Lleno absoluto. Gente de pie. La organización le entrega un regalo a Marías, en señal de reconocimiento por su trayectoria. Todos los años premian a un autor y en esta ocasión el elegido es él. La charla está a cargo de Manuel Rodríguez Rivero.
Se habla de su fama. Dicen que algunas guías turísticas recomiendan fijarse en la ventana de su casa por si se le ve escribir. Sus cifras de ventas son espectaculares. Tiene críticas excelentes. Él no siente esa fama, no tiene fuerte conciencia de ella. Piensa que es un fenómeno fruto del azar. A su escritura, a sus libros, les corresponderían unas ventas de unos 15.000 ejemplares, mientras que en Alemania se han vendido 1.200.000 más o menos. Así que ya no espera más suerte, se siente como si todo lo bueno que le tuviera que pasar en ese sentido ya le hubiera pasado. Por supuesto, se siente más libre, puede escribir libros raros, o más raros, y nunca se podrá quejar.
En esencia, la fama no le ha cambiado, aunque es verdad que ahora puede comprar, no más cosas, sino más cantidad de las cosas que le gustan.
Lee menos las críticas. En ocasiones ni las lee o pasa por encima. Han pasado ya 36 años desde que editó su primera novela, así que ya es muy veterano, y uno al final sabe más de lo que sabe casi cualquier crítico. Ya escribió hace años un polémico artículo titulado “Añoranza del árbitro” en el que se quejaba de que no existiera un determinado tipo de crítico más profesional. En España es difícil el consenso y el respeto. Casi todo es discutido y siempre hay detractores. A casi nadie se le reconoce autoridad sobre nada.
Habló sobre su forma de escribir. Dijo que no tiene planificación, que averigua sus novelas a medida que las escribe. Sabe hacia dónde va pero no sabe qué recorrido le espera. No suele releer sus libros anteriores, ni siquiera en el caso de la trilogía, y éste es un método que no recomienda a nadie. Tampoco utiliza el ordenador, es esto se define como excéntrico y más bien antiguo. No toma notas para escribir sus novelas, así que define su escritura como una tarea azarosa, intuitiva, lo cual convierte la toma de decisiones en algo arriesgado, porque, además, él nunca rectifica las páginas anteriores para dar cabida a un nuevo suceso. Como en la vida, en sus novelas no se puede cambiar el pasado. Por ello, confiesa que ha habido momentos en los que ha estado a punto de caer en contradicciones respecto a algo que había escrito con anterioridad, pero siempre ha habido un sexto sentido que le ha avisado.
Suele preocuparse por la traducción de sus libros, sobre todo de las que se realizan en idiomas que conoce, y está abierto a las sugerencias o aclaraciones que sus traductores le solicitan. A ser posible, también le gusta poder opinar en el aspecto de las portadas, y menciona una espantosa, israelí, en la que aparecía un desnudo frontal, y confiesa que ha habido también alguna rusa que le ha helado la sangre. En su opinión, lo normal es que todo se haga mal pudiendo salir bien, así que hay que estar encima de las cosas si no te quieres llevar sorpresas.
Como escribe con una vieja máquina “Olivetti” suele tener problemas para obtener recambios de su máquina, ya que están descatalogados. Este verano, no obstante, admite que escribió algunas cartas con un ordenador: le pareció lentísimo. Tampoco le interesan los blogs, que definió como sitios para ver qué opina gente con la que normalmente no tratarías. La página web que lleva su nombre la administra una persona que le pidió permiso para hacerlo y de vez en cuando le solicita material.
Habló, por supuesto, del tercer volumen de “Tu rostro mañana”, que acaba de salir a la venta bajo el titulo de “Veneno y sombra y adiós”. En ella se hacen referencias constantes a la relativa impostura de juzgar el pasado desde los baremos del presente. En épocas de paz se juzga muy duramente lo que ocurrió en tiempos de guerra, sin tener en cuenta que quizá entonces estaba bien hecho. Al hilo de esto, comentó que la ley de la memoria histórica es ilusa, ya que no se puede abordar un suceso sin un consenso general del país sobre lo que ocurrió. Han pasado setenta años, los mismos que habían pasado desde la guerra de Cuba cuando él era joven, pero entonces nadie discutía sobre aquel episodio. Vivimos en una época que intenta deformar el pasado.
Al terminar la redacción de este tercer volumen de su trilogía, admite que le invadió una relativa tristeza, una especie de melancolía.
Sobre su carrera como articulista, autor de textos que conectan con mucha gente, llenos de sentido común, en contraposición a sus personajes que, en muchos casos, están un poco locos, dijo que los artículos los escribe como ciudadano, resaltando que también hay mucha gente que está en desacuerdo con sus opiniones, mientras que en la novela el ciudadano desaparece y se reduce mucho el sentido de responsabilidad.
Desveló que suele apuntar detalles suyos en todos sus personajes, incluso en los más odiosos.
No escribe poesía. No la ha escrito nunca, aunque sí la ha traducido y la lee. Ahora la mayor parte de su tiempo lo dedica a relecturas. Destacó las obras de Shakespeare, autor que definió como enigmático y riguroso, en el que siempre encuentras nuevos matices. Y también vuelve una y otra vez a un relato de Flaubert: “Un corazón sencillo”.
Se habla de su fama. Dicen que algunas guías turísticas recomiendan fijarse en la ventana de su casa por si se le ve escribir. Sus cifras de ventas son espectaculares. Tiene críticas excelentes. Él no siente esa fama, no tiene fuerte conciencia de ella. Piensa que es un fenómeno fruto del azar. A su escritura, a sus libros, les corresponderían unas ventas de unos 15.000 ejemplares, mientras que en Alemania se han vendido 1.200.000 más o menos. Así que ya no espera más suerte, se siente como si todo lo bueno que le tuviera que pasar en ese sentido ya le hubiera pasado. Por supuesto, se siente más libre, puede escribir libros raros, o más raros, y nunca se podrá quejar.
En esencia, la fama no le ha cambiado, aunque es verdad que ahora puede comprar, no más cosas, sino más cantidad de las cosas que le gustan.
Lee menos las críticas. En ocasiones ni las lee o pasa por encima. Han pasado ya 36 años desde que editó su primera novela, así que ya es muy veterano, y uno al final sabe más de lo que sabe casi cualquier crítico. Ya escribió hace años un polémico artículo titulado “Añoranza del árbitro” en el que se quejaba de que no existiera un determinado tipo de crítico más profesional. En España es difícil el consenso y el respeto. Casi todo es discutido y siempre hay detractores. A casi nadie se le reconoce autoridad sobre nada.
Habló sobre su forma de escribir. Dijo que no tiene planificación, que averigua sus novelas a medida que las escribe. Sabe hacia dónde va pero no sabe qué recorrido le espera. No suele releer sus libros anteriores, ni siquiera en el caso de la trilogía, y éste es un método que no recomienda a nadie. Tampoco utiliza el ordenador, es esto se define como excéntrico y más bien antiguo. No toma notas para escribir sus novelas, así que define su escritura como una tarea azarosa, intuitiva, lo cual convierte la toma de decisiones en algo arriesgado, porque, además, él nunca rectifica las páginas anteriores para dar cabida a un nuevo suceso. Como en la vida, en sus novelas no se puede cambiar el pasado. Por ello, confiesa que ha habido momentos en los que ha estado a punto de caer en contradicciones respecto a algo que había escrito con anterioridad, pero siempre ha habido un sexto sentido que le ha avisado.
Suele preocuparse por la traducción de sus libros, sobre todo de las que se realizan en idiomas que conoce, y está abierto a las sugerencias o aclaraciones que sus traductores le solicitan. A ser posible, también le gusta poder opinar en el aspecto de las portadas, y menciona una espantosa, israelí, en la que aparecía un desnudo frontal, y confiesa que ha habido también alguna rusa que le ha helado la sangre. En su opinión, lo normal es que todo se haga mal pudiendo salir bien, así que hay que estar encima de las cosas si no te quieres llevar sorpresas.
Como escribe con una vieja máquina “Olivetti” suele tener problemas para obtener recambios de su máquina, ya que están descatalogados. Este verano, no obstante, admite que escribió algunas cartas con un ordenador: le pareció lentísimo. Tampoco le interesan los blogs, que definió como sitios para ver qué opina gente con la que normalmente no tratarías. La página web que lleva su nombre la administra una persona que le pidió permiso para hacerlo y de vez en cuando le solicita material.
Habló, por supuesto, del tercer volumen de “Tu rostro mañana”, que acaba de salir a la venta bajo el titulo de “Veneno y sombra y adiós”. En ella se hacen referencias constantes a la relativa impostura de juzgar el pasado desde los baremos del presente. En épocas de paz se juzga muy duramente lo que ocurrió en tiempos de guerra, sin tener en cuenta que quizá entonces estaba bien hecho. Al hilo de esto, comentó que la ley de la memoria histórica es ilusa, ya que no se puede abordar un suceso sin un consenso general del país sobre lo que ocurrió. Han pasado setenta años, los mismos que habían pasado desde la guerra de Cuba cuando él era joven, pero entonces nadie discutía sobre aquel episodio. Vivimos en una época que intenta deformar el pasado.
Al terminar la redacción de este tercer volumen de su trilogía, admite que le invadió una relativa tristeza, una especie de melancolía.
Sobre su carrera como articulista, autor de textos que conectan con mucha gente, llenos de sentido común, en contraposición a sus personajes que, en muchos casos, están un poco locos, dijo que los artículos los escribe como ciudadano, resaltando que también hay mucha gente que está en desacuerdo con sus opiniones, mientras que en la novela el ciudadano desaparece y se reduce mucho el sentido de responsabilidad.
Desveló que suele apuntar detalles suyos en todos sus personajes, incluso en los más odiosos.
No escribe poesía. No la ha escrito nunca, aunque sí la ha traducido y la lee. Ahora la mayor parte de su tiempo lo dedica a relecturas. Destacó las obras de Shakespeare, autor que definió como enigmático y riguroso, en el que siempre encuentras nuevos matices. Y también vuelve una y otra vez a un relato de Flaubert: “Un corazón sencillo”.
10 comentarios:
Es uno de los escritores que deseo conocer.
Qué chistoso lo de la guía turística.
Bien compartida tu reseña.
Abrazos.
No sabes cuánto me hubiese gustado estar ahí. Nunca he escuchado a Marías en directo, a pesar de que es uno de los grandes para mí. No me pierdo un artículo ni una entrevista suya.
Un poquito soberbio a veces, como se desprende de su comentario respecto a los blogs. Pero eso no empaña su estatura como novelista y como ciudadano crítico.
Un saludo
Creo Miguel que Javier Marías,junto a Enrique Vila-Matas,son los mayores exponentes de la nueva narrativa actual y sus vertientes.No obstante,encuentro a faltar la voz única,el estilo propio de expresión lingüistica.No sé si me explico;lees a Umbral,a Cela,por ejemplo,y ya sabes en las primeras líneas del libro quién escribe.Bueno,es una modesta opinión.
Un abrazo.
A pesar de que las tres opiniones anteriores son coincidentes, Javier Marías resulta ser (se ve muy bien cuando sale a relucir en los blogs) de lo más controvertido, en lo que a su calidad como escritor se refiere. Parece que o se le adora o se le detesta, pero que a nadie deja indiferente. Y no sé por qué; no sé si es porque también es articulista, porque su tono a veces parece, como dice Elena, algo soberbio (¿complejo de inferioridad del lector, quizá?)...
¿Tú qué crees, Miguel?
Es un grande este tipo, un escritor personal que tiene muchos lectores -él es el primer sorprendido, porque nunca abjuró en su escritura de su fe benetiana- y que arriesga, apuesta y es coherente, casi nada. Tu texto: una joya, Miguel. Un abrazo.
Clarice, es un escritor al que hay que conocer. Tiene libros que te entusiasmarán, como "Corazón tan blanco", "Todas las almas", "Negra espalda del tiempo" o los ensayos de "Literatura y fantasmas", por citar mis titulos favoritos. La trilogía no la he leído, pero es un proyecto muy ambicioso al que seguro que vale la pena acercarse.
Elena, debo confesar que es la segunda vez que lo escucho en directo. La primera, dio una conferencia sobre "Negra espalda del tiempo", donde habló del proceso de escritura de "Todas las almas", de los problemas de la adaptación cinematográfica, del reino de Redonda... y la recuerdo como algo muy difícil de superar. Aunque tambíén fue interesante en esta ocasión, claro.
Francisco Machuca, me quedo pensando sobre lo que dices... Yo creo que tanto Marías como Vila-Matas tienen estilos muy personales, aunque es cierto que Umbral o Cela eran más "literarios", por decirlo de alguna forma. Además, ellos mismos eran literarios, se convertían en personajes de su propia vida. Es cierto que no hay un equivalente de estos autores. Desde luego, tanto Vila-Matas como Marías son autores de gran importancia, eso es indiscutible, y creo que tienen un estilo personal y un imaginario propio que sí que es reconocible. Justo nombras dos autores con una obra muy sólida a sus espaldas.
Portorosa, yo he leído críticas destructivas del estilo de Marías, y es posible que las hayamos leído en el mismo sitio. Y, aunque los ejemplos que el autor de esas críticas entresaca son muy elocuentes, creo que entre ese personaje y Marías la elección es clara. Yo creo que Marías en un autor que disfruta escribiendo y que eso lo transmite. Le gusta la disertación, irse por las ramas, saltar de un tema a otro para luego retomar el hilo, y eso lo hace con gran maestría. No creo que haya mucha gente que le pueda enseñar a escribir a estas alturas. ¿Por qué se le puede tener animadversión? Yo creo, la verdad, que en este país el pecado nacional por excelencia sigue siendo la envidia. Lo de ser articulista, pues también habrá quien le tenga manía por sus opiniones, es muy posible, pero no creo que sea el motivo principal. Me dacanto por la envidia.
Francisco, es cierto lo que dices. Se le podrá acusar de muchas cosas, pero siempre ha sido un escritor honesto, con un mundo personal y una pasión contagiosa por narrar.
Un abrazo a todos y gracias por los comentarios.
Gracias, Miguel.
Sí, yo también he leído la para mí página infame de supuesta crítica literaria, que para mí no tenía ni pies ni cabeza. Pero es que además he leído muchas opiniones en muchos blogs, y me llama la atención. Hay gente (y gente "que lee", entiéndeme) que lo ven pesadísimo y vacío. En el mundillo profesional, lo de la envidia seguro que importa.
Que conste que a mí me gustó lo que leí de él, pero no tanto como para que me atraiga meterle mano a la trilogía. Veremos.
Un abrazo.
A mí en particular me encanta este escritor. Un día estando en una librería me llamó la atención el título de su novela Mañana en la batalla piensa en mí y a partir de entonces seguí comprando todos sus libros. Incluso, he leído y disfrutado gran parte de sus artículos.
Creo que Javier Marías es poseedor de una pluma poderosa y su prosa no sólo es inmaculada sino que también es envolvente, aunque para otros es fría e insulsa. Quizás es cuestión de gustos, no lo sé, pero yo siempre suelo conectarme con lo que él escribe.
También he seguido su labor como traductor.
Qué bueno que tuviste la oportunidad de escucharlo. Yo lo conocí en una de las ferias del libro de Madrid pero no me quedé a esperar su autógrafo.
Gracias por esta magnífica reseña.
Portorosa, yo creo que es normal que haya gente a la que no le guste Marías. No a todos nos tiene que gustar lo mismo. Habrá gente a la que le parezca pesadísimo y repetitivo, por supuesto, pero también hay gente que opina lo contrario. Al margen de esto, hay otros factores más objetivos, como su profesionalidad, , su mundo propio, su coherencia, la composición de sus libros, su estilo, su forma de narrar... Yo he leído libros de Marías que me han parecido geniales. Los cito más arriba. Esos son mis favoritos. Ahora bien, yo también siento cierto vértigo ante la trilogía, aunque estoy seguro de que debe estar a la altura de sus mejores titulos.
Llama la atención, por ejemplo, que tenga mayor reconocimiento en Alemania que aquí, pero no es nada raro. Muchos autores triunfan antes en el extranjero. Aquí, lo normal es machacar a quien empieza a vender demasiado.
Rosa, Marías tiene un estilo que a mí me gusta, porque suena como si te estuvieran contando un secreto al calor de una chimenea.
Para esta charla se habían agotado las entradas, estaba lleno el salón.
Abrazos.
He leído a Marías. Una recopilación de cuentos, algunas de sus novelas y muchos de sus artículos en El Semanal y EPS. Tengo una extraña sensación ante su obra: se lee con facilidad, incluso casi con placer en muchos momentos. Y sin embargo, deja poco poso -al menos eso creo-. En cuanto a su prosa periodística, cada vez la encuentro más improvisada, menos elaborada y en ocasiones hasta casi caprichosa en su argumentación. Hay, como una deriva del autor hacia un autor-personaje, que se interpreta cada vez más y que emplea en ese rol un tono de autoridad displicente y elitista. La opinión que expresó en esa conferencia sobre los blogs, aun siendo respetable, es de todo punto inconsistente (no le interesan los blogs, que definió como sitios para ver qué opina gente con la que normalmente no tratarías).
De cualquier manera, Miguel, son espléndidas estas reseñas tuyas.
Un abrazo.
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