En el suplemento “El Cultural” de la semana pasada, 7 de Noviembre, se publicaba una entrevista con Norman Mailer, debido a la publicación de su último libro “El castillo en el bosque” (Anagrama), un libro que toma como base la infancia de Hitler para hablar de Dios y del diablo. En esa entrevista Mailer dice:
Escribir una novela es, en cierta medida, como una escalada. Si eres ambicioso, intentas retos que están más allá de tus fuerzas. Hay muy pocos novelistas realmente ambiciosos, Martin Amis, Pynchon, Cormac McCarthy… Sentí que había llegado el momento de intentar una cumbre más dura, de intentar algo más allá de mis costumbres y técnicas. Pensé: “te estás haciendo viejo, así que debes intentar algo muy grande”. Y pensé que tenía que hacer el intento, porque era realmente interesante, como en realidad he estado haciendo toda mi vida. Eso es lo que te espera si eres un profesional. Tienes que aprender más y más qué es lo que estás haciendo.
El domingo de esa misma semana, 11 de Noviembre, los periódicos traían la noticia del fallecimiento de Mailer, a los 84 años de edad, a causa de una insuficiencia renal, en el hospital Monte Sinaí de Nueva York.
Norman Mailer era un personaje polémico, autor de libros importantes, como “Los desnudos y los muertos”, sobre la Segunda Guerra Mundial, “La canción del verdugo”, que fue merecedora del Premio Pulitzer en 1980, “Los hombres duros no bailan” o “Los ejércitos de la noche”, que también obtuvo el Pulitzer en 1969. Escribió libros sobre Marilyn Monroe, Picasso, Lee Harvey Oswald y Jesucristo.
Fue un hombre machista, rudo, egocéntrico, provocador, vitalista, amante del boxeo y la bebida, desmesurado, impulsivo. Protagonizó sonados enfrentamientos con Truman Capote, William Styron o Gore Vidal, a quien llegó a agredir físicamente.
En 1960, durante una alocada fiesta, estando ya muy borracho, apuñaló con una navaja a su segunda esposa, Adele Morales, y casi la mata. Ella no presentó denuncia y el asunto quedó zanjado con una breve estancia del autor en un hospital psiquiátrico.
Se casó seis veces y tuvo nueve hijos.
Su fama como periodista y agitador de conciencias es indiscutible y difícil de igualar. Fue crítico con las guerras de Vietnam primero y de Irak después. Su nombre siempre quedará vinculado al nacimiento del “Nuevo Periodismo”, y quizá por eso tampoco Tom Wolfe se salvó de sus ataques. Fue fundador del semanario “Village Voice”.
Escribir una novela es, en cierta medida, como una escalada. Si eres ambicioso, intentas retos que están más allá de tus fuerzas. Hay muy pocos novelistas realmente ambiciosos, Martin Amis, Pynchon, Cormac McCarthy… Sentí que había llegado el momento de intentar una cumbre más dura, de intentar algo más allá de mis costumbres y técnicas. Pensé: “te estás haciendo viejo, así que debes intentar algo muy grande”. Y pensé que tenía que hacer el intento, porque era realmente interesante, como en realidad he estado haciendo toda mi vida. Eso es lo que te espera si eres un profesional. Tienes que aprender más y más qué es lo que estás haciendo.
El domingo de esa misma semana, 11 de Noviembre, los periódicos traían la noticia del fallecimiento de Mailer, a los 84 años de edad, a causa de una insuficiencia renal, en el hospital Monte Sinaí de Nueva York.
Norman Mailer era un personaje polémico, autor de libros importantes, como “Los desnudos y los muertos”, sobre la Segunda Guerra Mundial, “La canción del verdugo”, que fue merecedora del Premio Pulitzer en 1980, “Los hombres duros no bailan” o “Los ejércitos de la noche”, que también obtuvo el Pulitzer en 1969. Escribió libros sobre Marilyn Monroe, Picasso, Lee Harvey Oswald y Jesucristo.
Fue un hombre machista, rudo, egocéntrico, provocador, vitalista, amante del boxeo y la bebida, desmesurado, impulsivo. Protagonizó sonados enfrentamientos con Truman Capote, William Styron o Gore Vidal, a quien llegó a agredir físicamente.
En 1960, durante una alocada fiesta, estando ya muy borracho, apuñaló con una navaja a su segunda esposa, Adele Morales, y casi la mata. Ella no presentó denuncia y el asunto quedó zanjado con una breve estancia del autor en un hospital psiquiátrico.
Se casó seis veces y tuvo nueve hijos.
Su fama como periodista y agitador de conciencias es indiscutible y difícil de igualar. Fue crítico con las guerras de Vietnam primero y de Irak después. Su nombre siempre quedará vinculado al nacimiento del “Nuevo Periodismo”, y quizá por eso tampoco Tom Wolfe se salvó de sus ataques. Fue fundador del semanario “Village Voice”.
Foto de Kathy Willens / Associated Press
3 comentarios:
Otro que buscaba ese Eldorado llamado la Gran Novela Americana. Retratar el espíritu y los mitos de la sociedad americana de una época determinada no es una meta fácil, pero el empeño por alcanzarla se convierte en un acicate que justifica algunas vidas literarias llenas de excelentes intentos. Mailer le anduvo cerca con El fantasma de Harlot, la mejor novela sobre la CIA que se ha escrito hasta ahora Siempre esperé la prometida segunda parte, en la que inevitablemente hubiera tenido que dar su versión del antes y después del 11-S. Ahora serán otros quienes tendrán que contar esta historia.
Cierto, estimado Anónimo, también aspiraba a escribir esa quimérica novela totalizadora.
Es cierto que se prometió una segunda parte de "El fantasma de Harlot". Lo recuerdo, no sé qué pasaría con eso. ¿Se aburrió del proyecto? ¿Cambió de tema? ¿Fue un truco de marketing? No lo sé.
Un saludo.
Lo interesante es que dejó huellas a pesar de tantos calificativos en su personalidad.
Otro que debo de leer.
Abrazos.
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