En el libro “El arte de la novela”, Milan Kundera dice: Hasta los veinticinco años me sentía mucho más atraído por la música que por la literatura. Lo mejor que hice en aquel entonces fue una composición para cuatro instrumentos: piano, viola, clarinete y batería. Prefiguraba casi caricaturescamente la arquitectura de mis novelas, cuya existencia futura, por aquel entonces, ni siquiera sospechaba. Y realiza una interesante exposición sobre la influencia de la música y de las matemáticas en la composición de sus libros. Sin remedio, he recordado estas reflexiones del autor checo al terminar la lectura del libro “Si vuelves te contaré el secreto”, de Mónica Gutiérrez Sancho, escritora nacida en Sevilla y afincada en Zaragoza cuya primera novela no está pasando desapercibida.
Un local abre sus puertas en una calle corriente de cualquier anodina ciudad. Un local muy especial llamado, precisamente, “The Club”. El local tiene un gran éxito, pues promete pasar una velada de felicidad plena, aunque está establecido que nadie pueda asistir a él más de una vez. Los empleados tienen prohibido comentar con nadie lo que ocurre allí dentro ni facilitar que nadie, ni siquiera un amigo o un familiar, pueda acceder por segunda vez al interior del club. Esta es la premisa principal del libro, a partir de la cual se articula una historia coral en la que cuatro personajes nos servirán de hilos conductores, presentados en el primer capítulo: Sara, vendedora de trajes de novia, Rita, la prostituta, Julia, la camarera y Simón, el portero. Estos personajes actuarán como instrumentos principales de una estructura jazzistica, interpretando incluso sus propios solos, en fragmentos narrados en primera persona. A ellos se unirán otros que adquirirán relevancia a lo largo del relato, dándole densidad.
Encontramos pues una historia que gira en torno al jazz y que incorpora a su composición elementos propios de este género, como si de una “jam session” se tratara, un poco caótica en algunos momentos, utilizando la repetición de varios motivos para dar cohesión al conjunto, y cuya lectura fluye sin problemas, hipnótica, sin tropiezos, gracias a una prosa elegante y precisa al mismo tiempo, que consigue transmitirnos la información de un modo muy visual y que no carece de humor, sin rehuir la dureza o la sordidez de ciertos momentos, pero siempre con una extraordinaria ternura hacia los personajes, pese a las luces y sombras de éstos. Valga como muestra el siguiente párrafo:
Marcadas ojeras, gafas redondas de montura fina y plateada, color blanco grisáceo, enfermizo, tos seca, pelo rizado y largo sin alopecia a la vista y ojos grises y fríos, sin reflejo alguno, eran su aspecto. Habría pagado por ser bello, por enamorar a damas imposibles, a hadas encantadas, por contraer la sífilis o la tuberculosis, pero tenía que conformarse con unas diarreas matutinas persistentes que, al menos, le ayudaban a conservar un aspecto demacrado de planta marchita que no termina de morir. Habría matado por poseer las agallas para suicidarse por amor, pero tenía que conformarse con mezclar sus fluidos y su cuerpo con poetisas de medio pelo, adictas a músicos, golfas que no llegaban a cobrarle un precio fijo.
El libro posee su propia banda sonora, y nos propone sus temas al inicio de cada capítulo, en una selecta selección de intérpretes claves en la historia del jazz. Recorremos de un modo lineal, pero plagado de contrapuntos, la historia de ese club misterioso que ofrece una dicha absoluta a sus clientes, una velada mágica que atraerá a gente de todo tipo, personajes insatisfechos que buscan ese algo indefinido y abstracto que es la felicidad, y que tendrán la oportunidad de atisbarla durante una noche cuyo recuerdo los dejará aturdidos, con el deseo de repetir la experiencia, sabiendo que tal cosa es imposible y sin sospechar que esa imposibilidad viene determinada por la propia naturaleza de lo buscado. Desde el casting del personal hasta la última sesión del club, entramos en una historia con aire de cine en blanco y negro de los años cincuenta que, no obstante, me trajo ecos de un autor tan dispar como Philip K. Dick. Una historia original, sencilla y engañosa a la vez, de cuidada arquitectura, que supone un debut espectacular de una escritora a la que hay que seguirle la pista.
Un local abre sus puertas en una calle corriente de cualquier anodina ciudad. Un local muy especial llamado, precisamente, “The Club”. El local tiene un gran éxito, pues promete pasar una velada de felicidad plena, aunque está establecido que nadie pueda asistir a él más de una vez. Los empleados tienen prohibido comentar con nadie lo que ocurre allí dentro ni facilitar que nadie, ni siquiera un amigo o un familiar, pueda acceder por segunda vez al interior del club. Esta es la premisa principal del libro, a partir de la cual se articula una historia coral en la que cuatro personajes nos servirán de hilos conductores, presentados en el primer capítulo: Sara, vendedora de trajes de novia, Rita, la prostituta, Julia, la camarera y Simón, el portero. Estos personajes actuarán como instrumentos principales de una estructura jazzistica, interpretando incluso sus propios solos, en fragmentos narrados en primera persona. A ellos se unirán otros que adquirirán relevancia a lo largo del relato, dándole densidad.
Encontramos pues una historia que gira en torno al jazz y que incorpora a su composición elementos propios de este género, como si de una “jam session” se tratara, un poco caótica en algunos momentos, utilizando la repetición de varios motivos para dar cohesión al conjunto, y cuya lectura fluye sin problemas, hipnótica, sin tropiezos, gracias a una prosa elegante y precisa al mismo tiempo, que consigue transmitirnos la información de un modo muy visual y que no carece de humor, sin rehuir la dureza o la sordidez de ciertos momentos, pero siempre con una extraordinaria ternura hacia los personajes, pese a las luces y sombras de éstos. Valga como muestra el siguiente párrafo:
Marcadas ojeras, gafas redondas de montura fina y plateada, color blanco grisáceo, enfermizo, tos seca, pelo rizado y largo sin alopecia a la vista y ojos grises y fríos, sin reflejo alguno, eran su aspecto. Habría pagado por ser bello, por enamorar a damas imposibles, a hadas encantadas, por contraer la sífilis o la tuberculosis, pero tenía que conformarse con unas diarreas matutinas persistentes que, al menos, le ayudaban a conservar un aspecto demacrado de planta marchita que no termina de morir. Habría matado por poseer las agallas para suicidarse por amor, pero tenía que conformarse con mezclar sus fluidos y su cuerpo con poetisas de medio pelo, adictas a músicos, golfas que no llegaban a cobrarle un precio fijo.
El libro posee su propia banda sonora, y nos propone sus temas al inicio de cada capítulo, en una selecta selección de intérpretes claves en la historia del jazz. Recorremos de un modo lineal, pero plagado de contrapuntos, la historia de ese club misterioso que ofrece una dicha absoluta a sus clientes, una velada mágica que atraerá a gente de todo tipo, personajes insatisfechos que buscan ese algo indefinido y abstracto que es la felicidad, y que tendrán la oportunidad de atisbarla durante una noche cuyo recuerdo los dejará aturdidos, con el deseo de repetir la experiencia, sabiendo que tal cosa es imposible y sin sospechar que esa imposibilidad viene determinada por la propia naturaleza de lo buscado. Desde el casting del personal hasta la última sesión del club, entramos en una historia con aire de cine en blanco y negro de los años cincuenta que, no obstante, me trajo ecos de un autor tan dispar como Philip K. Dick. Una historia original, sencilla y engañosa a la vez, de cuidada arquitectura, que supone un debut espectacular de una escritora a la que hay que seguirle la pista.
Les dejo, para acabar, con el gran Thelonious Monk:
7 comentarios:
Me ha interesado mucho leer el libro, sobre todo me intrigó y me gustó ese detalle de ir al club por una sola vez.
Me dio un aire a Murakami, quizá por el jazz.
¿Cuándo tendré el libro? espero que llegue pronto o que la misma escritora venga a estas tierras a presentarlo, sería fabuloso.
La escuché en el video que compartió Antonia y desde ahí me agradó conocerle un poco más y saber de ese amor por la música.
Bien amigo por tu reseña y por el video.
Abrazos
Que libro tan interesante reseñas Miguel, como soy un apasionado del jazz también, se antoja buscarlo cuanto antes. Acudiré a una amiga que anda por Europa para ver si lo consigue. Como siempre nos das a conocer lo mejor. Saludos.
Magnífica reseña Miguel,con buen jazz incluído.El arte de la novela de Kundera me parece una maravilla,un referente importantísimo a la hora de entender el desarrollo de la novela europea para su mayor entendimiento.
No conocía el libro,pero ten por seguro que lo leeré.Jazz y literatura;un cóctel que me encanta,como Julio Cortázar y El perseguidor,o Rayuela.
Un fuerte abrazo.
A mí también me ha interesado mucho este libro, por lo que espero que llegue a República Dominicana.
Me han parecido muy interesantes las reseñas sobre tus lecturas que has estado publicando en el blog.
Un abrazo.
Apuntado queda. El argumento es más que original, y si lo recomiendas tú seguro que valdrá la pena.
A mí también me ha venido a la cabeza Murakami, sobre todo porque acabo de acabarme uno de sus libros donde el protagonista -al igual que el autor- es dueño de un club de jazz.
Saludos
Clarice, este libro seguro que te gusta. Creo que es una primera novela muy interesante.
José, pues como siempre digo, espero tu opinión si consigues hacerte con él. A mí también me gusta el jazz, aunque no soy ningún entendido. La verdad es que mis gustos musicales son bastante desordenados. Como los demás, por supuesto.
Francisco, me alegra que te haya gustado la reseña. "El arte de la novela" tiene ideas muy interesantes. Es un libro que siempre tengo cerca. Si lees esta novela, cuéntame qué te parece.
Rosa, gracias por estar ahí. Ojalá puedas conseguir este libro. Creo que te gustaría.
Elena, eres muy amable. También Clarice pensó en Murakami. Yo, la verdad, no tuve a Murakami en la cabeza cuando lo leía. Pero bueno, tal vez puedan encontrarse algunos puntos en común.
Un abrazo y gracias por los comentarios.
Muchísimas gracias Miguel por tan preciosa reseña a mi novela.
Si sólo por un segundo te ha hecho pensar en Kundera es para mí todo un honor.
Y no sólo por tus palabras, también por todo el apoyo y los ánimos de todo este tiempo, hasta que: "Si vuelves..." y The Club, lograron abrir sus puertas.
Un abrazo
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