martes, octubre 27, 2020

Tiempos de pandemia

 Veo los telediarios y siempre salgo con más dudas que aclaraciones.

Me gusta cuando entrevistan a algún científico en lugar de dar pie a políticos y a la gente de la calle.

Me desespera cuando le preguntan al primero que pasa por ahí qué opina de las medidas.

Acepto que todos llevamos un epidemiólogo dentro, igual que un seleccionador de fútbol.

Parece que todas las medidas pasan por acogotar a la población. Sin embargo, hay cosas que a todo el mundo le parecerían lógicas pero no se oye a nadie hablar de ellas.

Contratar más sanitarios, por ejemplo. Reforzar la atención primaria debería ser una prioridad en este momento.

Unificar los protocolos y actuar sobre ellos. Ahora mismo, si has estado con alguien y te cuenta que lo han confinado porque un contacto directo suyo ha dado positivo, a ti te dejan hacer vida normal hasta conocer el resultado del PCR de esa persona, aunque esa persona sea tu hijo, con el que convives. Conozco un caso de un matrimonio cuyo hijo fue confinado porque su novia había dado positivo, pero a la familia no la confinaban hasta saber el resultado de la PCR del hijo. ¿Se podría ampliar esa medida? Y además, en este punto, habría que aligerar esas pruebas. ¿Alguien sabe qué ha pasado con los test de antígenos que eran rápidos, fiables y baratos? ¿No hay? ¿Se han acabado? ¿Fueron una ilusión? ¿Algún periodista tiene el mínimo interés en aclarar estas cuestiones?

Sigue habiendo sitios en los que te dan el alta a los diez días sin una segunda PCR y otros en los que no te la dan hasta que tu PCR sea negativa. ¿Aún no hay consenso en esto?

Los transportes públicos siguen abarrotados. ¿Nadie tiene intención de actuar sobre esto? Tal vez habría que aumentar la frecuencia y el número de autobuses y metros. Y limitar su aforo. ¿Nadie controla esto? Me cuentan que circula una broma en redes proponiendo celebrar la navidad en un vagón de metro, ya que su aforo es de cuarenta personas.

¿Cómo nadie trata de investigar qué ha ocurrido realmente en China? ¿Cómo es posible que allí se dé la pandemia por erradicada y la gente esté haciendo vida normal? ¿Allí no importa la vacuna? ¿Acaso ya tienen una y no lo dicen? Sí, ya sé que de China no te puedes fiar y blablabla, pero oiga, ¿nadie puede pedirles explicaciones? ¿Ni siquiera la OMS? Por cierto, ¿sirve para algo la OMS?

Canarias va bien y ya pueden ir turistas de Alemania e Inglaterra, pero ¿de toda Alemania y de toda Inglaterra o sólo de las zonas seguras de esos países? Acabo de oír que Alemania también está estudiando endurecer sus medidas.

Creo que debe haber más gente con este tipo de dudas.

¿De verdad no hay nada más que hacer que intimidar a la gente y arruinar determinados negocios?

Yo pienso que en España hemos sido muy disciplinados. y lo seguimos siendo, por regla general. Lo que ocurre es que las incongruencias no ayudan a confiar en las medidas que se adoptan. Y mucho menos si siempre culpan al ciudadano de a pie sin reconocer ninguna responsabilidad.

Insisto en que se le dé más espacio y protagonismo a científicos en televisión, que piden más rastreadores y mayor diligencia en los confinamientos de personas con riesgo por contacto.

En fin, a lo mejor todo está mucho más claro y no hay improvisación ni desinformación. En ese caso disculpen este desahogo.

martes, octubre 06, 2020

El consentimiento

 


Se publica el libro "El consentimiento", de Vanessa Springora y cobra una especial relevancia el video del programa Apostrophes en el que se invitó al escritor Gabriel Matzneff para hablar de su libro "Mis amores descompuestos". Todos le reían las gracias al escritor mientras alardeaba de sus relaciones con jovencitas. Decía abiertamente que nunca había tenido éxito con mujeres de más de 25 años. Sonríe al hablar de su relación con una muchacha de quince años, o de sus relaciones en tres días consecutivos con tres desconocidas, dos de las cuales eran vírgenes. Hasta que una de las presentes, la escritora canadiense Denise Bombardier, rompe la postura unánime del grupo y muestra su indignación por lo que está escuchando. Dice que le parece estar viviendo en otro planeta, que le resulta lamentable, que no comprende que en ese país la literatura sirva de coartada para esa clase de confidencias. Un hombre que confiesa abiertamente utilizar su reputación para atraer a niñas de 14 o 15 años, del mismo modo en que otros utilizan bombones, está confesando un abuso de poder. Se pregunta cómo se sentirán esas chicas después. 

El libro de Springora nos ofrece ahora una respuesta.