domingo, diciembre 13, 2020

Pilar Fraile - Días de euforia

 


Vivimos en una época en que todos los libros son necesarios, todos son obras maestras, todos anuncian la aparición de un escritor que va a ser clave en nuestra narrativa. Todo es tan superlativo que ya no nos lo creemos. Y cuando encontramos una obra que nos hipnotiza, que nos engancha, que nos desafía y nos fascina, ya no sabemos cómo recomendarla. Pese a ello, empezaré diciendo taxativamente que Días de euforia, la novela de Pilar Fraile, es uno de los mejores textos que se han publicado este año en nuestro país. Así de claro. Sin discusión.

                         No sé cuánta gente conocerá a Pilar Fraile, pero desde luego no es una recién llegada. De hecho, Días de euforia (Alianza Editorial, 2020) es su segunda novela tras Las ventajas de la vida en el campo (Caballo de Troya, 2018). También es autora del libro de relatos Los nuevos pobladores (Ediciones Traspiés, Granada, 2014) y del ensayo Materiales para la ficción (Editorial Grupo 5, 2017). Además ha publicado cuatro libros de poesía, ha sido coguionista de un cortometraje y colabora habitualmente en el periódico El País.

                        Hace unos años, tuvo la deferencia de contestar mi Cuestionario Básico.

                         En mi opinión, el texto de la contraportada no hace justicia a la novela, que va más allá de un grupo de protagonistas en busca de un futuro que se les escapa. Entiendo que no se pueden aclarar muchas cosas sobre ella y que lo mejor es entrar en sus páginas sin ninguna idea preconcebida, pero aún así intentaré dar algunas claves de mi lectura.

                         Al principio, funciona como un libro de relatos, descolocándonos en todo momento, obligándonos a entrar una y otra vez en esa realidad que es la nuestra y, a la vez, es otra. Los personajes van apareciendo con una voz propia, identificable, y nos introducen en sus mundos, que parecen muy distintos, y luego se irán cruzando, trazando un camino lleno de curvas que el lector debe ir componiendo como si se tratara de un puzzle.

                         Encontramos la voz narrativa de Mary contándonos sus inquietantes sueños. Me ha recordado a la literatura de Miranda July, con esa mirada de extrañeza ante todo, esa frialdad que pretende interpretar todas las señales que salen a su encuentro, con un lenguaje burocrático que sorprende mucho a la hora de hablar de sentimientos. Por un momento podemos llegar a pensar que se trata de un robot. Racionaliza hasta la exasperación su relación con su compañero de trabajo Roger, o con su jefa Manuela. También encontramos a Blasco, asesor financiero, y a Diana, su mujer y compañera de trabajo en la misma agencia, que atraviesan una crisis conyugal. Él está obsesionado con una adolescente llamada Laila, a la que observa por internet. Ella, soñando con empezar de cero, con reinventarse, mientras sobrelleva una vida rutinaria. O Angélica, que trabaja en una clínica de fertilidad. Su antecesora, Hester, parece haberse esfumado y un día Angélica encuentra un cuaderno de notas que le hará cuestionarse ciertas cosas que tomaba por ciertas. También está Lisa, la compañera de Angélica. Y Carlos, un hombre soltero que se apunta a las clases de un coach. Personajes que, de forma natural pero no por ello menos sorprendente, irán entrecruzando sus vidas, estableciendo conexiones que conformarán esta historia de insatisfacción.

                         Días de euforia cuestiona la artificialidad de nuestras relaciones, nos alerta de cómo la tecnología, que debería servir para unirnos, en realidad nos va alejando, aislando. Y de este modo, un relato que en un principio parece estar planteando una realidad distópica, un futuro no muy lejano, se convierte en un retrato un poco deformado pero fiel del mundo actual. Pilar Fraile disecciona nuestro mundo de modo que veamos las costuras de una sociedad artificial y fría que ha perdido la conexión con su propia naturaleza.

                         Estamos ante un libro que se lee con fluidez a la vez que exige la participación del lector para que vaya recomponiendo una trama que no respeta tiempos ni espacios, con distintas voces que dibujan una sociedad que va perdiendo la humanidad. Una advertencia hacia esa tecnificación de las relaciones, esas tecnologías que, con la promesa de mantenernos conectados, nos van deshumanizando, hasta el punto de no ser capaces de identificar las emociones que aparecen ante nosotros.

                         Destacar también el importante papel que juega el humor en estas páginas, como elemento distanciador que nos ayuda a digerir un mensaje alarmante, y más teniendo en cuenta que muchas de las cosas que aquí aparecen ya se están materializando. El desencanto, la soledad, la insatisfacción con un mundo en el que, aparentemente, no nos falta nada, la dependencia de una tecnología que nos cataloga y nos aliena, un futuro inquietante para una sociedad formada por miembros cada vez más aislados y más fríos.

                       Días de euforia es una apuesta inteligente de buena literatura. No dejen de buscarla, su lectura vale la pena y nos deja pensando, nos ofrece un estanque donde enfrentarnos con nuestro reflejo.

martes, diciembre 01, 2020

Bárbara Blasco - Dicen los síntomas


 

Bárbara Blasco, al margen del curioso currículum que se ha publicitado y que nada tiene que envidiar a algunos escritores norteamericanos que no dudan en informar de los múltiples trabajos que han desempeñado, es una escritora valenciana que va recorriendo su camino de forma seria y profesional, sin hacer mucho ruido hasta ahora. Recomiendo también la lectura de sus anteriores libros, Suerte y La memoria del alambre, ambos en la valenciana editorial Contrabando. Su tercera obra ha ganado el Premio Tusquets de Novela y esto da la oportunidad a muchos lectores de conocer a una autora muy interesante.

                        Dicen los síntomas nos sumerge en un microcosmos familiar, con todas las complejidades que eso conlleva. Virginia, una mujer en plena crisis existencial acude al hospital a cuidar de su padre moribundo. Allí se cruza con su madre y con su hermana, y con los pequeños secretos y rencores que se esconden en los silencios, en las ausencias, en los mensajes que nunca se intercambiaron. La voz narrativa es la de la propia Virginia, con su visión amarga, un tanto cínica e impregnada de un cáustico sentido del humor, no sólo de su familia, sino de la vida en general y de las relaciones con los demás en particular. Es una mujer a la que le interesan las enfermedades hasta el punto de afirmar que "si tuviera que escoger un único aspecto para estudiar la historia de la humanidad, sólo uno, elegiría sin duda la historia de las enfermedades". Tiene treinta y nueve años y no tiene hijos, pero aún es fértil, aún puede tenerlos, y por eso se acuesta con desconocidos sin tomar precauciones, como si se dejase llevar por un impulso que, sin ser autodestructivo, sí podría acabar con su vida tal como es.

                        La enfermedad como aglutinante de la propia existencia, la soledad aséptica de un hospital como lugar de encuentro y de balance, ese entorno neutro en el que nos enfrentamos directamente con nuestra fragilidad. Es al estar cara a cara frente a la enfermedad cuando nos cuestionamos nuestra existencia, cuando nos permitimos pensar que no somos eternos. Nuestra sociedad, en general, vive de espaldas a la muerte. Hemos decidido olvidar ese detalle y hacer como si nuestros días no estuvieran contados. El escenario de esta novela, esa habitación de hospital, simboliza el desamparo ante algo que nos supera. La protagonista se enfrenta a la muerte del padre y, a la vez, se plantea engendrar una nueva vida. Su visión ácida, descreída y desafiante, contrasta con el hecho de ser la única que siempre parece estar al pie del cañón. Los problemas con su padre no son motivo suficiente para alejarla de su lado.

                        Un libro escrito con un estilo ágil, con un sentido del humor que actúa como elemento que nos ayuda a mantener la distancia adecuada ante un tema que, por definición, resulta asfixiante. Una voz narrativa que se defiende con sarcasmo de todo aquello que le da miedo. Dicen los síntomas es un libro interesante y ameno.

(Sólo una advertencia: si tiene intención de ver la película Langosta, véala antes de leer este libro, háganme caso).


viernes, noviembre 20, 2020

Insultar con inteligencia


Un hombre y una mujer están bailando.

—Baila usted muy bien —dice el hombre.

Ella le mira, y muy seria responde:

—Siento no poder decir lo mismo de usted.

—Pues haga como yo—replica el hombre sonriendo—. Mienta descaradamente.


El insulto puede ser un arte, estar lleno de ingenio y mostrar inteligencia, astucia e imaginación. Cuando alguien es derrotado por un insulto de estas características, el resultado es demoledor. Y en estos tiempos en que en el Parlamento los insultos que se escuchan no pasan de "facha", "golpista" o tocarse la cara señalándose con el dedo (estamos a un paso del corte de mangas o los cuernos), se echa en falta un poco de ingenio.


Se cuenta que en el Parlamento británico, Lady Astor, la primera mujer parlamentaria, irritada ante una discusión le gritó a Winston Churchill:

—Señor mío, si estuviera casada con usted, le echaría veneno en el té.

Ante lo cual, Churchill replicó con calma:

—Querida señora, si yo estuviera casado con usted me bebería ese té con mucho gusto.


De hecho, Churchill tiene muchas anécdotas ingeniosas.

Se dice que en una ocasión, Charle DeGaulle le recriminó:

—Ustedes los Ingleses solamente pelean por el dinero, deberían aprender de nosotros los franceses, que luchamos por el honor y la dignidad.

A lo que Churchill respondió:

—Bueno, cada quien pelea por lo que le hace falta.


También Lady Astor tiene citas memorables. Una de mis preferidas es: "Los principales peligros de esta vida son las personas que quieren cambiarlo todo…o nada".


En una ocasión Toshack dijo de Benito Floro: "Es un buen entrenador, pero no tiene ni zorra idea de fútbol".


Estas frases producen una sonrisa porque sorprenden y suelen encerrar una paradoja. 

Se me ocurre pensar a qué escritor se le podría decir que escribe muy bien pero que no tiene ni idea de cómo narrar una historia. O que cuenta muy bien las historias pero no tiene ni idea de literatura. ¿Se podría decir algo más cruel de un escritor?

 

Edith Wharton recuerda en su autobiografía, titulada "Una mirada atrás", que cuando a Henry James le preguntaron su opinión sobre un relato que ella había escrito directamente en francés para la "Revue des Deux Mondes", él contestó: "¡Notable! ¡Sumamente notable! Un hecho del todo sorprendente". Se volvió hacia ella y le dijo: "Te felicito de corazón, querida, por la forma en que has recogido las frases literarias más viejas y gastadas que han pasado los últimos veinte años tiradas por las calle de París, y has conseguido meterlas todas en esas pocas páginas". Luego se dirigió al resto de los presentes y añadió: "Un honroso episodio en su carrera. Pero no debe volver a hacerlo nunca".

martes, octubre 27, 2020

Tiempos de pandemia

 Veo los telediarios y siempre salgo con más dudas que aclaraciones.

Me gusta cuando entrevistan a algún científico en lugar de dar pie a políticos y a la gente de la calle.

Me desespera cuando le preguntan al primero que pasa por ahí qué opina de las medidas.

Acepto que todos llevamos un epidemiólogo dentro, igual que un seleccionador de fútbol.

Parece que todas las medidas pasan por acogotar a la población. Sin embargo, hay cosas que a todo el mundo le parecerían lógicas pero no se oye a nadie hablar de ellas.

Contratar más sanitarios, por ejemplo. Reforzar la atención primaria debería ser una prioridad en este momento.

Unificar los protocolos y actuar sobre ellos. Ahora mismo, si has estado con alguien y te cuenta que lo han confinado porque un contacto directo suyo ha dado positivo, a ti te dejan hacer vida normal hasta conocer el resultado del PCR de esa persona, aunque esa persona sea tu hijo, con el que convives. Conozco un caso de un matrimonio cuyo hijo fue confinado porque su novia había dado positivo, pero a la familia no la confinaban hasta saber el resultado de la PCR del hijo. ¿Se podría ampliar esa medida? Y además, en este punto, habría que aligerar esas pruebas. ¿Alguien sabe qué ha pasado con los test de antígenos que eran rápidos, fiables y baratos? ¿No hay? ¿Se han acabado? ¿Fueron una ilusión? ¿Algún periodista tiene el mínimo interés en aclarar estas cuestiones?

Sigue habiendo sitios en los que te dan el alta a los diez días sin una segunda PCR y otros en los que no te la dan hasta que tu PCR sea negativa. ¿Aún no hay consenso en esto?

Los transportes públicos siguen abarrotados. ¿Nadie tiene intención de actuar sobre esto? Tal vez habría que aumentar la frecuencia y el número de autobuses y metros. Y limitar su aforo. ¿Nadie controla esto? Me cuentan que circula una broma en redes proponiendo celebrar la navidad en un vagón de metro, ya que su aforo es de cuarenta personas.

¿Cómo nadie trata de investigar qué ha ocurrido realmente en China? ¿Cómo es posible que allí se dé la pandemia por erradicada y la gente esté haciendo vida normal? ¿Allí no importa la vacuna? ¿Acaso ya tienen una y no lo dicen? Sí, ya sé que de China no te puedes fiar y blablabla, pero oiga, ¿nadie puede pedirles explicaciones? ¿Ni siquiera la OMS? Por cierto, ¿sirve para algo la OMS?

Canarias va bien y ya pueden ir turistas de Alemania e Inglaterra, pero ¿de toda Alemania y de toda Inglaterra o sólo de las zonas seguras de esos países? Acabo de oír que Alemania también está estudiando endurecer sus medidas.

Creo que debe haber más gente con este tipo de dudas.

¿De verdad no hay nada más que hacer que intimidar a la gente y arruinar determinados negocios?

Yo pienso que en España hemos sido muy disciplinados. y lo seguimos siendo, por regla general. Lo que ocurre es que las incongruencias no ayudan a confiar en las medidas que se adoptan. Y mucho menos si siempre culpan al ciudadano de a pie sin reconocer ninguna responsabilidad.

Insisto en que se le dé más espacio y protagonismo a científicos en televisión, que piden más rastreadores y mayor diligencia en los confinamientos de personas con riesgo por contacto.

En fin, a lo mejor todo está mucho más claro y no hay improvisación ni desinformación. En ese caso disculpen este desahogo.

martes, octubre 06, 2020

El consentimiento

 


Se publica el libro "El consentimiento", de Vanessa Springora y cobra una especial relevancia el video del programa Apostrophes en el que se invitó al escritor Gabriel Matzneff para hablar de su libro "Mis amores descompuestos". Todos le reían las gracias al escritor mientras alardeaba de sus relaciones con jovencitas. Decía abiertamente que nunca había tenido éxito con mujeres de más de 25 años. Sonríe al hablar de su relación con una muchacha de quince años, o de sus relaciones en tres días consecutivos con tres desconocidas, dos de las cuales eran vírgenes. Hasta que una de las presentes, la escritora canadiense Denise Bombardier, rompe la postura unánime del grupo y muestra su indignación por lo que está escuchando. Dice que le parece estar viviendo en otro planeta, que le resulta lamentable, que no comprende que en ese país la literatura sirva de coartada para esa clase de confidencias. Un hombre que confiesa abiertamente utilizar su reputación para atraer a niñas de 14 o 15 años, del mismo modo en que otros utilizan bombones, está confesando un abuso de poder. Se pregunta cómo se sentirán esas chicas después. 

El libro de Springora nos ofrece ahora una respuesta.


lunes, septiembre 21, 2020

Carlos Manzano - Hubo un tiempo en que lo fui todo


 

Los libros de Carlos Manzano nunca dejan indiferente, especialmente sus colecciones de cuentos. Sus personajes son seres perdidos, insatisfechos, que no llegan a alcanzar lo que desean, que se quedan observando cómo la vida pasa junto a ellos sin atreverse a tomar parte. En todos los relatos reunidos en el libro encontramos una escena turbadora, que nos hace dar un respingo, que nos sorprende, que nos obliga a arrugar el ceño, algo que no esperábamos del personaje y que no terminamos de entender, algo a veces tan fuera de lugar que no hace falta decir más para expresar el vacío que le invade, su insatisfacción, y nos deja claro que es alguien que lleva una carga sobre sus hombros, bien la de no haber tomado las decisiones correctas en su momento o bien la de la desgracia que se ha cebado sobre su destino.

La grandeza de un buen relato está en no contarlo todo, centrarse en un momento muy concreto que, sin embargo, nos deja intuir que hay algo mucho más importante detrás de él. Describir el instante que nos desarma, que nos vuelve vulnerables. Ese segundo en que uno se mira al espejo y, sin poder evitarlo, hace una mueca que le deforma el rostro, rompiendo por un breve lapso de tiempo la fachada tras la que se oculta cuando está con los demás.

Dice uno de sus personajes: "Siempre he sido partidario de escoger la opción más cómoda y desechar las complicaciones que no resulten imprescindibles". Y esto puede aplicarse a todos los protagonistas de los relatos: gente que ha decidido dejarse llevar por las circunstancias y a la que, en un momento dado, dicha sumisión le pasa factura, a veces en forma de pequeña rebeldía.

El protagonista de "La confesión" dice: "Siempre he sido de esa clase de tipos que apenas reflexionan sobre lo que hacen o dejan de hacer ni sobre los porqués de sus decisiones". Sin embargo, pese a esta apatía de sus personajes, Carlos Manzano nos lleva a preguntarnos si dicho desinterés no será una consecuencia de su pasado. Un pasado que a veces vuelve para rendir cuentas, demostrando que nunca llegó a olvidarse, que siempre se mantuvo al acecho.

Encontramos en "Hubo un tiempo en que lo fui todo" a un hombre que va a visitar a su hermano al hospital, pese a que hace años que no se dirigen la palabra; dos parejas que se distancian después de casarse; una mujer que cuida a su padre, con un compañero de habitación un tanto desagradable; un hombre que se enfrenta a la madre del niño de cuya muerte fue testigo; alguien que se niega a aceptar lo que siente por un compañero; un padre que golpeaba a sus hijos con un cinturón de cuero; la mujer que, a raíz de la muerte de su hermano, se siente atraída por los deportes extremos; el hombre cuyo hijo ha sido atropellado; o aquel cuya hija ha sido violada; o el que de repente siente una irresistible atracción por la amiga de su novia; un asesino a sueldo que se enamora de la risa de una mujer, pero… Personas que protagonizan estas historias que nos desvelan secretos ocultos, remordimientos, insatisfacciones que les llevan a actuar de un modo que nos sorprende.

También cabe destacar los microrrelatos que aparecen en el libro, como, por señalar alguno, "Tomaban el sol desnudos" o "Los violentos".

Carlos Manzano, no me cansaré de recomendarlo, es un excelente escritor fiel a sus propios intereses, ajeno a modas o generaciones. Su obra recorre un camino coherente y muy personal que supone toda una experiencia para quien se atreva a transitarlo.

El libro puede adquirirse en la página web de la editorial:

http://www.lafraguadeltrovador.com/

lunes, marzo 23, 2020

Los libros no leídos


Yo tampoco he leído todos los libros que tengo. Y sé que, aunque no comprase más, no tendría tiempo de leerlos. Es un hecho. Pero necesito que estén ahí, saber que me acompañan. Algunos son autores con una obra muy dispersa. Cuando veo alguno de sus libros los compro, como si acabara de encontrar un sello extraño y fuera filatélico, que no es el caso (Baryl Bainbridge, por ejemplo). Otros, porque me traen un recuerdo (aquí situaría sobre todo libros de género: ciencia ficción y terror especialmente). Otros, porque fueron citado por un autor cuyo criterio respeto o porque son autores oscuros, desaparecidos (Sarah Kane, Kathy Acker, aunque ahora parece que las están recuperando de nuevo... o Lucius Shepard). También los que se quedaron huérfanos, libros de autores que dejaron de escribir después de publicar un único libro (como "Pasos sin huella", de Fernando Bermúdez de Castro, que ganó el Nadal y no volvió a publicar nada). Y disfruto recorriendo las librerías de viejo, rebuscando en las estanterías, dejándome guiar por mi intuición para descubrir obras olvidadas o autores curiosos. Y algunos los he leído y otros sé que no los leeré nunca, al menos completamente, porque de todos he leído fragmentos y he admirado su estilo.

Por eso me gustó tanto ese texto de Arturo Pérez Reverte, "Libros que nunca leeré", donde dice: "A veces, alguien que ve mi biblioteca pregunta si he leído todos esos libros. Y la respuesta siempre es la misma: unos sí y otros no; pero necesito que estén todos ahí. Una biblioteca es memoria, compañía y proyecto de futuro, aunque ese proyecto no llegue a completarse nunca. Una biblioteca amuebla una vida, y la define. Raro es no advertir el corazón y la cabeza de un ser humano tras un repaso minucioso a los libros que tiene en casa, o que no tiene. Por eso no me lamento por los que no llegaré a leer. Cumplen su función incluso quietos, silenciosos, alineados con sus títulos en los lomos. Puedo abrirlos, hojearlos, recorrerlos despacio, meterlos en la mochila para un viaje. Y aunque muchos no llegue a leerlos jamás, habrán cumplido su misión. Su noble cometido".

lunes, marzo 16, 2020

Fallas 2020

Todos los años suelo colgar aquí fotos de las fallas que adornan la ciudad de Valencia por estas fechas. Siempre he pensado en el blog como una excelente ventana al mundo. Este, como todo el mundo sabe, es un año especial, extraño. Las fallas se suspendieron como consecuencia de un nuevo virus que anda paseándose por el planeta. Se suspendieron pocos días antes de la "plantá", cuando algunas piezas ya habían sido transportadas hasta las respectivas ubicaciones.
Así que este es el pequeño recorrido por las fallas de este año, las fallas interrumpidas por el coronavirus COVID-19.

Plaza del Ayuntamiento.





Convento Jerusalén - Matemático Marzal.


Plaza del Pilar.



Plaza Na Jordana.




Sueca - Literato Azorín.



Cuba - Literato Azorín.





Reino de Valencia - Duque de Calàbria.



martes, marzo 10, 2020

Nuria Barrios - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Es mi forma de relacionarme con la vida, con los otros y conmigo misma. Y es la única actividad que me hace sentir menos infeliz.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me gusta escribir con mucha luz natural y, si no es posible, al menos cerca de una ventana. Necesito silencio. Necesito estar sola o, si estoy en un lugar público, sentirme sola. No me gusta que fotografíen mi sitio de trabajo. Necesito que los armarios estén cerrados. No me gusta que nadie toque mi mesa de trabajo. No me gusta que me interrumpan. Me gusta tener cerca algún objeto familiar que me resulte inspirador o relajante.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La familia, el amor, la identidad, la locura, la fina línea que separa la normalidad del desastre, la muerte como latido de la vida, el humor como una forma de respiración.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Fiarme de mi instinto. Para el resto tengo siempre presentes las palabras de Samuel Beckett: “Lo intentaste / Fallaste / No importa / Inténtalo de nuevo / Fracasa de nuevo / Fracasa mejor”.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Planifico la historia antes de empezar a escribir. Luego la ficción va revelando su propia lógica y me atengo a ella. El esquema está para ser modificado.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

No tengo autores de cabecera. Siempre que descubro a un escritor o a una escritora que me gusta, lo leo con mucho detenimiento. Y luego me aparto para trabajar mi propia voz. Dicho esto, vuelvo una y otra vez a los mitos griegos.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Acabo de publicar una novela que se llama Todo arde. Voy a atenerme al ejemplo de Aristóteles, que fue capaz de contar la Odisea en menos de diez líneas, para hablar de mi novela. Todo arde narra la historia de Lolo, un chico de 16 años que entra una noche en un poblado chabolista de venta de droga para rescatar a Lena, su hermana mayor, que está enganchada. Es una historia aparentemente sencilla, pero el robo de un perro complicará todo y hará que el viaje del chico se transforme en una odisea, que es al mismo tiempo un relato de aventuras, un descenso a los infiernos con ritmo de thriller, un viaje iniciático y una historia de amor. El hecho de que toda la novela transcurra en una noche da una urgencia a la historia que acentúa la tensión y el suspense.


 


Nuria Barrios es autora de las novelas Todo arde, El alfabeto de los pájaros y Amores patológicos, de los libros de relatos Ocho centímetros, El zoo sentimental y Balearia, y de los libros de poemas La luz de la dinamo, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado, Nostalgia de Odiseo y El hilo de agua, ganador del Premio Ateneo de Sevilla. Como cuentista está presente en numerosas antologías, la más reciente: Tsunami, miradas feministas. Es la traductora al español del novelista irlandés John Banville/Benjamin Black, premio Booker y premio Príncipe de Asturias de las Letras.

domingo, febrero 23, 2020

Como si existiese el perdón - Mariana Travacio


Mariana Travacio es una escritora argentina, autora de dos magníficos libros de cuentos, Cotidiano (Baltasara, 2015) y Cenizas de Carnaval (Tusquets, 2018), y de una novela: Como si existiese el perdón (Metalúcida, 2016), que se publica ahora en España de la mano de la editorial Las Afueras. Y debemos celebrar esta publicación y confiar en que no pase desapercibida porque Mariana Travacio tiene un ritmo narrativo endiabladamente desasosegante. Tiene la habilidad de atrapar al lector desde la primera frase y susurrarle una historia capaz de erizarle el vello.

Esta novela se desarrolla en un lugar inhóspito, reseco, de clima sofocante y alejado de la civilización. Y nos habla de un crimen y de una búsqueda, de una venganza y de supersticiones, de la materia con la que se fabrican las leyendas. Con una primera persona del plural, un nosotros, que dota a la historia de un halo fantástico y colectivo, avanzamos por unas tierras áridas, acompañando a hombres rudos, bebedores de ginebra y amantes del silencio, que están dispuestos a solucionar los problemas de forma violenta, a retar a la muerte y enfrentarse a ella.

La literatura gaucha tiene mucho que ver con el western, la árida pampa con las rocosas montañas donde cabalgaban los vaqueros en busca de oro o de venganza. Y las tabernas de los pueblos mineros con la modesta tasca del Tano, donde aparece un día un hombre llamado Loprete y se desencadena la tragedia, la cadena de violencia, la huida por terrenos inhóspitos, áridos, donde se duerme al raso y se calienta uno con una hoguera.

La prosa de Mariana Travacio se demora en los detalles y dota la historia de una épica que trasciende la mera anécdota para dotarla de la grandeza de las leyendas, de esas historias que aguantan en el tiempo, transmitidas de padres a hijos.

"Amanecimos todavía de noche, cerca de las cuatro. Nos quedaban tres horas para avanzar todos juntos, arroyo arriba, sin que clareara. Eso hicimos. Recogimos nuestras cosas y empezamos la marcha, a trote suave, bordeando el arroyo. "

Cuenta Travacio con capítulos cortos y la gravedad que antecede a la tragedia, con un lenguaje preciso y poético que hipnotiza y dibuja escenas llenas de polvo y de lluvia, de hombres cabalgando decididos hacia su destino. Una elegía, un canto, un poema gaucho, como Martín Fierro, con escenas crepusculares que parecen sacadas de una historia de Juan Rulfo, o de una película de Sam Peckinpah donde la acción contenida se va espesando, acumulando tensión, hasta que llega la explosión final, la violencia esperada, la muerte que reclama la venganza. 

Un libro bello e hipnótico, duro y real, cuya lectura resulta una experiencia que nos recuerda nuestra esencia humana, tan salvaje cuando se trata de sobrevivir o de salvar el honor. Mariana Travacio es una de las más interesantes escritoras que podemos encontrar en las librerías en estos momentos. La lectura de Cómo si existiese el perdón es de las que se quedan dentro, danto vueltas, durante bastante tiempo.  


martes, febrero 04, 2020

Nuria Barrios - Todo arde


El 3 de Febrero presentamos esta magnífica novela de Nuria Barrios en la librería Ramón Llull de Valencia. Fue todo un privilegio conocer y acompañar a la autora en este acto. Sin duda, será una tarde que siempre recordaré con especial afecto.

"Todo arde" nos sumerge en un mundo cuya existencia conocemos, sabemos que existe, pero que nos empeñamos en ignorar, en mirar para otro lado. Y la inmersión es total y devastadora. Caminamos por esos senderos de tierra y charcos, bajo ese sofocante calor de agosto, entre piedras, agujeros y basura, cruzándonos con gente capaz de acuchillarnos por haberlos mirado mal, con sombras desesperadas en busca de la evasión que les proporciona la droga. Es un mundo que tenemos muy cerca pero al que apenas le prestamos atención. El submundo debajo de la superficie, el lugar donde deambulan los inadaptados, donde las leyes se muestran ineficaces, donde encuentran su sitio los que en realidad no tienen sitio. En este escenario fantasmal se desarrolla la peripecia de dos hermanos. Lena, drogadicta, y Lolo, su hermano, que no duda en seguirla hasta el poblado chabolista para conseguir rescatarla.
Al escribirlo, al describirlo, el escritor nos pone una realidad delante de la cara, nos dice que miremos ahí, que dejemos de hacernos los locos y nos acerquemos a esa miseria. El libro, en este sentido, nos increpa, nos reta a preguntarnos cómo es posible que se permita algo así. El texto se convierte en una advertencia que nos asusta, porque sabemos que la línea que nos separa de ese mundo de desgracia es muy fina.
Les animo a que acepten el reto y se acerquen a este libro desasosegante y hermoso a la vez, a esta historia emotiva que te pone un nudo en la garganta. 



martes, enero 28, 2020

Próxima presentación del último libro de Nuria Barrios

El lunes 3 de febrero, a las 19:30 horas, tendré el privilegio de acompañar a la escritora Nuria Barrios en la presentación de su último libro, "Todo arde", una historia dura e impactante que se lee como un thriller y que no dejará a nadie indiferente.
Será en la maravillosa librería Ramón Llull, de Valencia.


martes, enero 14, 2020

Gemma Solsona Asensio - Cuestionario básico

1.- ¿Por qué escribes?

Difícil respuesta. O muy sencilla, quizá. Desde siempre me ha gustado imaginar historias, contarlas y que me las cuenten. Creo que ahora escribo porque así lo siento y lo vivo, porque no puedo evitar leer libros, escuchar ciertas conversaciones entre amigos o ver una fotografía sin que, en ocasiones, me susurren principios, escenas, secretos de algún personaje al que me gustaría dar vida… Y eso son los “retazos” de realidad que “reescribo o reinvento” en alguna de mis libretas, bocetos que, a la larga, convierto en una historia. Es algo casi automático, esa necesidad, al menos. Después, la escritura… es un proceso distinto. Las musas son muchas, sin embargo, poco a poco, hay que ordenarlas, corregirlas, trabajarlas… y ese proceso no es tan instintivo aunque forme parte, también, de la escritura. Mas la razón, el inicio de todo, pienso que es más visceral, casi, casi una necesidad.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones a la hora de escribir?

Me encanta estar rodeada de libros, eso es lo más curioso, escribir en una biblioteca, no solo por el silencio, sino porque me parece un paraíso en el que me gustaría estar si se acabara el mundo (con una buena despensa de dulces en el almacén). Y en casa, tengo mi pequeño “rincón” de escritura, rodeado de los libros que adoro y me inspiran. Así, a priori, te confieso que siempre tengo cerca a alguna de mis últimas musas, libros de relatos que me han hecho disfrutar o ciertas novelas de las que, de cuando en cuando, releo algún párrafo. Además suelo tener pequeños fetiches relacionados con lo que más me gusta, una taza de café y algo dulce, y pequeños objetos recopilados en mis viajes. ¡Ah! Y cómo no, los días que tengo suerte y acceden a hacerme compañía, me encanta escribir con uno de mis gatos, Harry o Potter, bien cerquita. Todo eso si estoy cerca de casa o hay alguna biblioteca abierta. Si no… me contento con irme a una cafetería acogedora y tener mi café y mi dulce cerca. Logro concentrarme aunque haya ruido y si la historia que estoy contando me tiene atrapada, así que… hay algunas cafeterías que ya me conocen, porque las visito con frecuencia.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Una de las cosas buenas de cumplir años, creo, es que en todas las facetas de tu vida vas conociéndote mejor, poco a poco. Eso se aplica también a la escritura. Me parece que Stephen King, en “Mientras escribo”, ya habla de que, pese a que te plantees historias distintas, cuando te gusta escribir acabas casi siempre dándole vueltas a las mismas obsesiones, a los mismos temas. Yo me he dado cuentade que tengo tres tonos, visiones o “estados” si podemos llamarlos así, a la hora de escribir: el fantástico, la oscuridad y la nostalgia. Estas formas de abordar la historia se combinan y, a veces, predomina uno sobre otro. Sobre los temas… la muerte, la soledad, los monstruos, el paso del tiempo, el amor por los lugares y los objetos, la infancia… creo que de alguna, forma casi siempre, están ahí.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Intento contar la historia cómo creo que me gustaría leerla/escucharla. Le doy mucha importancia a la forma de narrar, a la voz con la que quiero contar esa historia en concreto. No es lo mismo narrar una aventura de infancia con la voz de una niña o de una anciana. El lenguaje, el tono, la emotividad con la que lo haces ¡cambia tantísimo! Y, por otro lado, releo siempre, varias veces, lo escrito, en alguna ocasión en voz alta. Me ayuda a darme cuenta de las repeticiones, a asegurarme de que lo que he escrito tiene el ritmo adecuado, a introducir o eliminar ideas (eliminar muchas veces es necesario, aunque a muchos escritores sea lo que más nos cueste)…

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Mhm, ¿lo que se llama escritor de brújula o mapa? Leí hace poco que George R. Martin los denomina jardineros o arquitectos… De momento, he escrito siempre relatos de mayor o menor extensión, pero relatos y, a ver, para empezar a escribir, es curioso, pero al menos necesito tener mi principio muy claro, un título y el final. Quizá por eso tengo muy presente el dodecálogo, sobre el cuento, de Andres Neuman. En concreto, una frase que dice: “En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección”. Al ser relato, intento que la historia, de alguna forma, sea un círculo perfecto y que, el principio y el final, estén relacionados, que se complementen. Además de procurar, en la medida de lo posible, que el principio cree expectativa, llame la atención, etc, etc. Pero considero esencial que esa línea o líneas iniciales tengan coherencia con el tono de la historia, con lo que voy a contar después. Eso me ayuda. Y, una vez establecida la inspiración, el principio y el lugar a dónde quiero llevar mi historia… depende de cada relato. Me parece que empiezo con el mapa, pero después lo guardo en el bolsillo y me quedo con el destino y la brújula en la mano.
            En mi opinión, la escritura es casi orgánica y se va construyendo con lo que vivimos, leemos, nos cuentan... Si empiezo a escribir un lunes por la tarde, tal vez no pueda seguir con mi historia hasta el fin de semana (y eso, con un poco de suerte, porque el tiempo es el hándicap de muchos hoy en día…). Así que, en esos días, puedo haber leído un fragmento en una novela, visto una película que a lo mejor, sin que haya sido del todo consciente, me han aportado una nueva idea para la historia. Por tanto, podríamos decir que trazo un mapa muy incipiente y que, a partir de ahí… me dejo llevar.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Uy, muchos... como te he dicho, pienso que la escritura es casi orgánica y lo mismo  ocurre con mis lecturas favoritas: voy descubriendo, día a día, nuevas obras, autores y autoras que añadir a mi particular “podio”. En cada momento de mi vida, he descubierto libros que me han hecho soñar, que me han llevado a ser la lectora que soy y me gustaría pensar que también la escritora que se forma, día a día. Libros que aparecieron en el momento justo y que, si los hubiera leído más tarde, tal vez no hubiese disfrutado tanto, claro está. Mis ídolos juveniles fueron Enyd Blyton, Louise May Alcott y Agatha Christie (la leí siendo muy pequeña); como clásicos me quedo con Poe, Dickens y las hermanas Brontë: de Poe, sus Narraciones extraordinarias; de Dickens, con Grandes esperanzas e Historia de dos ciudades, ambas disfrutadas y releídas en distintos momentos de mi vida; y de las Brontë, me quedo siempre con Emily y su Cumbres borrascosas.  Pasé también mi “momento” de realismo mágico y no puedo olvidar a Gabriel García Márquez, del que leí casi todo... tuve mis “momentos” de “novela gótica”, de vampiros... y existen muchas novelas que me marcaron, de estilos distintos, como Expiación de Ian McEwan o Todo cuanto amé de Siri Husvedt... Pero, actualmente, por citarte autores a los que suelo regresar y nunca me defraudan, me quedaría con Cortázar, Juan José Millás y Truman Capote (releer algunos cuentos o novelas de Millás, y el Desayuno con diamantes o los relatos de Capote es un placer que me doy de cuando en cuando). Y, cómo no, debo citar a mis musas fantásticas: Shirley Jackson, Angela Carter y la pizca de nostalgia y magia que desprenden las historias de Ana María Matute.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Ahora estoy trabajando en antologías de diversos autores y autoras que saldrán a la luz, espero, en este 2020, y tengo también un proyecto propio, de relatos, con ilustraciones de mi amiga musa y musa Judit García-Talavera que está muy avanzado, cruzaremos los dedos y nos encomendaremos a las brujas... Lo último que he publicado es otro libro de relatos, Casa volada que se publicó en el 2019, de la mano de Huso Editorial.
            Casa volada se formó, cómo no, de esa manera orgánica que he comentado antes, a través de prodigiosas casualidades que se conjuran para llegar a la historia/historias que quieres contar. Son diez cuentos unidos entre sí por el protagonismo que adquieren las casas, los lugares donde suceden las historias. Con los años, me he dado cuenta de mi pasión por los objetos, por los espacios y por las casas y las historias que esconden. Me da la sensación de que sí, “escuchamos o miramos” con atención, las casas y esos objetos tienen mucho que contarnos... Casa volada se inició con un relato, el que da título al libro, en homenaje a Cortázar. Después fueron viniendo otros y me percaté de que todos estaban relacionados y unidos por ese hilo de la “domofilia” (adopto la palabra de Patricia Esteban Erlés, una gran escritora de lo insólito y lo oscuro a cuyos relatos vuelvo también con frecuencia y que me enseñó este término). Y el libro se reveló, por fin, tal y como es ahora, una tarde en la que una amiga me envió una frase de Natalia Ginzburg, sacada de La ciudad y la casa, que decía: “Tú una casa la puedes vender o dejar a quien te dé la gana, pero siempre la llevas contigo”. Así fui estirando del hilo y surgieron nuevos relatos con la casa (fantástica, misteriosa, fiel vigilante de secretos, hogar evocado...) como protagonista. Y el resultado... un libro de cuentos, Casa volada que navega, cómo no, entre la fantasía y la nostalgia, con un pelín de oscuridad.




Gemma Solsona Asensio es licenciada en Comunicación Audiovisual y trabaja en marketing y publicidad. Es profesora de Escritura Creativa y Relato y miembro de la P.A.E (Plataforma de Adictos a la Escritura) con quienes participa en la organización de charlas y eventos de ámbito cultural (programas de radio, presentaciones de libros, trivials literarios…). En el 2009 publica su primer libro Valguamar, cuentos de lugares, amores y difuntos (Hijos del Hule) junto a Tebu Guerra. En el 2012 gana el concurso literario Vila de Gracia y es finalista del Ana María Matute (su relato fue publicado en La teoría de Polch, de Ed. Torremozas). Ha publicado en las antologías: Qué me estás contando (Hijos del Hule, 2008), Café con letras (Hijos del Hule, 2009), Homenaje a Poe (Artgerust, 2014), Navidadoscuracasinegra (P.A.E., 2015), Cuéntame un día (P.A.E., 2016), Barcelona Gótica (Apache Libros, 2016), Vampiros en Barcelona (Apache Libros, 2017), Doñana es arte (Suseya ediciones, 2017), Monstruari (SECC, 2018), Más macabras (Maluma, 2019). Ha sido coordinadora de las antologías Cuentamínate (Hijos del Hule, 2012) Cuentopsia (Hijos del Hule, 2014), Vuelo de brujas (Apache libros, 2018) o TRAStiendas (Stonberg, 2019). En el 2016 publica su segundo libro de relatos: Maullidos (Stonberg, www.mismaullidos.com). Y este 2019 ha sido la ganadora del certamen “Terroríficas II” y ha presentado su tercer libro de relatos: Casa volada (ed. Huso).

martes, enero 07, 2020

Elena Alonso Frayle - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes? 

Creo que todos los autores nos hemos hecho alguna vez esa pregunta (o nos la hacen a menudo) y uno se da cuenta de que las respuestas tienden a ser muy parecidas en cuanto al fondo, y se pueden resumir en dos palabras: escribimos porque nos hace felices. A mí, además, el escribir me proporciona una especie de revulsivo contra la fugacidad; es una manera de conjurar lo que más me asusta, que es el olvido. 

 2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir? 

Escribo por las mañanas, cuando mi mente está más despejada, y, por tanto, resulta más creativa. Necesito mucho silencio alrededor y, sobre todo, la certeza de que no seré interrumpida en las siguientes dos, tres horas. Eso en cuanto a la escritura propiamente dicha, pero diría que un autor está siempre escribiendo en su mente, está constantemente procesando la información a su alrededor en busca de fuentes de inspiración. Por eso, suelo llevar conmigo una libreta de notas en la que voy volcando todo lo que, de una forma u otra, intuyo que me pueda servir para el proyecto en curso o para proyectos futuros. En cuanto a supersticiones, ninguna, no creo en su eficacia. A menos que llamemos superstición al hecho de ser incapaz de irme a dormir sin revisar de nuevo lo trabajado por la mañana: así como la creatividad me asalta a primera hora, es por la noche, antes de terminar la jornada, cuando desarrollo un agudo sentido crítico con el que con frecuencia elimino o modifico gran parte de lo que escribí durante el día. 

 3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas? 

 En sentido amplio, y como apuntaba al principio, me preocupa sobre todo la idea de fugacidad, de paso del tiempo: el olvido. Pero ese tema se traduce en una amplitud de posibilidades narrativas. En concreto, en mis novelas con frecuencia aparecen elementos históricos que desencadenan la narración; me interesan sobre todo los pasajes poco conocidos de la historia, y cuando escribo sobre ellos, me propongo explorar cómo esos hechos nimios del pasado, casi olvidados por el historiador, tienen la fuerza de incidir en el presente, en el destino concreto de personas concretas. 

4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir? 

Diría que, a la hora de escribir, me guía sobre todo el respeto hacia el lector; hacia sus capacidades, sus intereses, su predisposición a dedicar a la lectura de mi obra unos minutos o unas horas del preciosísimo tiempo de su vida, que un día terminará. Por eso, por respeto, no se lo pongo fácil, sino que presumo en él las dosis de ingenio necesarias para entablar ese diálogo en que consiste la literatura. Es algo que tengo constantemente presente, en cada frase que escribo. 

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio? 

Pertenezco claramente al grupo de los llamados «escritores brújula»: sé dónde quiero llegar –mi norte-, pero la ruta que seguiré la voy descubriendo mientras escribo. Aunque pienso que siempre hay una suerte de planificación que opera a nivel inconsciente. Me ocurre con frecuencia, por ejemplo, el introducir elementos, situaciones o personajes en la narración sin saber muy bien por qué lo hago, y solo más adelante, a medida que avanzo en la escritura, me doy cuenta de la absoluta idoneidad de esos elementos. Es como si mi subconsciente hubiera ido un paso por delante y supiera muy bien qué función estaban llamados a cumplir esos elementos en el conjunto de la narración. 

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera? 

Me gusta descubrir novedades y autores poco conocidos o poco promocionados, en los que a menudo encuentro más calidad que en los escritores «de renombre». Sin embargo, existen una serie de autores y obras de referencia a los que vuelvo una y otra vez, porque siempre aprendo algo nuevo con las relecturas. Mencionaría por ejemplo a Nabokov, no solo sus novelas, sino también sus cuentos; mencionaría también los Nueve cuentos, de Salinger. Por otra parte, el año pasado recibí el encargo por parte de una editorial de Mongolia de preparar una antología de narrativa corta española. Para realizar la selección de los textos, me reencontré con autores y cuentos a los que no había leído en años o décadas; debo decir que el reencuentro fue grato y aleccionador. Volver por ejemplo a Clarín o a Pío Baroja, y releer los que en su día fueron lecturas obligatorias en el colegio con el bagaje que hoy me acompaña constituyó una experiencia reveladora. Lo mismo que releer a la gran Rosa Chacel —injustamentente relegada— o a Francisco Ayala, cuyo deslumbrante cuento «El Hechizado» creo que fue calificado por Borges como el mejor cuento jamás escrito. O a Miguel Delibes, Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile… 

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? 

Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo. Este último año he publicado dos libros: una novela juvenil con la editorial Edelvives, Y serán felices, y el volumen de cuentos La mala entraña (Baile del Sol), que me ha proporcionado la inmensa alegría de ser distinguido con el Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España. En la actualidad, y desde hace más de un año, estoy volcada en la escritura de un libro sobre Mongolia, fruto de los tres años que he vivido en ese país. Se trata de un libro de género incierto: lo que empezó como una novela, poco a poco ha ido deslizándose hacia un híbrido en el que se entremezclan la literatura de viajes, los relatos puntuales, la crónica y la novela propiamente dicha.


Elena Alonso Frayle (Bilbao, 1965) es Licenciada en Derecho y graduada en Administración de Empresas por la Universidad de Deusto, y ha cursado estudios de posgrado en Derecho Comunitario por la Universidad de Nancy. Su labor como escritora ha sido reconocida con innumerables premios, tanto de cuento («Ignacio Aldecoa», «Gabriel Aresti», «Fernández Lema», «La Felguera», «Miguel de Unamuno», etc.) como de novela. Sus libros de relatos Llegados a este punto (2011) y La hora de los vencejos (2017) han obtenido en México el premio “Sor Juana Inés de la Cruz”; el libro La mala entraña ha obtenido el Premio Setenil (2019) al mejor libro de cuentos publicado en España. Ha publicado, además, las novelas El legado de la misión Iwakura (2010), galardonada con el Premio “Gabriel Sijé”, El silencio de los siglos (2013), que obtuvo en México el Premio Internacional de Narrativa Editorial Siglo XXI, y las novelas juveniles La edad de la anestesia (2014), XIV Premio Alandar, Y serán felices (2019) y Los niños cantores (2015), XXVI Premio Ala Delta.