Fotos de la presentación de "EL COMUNICADOR", en la Librería Ramón Llull de Valencia.
(Fotos de Marian Torrejón, Almudena Amador y Eduardo Sanfeliu)
Fotos de la presentación de "EL COMUNICADOR", en la Librería Ramón Llull de Valencia.
(Fotos de Marian Torrejón, Almudena Amador y Eduardo Sanfeliu)
La escritora Elena Casero publicó en su blog "Los Isidros Review" la siguiente reseña sobre mi libro "Viajero de salón":
Después de terminar la lectura de “Viajero de salón” de Miguel Sanfeliu, publicado por Sílex, me pregunto en qué estantería guardarlo. ¿Ensayo? ¿Novela? ¿Biografías? Cabria en cualquier de las tres. Y dos de ellas: ensayo y novela, están justo frente a mí mientras escribo. También podría incluirlo en el apartado de Enseñanza de la literatura si tuviera un apartado especial para ello.
Miguel Sanfeliu escribe, como yo estoy haciendo en este momento, desde su lugar en el mundo, entre sus múltiples libros repartidos por su despacho, una silla, el suelo, estanterías en el techo o su propio dormitorio. Conozco personalmente a Miguel desde hace unos cuantos años. No puedo ser objetiva con respecto a él porque le tengo un aprecio especial. Miguel es honesto, generoso, discreto y culto. Y como ha demostrado en todas sus publicaciones: un excelente escritor.
Este libro, “Viajero de salón” es un canto de amor a la literatura, a la lectura, a los libros y a la cultura. Nos habla de su caótica biblioteca y a través de ella de su experiencia y su aprendizaje, del descubrimiento del placer de enfrentarse a autores desconocidos, a lecturas incómodas y, sin embargo, necesarias para la formación del lector.
En referencia a la finalidad de este libro, dice: En todo caso sería más un viaje a mi mente, o más concretamente, a la parte de mi mente que ha sido influida por la ficción.
O
Este libro es un intento de verbalizar el sentido oculto del orden de mi biblioteca. ¿Cuáles son las conexiones entre unos y otros libros? ¿Por qué están juntos autores dispares y luego, sin embargo, libros del mismo autor se hallan separados? ¿Qué determina que unos estén en primera fila y otros casi ocultos?
En las páginas del libro nos invita a dialogar con los escritores y los personajes de los cuentos y las novelas que vagan por su habitación. Nos invita a indagar en sus vidas, en su relación con la escritura de sus obras, y entraremos en su existencia como haría cualquier detective. A través de todo ello, observa el mundo que nos rodea a todos, recuerda tiempos anteriores, el paso del tiempo, los cambios que se han producido y los que se avecinan.
Su relación con el cine y la música es tan importante como con la literatura. Debo agradecerle estas incursiones para una neófita como yo en cuestiones cinematográficas. Reflexiona sobre su relación con la escritura, de cómo se rodea de libros cuando está escribiendo, como una compañía necesaria, como una influencia beneficiosa a la hora de juntar letras.
Reconoce, no sé si llamarlo compulsión, su facilidad para comprar libros aunque sepa que no los va a leer pero que le hacen compañía, en librerías de viejo, en mercadillos de segunda mano, en el rastro de Valencia.
Dice: No soy un fetichista de los libros. No busco una edición determinada ni un ejemplar en peligro de extinción… las librerías de viejo son cuevas del tesoro…
La literatura es un refugio. Y esta biblioteca, como Miguel señala casi al final del libro es su espacio de trabajo, su lugar en el mundo porque su mapa vital empieza y termina ahí: entre este orden caótico que no tiene sentido sin él.
He disfrutado mucho con la lectura, con la pasión que impregna todas las páginas, con las historias de los escritores, escritoras, cuentistas, ensayistas; con su gran conocimiento de la literatura. Un viaje satisfactorio desde su salón al mío.
Léanlo. Lo van a disfrutar.
https://librosylecturasdeelena.blogspot.com/2025/07/viajero-de-salon-miguel-sanfeliu.html
La escritora Lilian Neuman publicó en su blog "Recorridos literarios" la siguiente reseña sobre mi libro "Viajero de salón":
El autor de esta vida de libros se llama Miguel Sanfeliu y tuvo la suerte,
(si suerte es eso trabajado día tras día de toda su vida lectora), de que la
señora Patricia Highsmith se le apareciera en la silla de al lado para
recordarle, con ese carácter tan especial que ella tenía, que lo más importante
es encontrar un personaje. Precisamente, un carácter. Si tiene eso, lo tiene
todo.
El carácter que impulsa la escritura de esta pieza a mil voces es
silencioso, persistente, observador y reflexivo. Un día, durante
una conferencia, se le congela el lápiz con el que tomaba nota, porque una
conocida escritora afirma que ahora “todo el mundo escribe”. Es cierto, qué es
eso de escribir y qué se espera de eso de escribir. Sanfeliu interroga a sus
compañeros de despacho. Le devuelven diversas miradas. Todas están en sus
estanterías, en sus pilas hasta el techo o más o menos, en su orden propio y
con su lógica. Joan Didion le da posibles respuestas, Enrique Vila Matas o Isac
Asimov también lo intentan.
La amplitud de inclinaciones y curiosidades de este señor nacido en
Tenerife es asombrosa. No es canónico, al contrario, no hay problema si a Milan
Kundera, por dar un ejemplo, le sale de vecino Stephen King. Verne era
maravilloso porque un día de su infancia le abrió una puerta y por ahí entró el
vendaval. Aquí tenemos la secuela: Sanfeiu tiene que moverse con cierto cuidado
en su silla giratoria; no sea que lo sepulte una pila de obras entre las que se
encuentran gente muy diversa pero bien reunida. Albert Camus lo observa desde
el dintel de la puerta de entrada. Sabe cosas, ese tipo, y lo mira con incómoda
sabiduría.
Excelente lectura que -siguiendo la mente de Sanfeliu que, como él dice de
Millás-, le ha dado vuelta a la realidad como a una media. Todavía no sé en qué
lugar de la estantería colocar a esta obra sobre obras, que descubre voces
(muchas de ellas que se quedaron perdidas en el tiempo). Si al lado de
Cortázar, al que tanto admira, tal vez de Pizarnik, que tanto lo conmovió.
Estimulante y personal, generosa. Porque eso de leer tanto, amigo, puede sonar
a que uno se vuelva un poco individualista. Pero, justamente, justamente, no es
el caso. Termino citando al autor de este intenso manual para aventureros:
«Sin embargo, sigo intentándolo, sigo escribiendo, sigo soñando. Y, poco a
poco, me voy enterrando entre libros”
https://www.recorridosliterarios.com/los-efectos-del-vendaval/
El escritor Luis Quiñones publicó en Facebook el siguiente texto sobre mi libro "Viajero de salón":
Con el subtítulo de "una expedición por algunos rincones de mi biblioteca", arranca este libro del ensayista y novelista Miguel Sanfeliu. Editada por Sílex, la obra es un ensayo que supera los límites de este género. A partir de su biblioteca, de los millares de libros que Sanfeliu atesora en sus estantes, el propio autor confiesa que no ha hecho grandes viajes, pero con sus libros dice haber viajado a todos los lugares posibles. El desorden o el orden en que se apilan sus libros es revelador de un inmenso bagaje lector, que va mucho más allá del amor por las palabras y las historias.
En Facebook escribió el escritor Carlos Manzano el siguiente texto sobre "Viajero de salón":
A veces se escriben libros por amor, y también libros sobre el amor. El
tema del amor es tan extenso que caben miles de variaciones distintas y puntos
de vista incluso contradictorios; es un tema que no se agota nunca. Se pueden
escribir libros impulsados por el amor, y no solo entre humanos, sino amor a
muchas otras cosas: a la vida, a un territorio, a la infancia, a los misterios.
Y por supuesto también se pueden escribir libros de amor a la literatura, a los
libros, a la incomparable compañía que proporcionan y al modo en que pueden
llegar a condicionar lo que somos y lo que vivimos. Y esto, de alguna manera,
es lo que ha hecho Miguel
Sanfeliu con su libro “Viajero de salón” (Silex, 2025): una sincera y desbordante
declaración de amor a los libros, o a la literatura mejor dicho, al valor y la
trascendencia que esta puede llegar a alcanzar en nuestras vidas (en la suya,
en ese caso), a todo lo que nos aporta, y que no tiene nada que ver con el
entretenimiento.
Conozco a Miguel desde hace algunos años, aunque no nos hemos visto
demasiadas veces en persona. Pero creo que nos apreciamos mutuamente, entre
otros motivos porque, como si perteneciéramos a una extraña logia o a una
inocente secta cuyo objetivo no consiste en lograr nuevos adeptos sino en
reconocerse como fieles practicantes de una liturgia que tiene en la letra
impresa su objeto central, compartimos cierta desmedida pasión por la
literatura y por la lectura. Miguel es además una persona muy generosa, siempre
dispuesta a echar una pequeña mano a muchos escritores que deambulamos como
zombis por tierra de nadie, y por supuesto también extraordinariamente curiosa
(diría que todos los buenos lectores lo son), lo que le lleva a interesarse por
casi todo lo que se publica, o por todo aquello que se publica que pudiera
resultar interesante. Consecuencia de ello es la gran cantidad de libros que
atesora en su biblioteca personal, adquiridos a los largo de los años, y cuya
aleatoria, cuando no incoherente, disposición la convierte en algo enigmático
para cualquiera que no sea él.
Y de eso, entre otras muchas otras cosas, nos habla en este libro: de su
biblioteca, de su caótica organización y de algunos de los libros que aparecen
desperdigados en las baldas, de libros que han marcado su vida y la han llenado
de experiencias ajenas que él ha hecho suyas (de ahí el título). A modo de
pequeño resumen de las causas que alientan y estimulan su enorme hambre lectora
y que presumiblemente han propiciado la existencia de esta obra, me atrevo a
reproducir este párrafo que aparece en la parte final del libro:
“El juego de la literatura consiste principalmente en intentar entender a
los demás y, de este modo, intentar entendernos a nosotros mismos. Ver el mundo
a través de los otros, escarbar en las pequeñas miserias que nos hacen humanos,
nos ayuda a cuestionar la realidad y a indagar en ella, incluso a retorcerla un
poco. Vivir en la piel de otras personas, con otras creencias, otras ideas,
otros vicios, otros remordimientos, eso es lo que nos enriquece, ese es el
viaje que nos ofrece la lectura”.
Es sin duda una de las muchas maneras que podemos encontrar para explicar qué nos apasiona de la literatura, aunque, como he dicho más arriba, no es la única. A través de las páginas de “Viajero de salón” iremos accediendo a aquellas lecturas que por uno u otro motivo han provocado inquietud y despertado la curiosidad de Miguel Sanfeliu. En el libro nos habla de sus descubrimientos, de la manera en que ha ido accediendo a unos autores u otros, de aquellas circunstancias que rodearon el encuentro con determinado libro, de las razones que llevó a sus autores a escribirlos, de las mil y una perspectivas desde las que se puede abordar un mismo tema, de la importancia fundamental del cómo, muy por encima del qué, etcétera (hasta para un libro extenso resulta difícil abordar todos los elementos que determinan el hecho literario), pero sobre todo transmite el vigor de una pasión que no solo se asienta en el gusto personal, sino que refleja una posición ante la vida, una actitud respecto a todo lo que nos hace ser como somos y que resulta imposible condensar en proposiciones simples, medibles y representables: la vida entendida como una multitud de miradas, de percepciones, de sueños y de realidades inconexas y contradictorias que probablemente jamás seremos capaces de identificar por completo. De ahí la necesidad de atravesarlas por medio de una mirada literaria: es probable que sea la mejor manera que tenemos de encontrar algo que palie la falta de sentido de la existencia humana.
https://www.facebook.com/photo/?fbid=9763478963744226&set=a.113715082054044
Quiero
compartir con vosotros la que va a ser la portada de mi próximo libro. No tengo
aún fecha concreta de publicación, pero supongo que saldrá en abril, si todo va
bien. Han pasado ocho años desde la publicación de "Cierta distancia"
y ahora este "Viajero de salón" me hace muchísima ilusión. Estoy muy
agradecido a Jesús Marchamalo por haber accedido a escribirle un prólogo
magnífico.