sábado, marzo 31, 2007

Esperando a Beckett


ESPERANDO A BECKETT, por Jordi Bonells
Editorial Funambulista - Madrid


Vaya por delante que he disfrutado este libro enormemente. Jordi Bonells, un autor que nació en 1951, vive en Francia desde 1970, es profesor de literatura hispánica y fue finalista del premio Herralde en 1987, finalista del Nadal en 1991 y segundo finalista del premio Planeta del año 2000, comenzó a escribir en francés en 2004 y llegó hace unos meses a las librerías, de la mano de la editorial Funambulista, como un soplo de aire fresco. Es un escritor que sabe impregnar de fina ironía cada una de sus páginas y que tiene un agudo sentido del humor.
“Esperando a Beckett” es un breve ensayo que mezcla opiniones, recuerdos y supuestas explicaciones teóricas que argumenta con la contundencia de todo delirio nacido de una fascinación que, por su propia naturaleza, resulta inexplicable. Sin embargo, Bonells nos expone las supuestas causas de esa fascinación como si en ellas se encerrara la clave de un destino, o de un encuentro en este caso, que nadie hubiese podido evitar. Nada más comenzar ya nos dice: “A algunos aguafiestas les parecerán puras casualidades, meras coincidencias sacadas de madre. Aisladas lo son. Juntas no. Juntas son como una revelación. O un anuncio. En cualquier caso un destino”.
Varios son los motivos por los que se considera un alma gemela de Beckett: Primero: Que el apellido de ambos empieza por “B”, (y aquí añade una divertida clasificación de los grandes autores en dos grupos: el de los que tienen un nombre que empieza por “B”, como Beckett, Bernhard, Baudelaire, Broch, Borges o Bellow, y el de los escritores cuyo nombre empieza por “K”, como Kafka, Keats, Kundera, Kerouak o Kipling). Segundo: En la página 104 de la edición francesa de “Esperando a Godot”, aparece un personaje llamado Bonnelly. Y tercero: ambos escriben en francés pese a no ser ésta su lengua materna. A estas razones, ya de por sí definitivas, añade ciertas coincidencias igual de insustanciales, pero todo ello con la pasión de quien cree estar viendo un fantasma y trata de convencer a quienes tiene alrededor de que se trata de algo real.
Con todo esto, diciéndonos que su pasión por Beckett se basa en razones que le sobrepasan, en juegos del destino, lo que nos dice en realidad es que los motivos por los que uno se deja llevar por un autor son irracionales y subjetivos.
En algunos aspectos, Bonells me ha recordado a Vila-Matas. En ese aire socarrón, ese ir y venir de un sitio a otro, perdiéndose por el camino, alejándose de la historia para contarnos otras historias, algunas rozando los límites de la lógica.
Momentos de su vida. La llegada de la televisión, en la que vio la representación de “Esperando a Godot”. Su trabajo en una encuadernadora. Sus visitas a la librería Leteradura y la excitación ante los libros de Beckett que, a falta de traducciones, compraba en francés aunque no entendía nada de lo que leía. Su fobia a las tiendas. Su interés por la pintura. Su deseo de marchar… Una vida a grandes rasgos, regida por su pasión por la literatura, y contada como un relato maravilloso en el que las cosas más insignificantes son la causa de acontecimientos decisivos. Por ejemplo, el amor. Conoció a una muchacha llamada Agrimira, y claro, ese nombre era una barrera infranqueable: “Uno no puede ponerse de novio —la primera vez en todo caso— con alguien que se llama Agrimira Pérez (lo siento por las Agrimiras). Un nombrecito así es para los expertos, para los que ya han probado los frutos prohibidos del amor. A los principiantes, mejor que les dé por una María o una Nuria. Me imaginé que todas las chicas que se iban a fijar en mí se iban a llamar de algún modo raro. Lo dejé. De momento”.

jueves, marzo 29, 2007

Vídeo de Vila-Matas

Esto es un intento por colgar un video en el blog.
Se trata de una intervención de Vila-Matas en la que intenta dar respuesta a la cuestión, que tiene más de juego literario que de realidad, de por qué escribe un escritor.


sábado, marzo 24, 2007

Rutina

La escritora Antonia Romero, en su blog “Firmas Invitadas”, ha tenido la amabilidad de incluir mi relato “Rutina”.

Le doy las gracias y os invito a leerlo.

miércoles, marzo 21, 2007

Desde mi cielo


Hay libros que sobreviven al vertiginoso mercado editorial, libros que vuelven una y otra vez a las mesas de novedades, de los más vendidos, porque la gente los busca, habla de ellos y los mantiene vivos de una forma milagrosa. Este es el caso de “Desde mi cielo”, de Alice Sebold. Yo mismo lo compré porque un amigo me lo recomendó vehementemente. La sinopsis de su trama no me había impulsado a comprarlo, ni siquiera las críticas positivas, sencillamente porque no me gustan las historias narradas por un personaje muerto, es una manía personal. No, creo que no es grave, pero nunca se sabe, podía haberme perdido la lectura de este libro.

La historia está narrada por una niña, Susie Salmon, que ha sido violada y asesinada y se encuentra en un cielo muy particular desde el que es testigo de todo lo que acontece tras su muerte, del impacto que este crimen tiene en la comunidad en la que reside su familia. La niña nos cuenta su muerte en un capítulo terrible y magistral que nos llena de desasosiego y, a partir de ahí, nos habla de su familia, del policía encargado del caso, del anodino asesino que vive en la misma comunidad sin que nadie sospeche de él, de la terrible pérdida que toda muerte conlleva. Y el punto de vista de esta historia, esa niña en el cielo lamentando todas las experiencias que ya no podrá vivir, resulta inmejorable por su eficacia. El relato está impregnado de nostalgia, de tristeza y resulta demoledor. A medida que uno avanza en su lectura siente cómo el corazón se le va encogiendo, un peso se sitúa en la boca del estómago y, gradualmente, uno va tomando conciencia de lo terrible que esa pérdida resulta. La voz de la niña narradora se va haciendo familiar y el drama se interioriza. Pero que nadie crea que se trata de un libro sensiblero o ñoño o melodramático, nada de eso, es precisamente la naturalidad de la voz de la niña muerta, su falta de dramatismo, lo que hace que el texto sea mucho más doloroso.

A estas alturas, todo el mundo sabe ya que la autora, Alice Sebold, sufrió una violación en su juventud. Y siempre se cita este acontecimiento al hablar de este libro. Alice Sebold exorcizó los fantasmas de aquel lamentable episodio en la dura “Afortunada”. “Desde mi cielo” va más allá y denuncia las terribles consecuencias que un acto violento acarrea, poniendo de manifiesto que la principal víctima de una sociedad violenta es la infancia.

sábado, marzo 17, 2007

Fallas


En Valencia estamos de fiesta. Nuestra fiesta son Las Fallas. Durante cuatro días (en teoría, porque en la práctica son más) la ciudad se sumerge en el caos. Calles cortadas, monumentos invadiendo el espacio, carpas desmontables, adornos de luces, escenarios o auténticas ferias en miniatura. Y puestos de venta de chocolate con churros por todas partes. Apenas se puede transitar por las calles. Todo el mundo quiere ver las principales fallas. Y la pólvora protagonizándolo todo. Los petardos suenan por todos los rincones, sin parar. No existiría esta fiesta sin la pólvora. El evento pirotécnico por excelencia es la “mascletá”, que consiste en la explosión de gran cantidad de petardos, manteniendo una cadencia creciente que se convierte en atronadora. También los castillos nocturnos son muy espectaculares y llenan el cielo de luces de colores.

Se dice que el origen de las Fallas se encuentra en el hecho de que en los barrios, en la festividad de San José, y como iniciativa de los carpinteros, se quemaban muebles y trastos viejos. Estas hogueras fueron transformándose y empezaron a adquirir la forma de escenas con algún significado para el barrio. De este modo, poco a poco, han llegado a un nivel de complejidad como el actual: auténticas obras de arte que utilizan la ironía para criticar acontecimientos de actualidad. El humor es, pues, el elemento esencial.


El día oficial de la colocación de Las Fallas, la Plantá, es el quince de Marzo por la noche. El día 19 por la noche todas arderán en la conocida Noche de la Cremá. El trabajo de todo un año se reduce a cenizas en cuestión de minutos. Gigantescas hogueras casi en todas las esquinas y al día siguiente todo vuelve a la normalidad milagrosamente, como si nada hubiera ocurrido. Es el momento en que comienzan los trabajos para las Fallas del año siguiente.


Para saber más, pueden visitar:
http://es.wikipedia.org/wiki/Fallas
http://www.fallas.com/contenido.asp?seccion=museo&tema=historia
http://www.fallas.es/2007/
http://fallas.comunitatvalenciana.com/fallas.htm

miércoles, marzo 14, 2007

Evolución

Una cita de Vila-Matas sobre la novela:

«Mi teoría es que, más que muerta, la novela evoluciona. Vamos a una novela que se aproxima al ensayo. Pienso en esos cuentos de Pitol que acaban como ensayos o en esos ensayos suyos que terminan como cuentos. Es probable que el lector vaya buscando, con el tiempo, menos ficción y más ensayo. El propio Coetzee, en su último libro, admite que camina en esa dirección. Creo que existe una saturación de la ficción que se sabe ficción y también una saturación del ensayo que se sabe plomizo. Sebald, Magris, Piglia, son otros casos claros de introducción del ensayo dentro de la ficción, o viceversa. Mezclar a Montaigne con Kafka, por ejemplo, me parece en este preciso instante una idea muy interesante.»

Y lo cierto es que los resultados suelen ser muy interesantes. Es cada vez más frecuente que el autor aparezca deambulando por su obra, aprovechando alguno de sus recuerdos o ideas para enriquecer una trama. Es como si se diluyera la línea que separa los géneros. Un artículo no resulta tan frío y técnico si el autor nos cuenta alguna experiencia personal o algún recuerdo relacionado con el tema que está tratando.

jueves, marzo 08, 2007

La Muerta

Los golpes retumbaban en la puerta, eran golpes de una violencia enajenada, puñetazos y patadas que hacían temblar las paredes del recibidor y cuyo sonido recorría el pasillo en penumbra, como una bala en el cañón de un rifle. Sentados en la mesa de la cocina, frente a frente, un matrimonio contemplaba una serie de objetos que habían depositado entre ellos. Las ollas y la vajilla se estremecían con un inquietante tintineo.
-¡Abridme la puerta de una puta vez! -eran los gritos que acompañaban a los golpes, pronunciados por una voz ronca.
-Todo podía haber sido tan diferente -dijo la mujer.
-Quizá hicimos algo mal -dijo el hombre mientras sujetaba entre sus manos una pequeña muñeca de cabellos rubios y rizados.
-No digas eso. Dios no nos está castigando por nada, no lo olvides. Se trata de una prueba. Para eso estamos en este mundo. Tenemos que superar las pruebas necesarias con el fin de demostrar que somos dignos de entrar en el Reino de los Cielos.
-Quizá le dimos demasiadas cosas -dijo el hombre, como pensando en voz alta-. O quizá le dimos muy pocas...
-Deja ya de culparte. Estas cosas pasan. Es una desgracia. Ocurren un millón de desgracias cada día. O tal vez más.
Oyeron un grito de fiera herida y los golpes se volvieron más rotundos, más contundentes, aunque más lentos; sin duda estaba cargando todo el cuerpo contra la puerta. Pero la puerta no se rompió, así que regresaron las patadas y los puñetazos.
-¡Abridme cabrones! ¡No podéis hacer esto! ¡Soy vuestra hija!
En la cocina hacía frío.
-Es nuestra hija -dijo el hombre.
-No digas tonterías. Sabes perfectamente que nuestra hija está muerta.
-Nuestra pequeña.
-No es ella. Es el diablo que quiere adoptar su forma para tentarnos. Pero tú ya lo has visto. Ese cuerpo de ahí fuera nada tiene que ver con nuestra hija.
-Los vecinos llamarán a la policía.
-Pues que la llamen. ¿Qué puede hacer la policía contra los muertos?
-No sé si hacemos bien. Tal vez deberíamos abrir. Intentarlo de nuevo. Quizá ahora acepte nuestra ayuda.
El hombre apretó con fuerza la muñeca.
-Parece mentira que digas eso. Si abres sabes perfectamente lo que pasará.
-Deberíamos poder hacer algo.
-Puede incluso matarnos. No hay nada que podamos hacer. Tú sufres porque crees que la que está ahí afuera es nuestra hija. Pero debes creerme: no-lo-es. Nuestra hija está en el cielo. Ése es su sitio. Quien nos persigue es una fuerza maligna, y hemos de ser fuertes y resistir. Si te dejas convencer y abres la puerta, se desatará el infierno en esta casa. Una vez más. ¿Acaso lo has olvidado?
El hombre soltó un gemido y su cuerpo se inclinó hacia delante y se estremeció. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Yo también la quería -dijo la mujer-. Pero ahora está mejor que nosotros. Está con Dios.
El hombre negaba con la cabeza, sin poder hablar, sin poder detener el llanto.
La mujer se puso en pie. No era muy alta y estaba gruesa. Vestía una bata de color azul oscuro. Dio la vuelta a la mesa, con unos pasos muy cortos y cansados. Se colocó detrás del marido y apoyó las manos sobre la espalda de él.
-No te atormentes más -le susurró-. Ya es hora de que aceptes los hechos. Es duro perder una hija. No olvides que también era mi hija.
Los golpes no cesaban ni disminuían su fuerza. Las paredes continuaban retumbando y la bombilla de la cocina se balanceaba levemente, así que, cuando la encendieron, porque la tarde se acababa muy deprisa, la luz se puso a oscilar y a distribuir sombras caprichosas.
La estancia se iba quedando cada vez más fría.
-Voy a ponerme una chaqueta y a prepararme un vaso de leche caliente -dijo la mujer-. ¿Quieres que te prepare a ti otro?
El hombre negó con la cabeza.

domingo, marzo 04, 2007

Plataforma


El teatro resulta ideal para agredir al espectador, trastocar su mente, modificar su visión del mundo, sorprenderlo, asustarlo, indignarlo, hacerlo reír o hacerlo llorar, ponerle un nudo en el pecho o ensancharle el corazón. El teatro que nos sorprende, se queda en nuestro interior, convertido en una experiencia inolvidable. El teatro transgresor es capaz de agarrarnos del cuello y transportarnos lejos, muy lejos, más allá de ese escenario de madera sobre el que unas personas se mueven y hablan, más allá de la butaca roja en la que estamos sentados, probablemente bastante incómodos.
Admito que voy poco al teatro. Creo que la obra anterior que había visto había sido “El método”, una obra genial. Pero un día, el pasado diciembre, leí en el periódico que se estrenaba en Madrid la adaptación que Calixto Bieito había realizado de la novela de Michel Houellebecq: “Plataforma”, y no pude resistir la tentación.

“Plataforma” es una novela que habla del turismo sexual y del fanatismo islamista y del vacío decadente de la sociedad occidental. Una novela cruda, ácida, con un claro ánimo de provocación, que motivó que su autor fuera juzgado por ofensas contra el Islam, acusado de promover el odio racial, además de recibir protestas airadas de organizaciones de protección a la infancia y hasta del director de la “Guía del trotamundos”. Incluso se rumoreaba que el mismo John Grisham estuvo estudiando la posibilidad de querellarse contra Houellebecq por la crítica burlona que realiza el personaje de “Plataforma” sobre la novela “The firm” (“La tapadera”).

La adaptación teatral venía precedida por los importantes premios cosechados en el festival de Edimburgo. Pese a todo, era consciente de que me iba a incomodar. En el cristal de las taquillas un cartel advertía que la obra “podía herir la sensibilidad del espectador”, y el mismo aviso se repetía en los folletos. Juan Echanove dijo en una entrevista: “Solo puedo decir que este texto es lo más complicado a lo que yo me he enfrentado. Hasta a mí me produce sonrojo y pudor verbalizar las cosas que dice de los occidentales. Sé que el público que asiste a ver Plataforma tiene que romper con sus prejuicios para asumir el tema del sexo y la pornografía en los niveles que se plantea. Pero quiero que sepa que yo también he tenido que romper con muchos prejuicios, que es un gran esfuerzo para mí verbalizar lo que Houellebecq ha escrito. A mí tampoco me ha resultado fácil.”
Y, en esa misma entrevista, explica: “vengo a perder de dos kilos y medio a tres por función. Así que, como una amiga me ha recomendado, tengo que aferrarme a las mejores cosas que pueda, a mis amigos, a mi casa, para meterme en este pozo de basura”.

Hubo gente que no aguantó hasta el final y abandonó la sala antes de tiempo. También hubo quien aplaudió como loco, puesto en pie, al finalizar la representación.
El montaje escénico es ingenioso y complejo. Un escenario giratorio, sobre el que permanecen todos los personajes durante las dos horas que dura la función, nos crea la ilusión de estar ora en París ora en Tailandia. Unas pantallas de televisión emiten imágenes pornográficas. La actriz Belén Fabra se pasea desnuda, como una presencia etérea, e interpreta algunos números musicales conmovedores y un monólogo estremecedor. Juan Echanove simula masturbarse en varias ocasiones, simula practicar sexo con Marta Domingo, y suda y babea y no se puede negar que pone todo de su parte en la interpretación de Michel, aunque a mí me pareció un poco sobreactuado. Imagino al personaje de Houellebecq más frío, pero esto es una apreciación personal que no resta mérito a lo que ese hombre hace sobre el escenario, que es, ni más ni menos, exponerse ante el público con toda su humanidad a flor de piel.

La historia se centra en Michel, un funcionario gris que consume su tiempo libre entre salas de sex-shops y la pantalla de su televisor, y que un día hereda una cantidad de dinero por la muerte de su padre y se plantea realizar un viaje a Tailandia, con el fin de vivir las experiencias sexuales con las que siempre ha soñado. Allí se une a un grupo de turistas que, como él, no dudan en coger lo que se les ofrece sin planteamientos morales ni falsas condescendencias. La experiencia, totalmente insatisfactoria y vacía, le sirve, no obstante, para conocer a Valeríe, su complemento perfecto, una mujer dispuesta a satisfacer todas sus fantasías y con la que iniciará, al regresar a París, el proyecto de crear una cadena de clubes de vacaciones por todo el mundo, orientados al turismo sexual, donde la prostitución está permitida. Sobre esta base, todo es diseccionado y no se deja títere con cabeza: el consumismo, lo políticamente correcto, las represiones, las religiones, la moralidad...
Una obra con una coreografía milimétrica, con números musicales, con una estudiada planificación y una entrega total por parte de los actores, pues todos sin excepción ofrecen un trabajo a pecho descubierto, en situaciones sin duda difíciles y que dejan al espectador totalmente aturdido, después de ser zarandeado sin descanso durante toda la función.

martes, febrero 27, 2007

El origen de las historias

Si a un escritor se le pregunta de dónde surgió tal o cual historia, contestará, en un gran porcentaje de los casos, que todo empezó con una frase. Una frase que surge de un modo misterioso suele ser el detonante de la imaginación. También puede tratarse de una frase escuchada al azar, o incluso leída en un anuncio. Una frase juguetona que se mete en la cabeza y se queda allí y se niega a marcharse hasta que no se ha transformado en algo más grande: una historia. La historia puede ser simplemente situacional o tratar de responder a una pregunta del tipo ¿qué pasaría si...? De este modo, se crea una trama que, casi sin que el autor se dé cuenta, se va ordenando en su cabeza. Por fin, el escritor configurará a los personajes necesarios para materializar dicha trama. Es así en un alto porcentaje de los casos.

Sin embargo, hay veces en que lo que primero aparece es el personaje. Por algún motivo, uno se encuentra con un personaje y, aunque este encuentro no suele dar lugar a la historia de un modo inmediato, sabe que dicho personaje aparecerá en el momento adecuado para ocupar su lugar.

Yo encontré uno de estos personajes en un periódico hace algunos años. Concretamente en el año 2001. El titular de la noticia era: "UNA ABOGADA PISOTEA SU TOGA EN UN JUICIO". Y transcribo ahora parte de dicha noticia, aunque dejando el nombre de la abogada sólo con sus iniciales:

"El Colegio de Abogados de (...) ha abierto diligencias informativas contra la letrada A. M. F. por pisotear su toga mientras afirmaba que «la justicia es una mierda», durante un juicio. La apertura de diligencias responde a una posible infracción del código deontológico de la abogacía. La letrada defendió en el juicio a uno de los cuatro acusados del asesinato de un agricultor."

Es genial. Sé que esa abogada que pisotea su toga en mitad de un juicio aparecerá en algún momento para convertirse en un personaje de ficción. Sólo es cuestión de tiempo. Su frustración, su impotencia, reflejados en ese estallido inútil pero elocuente, resultan materiales valiosos para una historia.

sábado, febrero 24, 2007

Talleres literarios

Se tiene la idea de que uno no puede aprender a ser escritor. Se puede aprender a pintar, a esculpir, a componer, pero no a escribir. El escritor ha de hacerse a sí mismo. No hay otro camino. Parece incluso comúnmente aceptado que si ha desempeñado muchos y variados trabajos, mejor escribirá.
Se piensa que los talleres literarios son lugares donde va la gente a intentar que la doten de un talento que la naturaleza no ha querido otorgarles. Tarea penosa llevada a cabo, presuntamente, por escritores frustrados que han encontrado en esta "moda" un medio para ganarse la vida. Pero ahí tenemos a Juan José Millás, a José María Merino, a Alejandro Gándara... que no creo que sean escritores mediocres precisamente, dando clases de escritura creativa en la Escuela de Letras.

En EE.UU. los talleres literarios tienen un prestigio del que carecen aquí. Muy buenos escritores han impartido clases, como el mismísimo Raymond Carver. No se puede adquirir el genio, pero sí la disciplina; no se puede crear imaginación de donde no la hay, pero sí se puede enseñar técnica. Pienso que debemos superar el prejuicio de que no se puede aprender a escribir, que el escritor lo es por inspiración divina, por poseer unas capacidades innatas.
Los mejores maestros son los clásicos, la mejor enseñanza es la lectura... Cierto, nada que objetar, pero no creo que los talleres literarios nieguen esto, no creo que sean opciones excluyentes.

Yo vivo en Valencia, y aquí no hay talleres literarios ni escuelas de letras, así que hace ya unos años me apunté a un taller literario que funcionaba por correspondencia: Fuentetaja. Ángel Zapata era, y si no me equivoco sigue siendo, asesor en dicho taller y me corrigió algunos relatos, siempre con indicaciones inteligentes y palabras de ánimo. Allí descubrí autores que no conocía, practiqué ejercicios que nunca se me hubieran ocurrido y, sobre todo, perdí el miedo (es un decir) a compartir con los demás y a aceptar las críticas. El sistema consistía en enviar textos que eran fotocopiados y reenviados a todos los miembros del grupo, quienes mandaban luego sus opiniones. Y éstas también se distribuían, junto con dossieres de teoría literaria y ejemplos de importantes autores. Recuerdo la excitación que sentía cada vez que llegaba aquel sobre a mi buzón.
Ahora, internet facilita mucho la comunicación y uno puede exponerse ante una audiencia que ni siquiera soy capaz de imaginar. Es más fácil encontrar gente con las mismas inquietudes y lugares donde perder el miedo y aprender a corregir los propios errores, los que se nos escapan por muy autocríticos que seamos.

martes, febrero 20, 2007

Babel


¿Cómo pueden estar relacionados unos niños americanos y una joven japonesa sorda? ¿Cómo puede afectar a la vida de ambos el disparo efectuado fortuitamente por unos niños en el desierto marroquí?

Esta película cierra una trilogía formada también por las anteriores "Amores Perros" y "21 gramos", y cierra también un período de colaboración entre González Iñárritu y Guillermo Arriaga, autor de los guiones. Las tres historias presentan una puesta en escena en la que no se respeta el transcurrir lineal de los acontecimientos, la realidad está fragmentada, y esos fragmentos no mantienen una correspondencia temporal ni espacial, las escenas se suceden como piezas de un puzzle intencionadamente desordenado que obliga al espectador a tomar una actitud activa, de cara a esforzarse por entender lo que está viendo. Poco a poco, las piezas van encajando y vamos descubriendo las asociaciones, las relaciones, lo que, por encima de todo, une a los seres humanos.

Dos aspectos destacan sobre todo: el amor hacia los hijos y el miedo.
Muchas de las situaciones se producen al intentar proteger a nuestros hijos. Queremos para ellos un mundo mejor y, sin embargo, a veces los estamos conduciendo hacia un desierto en el que se verán perdidos. Al intentar salvarlos de las consecuencias de un accidente, podemos estar guiándolos a la muerte. Por otra parte, la falta de entendimiento entre unos y otros, especialmente en el ámbito gubernamental, complica las cosas. El recelo y el miedo nos aísla.

El film nos habla de lo que nos separa y de los que nos une, nos habla del dolor, de las barreras físicas, de las barreras lingüísticas, del desamparo, del miedo, de la desesperanza y, especialmente, del amor como motor de nuestros actos. La esencia de los seres humanos, que reaccionan cada uno a su manera ante las eventualidades que el destino nos pone delante. No todos tienen los nervios templados, no todos saben conseguir aquello que anhelan sin caer en el ridículo más patético.

En cualquier caso, "Babel es una experiencia cinematográfica impactante, que se nos mete en el estómago y nos afloja las piernas al mismo tiempo que nos hipnotiza con unas imágenes potentes y un montaje eficaz, todo ello realzado por solventes interpretaciones, tanto de las estrellas de reconocido nombre como de las más desconocidas. Cuatro escenarios dispares: Marruecos, EE.UU., México y Japón. Personajes perdidos que sienten aquello que decía Sartre, que el infierno son los otros.

jueves, febrero 15, 2007

Un meme

Me pasa Francisco Ortiz un meme.
No puedo negarme, aunque reconozco que no suelo seguir estas cadenas. Soy un poco soso para estas cosas.
Lo he pensado bastante tiempo.
El meme se titula "Cinco cosas que no sabéis de mí".

1.- Le doy muchas vueltas a todo. Miro y remiro cada asunto desde todos los lados posibles. A veces, me cuesta tomar una decisión. Siempre me preocupa hacer lo correcto. Sin embargo, por regla general, yo creo que más dudo en los asuntos más tontos, mientras que en las cuestiones más importantes, suelo dudar menos. O tal vez no.

2.- No soy supersticioso. Bueno, es que no puedo ser supersticioso porque nací en trece y martes, aunque esto ya lo sabéis, porque creo que ya lo dije. Pero no había dicho que no soy supersticioso. Si evito pasar por debajo de una escalera o se me eriza el vello al ver cómo se me cruza un gato negro por delante, no es por superstición, sino por prudencia.

3.- Soy un desastre en cuestiones de bricolaje y reparaciones del hogar. Cuando cambio una simple bombilla me entran ganas de salir a cenar por ahí, para celebrarlo.

4.- Hay dos refranes que siempre tengo muy presentes: "El que la sigue, la consigue" y "A mal tiempo, buena cara".

5.- Me gusta ir en moto. Antes de que nacieran mis hijos tuve una Yamaha 600 con la que realicé un pequeño viaje con mi mujer, por la costa, hasta la localidad de Calpe. Fue un día inolvidable.

Y ya que he cogido carrerilla, diré que cuando tenía diecisiete años viajé con mi familia a Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá y Miami. Estuvimos casi cuatro meses por ahí, y mis dos hermanos y yo tuvimos que repetir curso, pero fue una experiencia inolvidable.
En fin, no le paso la cadena a nadie en concreto, aunque la propuesta queda en el aire... por si a alguien le apetece.

domingo, febrero 11, 2007

J. T. Leroy


J. T. Leroy
J. T. Leroy no existe, vaya el aviso por delante. Se dio a conocer con la publicación de la novela "Sarah", supuestamente biográfica, en la que narraba sórdidos episodios de su vida. Una vida de prostitución y drogas en compañía de su madre. La novela la había escrito por consejo de su psicólogo para deshacerse de las pesadillas. La conmoción fue inmediata. Se hizo famoso. Importantes figuras le dieron su apoyo, como Dennis Cooper, el más entregado y el más defraudado, Michael Chabon, Lou Reed, Dave Eggers, Gus Van Sant (Leroy aparece en los titulos de crédito de la película "Elephant"), Tom Waits, etc... Claro que ellos no sabían que J. T. Leroy no existía, que se lo había inventado una mujer llamada Laura Albert, de 40 años, que cantaba rock y escribía relatos que no conseguía publicar, y que, estoy seguro, nunca había soñado que su libro y su personaje adquirirían tal notoriedad. De pronto, querían entrevistar a J. T. Leroy, todo el mundo quería conocerlo. Intentó dar largas, decir que el chico no quería darse a conocer, que estaba ilocalizable, pero al final no tuvo más remedio que pensar en darle a la gente lo que quería. Savanna Knoop, cuñada de Laura, fue por fin la encargada de encarnar al joven Leroy, con peluca rubia y grandes gafas de sol. Laura siempre estaba cerca, haciéndose pasar por su agente de prensa y amiga.

En una de sus primeras entrevistas le preguntaron: "¿Hasta qué punto están idealizadas tus experiencias en Sarah? Hay una especie de frialdad al narrar ciertos pasajes que, bueno, es como si no te hubiera ocurrido a ti..." Y él/ella contesta: "Es una técnica de supervivencia. Cuando una situación te produce mucho dolor, desconectas. Como si entraras en un shock. Por eso él (Cherry Vanilla/Sarah) se muestra impasible. Está aterrorizado. Sabe que gritar, llorar, rogar no sirve de nada. Ha crecido con una madre chunga. Sabe cómo insensibilizarse al dolor, cómo distanciarse de todo... como yo..."
"Como yo", dice, al parecer consciente de que sus historias no tienen valor si no van disfrazadas de testimonio personal.
Se suele decir que un libro debería ser considerado bueno o malo al margen de quién lo haya escrito. Es evidente que este no es el caso de los libros de J. T. Leroy.

Laura Albert

viernes, febrero 09, 2007

La edad

¿Existe una edad ideal para publicar el primer libro?
He publicado algunos textos aquí y allá, pero ningún libro todavía, pese a que tengo varios escritos y amontonados por los cajones. Y me doy cuenta de que la edad se está convirtiendo en un handicap para conseguir publicar.
Me queda aún la posibilidad, con un poco de suerte, de ocupar un puesto entre la lista de escritores que se han dado a conocer tardíamente. Pedro Juan Gutiérrez o Luis Landero publican su primer libro superados los cuarenta años. Aún estoy a tiempo. Álvaro Pombo, por ejemplo, confiesa que ha logrado su independencia económica como escritor a la edad de 53 años. Y, más extremo aún, Gesualdo Buffalino, escritor italiano, se hizo famoso a los sesenta años, con la publicación del libro "Perorata del apestado". No todo está perdido.
E. Annie Proulx nació en 1935 y empezó a escribir literatura a los cincuenta años. Publicó su primer libro de relatos cuando ya había cumplido los cincuenta y tres (1988). Por su primera novela, "Postcards", obtuvo el premio PEN/Faulkner en 1992, es decir, a los 57 años. En 1994, obtuvo el Pulitzer y el premio Nacional con su novela "Atando cabos".
Y Francisco Afilado acaba de publicar su primer libro de relatos, titulado "Perforaciones". Afilado nació en 1963. Apenas soy un año mayor que él.
Tras pensar en todo esto, me pregunto por qué parece un objetivo primordial conseguir ser publicado, que tu nombre aparezca en la portada de un libro. Supongo que es la forma de legitimar un hobby que requiere muchas horas, un hobby más importante que cualquier otra actividad.

lunes, febrero 05, 2007

Hipotermia


Hipotermia es un libro de relatos escrito por el mexicano Álvaro Enrigue.
Ha publicado también "La muerte de un instalador", con el que ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996; "Virtudes capitales", libro de relatos y la novela "El cementerio de sillas". Colabora en revistas y periódicos de Mexico y España.

Siempre me gustaron los libros que toman como materia narrativa a la propia literatura. En ese sentido, el primer relato de este libro es una gozada. Me siento incluso tentado a copiarlo de cabo a rabo. Se titula "La pluma de Dumbo". Pero me conformaré con mostrar su primer párrafo:
"Soy un escritor de categoría, pero nadie lo sabe. Se lo dije ayer a mi hijo. No fue la primera vez; suelo decirlo cuando bebo de más. Eres un empleado respetable en un periódico decente, me respondió mirándome a los ojos. Él también había bebido demasiado. Soy escritor —volví a decir—, tal vez un mal escritor. Eso nunco lo había dicho. Su respuesta fue aún más novedosa. Sonrió con cierta crueldad —es una sonrisa que le conozco desde niño—, y dijo: A ver, cuándo has publicado un libro; para ser escritor se necesita tener libros."
Este comentario, que el narrador intenta convencernos de que no lo tiene en cuenta, lo cierto es que se le clava en el corazón, como podremos constatar observando su reacción al final del cuento.

A excepción de éste, el resto de los relatos se agrupan en cinco apartados, bajo los títulos: "Escenas de la vida familiar", "Salidas decorosas", "Mugre", "Grandes finales" y "Dos valses rumbo a la civilización".
"Escenas de la vida familiar" se inicia con el relato "Superación personal", que nos habla de un escritor cuyo mayor éxito literario lo constituye un libro de autoayuda que escribe por encargo, por obligación, y con desgana absoluta. Los demás relatos de este bloque van configurando una pequeña novela sobre un hombre que emigra a EE.UU. y acaba dando clases de letras latinoamericanas en una universidad de Washington. Nos hablan de aspiraciones personales pero, por encima de todo, de la importancia de la familia como referente, asidero firme frente a un exterior hostil.
Por el contrario, "Salidas decorosas" reúne dos historias sin relación aparente. La de un electricista que cree estar solo en el interior del restaurante cuya instalación tiene que reparar y la de dos basureros que han bautizado a su camión con el nombre de "Outrageous Fortune" y cruzan las calles pensando que navegan en un barco pirata. La imaginación puede transformar la realidad más sórdida, aunque no siempre para mejor. Por otra parte, no debemos cerrarnos al mundo que nos acoge, pues tal vez sean los únicos a los que podamos recurrir en un momento de apuro.
"Mugre" vuelve a ofrecer un grupo de historias conectadas que se centran en un empleado del Banco Mundial, en Washington, para hablarnos de la sociedad americana, de lo difícil que resulta la integración, es más, la integración nunca se puede conseguir porque la propia sociedad estadounidense está preparada para que no ocurra, clasificando a la gente, refugiándose ellos en barrios residenciales, alejándose de los suburbios.
"Grandes finales" nos habla de hombres que se mantuvieron en su sitio hasta el final, pese a todas las calamidades, para terminar sintiendo que con ellos se extinguía toda una cultura, una forma de vida.
"Dos valses rumbo a la civilización" reúne las dos últimas historias, protagonizadas por un chef de reconocido prestigio que posee un restaurante en Washington DC y, con motivo de su participación en un reality que enfrenta a seis chefs de distintas partes del mundo, regresa a la sociedad de la que partió muchos años atrás, encontrándose con que todo le parece mucho más visceral y profundo: una realidad en carne viva. La última historia narra el regreso a México DF y, como recalcando la metáfora, el reencuentro con un antiguo amor.

La emigración mexicana a los EE.UU. tiene una presencia importante en el libro, es la auténtica protagonista. Se trata de un libro mezcla de reflexión y narración, que juega con los estilos, siempre con un lenguaje desenfadado y cercano. Un conjunto de historias que se van hilvanando entre sí, se van enroscando y nos presentan una realidad compleja que, pese al humor con el que se narra, encierra un poso de amargura.

Álvaro Enrigue nos explica, en un momento dado, su concepción de la narración:
"Hay una historia, ésa sí muy buena, que cuenta Bernardo Atxaga. Dice que un día, caminando por un pueblo de su región natal en el País Vasco, se encontró de pronto junto a una puerta con un agujero y un viejo. Hablaron un poco y al final el viejo le preguntó que si sabía por qué había un hoyo en la puerta. Será para el gato, dice Atxaga que respondió. No, le dijo el hombre, lo hicieron hace años, para darle de comer a un niño que se convirtió en perro después de que lo mordió un perro.
"Los cuentos que me gustan, los que me vuelven loco de ganas y envidia de escribir así, tienen la lógica deslumbrante del viejo vasco: les falta un pedazo y esa falta los transforma en una mitología, apelan al mínimo común denominador que nos hace a todo más o menos iguales".

Un libro de relatos que acaba convirtiéndose en una visión caleidoscópica de una misma realidad. Historias sutilmente conectadas. Un libro interesante.

jueves, febrero 01, 2007

Proyecto

Quiero hacerme eco del proyecto que inicia Sfer en su blog "Librosfera". Se trata de un blog colectivo dedicado a publicar principios de libros. Pueden ser principios que nos hayan cautivado o principios que nos hayan horrorizado. La libertad es absoluta y en su página explica lo que hay que hacer para participar.
El blog se llama "Coleccionando principios".
Lo cierto es que suena muy interesante. Las primeras frases de un libro son determinantes. Deben funcionar como un anzuelo que nos obligue a seguir leyendo, pero no siempre se consigue este objetivo. De todos modos, el principio deja clara muchas cosas, como el punto de vista adoptado, la voz narradora, el tono, el ritmo...
Me ha parecido una iniciativa muy sugestiva. Cuanta más gente nos apuntemos, mejor.

martes, enero 30, 2007

El laberinto del fauno

Una película hipnótica, fascinante, en la que se mezcla la realidad con la ficción. Una ficción fantástica, plagada de faunos, monstruos, laberintos, pasadizos secretos y pruebas arriesgadas; y una realidad acaso más terrible que todos esos seres imaginarios, una realidad dura y, desde luego, más escabrosa, la que nos golpea con imágenes más turbadoras. Y el director, Guillermo del Toro, cada vez más consciente de sus posibilidades, nos cuenta ambas historias, intercalándolas con maestría, moviéndose entre una y otra sin que el ritmo decaiga en ningún momento.

Ofelia, una fantasiosa niña de 13 años, interpretada por una inmensa Ivana Baquero llega acompañando a su madre (Ariadna Gil) a la masía en la que se encuentra el puesto militar franquista comandado por el Capitán Vidal (Sergi López). La madre está esperando un hijo de Vidal, con quien se acaba de casar y en quien ve una salida a su precaria situación económica. Se trata de un embarazo con complicaciones, por lo que la mujer debe guardar un estricto reposo, supervisado por el médico de la comarca (Álex Angulo). Desde un primer momento queda claro que Vidal es un ser despreciable, despiadado, sádico y cruel a quien sólo le importa capturar a los resistentes maquis que se ocultan en los montes de los alrededores, y la salud del bebé que está por llegar. Mercedes (Maribel Verdú), el ama de llaves, será la única que mostrará amabilidad con la joven Ofelia. Ante este panorama, la niña construirá un mundo alternativo en el que puede ser una princesa, la absoluta protagonista de peligrosas situaciones que ponen a prueba su valentía y determinación. Pese al miedo que se puede pasar en oscuros laberintos y tétricos parajes, pese a la angustia de ser perseguida por un ser brutal, nada podrá compararse con la atrocidad que reina en el campamento. De hecho, las escenas más "gore" tienen lugar en el mundo real y no en el imaginario. No obstante, la realidad es la que determina los acontecimientos y termina por aniquilar cualquier fantasía.

Lo cierto es que ambas historias son igualmente interesantes, pese a lo arriesgado que puede resultar alternar dos tramas que, en principio, parecen radicalmente opuestas. Es evidente que Guillermo del Toro, no sólo ha salido airoso de esta empresa, sino que probablemente ha filmado la, hasta el momento, mejor película de su filmografía. El estilo del director mexicano es contundente y nos narra la historia con determinación, sin titubeos, consciente en todo momento de cuál es el camino que va a recorrer y del punto al que nos va a llevar para, una vez allí, dejarnos desvalidos y mordernos el corazón.

Mención especial merecen los actores, todos sin excepción, empezando por Maribel Verdú, en un papel muy alejado a lo que nos tiene acostumbrado, Sergi López, que compone un personaje odioso al que exprime todas sus posibilidades y, muy especialmente, Ivana Baquero, la niña sobre la que se sustenta todo el peso de la película y cuyo rostro pasa de la sorpresa a la determinación, de la tristeza al miedo, con un simple parpadeo. Ella es el ser inocente que no tiene ningún papel en esa masía, la víctima de una barbarie descontrolada y que se convertirá por fin en la heroína anónima que permitirá que el bebé, el futuro, aún tenga una esperanza.


Un apunte:
Ivana Baquero se llevó un merecido Goya por su trabajo en esta película, y mostró una impecable profesionalidad en la Ceremonia de los Premios Goya. Una gala que, como casi todas, me provocó vergüenza ajena y que recurrió, una vez más, a la chabacanería y la simple mala educación para intentar hacer reír a base de chistes gruesos y fuera de tono.
"El Laberinto del Fauno" obtuvo siete premios, y estoy seguro de que saldrá airosa de la Ceremonia de los Oscars. Otra Ceremonia que recurre a los chistes más estúpidos para, dicen, hacerla amena.

viernes, enero 26, 2007

Apocalypto


Que Mel Gibson es un director de primera magnitud es algo que ya nadie puede cuestionar, ni siquiera basándose en lo que de polémica pueda tener su personalidad, por ser ultraconservador o porque lo pillaron pasado de vueltas, borracho como una cuba. Todo da igual, o debería dar igual, al posicionarse frente a una de sus películas. Tanto la reivindicable "El hombre sin rostro", como la impresionante "Braveheart", la fantástica "La pasión de Cristo" o esta maravilla titulada "Apocalypto", todas, sin excepción, son pruebas del oficio de Gibson tras la cámara.

Me apresuraré a decir que "Apocalypto" es una experiencia visual alucinante, por lo que lo mejor es verla en pantalla grande, muy grande. La película está rodada en un antiguo dialecto maya, el yucatec, y subtitulada, así que, como ocurría también en "La pasión de Cristo", el espectador se siente como si se hubiera abierto un agujero en el tiempo y pudiera asomarse a un pasado remoto y desconocido. Contada con una potencia de imágenes que convierte los escasos diálogos en algo secundario, accesorio, pues la narración es eminentemente visual, "Apocalypto" es una experiencia cinematográfica de primera magnitud.

Pero ojo, estamos hablando de cine, de ficción, tampoco hay que tomarse lo del agujero en el tiempo como algo literal, que ya hay quien dice que si hay hechos que no se ajustan a los datos históricos y que si patatín y que si patatán. El enfrentamiento con los indios sioux o los pieles rojas ha dado material suficiente como para crear todo un género, sin embargo, el período del choque entre las culturas mesoamericanas y la española parece algo inexplorado o a lo que hay que acercarse con sumo escrúpulo. No estoy de acuerdo. Me parece fantástico que se elija un período como éste para narrar una historia de aventuras, de heroísmo, de persecuciones... Y eso es lo que encontramos en "Apocalypto", en medio de impresionantes paisajes y tremendos personajes. Una historia hipnótica, fascinante, aunque no apta para todos los estómagos, pues una de las características de Gibson es no ahorrar al espectador ni siquiera los planos más desagradables, por lo que encontraremos alguna que otra escena de inspiración casi gore. Pero no demasiadas.

La historia se centra en los miembros de una tribu cuya idílica existencia es alterada cuando son capturados por unos poderosos guerreros que pertenecen a una civilización más avanzada, aunque también más hundida en la superstición y la crueldad. Uno de los miembros de esta tribu, Jaguar Paw, es el protagonista y tendrá que conseguir escapar de una muerte segura y atravesar el bosque, sumergiéndose en sus propios terrores, perseguido por feroces hombres, con el fin de intentar rescatar a su mujer y a su hijo. El amor es el verdadero motor que consigue que este hombre crezca, supere las situaciones más desesperadas, atraviese el horror y el dolor, en un viaje iniciático y desesperado.

El film no da tregua al espectador. La historia nos zarandea y nos sobrecoge y nos pone en tensión durante casi toda la duración del metraje. Una eficaz e impactante película de acción, en la que encontraremos escenas inspiradas en films como "El fugitivo" o "Comando en el mar de China", y en la que también podremos encontrar mensajes como la importancia de la familia, verdadero motor de los actos heroicos, o la decadencia moral a la que puede llegar una sociedad por su propio temor a lo desconocido.

miércoles, enero 24, 2007

Ryszard Kapuscinski


Ayer, 23 de Enero de 2007, falleció Ryszard Kapuscinski, a los 74 años de edad. Periodista por encima de todo, reportero, y un grandísimo escritor, reconocido por todos como un autor imprescindible y galardonado con multitud de premios, entre ellos el Principe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.
Recuerdo sus palabras... Lo que sigue son extractos de una entrevista firmada por Sol Alameda y publicada en el País Semanal del 5 de Enero de 2003.

Pienso escribir un libro sobre mi infancia y la II Guerra Mundial, durante la cual vivimos como refugiados permanentes. Por eso, cuando hablo de refugiados en el Tercer Mundo, sé muy bien de qué estoy hablando. Conozco ese miedo siempre presente; lo que es vivir en lugares desconocidos y diferentes, siempre descalzo y con hambre, sin escuelas ni libros. Una vida muy elemental y llena de temores.

Si duermes en el trópico, con 20 personas, en un cuarto pequeñito y sin ventanas, lleno de mosquitos y otros insectos, sin que uno se pueda mover para ahuyentarlos, sabes muy bien cómo vive esa gente. Y si uno no duerme así, si no está con ellos, pues no lo sabe. Los occidentales tendemos a olvidar que la vida que conocemos y tenemos no es la vida normal, que es la vida de una parte muy pequeña de la humanidad. La vida humana en nuestro planeta es muy dura. Y muy insegura. Está llena de temores y de peligros. Y la gente que escribe literatura contemporánea en los países desarrollados tiene muy poco que ver con la vida que estoy describiendo, con esa gente. Desgraciadamente, muy poca gente de los países desarrollados sabe cómo es la vida de millones de personas. Por eso y porque esa gente es muda, no sabe hablar ni plantear sus demandas, ni sabe organizarse, ni pedir que se les oiga. Ésta es una pobreza muy silenciosa, no es capaz de revolverse.

No soy nada escéptico. Al revés, soy demasiado optimista. Siempre veo el lado positivo del género humano. Tengo una muy positiva opinión del hombre, lo que viene del hecho de que yo vivo gracias a otra gente. A gente desconocida para mí y que me salvó la vida varias veces no sabiendo quién soy ni de dónde vengo. Solamente por una solidaridad humana. Me salvaron y ni siquiera se lo puedo agradecer porque no sé cómo se llaman.

Hay circunstancias que desarrollan lo mejor de la personalidad humana, pero hay mecanismos que apoyan el lado más oscuro del ser humano.

El ser humano es muy parecido en todo el mundo. Pero la gente, en general, quiere vivir tranquila, tener un trabajo y una casa. Sólo en los casos en que se despiertan reacciones crueles y locas, chovinistas, el hombre actúa como una máquina de matar. En todas las confrontaciones armadas, siempre vemos que fueron los políticos quienes exacerbaron unos intereses nacionalistas en su pueblo. Siempre hay alguien que lo organiza y lleva a la gente. Pero esa gente, por sí misma, quiere vivir en paz, tiene muchos problemas y le falta energía para buscar esas confrontaciones.

Conocí los países del Tercer Mundo como corresponsal de una agencia polaca y enviaba noticias constantemente. Me dije: esto que estoy escribiendo no refleja la realidad. En las noticias de prensa manejamos entre 600 y 800 palabras. Es un lenguaje pobre y superficial, incapaz de reflejar lo que se oye y lo que se siente. Así que empecé a escribir mis libros paso a paso, como si fuera un segundo volumen de todo lo que había escrito como corresponsal durante años. En ese segundo volumen escribí lo que no había podido contar en el primero. Me sentía un privilegiado por haber conocido esas culturas, y pensé que debía intentar escribir esas realidades para los demás. Era consciente de que no se puede reflejarlo al cien por cien, pero yo al menos intentaría aproximarme. Nunca me preocupó cuál era el género que usaba para contar lo que quería. Simplemente empecé a escribir de la manera que me parecía más apropiada.

Las cosas cambian ante situaciones distintas. Depende de la edad, de los momentos que has vivido. Muy pocas personas son de una pieza, lo normal es que cambies.

sábado, enero 20, 2007

Fragmentos

Hoy en día, estamos acostumbrados a consumir discursos fragmentados. Cambiamos de canal compulsivamente, vemos trozos de aquí y de allá y nos hacemos una idea del contenido de varios programas que se emiten al mismo tiempo. Escuchamos una noticia en la radio de un local y luego un comentario entre dos personas en un autobús y vete a saber qué más, y con eso nos imaginamos una noticia completa. Existen programas de televisión que simulan el uso del mando a distancia y ofrecen fragmentos extraídos de diversos sitios, sin conexión entre ellos. Una noticia escuchada en el telediario de mediodía puede finalizar en el de la noche o en el del día siguiente o, incluso, no finalizar. En el libro de Furio Colombo, "Últimas noticias sobre el periodismo", encontré una cita del columnista norteamericano Jim Hoagland: "El periodismo es la única forma narrativa en la que es posible omitir el final. Una historia no termina cuando quien está escuchando no insiste para saber cómo va a terminar". Y me doy cuenta de la verdad de esta afirmación al recordar diversas noticias que aparecieron en su día y luego no se volvieron a nombrar. Quedaron sin solución.
El formato blog ofrece también, por su propia naturaleza, un discurso fragmentado. Y creo que está bien que la narrativa profundice en la exploración de este terreno.