Las ollas y la vajilla se estremecían con un inquietante tintineo.
-¡Abridme la puerta de una puta vez! -eran los gritos que acompañaban a los golpes, pronunciados por una voz ronca.
-Todo podía haber sido tan diferente -dijo la mujer.
-Quizá hicimos algo mal -dijo el hombre mientras sujetaba entre sus manos una pequeña muñeca de cabellos rubios y rizados.
-No digas eso. Dios no nos está castigando por nada, no lo olvides. Se trata de una prueba. Para eso estamos en este mundo. Tenemos que superar las pruebas necesarias con el fin de demostrar que somos dignos de entrar en el Reino de los Cielos.
-Quizá le dimos demasiadas cosas -dijo el hombre, como pensando en voz alta-. O quizá le dimos muy pocas...
-Deja ya de culparte. Estas cosas pasan. Es una desgracia. Ocurren un millón de desgracias cada día. O tal vez más.
Oyeron un grito de fiera herida y los golpes se volvieron más rotundos, más contundentes, aunque más lentos; sin duda estaba cargando todo el cuerpo contra la puerta. Pero la puerta no se rompió, así que regresaron las patadas y los puñetazos.
-¡Abridme cabrones! ¡No podéis hacer esto! ¡Soy vuestra hija!
En la cocina hacía frío.
-Es nuestra hija -dijo el hombre.
-No digas tonterías. Sabes perfectamente que nuestra hija está muerta.
-Nuestra pequeña.
-No es ella. Es el diablo que quiere adoptar su forma para tentarnos. Pero tú ya lo has visto. Ese cuerpo de ahí fuera nada tiene que ver con nuestra hija.
-Los vecinos llamarán a la policía.
-Pues que la llamen. ¿Qué puede hacer la policía contra los muertos?
-No sé si hacemos bien. Tal vez deberíamos abrir. Intentarlo de nuevo. Quizá ahora acepte nuestra ayuda.
El hombre apretó con fuerza la muñeca.
-Parece mentira que digas eso. Si abres sabes perfectamente lo que pasará.
-Deberíamos poder hacer algo.
-Puede incluso matarnos. No hay nada que podamos hacer. Tú sufres porque crees que la que está ahí afuera es nuestra hija. Pero debes creerme: no-lo-es. Nuestra hija está en el cielo. Ése es su sitio. Quien nos persigue es una fuerza maligna, y hemos de ser fuertes y resistir. Si te dejas convencer y abres la puerta, se desatará el infierno en esta casa. Una vez más. ¿Acaso lo has olvidado?
El hombre soltó un gemido y su cuerpo se inclinó hacia delante y se estremeció. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Yo también la quería -dijo la mujer-. Pero ahora está mejor que nosotros. Está con Dios.
El hombre negaba con la cabeza, sin poder hablar, sin poder detener el llanto.
La mujer se puso en pie. No era muy alta y estaba gruesa. Vestía una bata de color azul oscuro. Dio la vuelta a la mesa, con unos pasos muy cortos y cansados. Se colocó detrás del marido y apoyó las manos sobre la espalda de él.
-No te atormentes más -le susurró-. Ya es hora de que aceptes los hechos. Es duro perder una hija. No olvides que también era mi hija.
Los golpes no cesaban ni disminuían su fuerza. Las paredes continuaban retumbando y la bombilla de la cocina se balanceaba levemente, así que, cuando la encendieron, porque la tarde se acababa muy deprisa, la luz se puso a oscilar y a distribuir sombras caprichosas.
La estancia se iba quedando cada vez más fría.
-Voy a ponerme una chaqueta y a prepararme un vaso de leche caliente -dijo la mujer-. ¿Quieres que te prepare a ti otro?
El hombre negó con la cabeza.

domingo, marzo 04, 2007

Plataforma


El teatro resulta ideal para agredir al espectador, trastocar su mente, modificar su visión del mundo, sorprenderlo, asustarlo, indignarlo, hacerlo reír o hacerlo llorar, ponerle un nudo en el pecho o ensancharle el corazón. El teatro que nos sorprende, se queda en nuestro interior, convertido en una experiencia inolvidable. El teatro transgresor es capaz de agarrarnos del cuello y transportarnos lejos, muy lejos, más allá de ese escenario de madera sobre el que unas personas se mueven y hablan, más allá de la butaca roja en la que estamos sentados, probablemente bastante incómodos.
Admito que voy poco al teatro. Creo que la obra anterior que había visto había sido “El método”, una obra genial. Pero un día, el pasado diciembre, leí en el periódico que se estrenaba en Madrid la adaptación que Calixto Bieito había realizado de la novela de Michel Houellebecq: “Plataforma”, y no pude resistir la tentación.

“Plataforma” es una novela que habla del turismo sexual y del fanatismo islamista y del vacío decadente de la sociedad occidental. Una novela cruda, ácida, con un claro ánimo de provocación, que motivó que su autor fuera juzgado por ofensas contra el Islam, acusado de promover el odio racial, además de recibir protestas airadas de organizaciones de protección a la infancia y hasta del director de la “Guía del trotamundos”. Incluso se rumoreaba que el mismo John Grisham estuvo estudiando la posibilidad de querellarse contra Houellebecq por la crítica burlona que realiza el personaje de “Plataforma” sobre la novela “The firm” (“La tapadera”).

La adaptación teatral venía precedida por los importantes premios cosechados en el festival de Edimburgo. Pese a todo, era consciente de que me iba a incomodar. En el cristal de las taquillas un cartel advertía que la obra “podía herir la sensibilidad del espectador”, y el mismo aviso se repetía en los folletos. Juan Echanove dijo en una entrevista: “Solo puedo decir que este texto es lo más complicado a lo que yo me he enfrentado. Hasta a mí me produce sonrojo y pudor verbalizar las cosas que dice de los occidentales. Sé que el público que asiste a ver Plataforma tiene que romper con sus prejuicios para asumir el tema del sexo y la pornografía en los niveles que se plantea. Pero quiero que sepa que yo también he tenido que romper con muchos prejuicios, que es un gran esfuerzo para mí verbalizar lo que Houellebecq ha escrito. A mí tampoco me ha resultado fácil.”
Y, en esa misma entrevista, explica: “vengo a perder de dos kilos y medio a tres por función. Así que, como una amiga me ha recomendado, tengo que aferrarme a las mejores cosas que pueda, a mis amigos, a mi casa, para meterme en este pozo de basura”.

Hubo gente que no aguantó hasta el final y abandonó la sala antes de tiempo. También hubo quien aplaudió como loco, puesto en pie, al finalizar la representación.
El montaje escénico es ingenioso y complejo. Un escenario giratorio, sobre el que permanecen todos los personajes durante las dos horas que dura la función, nos crea la ilusión de estar ora en París ora en Tailandia. Unas pantallas de televisión emiten imágenes pornográficas. La actriz Belén Fabra se pasea desnuda, como una presencia etérea, e interpreta algunos números musicales conmovedores y un monólogo estremecedor. Juan Echanove simula masturbarse en varias ocasiones, simula practicar sexo con Marta Domingo, y suda y babea y no se puede negar que pone todo de su parte en la interpretación de Michel, aunque a mí me pareció un poco sobreactuado. Imagino al personaje de Houellebecq más frío, pero esto es una apreciación personal que no resta mérito a lo que ese hombre hace sobre el escenario, que es, ni más ni menos, exponerse ante el público con toda su humanidad a flor de piel.

La historia se centra en Michel, un funcionario gris que consume su tiempo libre entre salas de sex-shops y la pantalla de su televisor, y que un día hereda una cantidad de dinero por la muerte de su padre y se plantea realizar un viaje a Tailandia, con el fin de vivir las experiencias sexuales con las que siempre ha soñado. Allí se une a un grupo de turistas que, como él, no dudan en coger lo que se les ofrece sin planteamientos morales ni falsas condescendencias. La experiencia, totalmente insatisfactoria y vacía, le sirve, no obstante, para conocer a Valeríe, su complemento perfecto, una mujer dispuesta a satisfacer todas sus fantasías y con la que iniciará, al regresar a París, el proyecto de crear una cadena de clubes de vacaciones por todo el mundo, orientados al turismo sexual, donde la prostitución está permitida. Sobre esta base, todo es diseccionado y no se deja títere con cabeza: el consumismo, lo políticamente correcto, las represiones, las religiones, la moralidad...
Una obra con una coreografía milimétrica, con números musicales, con una estudiada planificación y una entrega total por parte de los actores, pues todos sin excepción ofrecen un trabajo a pecho descubierto, en situaciones sin duda difíciles y que dejan al espectador totalmente aturdido, después de ser zarandeado sin descanso durante toda la función.

martes, febrero 27, 2007

El origen de las historias

Si a un escritor se le pregunta de dónde surgió tal o cual historia, contestará, en un gran porcentaje de los casos, que todo empezó con una frase. Una frase que surge de un modo misterioso suele ser el detonante de la imaginación. También puede tratarse de una frase escuchada al azar, o incluso leída en un anuncio. Una frase juguetona que se mete en la cabeza y se queda allí y se niega a marcharse hasta que no se ha transformado en algo más grande: una historia. La historia puede ser simplemente situacional o tratar de responder a una pregunta del tipo ¿qué pasaría si...? De este modo, se crea una trama que, casi sin que el autor se dé cuenta, se va ordenando en su cabeza. Por fin, el escritor configurará a los personajes necesarios para materializar dicha trama. Es así en un alto porcentaje de los casos.

Sin embargo, hay veces en que lo que primero aparece es el personaje. Por algún motivo, uno se encuentra con un personaje y, aunque este encuentro no suele dar lugar a la historia de un modo inmediato, sabe que dicho personaje aparecerá en el momento adecuado para ocupar su lugar.

Yo encontré uno de estos personajes en un periódico hace algunos años. Concretamente en el año 2001. El titular de la noticia era: "UNA ABOGADA PISOTEA SU TOGA EN UN JUICIO". Y transcribo ahora parte de dicha noticia, aunque dejando el nombre de la abogada sólo con sus iniciales:

"El Colegio de Abogados de (...) ha abierto diligencias informativas contra la letrada A. M. F. por pisotear su toga mientras afirmaba que «la justicia es una mierda», durante un juicio. La apertura de diligencias responde a una posible infracción del código deontológico de la abogacía. La letrada defendió en el juicio a uno de los cuatro acusados del asesinato de un agricultor."

Es genial. Sé que esa abogada que pisotea su toga en mitad de un juicio aparecerá en algún momento para convertirse en un personaje de ficción. Sólo es cuestión de tiempo. Su frustración, su impotencia, reflejados en ese estallido inútil pero elocuente, resultan materiales valiosos para una historia.

sábado, febrero 24, 2007

Talleres literarios

Se tiene la idea de que uno no puede aprender a ser escritor. Se puede aprender a pintar, a esculpir, a componer, pero no a escribir. El escritor ha de hacerse a sí mismo. No hay otro camino. Parece incluso comúnmente aceptado que si ha desempeñado muchos y variados trabajos, mejor escribirá.
Se piensa que los talleres literarios son lugares donde va la gente a intentar que la doten de un talento que la naturaleza no ha querido otorgarles. Tarea penosa llevada a cabo, presuntamente, por escritores frustrados que han encontrado en esta "moda" un medio para ganarse la vida. Pero ahí tenemos a Juan José Millás, a José María Merino, a Alejandro Gándara... que no creo que sean escritores mediocres precisamente, dando clases de escritura creativa en la Escuela de Letras.

En EE.UU. los talleres literarios tienen un prestigio del que carecen aquí. Muy buenos escritores han impartido clases, como el mismísimo Raymond Carver. No se puede adquirir el genio, pero sí la disciplina; no se puede crear imaginación de donde no la hay, pero sí se puede enseñar técnica. Pienso que debemos superar el prejuicio de que no se puede aprender a escribir, que el escritor lo es por inspiración divina, por poseer unas capacidades innatas.
Los mejores maestros son los clásicos, la mejor enseñanza es la lectura... Cierto, nada que objetar, pero no creo que los talleres literarios nieguen esto, no creo que sean opciones excluyentes.

Yo vivo en Valencia, y aquí no hay talleres literarios ni escuelas de letras, así que hace ya unos años me apunté a un taller literario que funcionaba por correspondencia: Fuentetaja. Ángel Zapata era, y si no me equivoco sigue siendo, asesor en dicho taller y me corrigió algunos relatos, siempre con indicaciones inteligentes y palabras de ánimo. Allí descubrí autores que no conocía, practiqué ejercicios que nunca se me hubieran ocurrido y, sobre todo, perdí el miedo (es un decir) a compartir con los demás y a aceptar las críticas. El sistema consistía en enviar textos que eran fotocopiados y reenviados a todos los miembros del grupo, quienes mandaban luego sus opiniones. Y éstas también se distribuían, junto con dossieres de teoría literaria y ejemplos de importantes autores. Recuerdo la excitación que sentía cada vez que llegaba aquel sobre a mi buzón.
Ahora, internet facilita mucho la comunicación y uno puede exponerse ante una audiencia que ni siquiera soy capaz de imaginar. Es más fácil encontrar gente con las mismas inquietudes y lugares donde perder el miedo y aprender a corregir los propios errores, los que se nos escapan por muy autocríticos que seamos.

martes, febrero 20, 2007

Babel


¿Cómo pueden estar relacionados unos niños americanos y una joven japonesa sorda? ¿Cómo puede afectar a la vida de ambos el disparo efectuado fortuitamente por unos niños en el desierto marroquí?

Esta película cierra una trilogía formada también por las anteriores "Amores Perros" y "21 gramos", y cierra también un período de colaboración entre González Iñárritu y Guillermo Arriaga, autor de los guiones. Las tres historias presentan una puesta en escena en la que no se respeta el transcurrir lineal de los acontecimientos, la realidad está fragmentada, y esos fragmentos no mantienen una correspondencia temporal ni espacial, las escenas se suceden como piezas de un puzzle intencionadamente desordenado que obliga al espectador a tomar una actitud activa, de cara a esforzarse por entender lo que está viendo. Poco a poco, las piezas van encajando y vamos descubriendo las asociaciones, las relaciones, lo que, por encima de todo, une a los seres humanos.

Dos aspectos destacan sobre todo: el amor hacia los hijos y el miedo.
Muchas de las situaciones se producen al intentar proteger a nuestros hijos. Queremos para ellos un mundo mejor y, sin embargo, a veces los estamos conduciendo hacia un desierto en el que se verán perdidos. Al intentar salvarlos de las consecuencias de un accidente, podemos estar guiándolos a la muerte. Por otra parte, la falta de entendimiento entre unos y otros, especialmente en el ámbito gubernamental, complica las cosas. El recelo y el miedo nos aísla.

El film nos habla de lo que nos separa y de los que nos une, nos habla del dolor, de las barreras físicas, de las barreras lingüísticas, del desamparo, del miedo, de la desesperanza y, especialmente, del amor como motor de nuestros actos. La esencia de los seres humanos, que reaccionan cada uno a su manera ante las eventualidades que el destino nos pone delante. No todos tienen los nervios templados, no todos saben conseguir aquello que anhelan sin caer en el ridículo más patético.

En cualquier caso, "Babel es una experiencia cinematográfica impactante, que se nos mete en el estómago y nos afloja las piernas al mismo tiempo que nos hipnotiza con unas imágenes potentes y un montaje eficaz, todo ello realzado por solventes interpretaciones, tanto de las estrellas de reconocido nombre como de las más desconocidas. Cuatro escenarios dispares: Marruecos, EE.UU., México y Japón. Personajes perdidos que sienten aquello que decía Sartre, que el infierno son los otros.

jueves, febrero 15, 2007

Un meme

Me pasa Francisco Ortiz un meme.
No puedo negarme, aunque reconozco que no suelo seguir estas cadenas. Soy un poco soso para estas cosas.
Lo he pensado bastante tiempo.
El meme se titula "Cinco cosas que no sabéis de mí".

1.- Le doy muchas vueltas a todo. Miro y remiro cada asunto desde todos los lados posibles. A veces, me cuesta tomar una decisión. Siempre me preocupa hacer lo correcto. Sin embargo, por regla general, yo creo que más dudo en los asuntos más tontos, mientras que en las cuestiones más importantes, suelo dudar menos. O tal vez no.

2.- No soy supersticioso. Bueno, es que no puedo ser supersticioso porque nací en trece y martes, aunque esto ya lo sabéis, porque creo que ya lo dije. Pero no había dicho que no soy supersticioso. Si evito pasar por debajo de una escalera o se me eriza el vello al ver cómo se me cruza un gato negro por delante, no es por superstición, sino por prudencia.

3.- Soy un desastre en cuestiones de bricolaje y reparaciones del hogar. Cuando cambio una simple bombilla me entran ganas de salir a cenar por ahí, para celebrarlo.

4.- Hay dos refranes que siempre tengo muy presentes: "El que la sigue, la consigue" y "A mal tiempo, buena cara".

5.- Me gusta ir en moto. Antes de que nacieran mis hijos tuve una Yamaha 600 con la que realicé un pequeño viaje con mi mujer, por la costa, hasta la localidad de Calpe. Fue un día inolvidable.

Y ya que he cogido carrerilla, diré que cuando tenía diecisiete años viajé con mi familia a Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá y Miami. Estuvimos casi cuatro meses por ahí, y mis dos hermanos y yo tuvimos que repetir curso, pero fue una experiencia inolvidable.
En fin, no le paso la cadena a nadie en concreto, aunque la propuesta queda en el aire... por si a alguien le apetece.