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viernes, octubre 08, 2021

Cosas que se dijeron de "Cierta distancia"

Los libros tienen una vida muy corta, pero resulta muy estimulante intentar mantenerlos en la memoria, no dejar que se pierdan entre montañas de novedades.


He decidido agrupar aquí algunas cosas que se dijeron sobre el libro Cierta distancia. Manual de supervivencia para amantes de la literatura, en blogs y redes sociales. He pedido permiso para publicar estos comentarios y todos han accedido entusiasmados, lo cual agradezco.

Este libro empezó con un artículo que se publicó en la revista "Clarín", y de él se hizo eco el gran Medardo Fraile, al que llevo siempre en el corazón. Lo que escribió en aquella ocasión lo incluyó en su libro A media página, editorial Huerga & Fierro.


Cuando se publicó, aparecieron varias reseñas en internet.

Juan Herrezuelo.

http://juanherrezuelo.blogspot.com/2017/12/cierta-distancia-de-miguel-sanfeliu.html


Jimy Ruiz Vega


Pedro M. Domene


Elena Casero


La revista Quimera recomendó su lectura.




Y agradezco enormemente la repercusión que tuvo en las redes sociales.














martes, julio 13, 2021

Ben Marcus - Norteamericanas ilustres

 


¿Cómo se puede hablar de un libro que se niega a sí mismo? ¿Cómo explicar lo fascinante que resulta la lectura de un libro cuya trama se nos escapa o, sencillamente, no existe? ¿Cómo explicar el humor de las paradojas y los sinsentidos que campan a sus anchas por estas páginas? ¿Cómo argumentar que, pese a que no exista una trama identificada, la lectura resulta adictiva? ¿Cómo puedo decir sin que me miren raro que hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la lectura de un libro que no soy capaz de resumir?

En la página 79 leo: "El Asistente de Instalación de Lectura, una máquina que escanea y resume libros para determinar sus temas y contenidos, determinó que este libro era «un relato documental del papel de la boca en el arte del engaño y el fracaso, con un interés concreto en niños a los que se ha enterrado vivos»". ¿Más claro? Me temo que no. El autor no quiere ponérnoslo fácil. Lo que pretende es darle la vuelta a la realidad, colocarla boca abajo, deshacer sus costuras, y tal vez empecemos a vislumbrar qué se esconde tras este discurso enloquecido.

¿Y si recurro al propio autor? ¿Ayudará en algo? Me pregunto quién es Ben Marcus. No lo conozco de nada.

En la editorial Jekyll y Jill encontramos el libro "Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos", de Ben Marcus, con unos "Pinitos en pedantería" a cargo de Rubén Martín Giráldez (que es, por cierto, el traductor de "Norteamericanas ilustres"). También ha publicado la novela "El alfabeto de fuego", en la editorial Catedral, traducido por Milo J. Krmpotic. Y es autor de varios libros de relatos que no han sido traducidos hasta el momento, aunque merecieron el elogio de escritores de la talla de Lydia Davis, George Saunders o Robert Coover. ¿Para cuándo estos libros de relatos? Y le han concedido numerosos premios y reconocimientos.

Según la wikipedia, los autores que más han influido a Ben Marcus son: Virginia Woolf, Franz Kafka, Donald Barthelme, Richard Yates, Flannery O'Connor, Thomas Bernhard, Padgett Powell, J. M. Coetzee, Kobo Abe, Gary Lutz y George Saunders. ¿Nos hacemos una idea? Ah, y está casado con la escritora Heidi Julavits. ¿De qué me suena? Aquí se editó su libro "El palacio mineral", en Mondadori.

En la presentación de su último libro de cuentos explicó: "Algunos son graves y sombríos, otros son más serios y sombríos".

"Norteamericanas ilustres" es una obra hilarante y desasosegante, además de extraña e hipnótica. Juega con el lenguaje, con la construcción de las frases, en un estilo aparentemente sencillo que se enrosca sobre sí mismo para extraer nuevos significados, para hurgar en un espacio reconocible y absurdo a la vez.

La historia tiene como protagonista a Ben Marcus. ¿Acaso pretende volvernos locos? Ben Marcus personaje vive en una casa con un grupo de mujeres llamadas silentistas, lideradas por Jane Dark. Estamos en una granja en Ohio y las mujeres aspiran a la supresión del sonido y el movimiento. Se exponen consejos para lograr este objetivo, se describen objetos absurdos, movimientos extraños, ejercicios caricaturescos. Se nos sitúa en una sociedad que, bajo una aparente normalidad, resulta caótica e inverosímil.

El autor nos lleva de la mano, con la mayor naturalidad, por los paisajes de una pesadilla absurda en la que juega con lo verosímil y lo ético. Nos entrega un libro raro que describe una inverosímil redacción de tono bíblico, una novela que no respeta ninguna estructura y que cambia de voz narrativa varias veces. Un libro fascinante con páginas realmente divertidas.

Se recomienda no acercarse a este libro con ninguna expectativa y leer sus páginas en el orden correcto, procurando no dejarse llevar por la desesperación. Una vez terminado, deberá guardarse en un lugar fresco en el que pueda conservarse en perfecto estado para poder ser revisitado en sucesivas ocasiones.

lunes, mayo 31, 2021

Fernando Clemot - Fiume


En 1919, un ejército italiano de 287 hombres a las órdenes del poeta Gabriele D'Annunzio ocupó la ciudad de Fiume. D'Annunzio no consiguió que Roma reconociera la anexión de este territorio en 1919, así que se nombró a sí mismo como Duce de Carnaro. La carta de Carnaro fue la constitución de este nuevo estado. Tras la firma del tratado de Rapallo, en la Navidad de 1920, Italia decide bombardear Fiume. D'Annunzio abandonó la ciudad el 18 de enero de 1921. Riccardo Zanella fue entonces el primer presidente del Estado Libre de Fiume, cargo que ocupó de octubre de 1921 a marzo de 1922. Fiume se mantuvo como estado soberano hasta 1924, en que fue anexionada formalmente a Italia. Posteriormente fue ocupada por los alemanes y, más tarde fue cedida a Yugoslavia. Actualmente la ciudad se llama Rijeka y alberga el principal puerto de Croacia.

El régimen que estableció D'Annunzio en Fiume marcó las líneas básicas del fascismo. De ahí el interés de esta historia que novela Fernando Clemot en su último libro, titulado precisamente "Fiume", y cuya lectura resulta muy apasionante. Se centra en el tiempo que D'Annunzio se mantuvo en el poder y relata una época y unos acontecimientos muy singulares.

"Fiume era la probeta donde se agitaría todo aquello, un experimento que luego inflamaría Europa. En aquel año de 1919, DA podría haber organizado una entrada triunfal en Roma […] pero decidió ir primero allí, ponerse una nueva medalla antes de que le colgaran la banda, ensayar en un escenario reducido y simbólico las nuevas formas que debían gobernar Italia y el mundo".

El personaje principal es Tristam Vedder, que vivió aquel episodio como corresponsal del New York Tribune, y treinta años después visita Italia con su familia. Viaja con su esposa Cynthia, con quien convive dejándose llevar por los últimos restos de un amor a punto de hundirse; y con su hija Laura y el marido de ésta, Nathan, por quien Tristam no siente ningún aprecio. El motivo del viaje es visitar el lugar en el que murió su hijo menor durante la Segunda Guerra Mundial. Pero también va en busca de su propio espíritu, los recuerdos de una época extraña y enloquecida que le marcó de forma decisiva.

La narración mezcla los tiempos de la acción a través de los vaivenes de la memoria. La visita a la basílica de San Francisco de Asís nos lleva al encuentro entre el periodista y D'Annunzio, o al sórdido episodio protagonizado por su hija en una relación anterior. Un juego narrativo al que se entrega Fernando Clemot con notable maestría, sin que el lector se pierda en ningún momento y, en el caso de quien pretenda estar atento al engranaje estructural, obligándole a volver atrás para ver cómo nos ha llevado a este otro asunto, en qué momento realizó el giro argumental.

Esto es lo opuesto a un libro de iniciación. Se trata más bien del balance de una existencia, de una ideología que nos ayude a comprender el mundo. El hombre anciano que sabe lo que es sentirse embriagado por una violencia grupal hacia víctimas más débiles, que recuerda una seductora y alocada historia de amor, se encuentra de pronto ante la soledad y la incomprensión. Su hija parece estar siempre reprochándole algo, como su esposa; el único que no dice nada es su yerno, Nathan, cuya existencia gris y sin ambiciones le provoca rechazo y desprecio.

Hay momentos magníficos en esta novela, escenas que se clavan en la retina como un recuerdo vívido. El retrato de ese histriónico D'Annunzio, Los caballos muertos en el frente del Somme. El ambiente festivo de las calles de Fiume. Los imponentes monumentos romanos. La crueldad y el miedo. Momentos sobrecogedores narrados con mano firme y cierta poética que, sin restarles un grado de dramatismo, los muestra con la belleza de un cuadro expresionista.

El anciano descreído, hastiado, reviviendo los días de euforia en Fiume, con bandas de música tocando día y noche, bailes, fuegos artificiales, arengas, alcohol, drogas, mujeres, pasión a flor de piel, como estar en mitad de la alucinación de una borrachera eterna. El grito triunfal, ¡Eilá! ¡Eilá! ¡Alalá! El saludo romano, el histrionismo del líder, contrapuesto a la soledad decrépita de la vejez, a la amargura, a las ruinas de una vida que está llegando a su fin: el absurdo de la guerra y de la muerte.

Uno sale de la lectura de esta novela intensa y desgarradora bastante turbado, noqueado por el texto, sintiendo en el pecho los restos de una historia que corta la respiración. Una época fascinante que resulta increíble. Un libro capaz de mantenernos pegados a sus páginas, manteniendo una tensión que se va acelerando conforme llegamos al final y nos enfrentamos a dos momentos emocionalmente potentes y estremecedores.

"Fiume" es un gran libro que no debería pasar desapercibido. 

domingo, febrero 07, 2021

José María Conget - Juegos de niñas


Entre mi canon particular de escritores que merecen el Premio Cervantes ya mismo, en el cual se encuentran José María Merino, Cristina Fernández Cubas o Enrique Vila-Matas entre otros (Luis Landero, Luis Mateo Díez, Soledad Puértolas o Rosa Montero, por ejemplo, cada uno tendrá sus preferencias), ocupa sin duda un lugar destacado el aragonés José María Conget.

La editorial Pre-Textos, que desde hace años viene publicando de un modo exquisito sus libros, acaba de sacar un nuevo volumen de cuentos titulado "Juegos de niñas". Y, como también es habitual, en cuanto lo vi me lo llevé a casa, porque hace tiempo que no dejo pasar un solo título de este original y magnífico escritor.

Los libros de José María Conget son un camino de experimentación, tanto del lenguaje como de la estructura, del manejo del tiempo y del punto de vista. Es una verdadera aventura adentrarse en sus textos, disfrutar con su sentido del humor, asombrarse con sus tramas y, especialmente, maravillarse por su forma de contarlas. Da la impresión, y así lo constata, de que puede hacer lo que quiera con las palabras, auténticas piruetas, frases que se cortan a la mitad y te hacen pensar en cuántas veces dejamos frases sin terminar en nuestro día a día. Siempre te dan ganas de volver atrás, de releer, de averiguar cómo fue capaz de hacerlo. Como si un arquitecto edificara un edificio siempre al límite del colapso y, sin embargo, se mantuviera en pie, espléndidamente bello, desafiando todos tus prejuicios, todos tus temores, sin darte más alternativa que abrir la boca y quedarte con cara de asombro.

El argumento de sus historias posee un toque muy personal, interesándose por personas corrientes que viven un acontecimiento trivial de un modo catastrófico. Un suceso anodino puede destruir esa estabilidad frágil en la que nos instalamos con una confianza despreocupada. La realidad se puede teñir de sueño inquietante, incluso de pesadilla, sin que terminemos de entender por qué. O podemos encontrarnos con sonrisas enigmáticas que parecen una conspiración. O constatar que un sólo gesto es capaz de acabar con una historia de amor narrada desde dos puntos de vista. Asistimos también al hipnótico ambiente de unas vacaciones en familia, manteniendo unas relaciones que parecen en todo momento a punto de zozobrar. Y alguna vuelta a esa época gris de la posguerra, a un país entumecido mentalmente, en el que unos "católicos comprometidos" intentan censurar la proyección de una película, cuento que finaliza con un giro muy esclarecedor. Una enfermedad puede ser la causa de la distorsión de la realidad que mencionaba antes. Un recuerdo familiar. La experiencia de un hombre que realiza una terapia acuática y se siente impactado por unas nuevas compañeras. Y "Juegos de niñas", el último relato, reflejo de una transición complicada representada en unos padres que quieren educar a su hija de un modo diferente, alejarla de la religión, y de la televisión, y la historia de esa niña y de su relación con sus nuevas amigas. Una historia de crueldad y de rivalidad. El libro se completa con "Tres cuentos malsanos sobre escritores", que funciona casi como un libro independiente dentro del libro en sí. Aquí encontramos a una joven promesa, cuyo momento pasó sin pena ni gloria, que encuentra en la biblioteca un antiguo libro suyo lleno de certeras anotaciones. Otro relato refleja el ambiente competitivo de un congreso literario. Y el tercero habla de un escritor invitado por un país extranjero a participar en los actos de su Feria del Libro, un cuento titulado "Toronda" que respira el más puro aire kafkiano.

En todos sus textos se produce una interesante indagación sobre el modo de narrar una historia. Una indagación que se materializa en la puntuación, en el punto de vista, en el empleo de la ironía, en el modo en que los pensamientos, las acciones y los diálogos se entremezclan sin acotaciones, en un mismo párrafo, con la sabiduría necesaria para que el lector los visualice y no se pierda.

En resumen, por decirlo de un modo coloquial, me flipa el estilo literario de José María Conget. No descubro nada nuevo al constatar que es un escritor único, un clásico vivo, y cada nuevo libro nos brinda la oportunidad de lanzarnos por una vertiginosa montaña rusa de pura literatura. Así se entiende que al salir de sus páginas todavía sintamos el vértigo de haber vivido una aventura adrenalínica que nos ha descolocado y nos ha dejado un poco aturdidos.

En definitiva, un nuevo paseo por la imaginería y el estilo de un autor incomparable. Si todavía no han leído nada de José María Conget, no pierdan más el tiempo y lean este libro.

domingo, diciembre 13, 2020

Pilar Fraile - Días de euforia

 


Vivimos en una época en que todos los libros son necesarios, todos son obras maestras, todos anuncian la aparición de un escritor que va a ser clave en nuestra narrativa. Todo es tan superlativo que ya no nos lo creemos. Y cuando encontramos una obra que nos hipnotiza, que nos engancha, que nos desafía y nos fascina, ya no sabemos cómo recomendarla. Pese a ello, empezaré diciendo taxativamente que Días de euforia, la novela de Pilar Fraile, es uno de los mejores textos que se han publicado este año en nuestro país. Así de claro. Sin discusión.

                         No sé cuánta gente conocerá a Pilar Fraile, pero desde luego no es una recién llegada. De hecho, Días de euforia (Alianza Editorial, 2020) es su segunda novela tras Las ventajas de la vida en el campo (Caballo de Troya, 2018). También es autora del libro de relatos Los nuevos pobladores (Ediciones Traspiés, Granada, 2014) y del ensayo Materiales para la ficción (Editorial Grupo 5, 2017). Además ha publicado cuatro libros de poesía, ha sido coguionista de un cortometraje y colabora habitualmente en el periódico El País.

                        Hace unos años, tuvo la deferencia de contestar mi Cuestionario Básico.

                         En mi opinión, el texto de la contraportada no hace justicia a la novela, que va más allá de un grupo de protagonistas en busca de un futuro que se les escapa. Entiendo que no se pueden aclarar muchas cosas sobre ella y que lo mejor es entrar en sus páginas sin ninguna idea preconcebida, pero aún así intentaré dar algunas claves de mi lectura.

                         Al principio, funciona como un libro de relatos, descolocándonos en todo momento, obligándonos a entrar una y otra vez en esa realidad que es la nuestra y, a la vez, es otra. Los personajes van apareciendo con una voz propia, identificable, y nos introducen en sus mundos, que parecen muy distintos, y luego se irán cruzando, trazando un camino lleno de curvas que el lector debe ir componiendo como si se tratara de un puzzle.

                         Encontramos la voz narrativa de Mary contándonos sus inquietantes sueños. Me ha recordado a la literatura de Miranda July, con esa mirada de extrañeza ante todo, esa frialdad que pretende interpretar todas las señales que salen a su encuentro, con un lenguaje burocrático que sorprende mucho a la hora de hablar de sentimientos. Por un momento podemos llegar a pensar que se trata de un robot. Racionaliza hasta la exasperación su relación con su compañero de trabajo Roger, o con su jefa Manuela. También encontramos a Blasco, asesor financiero, y a Diana, su mujer y compañera de trabajo en la misma agencia, que atraviesan una crisis conyugal. Él está obsesionado con una adolescente llamada Laila, a la que observa por internet. Ella, soñando con empezar de cero, con reinventarse, mientras sobrelleva una vida rutinaria. O Angélica, que trabaja en una clínica de fertilidad. Su antecesora, Hester, parece haberse esfumado y un día Angélica encuentra un cuaderno de notas que le hará cuestionarse ciertas cosas que tomaba por ciertas. También está Lisa, la compañera de Angélica. Y Carlos, un hombre soltero que se apunta a las clases de un coach. Personajes que, de forma natural pero no por ello menos sorprendente, irán entrecruzando sus vidas, estableciendo conexiones que conformarán esta historia de insatisfacción.

                         Días de euforia cuestiona la artificialidad de nuestras relaciones, nos alerta de cómo la tecnología, que debería servir para unirnos, en realidad nos va alejando, aislando. Y de este modo, un relato que en un principio parece estar planteando una realidad distópica, un futuro no muy lejano, se convierte en un retrato un poco deformado pero fiel del mundo actual. Pilar Fraile disecciona nuestro mundo de modo que veamos las costuras de una sociedad artificial y fría que ha perdido la conexión con su propia naturaleza.

                         Estamos ante un libro que se lee con fluidez a la vez que exige la participación del lector para que vaya recomponiendo una trama que no respeta tiempos ni espacios, con distintas voces que dibujan una sociedad que va perdiendo la humanidad. Una advertencia hacia esa tecnificación de las relaciones, esas tecnologías que, con la promesa de mantenernos conectados, nos van deshumanizando, hasta el punto de no ser capaces de identificar las emociones que aparecen ante nosotros.

                         Destacar también el importante papel que juega el humor en estas páginas, como elemento distanciador que nos ayuda a digerir un mensaje alarmante, y más teniendo en cuenta que muchas de las cosas que aquí aparecen ya se están materializando. El desencanto, la soledad, la insatisfacción con un mundo en el que, aparentemente, no nos falta nada, la dependencia de una tecnología que nos cataloga y nos aliena, un futuro inquietante para una sociedad formada por miembros cada vez más aislados y más fríos.

                       Días de euforia es una apuesta inteligente de buena literatura. No dejen de buscarla, su lectura vale la pena y nos deja pensando, nos ofrece un estanque donde enfrentarnos con nuestro reflejo.

lunes, septiembre 21, 2020

Carlos Manzano - Hubo un tiempo en que lo fui todo


 

Los libros de Carlos Manzano nunca dejan indiferente, especialmente sus colecciones de cuentos. Sus personajes son seres perdidos, insatisfechos, que no llegan a alcanzar lo que desean, que se quedan observando cómo la vida pasa junto a ellos sin atreverse a tomar parte. En todos los relatos reunidos en el libro encontramos una escena turbadora, que nos hace dar un respingo, que nos sorprende, que nos obliga a arrugar el ceño, algo que no esperábamos del personaje y que no terminamos de entender, algo a veces tan fuera de lugar que no hace falta decir más para expresar el vacío que le invade, su insatisfacción, y nos deja claro que es alguien que lleva una carga sobre sus hombros, bien la de no haber tomado las decisiones correctas en su momento o bien la de la desgracia que se ha cebado sobre su destino.

La grandeza de un buen relato está en no contarlo todo, centrarse en un momento muy concreto que, sin embargo, nos deja intuir que hay algo mucho más importante detrás de él. Describir el instante que nos desarma, que nos vuelve vulnerables. Ese segundo en que uno se mira al espejo y, sin poder evitarlo, hace una mueca que le deforma el rostro, rompiendo por un breve lapso de tiempo la fachada tras la que se oculta cuando está con los demás.

Dice uno de sus personajes: "Siempre he sido partidario de escoger la opción más cómoda y desechar las complicaciones que no resulten imprescindibles". Y esto puede aplicarse a todos los protagonistas de los relatos: gente que ha decidido dejarse llevar por las circunstancias y a la que, en un momento dado, dicha sumisión le pasa factura, a veces en forma de pequeña rebeldía.

El protagonista de "La confesión" dice: "Siempre he sido de esa clase de tipos que apenas reflexionan sobre lo que hacen o dejan de hacer ni sobre los porqués de sus decisiones". Sin embargo, pese a esta apatía de sus personajes, Carlos Manzano nos lleva a preguntarnos si dicho desinterés no será una consecuencia de su pasado. Un pasado que a veces vuelve para rendir cuentas, demostrando que nunca llegó a olvidarse, que siempre se mantuvo al acecho.

Encontramos en "Hubo un tiempo en que lo fui todo" a un hombre que va a visitar a su hermano al hospital, pese a que hace años que no se dirigen la palabra; dos parejas que se distancian después de casarse; una mujer que cuida a su padre, con un compañero de habitación un tanto desagradable; un hombre que se enfrenta a la madre del niño de cuya muerte fue testigo; alguien que se niega a aceptar lo que siente por un compañero; un padre que golpeaba a sus hijos con un cinturón de cuero; la mujer que, a raíz de la muerte de su hermano, se siente atraída por los deportes extremos; el hombre cuyo hijo ha sido atropellado; o aquel cuya hija ha sido violada; o el que de repente siente una irresistible atracción por la amiga de su novia; un asesino a sueldo que se enamora de la risa de una mujer, pero… Personas que protagonizan estas historias que nos desvelan secretos ocultos, remordimientos, insatisfacciones que les llevan a actuar de un modo que nos sorprende.

También cabe destacar los microrrelatos que aparecen en el libro, como, por señalar alguno, "Tomaban el sol desnudos" o "Los violentos".

Carlos Manzano, no me cansaré de recomendarlo, es un excelente escritor fiel a sus propios intereses, ajeno a modas o generaciones. Su obra recorre un camino coherente y muy personal que supone toda una experiencia para quien se atreva a transitarlo.

El libro puede adquirirse en la página web de la editorial:

http://www.lafraguadeltrovador.com/

martes, diciembre 03, 2019

Justo Serna - Historia y ficción




Un estudio profundo, desde la admiración, de uno de los escritores más importantes de la literatura actual en España. La obra de Javier Cercas es diseccionada en este libro por Justo Serna, pero no sólo eso. El libro es una reflexión profunda sobre la realidad y la ficción, ya que si algo caracteriza a Javier Cercas es precisamente su capacidad para mezclar datos reales con datos imaginados y, tal como lo expone Justo Serna: "escribe sus novelas esperando sacar del arte las auténticas verdades de la existencia, esas verdades chiquititas que se revelan tras un gesto humilde, tras un acto menor".

Relatos reales, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante, El punto ciego, El impostor, Las leyes de la frontera, El monarca de las sombras… todos los títulos de Cercas van conformando un mapa de sus preocupaciones, de su personal indagación moral y, a partir de ésta, Justo Serna plantea interesantes cuestiones sobre la historia y la literatura.

¿Para qué sirve leer? y, más específicamente: ¿para qué sirve leer novelas? ¿Resulta lícito hacer pasar por cierto lo que no lo es? Un libro es o debería ser bueno o malo en sí mismo, tanto por lo que cuenta como por el modo en que lo cuenta, y no según el grado de fidelidad que guarda con la realidad.

El historiador Benito Bermejo descubre la impostura de Enric Marco y la denuncia. Y esto a mucha gente le disgusta, no que Marco sea un impostor, sino que Bermejo lo haya destapado. Y es que el relato de Marco era políticamente correcto, sin fisuras, los buenos eran los buenos y los malos eran los malos, como tiene que ser. Sin embargo, la ficción se desmorona y la realidad resulta mucho más compleja y decepcionante. Y esto es lo que atrae al novelista Cercas, los personajes que se han expuesto, que en algún momento se la han jugado con un gesto pequeño o grande, como quedarse sentado en su escaño mientras los militares disparan el 23-F o perdonar la vida de un prisionero en plena guerra civil. El ser humano es capaz de realizar los actos más sublimes y también los más repugnantes. Cada uno realiza una elección moral en el momento que le ha tocado vivir, decide quién quiere ser.

Resulta especialmente interesante la charla que mantienen Justo Serna y Javier Cercas en el XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, celebrado en Albacete del 21 al 23 de septiembre de 2016 y que es transcrito íntegramente en el libro. Se plantean cuestiones como que la ficción pura es imposible y también lo es la redacción exacta de la realidad, pues siempre habrá un momento de suposición para rellenar los huecos, los vacíos que la documentación no nos desvela. Se habla de lo necesario que resultaría el papel del historiados en el debate público, del protagonismo de la memoria y de su poca fiabilidad, de lo poco útil que resulta el concepto de "memoria histórica", del papel real de las víctimas, de la fiabilidad de los testigos, de las consecuencias colectivas o individuales de los actos. Un sinfín de cuestiones que agitan la mente del lector y le abocan a iniciar un diálogo, a rebatir o refutar lo que está leyendo.

"Alguien sostuvo en cierta ocasión que debemos escribir sobre lo que conocemos. Yo opino justo lo contrario: escribo siempre sobre lo que no conozco, sobre lo que no entiendo", dice Cercas en una de las entrevistas recogidas en este libro. Y parece la postura correcta del escritor que no pretende aleccionar a nadie, sino tan sólo comprender por qué alguien, en principio poco relevante, toma una decisión heroica o despreciable en un determinado momento. En definitiva, por qué somos como somos, y aún más importante, cómo actuaría yo en esa circunstancia.

Un libro que aviva el debate y que se lee con mucho interés. Un ensayo exhaustivo escrito con un estilo ágil y muy cuidado. Un libro más que recomendable.

jueves, agosto 01, 2019

Luis Rodríguez - 8.38




Empiezo a leer 8.38, de Luis Rodríguez, y me sumerjo en un texto que me atrapa con sus escenas concatenadas, como si estuviera en un sueño sin reglas, pasando de un tiempo a otro, de un personaje a otro, recordando el placer de escuchar una buena historia. Pero lo que ocurre es que no parece haber una sola historia. Un momento, llevo treinta páginas y no soy capaz de contar de qué trata lo que estoy leyendo. Me enfrento a un narrador que se ha vuelto loco, a un hiperactivo de la palabra, a un escritor incapaz de contener el torrente literario que le viene a la cabeza, sin descanso. Y el caso es que no puedo detenerme, me dejo llevar, y me encanta, por la magia de la letra impresa, por la ensoñación de ese mundo paralelo y sin reglas que sólo es capaz de crear la literatura.

Literatura. De eso es de lo que trata 8.38. Un libro que contiene la esencia de lo que entendemos como literatura, que nos va dando valiosas claves. El inicio de Ada o el ardor, tan farragoso, o la primera escena de El espejo, de Tarkovski, con la sombra inadmisible de un micrófono, pueden ser tentaciones para abandonar una obra, pero si seguimos adelante es posible que nos encontremos con esa marca húmeda que va borrándose poco a poco, pero que nos confirma que ha ocurrido algo maravilloso. Si en una lista de nombres tachas uno, ése es el que todo el mundo intentará leer. Y un poco es lo que ocurre con este libro, intentamos averiguar qué es lo que se esconde detrás de su compleja estructura, de su verborrea hipnótica.  

"La novela es… muchas cosas, y arquitectura. Una novela es un armazón complejo con una entraña sofisticada (sean cuales sean su extensión y sencillez) y leyes propias. La arquitectura de una novela, su equilibrio y compensación, es fundamental", leemos en 8.38, comprendiendo que estamos ante un texto metaliterario, literatura que reflexiona sobre la propia literatura. Y lo hace por acumulación. Lucía Berlin, los autores que aparecieron en el mítico espacio de televisión Estudio 1, Borges y Menard, el autor del Quijote, Ludivina, la lectora de manuscritos de ochenta y tres años, los metros cuadrados de planeta que le corresponden a cada habitante, el suicidio de un caballo, Christina Olson, cómo influyen en nosotros los libros que no hemos leído, paradojas y acertijos, curiosidades reales o falsas, historias verdaderas o inventadas. ¿Puede la literatura contener la realidad, abarcarla completamente, o ésta se escurrirá todo el rato, indomable?

La novela sobre la incapacidad de escribir una novela. Luis Rodríguez escritor que se convierte en personaje para luego desaparecer y ser recordado. Luis Rodríguez que afirma una cosa y su contraria, que nos lleva por donde quiere, que explora los límites de lo verosímil, de la lógica. Que demuestra que la literatura es la mejor manera de explicar la realidad, sólo que la realidad no tiene ningún sentido.
"Todos reescribimos nuestro pasado la primera vez que lo recordamos; y las sucesivas no suponen más que pequeñas correcciones encaminadas a ensalzarlo. ¿Qué es sino escribir?"

Tres partes, tres personajes. Pablo, escritor dispuesto a escribir la novela sobre una novela no escrita por Luis Rodríguez. Jacinta, la niña de doce años nos habla de la obra de Luis Rodríguez y de su suicidio. Claudio, por último, nos habla de su vida alejada de la literatura pero inmersa en los desafíos de la cotidianidad, en los riesgos de lo cotidiano. En un momento dado, Claudio dice, hablando de una mujer: "Sara es como es. Es mil cosas, pero tú y yo solo vemos setenta, no más. Se nos escapa, por eso nos atrae". Y eso pienso yo de este libro, que se escapa y nos reta a que lo apresemos. Un libro que podríamos leer muchas veces y siempre encontraríamos algo nuevo, un detalle fundamental en el que no habíamos reparado.

Luis Rodríguez es un escritor peculiar, con un mundo propio, alejado de cualquier moda o corriente o escuela o generación. Luis Rodríguez es único. Hasta el momento ha publicado La soledad del cometa, novienvre, La herida se mueve y El relato del no. Ahora se suma este quinto libro, 8.38, la hora en que murió Dostoyevski. Cada una de sus novelas, o nivolas, plantea un reto, te sumerge en sus juegos mentales, te enfrenta a la imaginación y a su capacidad para burlarse de la realidad, de lo establecido. Luis Rodríguez es uno de los escritores mejores y más originales que he tenido la suerte de conocer. Háganse un favor: síganle la pista.


Y con esta recomendación, me despido hasta septiembre.

lunes, julio 29, 2019

Cristina Morales - Lectura fácil



Nos encontramos en un momento en que los premios literarios no ofrecen ninguna garantía. Resulta más seguro confiar en la carrera literaria de un autor, y en este sentido, Cristina Morales tiene una trayectoria digna de ser destacada. Es autora del libro de relatos "La merienda de las niñas" (Cuadernos del Vigía, 2008), y de las novelas "Los combatientes" (Caballo de Troya, 2013), "Malas palabras" (Lumen, 2015) y "Terroristas modernos" (Candaya, 2017). Anagrama publica ahora su último libro, "Lectura fácil", Premio Herralde 2018, una novela sorprendente y compleja, desvergonzada y combativa, que me atrapó desde el principio.

Las protagonistas son cuatro mujeres con discapacidad intelectual que comparten un piso tutelado en Barcelona. Sus voces se intercalan y cada una enfoca las cosas de manera diferente, componiendo una narración coral en la que se habla de opresión, de fascismo, de heteropatriarcado, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de los movimientos okupa, de feminismo, de integración, de rebeldía (sobre todo de rebeldía), de anarquismo, de opresión, de sexo, de sistemas y antisistemas, y se grita, se folla, se lucha, se saltan las normas, le plantan cara a la sociedad que pretende integrarlas y cuestionan sus principios alienantes. Todo el libro es un grito de libertad, un grito animal traducido en un torrente de ideas, una verborrea inacabable que incomoda y divierte a la vez. Un texto que cuestiona el concepto de normalidad y se plantea qué significa ser un inadaptado. ¿Acaso no lo somos todos en uno u otro momento, ante una u otra circunstancia?

Las cuatro protagonistas son:
Nati, 32 años, 70% de discapacidad, pensión de 1.118 euros, aquejada del síndrome de las compuertas. Es radical y combativa. Sus discursos contra el sistema son una verborrea casi histérica contra todo orden establecido. Cuando se le cierran las compuertas, como ella dice, se descontrola totalmente y pasa a lo que llama "acción directa", que básicamente consiste en soltar por la boca todas las barbaridades que le cruzan la cabeza.
Ángels, 43 años, 40% de discapacidad, 189 euros de pensión, escribe su historia con el método de Lectura Fácil, que consiste en frases cortas, sin matices ni metáforas. Sus reflexiones son de una simpleza que funciona como una especie de reducción al absurdo. Todo lo desmenuza hasta dejar al descubierto su punto de ridiculez, como cuando nos dice que no se debe decir "puta", que se debe decir "prostituta", así que unas páginas más adelante leemos: "Es lo más fuerte que me ha pasado / en la prostituta vida".  
Patricia, 33 años, 52% de discapacidad, 324 euros de pensión. La escuchamos en su declaración ante el juzgado encargado de resolver una demanda presentada por la Generalitat. A la jueza igual la llama "excelencia" que "ilustrísima", en un discurso desternillante sobre la convivencia de las cuatro mujeres. "Yo seré discapacitada al 52% y subiendo, excelencia, pero lo que no soy es tonta".
Marga, 37 años, 66% de discapacidad, pensión de 438 euros, deprimida, se masturba compulsivamente, le encanta el sexo, es lo único que le calma, por eso la Generalitat ha solicitado su esterilización. Es la única que no presenta un discurso propio, la vemos sobre todo a través de las actas de la asamblea del grupo de okupación al que pertenece.

Esta novela ofrece una experiencia literaria brutal. Resulta demoledora en muchos aspectos y, a la vez, muy divertida. Su mensaje de rebeldía, de oposición a todo lo convencional, te obliga a replantearte algunas cosas, te agita las tripas. Pero, sobre todo, es un reto estilístico del que la autora sale triunfante. Cada parte de la novela dedicada a una de las protagonistas está narrada de un modo diferente: los capítulos de Nati, en primera persona, y en perpetua indignación; los de Ángels, narrados con el sistema "lectura fácil", explicando hasta la exasperación cada concepto, para luego jugar con ellos; los de Patricia, como las transcripciones de las actas de un tribunal, una declaración de mujer colaboradora que espera recibir algo a cambio de mostrar su buena voluntad; y los de Marga, como la transcripción de la asamblea de okupas, que funciona muy bien como lectura dramatizada, con voces que se interpelan y se pierden hasta el ridículo en lo políticamente correcto. Por si esto fuera poco, en la parte central del libro se inserta un fanzine, con formato de fotocopia y recortes de revistas. Estamos pues ante una estructura muy complicada que, sin embargo, funciona perfectamente como un todo unitario, como la historia de cuatro mujeres con discapacidad intelectual, de cuatro inadaptadas ante una sociedad hostil que pretende esterilizar a una de ellas en nombre del bien social. Y el artefacto se mantiene y se lee con agrado, de forma compulsiva, sorprendiéndote de los hallazgos, de las paranoias, de los discursos que parecen enredarse para volver al mismo sitio, y siempre con un gran sentido del humor.

"Lectura fácil" me ha parecido un libro sorprendente, con una trama delirante que derrocha inteligencia, muy bien escrito, con mucha gracia y no pocos temas de reflexión. Yo he aceptado el texto como una sátira, como una crítica a las diatribas desaforadas que surgen por cualquier cosa, aunque me pregunto si era esa la intención de la autora. O tal vez para ella es un libro combativo y comparte esos discursos. Y el motivo de esta pregunta supongo que está en el fanzine. Ese fanzine en el que aparecen personas reales y críticas a planteamientos reales y que es lo único que no me ha convencido del libro. En cualquier caso, el texto ya no le pertenece. Y debo decir que mi lectura me ha fascinado.

viernes, abril 26, 2019

Raúl Ariza - Antes. Entonces. Nunca





He tenido la suerte de seguir la carrera literaria de Raúl Ariza desde sus inicios, desde los relatos de su blog hasta la novela Un viaje sólo para hombres (Versátil, 2017), pasando por sus libros de cuentos Elefantiasis (Policarbonados, 2010), La suave piel de la anaconda (Talentura, 2012) y Glóbulos versos (Talentura, 2014), este último combina relatos y poemas. Su trayectoria, su evolución como escritor, resulta muy interesante y, de momento, culmina con la publicación de su nueva novela Antes. Entonces. Nunca (Talentura, 2019), un libro que supone, en mi opinión, un reto respecto a todo lo que había escrito hasta ahora, un reto del que sale airoso; y no sólo eso, sino un golpe de autoridad, alejado de la literatura fácil o del estilo simplón, alejado de las ideas insulsas o del espíritu flower power, para retar al lector a sumergirse en una experiencia de la que saldrá transformado, una trama que le va a exigir toda su atención. Este no es un libro de entretenimiento, esto es alta literatura.

Encabeza el libro una cita de Narciso, de Germán Sánchez Espeso: "Esta historia podía haber sido limpia y bonita…" Todo un aviso para navegantes. Y Raúl Ariza rinde efectivamente homenaje a esa novela, que ganó el premio Nadal en 1978. Por ejemplo, la esposa del protagonista se llama Lía, como la amada del protagonista de Narciso.

La historia podría definirse como la radiografía de un personaje, la disección de un hombre que se ama a sí mismo por encima de cualquier otra cosa y que vivirá un particular descenso a los infiernos. Está estructurada en tres partes. "Lo que sucedió antes", la primera, narrada en primera persona y centrada en episodios del pasado del protagonista, nos habla de su infancia, de su éxito, de su historia de amor y del terrible suceso que trastoca toda su existencia. "Lo que sucedió entonces", la segunda, narrada en segunda persona y centrada en un momento concreto, nos muestra a un hombre atormentado por la culpa, inmerso en su particular infierno, pretendiendo quizá deshacerse de su humanidad. Y "Lo que nunca sucedió", la tercera, narrada en tercera persona y que parece situarse en un tiempo posterior a lo narrado anteriormente, aunque tal vez, lo que hace, es abrir nuevos interrogantes a una historia de por sí desasosegante. Después de todo, llegar al final, tal vez no sea más que volver al principio.

Antes. Entonces. Nunca, de Raúl Ariza, no se termina en una primera lectura. Es una obra llena de matices, de referencias a las que hay que estar atento para captar, siquiera por encima, toda la compleja estructura que sustenta el relato, pero también es la historia de un ser atormentado, de las consecuencias de una tragedia, de lo imprevisible que puede ser el destino. Una trama y un personaje que obligan a seguir leyendo, a seguir indagando en el alma de un protagonista consciente de su atractivo y su magnetismo hacia los demás.

lunes, abril 08, 2019

Pedro Ugarte - Lecturas pendientes



Supongo que puedo afirmar con rotundidad que la mayor tortura de un escritor son sus lecturas pendientes. Yo mismo, escribo ahora casi sepultado por montones de libros que esperan su turno para ser leídos. Mientras tanto, escribimos, a veces sólo unos apuntes, ideas dispersas que reunidas en un volumen son consideradas como un dietario, algo que no es un diario pero tampoco es un mero cuaderno de notas, algo más personal que se inscribe en un género que cuenta con grandes maestros como Jules Renard, Paul Léautaud, Josep Pla e incluso podríamos añadir a Fernando Pessoa, con su inmenso Libro del desasosiego. Se han publicado recientemente interesantes dietarios: El Dietario voluble de Vila-Matas, Los Diarios de Iñaki Uriarte, Una cierta edad de Marcos Ordoñez, por citar algunos, a los que hay que añadir este Lecturas pendientes, de Pedro Ugarte.

Pedro Ugarte es un escritor con una carrera sólida, autor de libros como Los cuerpos de las nadadoras, Pactos secretos, Casi inocentes, Perros en el camino, Guerras privadas, Mañana será otro día, El mundo de los Cabezas Vacías, Nuestra historia, etc. Y ha sido merecedor de numerosos premios y reconocimientos.

En estas páginas, ofrece una imagen de sí mismo que desborda sinceridad. Se nos muestra como un humanista, pero, ante todo, como una persona con un gran sentido común, además de jugar con un humor socarrón e irónico que convierten la lectura en un atractivo juego intelectual. Destacan especialmente las reflexiones en torno al mundillo literario (sí, digo "mundillo" con toda la intención), con sus miserias y vanidades, sus gestos grandilocuentes y su rebeldía de salón. La inconfesable vanidad de ser reconocido por un autor al que admira y la resignación de su pretendido conocimiento sobre el lugar que ocupa como escritor.

"Conviene no olvidar que los poetas más nihilistas no pretenden otra cosa, con estas terribles reflexiones, que ganar el próximo certamen de versos provincial".

"Un texto resucita cada vez que alguien lo lee".

"Cualquier escritor de este tiempo ya ni siquiera espera que un colega le diga que ha leído alguno de sus libros: le basta con que haga ver que conoce su nombre, que le suena de algo".

"La verdadera naturaleza del cuento no radica en la brevedad de la lectura, sino en la rigurosa atención que demanda".

"Lecturas pendientes. Hace tiempo me resigné: no es posible leer todo lo valioso que se ha escrito, pero lo que sí se puede es no leer absolutamente nada de lo otro".

Encontramos también reflexiones sobre la vida, sobre lo que significa envejecer, sobre el fracaso y el destino, la política y la memoria. Así, nos cuenta cómo fue el momento exacto en que sintió que estaba envejeciendo, o la amarga ironía de encontrarse en un restaurante, de celebración, justo enfrente de donde un asesino (como se supo más tarde) torturaba a su víctima, o algunos de los días más tristes por la muerte de un familiar o un amigo, o el reencuentro con personas de su pasado. Y citas que despiertan su curiosidad o hechos históricos por los que confiesa interés.

"Recuerdo las zapatillas de mi padre, deformes, adaptadas a la hinchada forma de sus pies, dispuestas al lado de su cama, cuando acababa de morir: aquellas zapatillas que ya no servían para nada y para nadie. Fue al verlas inútiles, vacías, cuando empecé a llorar".

"Todo el mundo prefiere imaginar que vive en un lugar y un tiempo en que la vida no le ofreció ninguna oportunidad".

"El fanatismo y la tolerancia no tienen tanto que ver con las ideas concretas que uno sostenga como con cierta disposición personal a respetar o no a los demás".

"Te has vuelto definitivamente viejo el día en que ya no esperas nada de un fin de semana".

"La historia no es el pasado, es la interpretación del pasado".

Los dietarios son libros para ser subrayados, para detenerse a cada momento y reflexionar sobre lo leído, para discutir con el autor o rendirse ante su clarividencia. Pedro Ugarte vuelca en estas páginas todo lo que le llama la atención, lo que le genera un conflicto o le sorprende por el motivo que sea.

En un mundo cada vez más políticamente correcto, donde casi no importa en qué cadena de televisión sintonices los noticiarios porque todos se muestran sospechosamente uniformes, resulta muy estimulante encontrar a alguien que nos señale las imbecilidades e incongruencias que nos salen al paso a cada momento y que, a no ser que estemos muy atentos, apenas solemos percibir.

Chispazos de inteligencia, pequeños golpes en la mejilla que te estimulan a mirar a tu alrededor, a reconocer en tu propia vida todas esas imperfecciones, curiosidades o paradojas que el autor te va desvelando desde la suya.

lunes, marzo 25, 2019

Luis Quiñones - Crónica del último invierno




Luis Quiñones es un escritor que va desarrollando una obra sólida y coherente que debería ser más conocida y valorada. Es autor, hasta el momento, de cuatro novelas: El retrato de Sophie Hoffman (2008), Los papeles de Madrid (2013), Un hombre detrás de la lluvia (2015) y la que voy a comentar en este texto, Crónica del último invierno (2018). También es autor del blog Autobiografía por escribir…

Crónica del último invierno es una novela narrada en tres voces. Cuenta la historia del periodista jubilado Miguel Suárez, a quien le encargan la misión de averiguar qué pasó con un muchacho llamado Enrique Muñoz, desaparecido en los años setenta, esta es la trama principal que vertebra todo el libro. Por otra parte, se intercalan capítulos de estilo periodístico, que narran cómo era la España de aquellos años, los años de la transición, con los coletazos de un régimen agonizante que todavía tenía poder, y sigue los pasos del muchacho desaparecido: el artículo que escribe el periodista sobre su investigación. Por último, también se alternan capítulos narrados en primera persona, con una prosa más poética, los recuerdos de alguien que rememora su vida en los años clave en los que se centra la trama. Tres puntos de vista de una misma historia que no llegará a contemplarse en toda su magnitud hasta el final, pero que se va ensamblando con precisión a lo largo de la lectura. Tres historias que bien podrían formar tres libros distintos sobre un mismo tema y que, integrados en la estructura de la novela, le dan una dimensión caleidoscópica que supone un auténtico tour de force del que sale Luis Quiñones, no sólo airoso, sino definitivamente reforzado para ser considerado uno de los autores actuales a tener más en cuenta.

El libro realiza una completa revisión de los años de la transición, años complicados en los que, como dice en estas páginas, las autoridades públicas "formaban la misma estructura política e institucional que funcionaba durante la dictadura". El asesinato de los abogados de Atocha, el problema de la droga en los años 70, el asesinato de la estudiante Yolanda González, las torturas en la Dirección General de Seguridad, la legalización del Partido Comunista… rastros de una historia convulsa que dotan de un escenario real a esta historia de pesquisas en blanco y negro, de novela negra de cigarrillos y citas clandestinas, reforzada también por reproducciones de artículos de prensa o documentos oficiales.

Los personajes están perfectamente definidos, a través de pequeños detalles, de gestos, de su forma de hablar, destacando quizá el de Rosa, la amiga descreída que parece no pensar las cosas dos veces antes de decirlas.

El estilo de Luis Quiñones es preciso. Sus dotes de narrador quedan sobradamente demostradas con el ejercicio que realiza al cambiar alternativamente el estilo literario correspondiente a cada uno de los enfoques de esta historia de odios y rencores, que reflejan la realidad de una España herida que no termina de reconciliarse consigo misma. El modo en que integra los diálogos en el texto lo dotan de una oralidad muy apropiada, y convierten la lectura en un ejercicio ágil y casi hipnótico.

No estaría mal que esta obra, después de tantos libros que han revisado la etapa de la guerra civil, inaugurase también una revisión de unos años, los de la transición, que estuvieron llenos de tensiones y de violencia, escenario perfecto para intrigas y pesquisas de una época que no carece de tintes tenebrosos, sin duda de gran interés para ambientar la mejor novela negra española, aquella que remueva las llamadas cloacas del estado.

Crónica del último invierno es un libro ameno, una historia detectivesca que se lee con avidez, pero es también una obra comprometida que no elude los pasajes incómodos y habla de asuntos que a menudo parecen querer olvidarse o, al menos, preservarse en una urna de cristal a prueba de grietas, y es, por encima de todo, un libro escrito con pulcritud y precisión, perfectamente planificado, un reto literario del que el autor sale airoso y demuestra sus dotes, su calidad. 
Luis Quiñones ha escrito un gran libro.



miércoles, enero 23, 2019

Marina Sanmartín - El jardín de los sospechosos



Marina Sanmartín se ha convertido en una de las voces más autorizadas para hablar de novela negra, así que no resulta extraño que, como escritora, practique el género. Es autora de las novelas, La clave está en Turgueniev, El amor que nos vuelve malvados e Informe sobre la víctima, además del libro de relatos La vida después.

El protagonista de su cuarto libro, El jardín de los sospechosos, es el fotógrafo Martín Guidú, que se ve en la situación de tener que asistir a una jornada de padres en el colegio de sus sobrinos para hablar de su trabajo. La acción se sitúa en la ciudad de Caivelan (anagrama de Valencia, de donde es natural la autora y que ya utilizaba este juego en su anterior libro). De un modo pausado nos va presentando a los personajes. La jornada transcurre con tranquilidad hasta que aparece el cadáver de una de las niñas y la historia se acelera al ritmo de una investigación policial al estilo de las clásicas historias de detectives. El policía Lorenzo Barriuso, un poco sordo y con apariencia de estar pensando en otras cosas, la profesora Natalia Holden y el propio Martín irán desentrañando los secretos que encierra el terrible suceso. El desenlace nos remite a las novelas de Agatha Christie.

El jardín de los sospechosos también es una novela de personajes, de conflictos internos, de seres solitarios que se necesitan aunque sus pasados les atormenten.

Un libro de prosa muy cuidada que se lee con agrado y que consigue mantener el interés, incluso en los capítulos en los que parece que no pasa nada. Se aprecia en todo momento el cuidado que pone la autora en los detalles, y, en alguna ocasión, nos encontramos con su delicado sentido del humor, contrapunteando una descripción, como de pasada.

En resumen, el libro me ha resultado extraño y desasosegante. Los pensamientos del protagonista remarcan toda la acción y colocan al lector no sólo junto al personaje principal, sino literalmente dentro de su cabeza, viendo e interpretando todo lo que ocurre desde su punto de vista. Una novela cuya lectura engancha.

jueves, enero 03, 2019

Elena Casero - Las óperas perdidas de Francesca Scotto



Elena Casero lleva la música de serie, como le gusta decir, forma parte de su ADN. Su otra gran pasión, por supuesto, es la literatura. Las óperas perdidas de Francesca Scotto es su séptimo libro publicado, después de Discordancias (relatos), Luna de perigeo (microrrelatos), Tango sin memoria, Demasiado tarde, Tribulaciones de un sicario y Donde nunca pasa nada (novelas). Y en este libro combina sus dos pasiones componiendo una trama compleja que se desarrolla en el interesante mundo de la ópera.
La historia comienza cuando el director de orquesta Ricardo Rothernfeld, que al parecer ha encontrado el manuscrito perdido de una ópera del siglo XVII, firmada por Andrea Montecalvo, aparece muerto en su despacho por un ataque al corazón. Esto iniciará una investigación por parte de su secretario personal, Alberto Nebot. Patricia, el ama de llaves de Ricardo; Anna, la mujer de Alberto; el crítico Ferran Andreu; el librero Derrian Travis y Karolina, la desaparecida pareja de Ricardo, serán los personajes que poco a poco recompondrán un rompecabezas muy bien urdido en el que las piezas irán encajando progresivamente.
Una intriga protagonizada por unos personajes decididos a resolver el misterio de la autenticidad de esa ópera perdida, compuesta por una mujer. Durante el recorrido, la novela nos muestra subtramas que nos transportan a la Argentina posterior al golpe de estado de 1976, o al siglo XVII, informando al lector, de paso, de interesantes aspectos relacionados con el mundo de la música, no en vano el personaje de Francesca Scotto está basado en la compositora Francesca Caccini, según ha confesado la autora en alguna entrevista.
El estilo de Elena Casero es rápido, sin excesivas divagaciones, y recurre a menudo al recurso del diálogo para informar al lector de aquello que le interesa saber para seguir el hilo de la historia. Incluye, además, una lista de enlaces a composiciones musicales que recomienda para acompañar la lectura, así como un completo glosario de la gente que interviene en el montaje de una ópera.
Novela inteligentemente urdida que engancha, por lo que es bueno advertir que si alguien se decide a empezar su lectura por la noche es posible que amanezca sin haber podido interrumpirla.