Porque creo en la pureza de ciertas ideas, de ciertas personas, de
cierto tipo de sociedad, y no me importa parecer utópico e ingenuo. Y para
apoyar eso que llamábamos la verdad, eso que ya ni los medios de comunicación
ni la literatura eminentemente evasiva y bestsellera que nos rodea quieren ya
decir, empeñados como están en la
servidumbre a la voz y los mandatos del amo de turno y en el mantenimiento de
la buena opinión de la clientela y de eso que llaman el mercado. También, por
supuesto, porque tuve la suerte de leer cuando tenía veintitantos años a
autores como Dostoievski, Ross Macdonald, Raymond Chandler, Alberto Moravia y
Heinrich Böll. Y después a otros como Patricia Highsmith, Juan Marsé, Juan García Hortelano y Jesús Fernández Santos.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a
la hora de escribir?
Prefiero que sea temprano, con la cabeza despejada, sin noticias dentro
que vengan del nuevo día y me distraigan y me emboten. Con música clásica o con
un silencio reparador. A mano siempre.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
La violencia y sus motivos. La relación de pareja, el encuentro con el
otro. La amistad herida. La familia y su poder de destrucción.
4.- ¿Algún principio o consejo
que tengas muy presente a la hora de escribir?
Admira a tus clásicos, pero no quieras ser
como ellos.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo
tienen todo planificado desde el principio?
Parto de ciertos alumbramientos
principalmente surgidos con la luz de la aurora, fogonazos que se convierten en
ideas y en personajes que les dan vida. Tengo hitos en el camino, pero nunca
camino sabiendo todo lo que ocurrirá: para eso, preferiría quedarme en
casa.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Ya he mencionado antes a algunos
autores. Pero añado: Dostoievski es el
autor al que más admiro y al que leo con mayor interés. Crimen y castigo,
Humillados y ofendidos, Los endemoniados, Los hermanos Karamázov son libros que
le recomendaría a cualquiera, lector habitual
u ocasional, amante o detractor de la novela, porque hablan de lo
esencial del ser humano con tanto acierto, humor bien matizado y profundidad
auténtica que nadie puede salir de la lectura de esos libros sin solidarizarse,
sin empatizar. Y creo que El largo adiós y alguna de Ross Macdonald y alguna de
Patricia Highsmith y alguna de Juan Marsé nos hablan tanto y tan bien de la
amistad, los desencuentros familiares, la bondad y la maldad inherentes al
hombre que a quienes nos siguen preocupando nuestros semejantes de manera
activa nos pueden valer tanto como a los creyentes sus libros sagrados.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas
publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Sigo trabajando sin prisa hasta estar convencido de acabar un texto con
el que merezca la pena pensar de nuevo en publicar. Hace muchos años soñaba con
escribir y publicar veinte novelas, pero el tiempo me ha enseñado a no hacer
planes a largo plazo (también algunos fracasos). Supongo que a algunos las experiencias les
amplían su temática y sus intereses. A mí, en cambio, siento que se me han
reducido, pero no lo lamento: me
conformaría con decir dos o tres cosas no muy equivocadas y con escribir sobre
algún personaje que no desapareciera de inmediato, como humo, apenas los
lectores cierren mis libros.